Capítulo 2
Izuku había desarrollado un lado masoquista.
Bueno, la verdad era que ya existía esa parte de él. Había cierto regocijo en buscar el sufrimiento y luego lamentarse de ello en la oscuridad de su habitación.
El hecho de que su historia se hiciese viral en la escuela solo lo había potencia un poquito. El problema radicaba en que no podía parar de leer los comentarios que le dejaban.
Era adictivo.
InvisibleGirl000
¡OH DIOS! ¿Para cuando mi lemon RedDeku?
MinetaLovesBubis
Esto es una chorrada, vine esperando tías con trajes que les aprieten el culo y solo me dan tipos musculosos
OchakoU
¡SHIPPEO ESTOOO!
Izuku frunció el ceño, sintiéndose en parte traicionado —y en parte halagado— antes de tomar una captura y enviarla a su mejor amiga con muchos signos de pregunta.
Monoma
Esto parece escrito con las patas.
DenkiPikachu
No lo sé, Rick...
TapeBoy
Parece falso
Yaoyorozu_Momo
¡Esto es mi nueva adicción!
IWilKillYou-Deku
ESTAS ADVERTIDO DE QUE BORRES ESTA MIERDA ANTES DE QUE TERMINES EN UNA ZANJA
KiriRedRiot
♥
Tuvo que arrojar el teléfono muy lejos —el cual terminó rebotando en la cama y cayendo al suelo, pero poco le importaba— para poder rodar sobre su colchón mientras hacía algunos sonidos inhumanos.
No solo era el hecho de que Kirishima usase el Red Riot, como si lo hubiese adoptado como su nuevo apodo, si no que estaba aquel emoticón de corazón.
Pero, ¿qué diablos significaba? ¿Amaba la historia? ¿Lo amaba a él? ¿Amaba el desastre que se había desencadenado gracias a aquello? ¡¿Amaba el comentario de Kacchan?!
Por eso odiaba los emoticones.
La llamada entrante de Ochako lo hizo dejar de lado su didáctica tarea de perder el tiempo leyendo comentarios.
—¿Cuánto tiempo crees que el Ladrón tarde en publicar el siguiente capítulo? —dijo ella a modo de saludo.
—Hola, Uraraka. Estoy muy bien, sintiéndose un poco menos miserable que en la mañana. Gracias por no preguntar.
Ella bufó, ignorándolo por completo.
—Es que necesito saber qué pasará ahora que EraserHead va a poner sus culos holgazanes a prueba.
—Sí sabes que estás hablando con el escritor, ¿no? Sé exactamente todo lo que pasará.
—¿Entonces me darás spoiler? —preguntó ilusionada.
—¡Claro que no!
—¡Anda, Deku-kun! —ella gimoteó en respuesta—. Dame solo un pequeño spoiler. Así puedo apostar con Mina y ganarle.
—¿Estás queriendo apostar a costa mía? —preguntó Izuku mortificado.
—¡Pero es por una caja de donas de la panadería Suneater! Las iba a compartir contigo, Deku-kun.
Bueno, eso podía pensárselo. La panadería Suneater de la familia Amajiki eran palabras mayores.
—Así que... —balbuceó Izuku en busca de cambiar el tema— ¿A las chicas les gusta la historia?
—¡Oh, sí! Hagakure está gritando por todos lados y Mina no para con las teorías. Tsuyu y Jirou no dicen mucho, pero a Momo también le encanta.
El corazón se le cerró en un puño cuanto dijo el nombre de Momo. Estaba seguro que la muchacha no estaría feliz en cuanto se publicasen los capítulos que seguían.
Si es que se publicaban. Las palabras de Iida seguían resonando en su mente, repitiéndose sin parar. Sí, debían descubrir al ladrón y detener aquello. Era una especie de violación a lo más profundo de su alma y su corazón. Si bien había descubierto que las cosas no estaban tan mal —no después de la invitación de Kirishima—, aquella tampoco era la manera en la que él pretendía que el mundo conociese sus escritos.
—Uraraka, ¿irás conmigo mañana al partido? —preguntó dudoso.
—Oye, no seré tu chaperona en tu cita. Aunque no niego que me encantaría ver a mi ship en 3D.
—¡Hey!
—Ya, ya —su amiga rio—. Iré contigo, pero en cuanto el partido acabe me desapareceré. O quizás no lo haga del todo y me quede espiando detrás de las gradas cómo manoseas los músculos de Kiri.
—No voy a manosear sus músculos —exclamó sonrojado. Por suerte nadie podía verlo.
—¡Pero bien que quieres!
Midoriya estalló en carcajadas, pero porque no sabía cómo demonios responder a eso. Sí, quería tocarlos, maldición. Sus abdominales debían ser un jodido patrimonio nacional. Quería hacer todo un blog dedicado a fotografías de sus músculos para que el mundo pudiese deleitarse con ellos.
Se preguntó cómo sería tocárselos. Y, inevitablemente, ese pensamiento se ramificó hasta cómo se sentiría besar a Kirishima.
¿Por qué se había estado mintiendo que ya no le gustaba? Ah, sí. Porque Kirishima era guapo y cool mientras que él era un perdedor que escribía fanfiction. Y que no tenía músculos de infarto.
Además, Izuku solía enamorarse de gente que no le daba ni la hora. Así de triste era su vida. No le alcanzaban los dedos de las manos para contar sus enamoramientos y desenamoramientos.
Pero tampoco podía evitar preguntarse: ¿qué pasaría cuándo la historia avanzase y entrasen en escena los otros personajes?
Tuvo un escalofrío al tratar de responder aquello. Podía ir horriblemente mal, como con Kacchan. O podía ir viento en popa, como con Kirishima. O podría ser incluso peor.
Había un par de nombres con los cuales todo podía salir mal.
Y no estaba seguro de si quería saber qué podía pasar.
La noche del partido estaba bastante fresca y ventosa, pero en cuanto se hicieron paso a través de las gradas sintieron el ambiente caluroso de todos los cuerpos amontonados.
Izuku estaba hecho un manojo de nervios por lo que sea que se desataría esa noche. Intentó convencerse de que todo estaría bien, que no tenía uno sino dos chaperones.
Iida se había sumado a la ecuación. Él y Uraraka iban con los brazos llenos de botanas pero Midoriya no quería probar bocado en caso de que terminase vomitando sobre la boca de Kirishima.
Y eso era en el remoto caso de que pudiese estar lo suficientemente cerca para besarlo —lo más probable era que solo terminase ocurriendo en su cabeza.
—Oye, Deku-kun —lo llamó Uraraka luego de agarrar un puñado de palomitas con mantequilla— ¿Tú sabes algo de fútbol?
—Eh... Hay que meter la pelota en el arco ¿no? Se ve sencillo —se encogió de hombros—. Igual.
—¡Ah, pobre criatura ilusa! —Uraraka dramatizó— ¿Cómo no vas a aprender las reglas básicas? ¿Acaso no te he enseñado nada sobre coquetear?
—Por supuesto que no lo hiciste —respondió molesto—. Lo único que haces últimamente es hablarme sobre ships y apuestas.
—Y sobre anatomía masculina —acotó Iida—. ¡Es muy incómodo que lo hables con nosotros!
Su amiga se encogió de hombros con aquella sonrisa inocente —pero que no lo era para nada— que ella poseía.
—Tengo que darle alguna alegría a mis vírgenes ojos.
—Dudo mucho que tus ojos sean vírgenes —dijo una voz femenina y nasal a sus espaldas.
—¿Cómo iban a serlo? —le contestó otra voz—. Si lo único que haces mandar fotos de tíos musculosos con micropenes al grupo.
Los tres se dieron vuelta al instante solo para encontrarse con Asui Tsuyu y Ashido Mina a su lado. Cada una se sentó al lado de Uraraka, alejando un poco a Iida e Izuku de ella.
Asui quedó junto a él. Y su sonrisa que le recordaba a una rana comenzaba a incomodarlo.
—Hola, Midoriya-chan —saludó la chica—. ¿Cómo va el nuevo capítulo? Espero lo subas pronto.
—Bueno, Asui...
—Dime Tsuyu —insistió ella como siempre.
—Tsuyu —se corrigió Izuku, rascándose la nuca nervioso—. No estoy seguro de cómo va.
—Espero que esté pronto. Sin presiones —habló a trompicones—. Y por si quieres saber, no te shippeo con ninguno de los personajes que lo hacen los demás.
Su corazón latió más fuerte ante esas palabras. Se debatió un par de segundos entre si preguntar, o no, con quién era que Tsuyu Asui —que parecía tener un tercer ojo para adivinar las cosas— lo shippeaba.
—Te shippeo con Todoroki —dijo Asui casi leyéndole la mente—. No sé, como que el niño no popular con el rey de la escuela es un cliché irresistible, ¿no?
Él dio un respingo. No quería tener que pensar en Shouto Todoroki. Todavía estaba nervioso de su encuentro doble el día anterior.
Porque sí, Shouto aun lo ponía nervioso. Después de todos esos años. Probablemente nunca iba a superarlo.
Por suerte, Tsuyu no presionó con el tema, pero se dio cuenta que era porque el profesor Yamada ya estaba anunciando el comienzo del partido por el altavoz. El equipo de la Secundaria Yuuei se enfrentaría al de la Secundaria Shiketsu.
Midoriya contuvo la respiración mientras veía a todo el equipo desfilar con sus uniformes azules y blancos hasta el campo de juego: Mirio, Sero, Kaminari —lo cual era una sorpresa ya que el muchacho era tan tonto como para meter un gol en contra—, Tetsutetsu, Shoji, Sato, un par de fulanos que no conocía y —hiperventilación exagerada— Kirishima.
Y la camiseta le apretaba todo el cuerpo.
—Estoy segura que Kirishima-kun lava su ropa sobre esos abdominales —dijo Tsuyu como si nada.
—Amiga, si yo fuese hombre ya hubiese tenido como diez erecciones —rio Ashido, dándole un codazo a una incómoda Uraraka.
—¡Mujeres, dejen de hablar de Kirishima-kun como si fuese un trozo de carne! —Iida lucía más que ofendido.
—Más que un trozo de carne es esa barra de chocolate por la que has estado babeando toda la semana y que se siente como la gloria una vez que la pruebas —pensó Tsuyu. Ashido la secundó.
—Una muy marcada barra de chocolate.
Izuku también estaba más que incómodo. Las mujeres eran intimidantes. Quizás es por eso que él era gay; era mucho más fácil enamorarse de un chico simplón.
Mentira, dijo una vocecita en su cabeza, a ti te gustan los penes y los abdominales bien marcados.
Bueno, no iba a discutir con su cabeza.
Salió de su ensimismamiento cuando las gradas estallaron, marcando el comienzo del partido. Midoriya entrecerró los ojos pero todo lo que veía eran pequeños manchones que corrían a través del húmedo césped del campo de fútbol.
De hecho, para él todos los deportes se veían como manchitas corriendo detrás de una pelota.
Cada vez que se acercaban al área del arco, la multitud chillaba. Él decidió imitarlos, aunque no tenía ni una maldita idea de lo que estaba pasando.
—Ah, parece ser que cada vez que el equipo contrario se acerca al área del arco entonces evitan tirar al suelo a sus oponentes porque eso es una falta que le da ventaja al otro, aunque en un acto desesperado por evitar un gol cualquier cosa es posible, incluso los cabezazos y... —musitó Midoriya, anotándolo todo en la pequeña libreta que llevaba en la chaqueta.
El fútbol parecía ser un deporte muy enigmático. Se sentía en el compromiso de hacer anotaciones al respecto para poder hablarlo luego con Kirishima, en busca de darle consejos sobre cómo mejorar sus jugadas.
—Midoriya-chan, me das miedo —dijo Tsuyu de repente.
—¡Kiri tiene la pelota! —chilló Ashido, zarandeando al pobre de Iida—. ¡Oh, Dios! ¡Meterá un gol!
—Kirishima-kun es bueno con las pelotas, sí, sí —acotó Tsuyu, que miraba de refilón a Midoriya.
Izuku trataba de que los comentarios de aquellas dos arpías demenciales no lo hiciesen sonrojar pero estaba fallando estrepitosamente. Al final, Kirishima metió el primer gol de la noche y eso hizo que la tribuna se levantase a festejar y corear. Había un par de locos que se quitaban la camiseta y lloraban, incluso a pesar del gélido frío.
Él terminó semi-aplastado por la muchedumbre, con el trasero y las piernas para arriba. Tsuyu decidió ayudarlo a levantarse.
—Midoriya-chan, eres algo patoso ¿no?
—Es mi primera vez en un partido —confesó avergonzado—. Me invitó Kirishima y... ¡Ah!
Izuku había divisado al muchacho pelirrojo luego de que sus compañeros lo liberasen de aquel abrazo —Uraraka y Mina suspiraban por todo el sudor y músculos que habría allí acumulado— y se dirigía hacia las gradas para alzar las manos a modo de saludo a todos los fanáticos.
—¡Kirishima, te amo! —exclamó Ashido— ¡Hazme tuya!
El muchacho se rio arrugando la nariz ante las palabras de su mejor amiga. La tribuna seguía coreando muchas barbaridades que lo único que conseguían era sonrojar a Izuku.
Pero entonces Kirishima lo encontró en medio de la marea de gente, su boca abriéndose con sorpresa por unos segundos antes de transformarse en una sonrisa ilusionada.
Antes de que Izuku puede agitar la mano hacia él, se quedó de piedra ante lo que Kirishima acababa de hacer —y que había provocado que todas las miradas se posasen en él.
Le había arrojado un beso. Y luego regresó al campo de juego, sin detenerse a mirar cómo Izuku hacía combustión en su lugar.
El equipo perdió contra la Secundaria Shiketsu.
Izuku no podía entender cómo es que habían pasado de llevar la delantera por dos goles a perder vergonzosamente contra cuatro que hizo el otro equipo en el segundo tiempo.
Todas las bromas y la alegría del principio estaban esfumadas. Ni siquiera Tsuyu y Ashido parecían con ganas de molestar con los micropenes y los músculos.
Uraraka dio unos toquecitos en su hombro, señalándole con la cabeza hacia el lugar en las bancas en donde se veía a Kirishima abatido con una toalla alrededor de su sudoroso cuerpo. Se veía tan miserable como él cuando había descubierto lo de historia.
Ve, gesticuló su amiga con los dientes. Izuku estaba pasmado en su lugar, mirándola como si le hablase en polaco y no japonés; ella rodó los ojos antes de empujarlo lo más cerca que podía de Kirishima.
Y por supuesto el muchacho alzó la cabeza luego del chillido de Izuku. Ya era demasiado tarde como para salir corriendo gritando como niña.
No es lo que Deku haría, se dijo a sí mismo. Deku —e Izuku tampoco— no era un cobarde. Infló el pecho y caminó decidido hacia el otro muchacho.
Pero sintió que se derretía por dentro en cuanto vio su dulce y afilada sonrisa a través de las lágrimas que trataba de ocultar.
—Kirishima... —balbuceó Izuku sin saber muy bien qué decir.
—Lo siento, Midoriya —se encogió de hombros—. Qué vergüenza que hayas tenido que ver este partido.
—¡N-no digas eso! —exclamó apresurado— ¡Ha estado genial! ¡Digo! ¡Me divertí mucho mirándolo...! —se dio una bofetada mental—. ¡Ah, no es lo que quería decir! ¡Lo siento, lo siento, lo siento, Kirishima...!
Izuku ya estaba a punto de ponerse a rodar sobre sí mismo, pero el otro lo tomó de los hombros para zarandearlo suavemente. Por alguna razón, Kiri estaba sonriendo —y de verdad. Tal vez le causaba risa lo patético que Midoriya era y lo inútil para el coqueteo.
—Calma, yo sé a qué te refieres —dijo Eijiro—. Y sí, ha sido divertido, ¡al menos era un amistoso! Seremos mejores para cuándo empiece el torneo de primavera. Podrás estar orgulloso de mí, entonces.
—¿Estoy invitado a volver? —preguntó Izuku con ojos iluminados.
—¡Claro, hombre! ¡Me encantaría que tú vinieses! Oye, ¿quieres ir a por un chocolate caliente y una rebanada de pastel? Tengo tanta hambre que si no nos vamos ya me comeré a la mascota del colegio.
La mascota del colegio era una rata. Izuku no quería que Kirishima se pusiese a comer ratas, porque las ratas tenían enfermedades y, si luego lo besaba, probablemente le pegaría alguna peste y eso terminaría por cerrar el círculo de desgracias que le habían acontecido en toda la semana y...
Se volvió a abofetear en su mente. No tenía que dejar que su mente divagase tanto.
—¡Sí! —solo un segundo después se dio cuenta lo efusivo y desesperado que se oía—. Ejem, justo hoy no tengo otra cosa que hacer.
Y con otra cosa que hacer durante los viernes en la noche, se refería a escribir historias.
Pero ahora no tenía su laptop —punzada en el corazón— y un extraño estaba en posesión de su obra maestra —patada en sus partes bajas— por lo que Izuku no tenía más que quedarse sentado a esperar que las cosas se calmasen. O que Iida descubriera al ladrón.
De momento, el único plan interesante que tenía era salir con Kirishima y ahogar sus penas con cosas dulces. No se escuchaba como un mal plan.
Así que se despidió de sus amigos —pero no agradeció que Tsuyu le ofreciese un condón— y partió con Kirishima hacia... bueno, no tenía idea.
—¿Tienes frío? —preguntó Kiri, sin darle tiempo a responder y colocarle su suave chaqueta del equipo sobre los hombros.
Este es el cielo de los romances clichés y estúpidos, se dijo en su cabeza. Pero estaba lo suficientemente embriagado de la colonia de Eijiro como para que le importase alguna cosa.
—Gracias, Kirishima —Izuku se escondió en el cuello de la chaqueta para ocultar su sonrojo—. Por cierto, no iremos al Starbucks... ¿no?
Todavía tenía flashbacks de guerra acerca de ese lugar.
—¡Claro que no! —rio Kiri—. Iremos a lo de mi senpai.
—¿Tu senpai...?
—Ya lo verás.
En el camino no charlaron de nada relevante, más que del partido o de las tareas. Izuku sabía poco y nada —más nada que poco— acerca de citas pero estaba seguro que una cita no se hablaba de las tareas.
Quizás era demasiado ñoño para tener pareja. Quizás solo debía refugiarse en sus amadas historias.
—¡Llegamos! —anunció Kirishima con una sonrisa de oreja a oreja.
Midoriya se quedó sorprendido al ver las palabras Panadería Suneater pintadas sobre el escaparate de la tienda, donde se ofrecían diferentes tipos de azucarados pasteles de todos los colores.
La boca se le hizo agua por muchas razones.
—¿Tu senpai es el dueño...? —empezó a preguntar con curiosidad.
—¡Mi senpai es el hijo del dueño! Anda, mira. Está en el mostrador —exclamó Kirishima, arrastrándolo hacia el interior del local que olía a canela y vainilla, donde solamente había una que otra mesa ocupada y un muchacho de cabello negro atendiendo.
Tamaki Amajiki era una criatura de lo más singular. Era uno de los mejores estudiantes —al igual que Mirio o la charlatana Nejire Hadou— y probablemente sería uno de los pocos que podría conseguir un pase a una universidad digna, si no fuera por... bueno, su ansiedad.
Izuku sufría ansiedad muy de vez en cuando, en ocasiones puntuales —como que publicasen sus historias— pero Tamaki lo sufría día a día, a todas las horas. Puede que por eso nadie quisiera molestarlo lo suficiente, pero tampoco nadie le prestaba tanta atención. Excepto por Mirio Togata.
Cuando Kirishima y él se acercaron al mostrador, Tamaki tenía la frente y la nariz estampados contra el vidrio, dejando un pequeño vaho sobre la superficie. Ni siquiera le inmutó que ellos dos hubiesen llegado.
Kirishima le observó con una sonrisa varios segundos, hasta que se decidió a chillar sobre su oído:
—¡Buenas noches, Tamaki-senpai!
El muchacho se sobresaltó, soltando un pequeño chillido asustado. Una libreta a su costado salió volando y su cabello estaba más desaliñado que de costumbre.
—Ah —suspiró Tamaki, reconociendo al pelirrojo—. Eres tú.
—¡¿Cómo has estado?! —inquirió Kirishima con efusividad— ¡Mira! ¡Te presento a Izuku Midoriya! ¡Este es Tamaki, mi senpai!
—Eh, hola... —Izuku saludó con los dedos y una sonrisa nerviosa.
Tamaki lo observó unos segundos, antes de finalmente caer en cuenta quién era el pecoso. Porque por supuesto, no había persona en la escuela que no supiese lo que aconteció en la semana. El chico se veía tan avergonzado de mirarlo fijamente que terminó apartando la vista.
Pero más incómodo se sentía Midoriya: en capítulos todavía no publicados, él había metido a Tamaki en su historia y le había puesto el nombre de su panadería como alias de héroe.
—Hola —dijo finalmente Tamaki— ¿D-desean tomar algo?
—¡Dos chocolates calientes y una rebanada de tarta de fresas para mí...! ¿Y tú que quieres, Midoriya?
—Eh... una dona con glaseado está bien, gracias.
Tamaki apuntó todo en su libreta deshojada por culpa de la caída y prometió llevarles pronto su pedido, pero ya tenía la cabeza otra vez apoyada contra el vidrio.
—¿Acaso tiene sueño? —inquirió Izuku en el oído de Kirishima.
—Nah, solo le gusta hacerlo —dijo como si nada—. ¡Vamos a esa mesa!
Tomaron lugar en una mesa contra la vitrina, justo al lado de los deliciosos pasteles de la familia Amajiki. Kirishima le explicó que, en cuanto empezó a trabajar en el Starbucks, él era un asco preparando bebidas. Así que Mirio, su compañero de equipo, consiguió que Tamaki terminase enseñando un truco o dos a Kirishima sobre cómo hacer un chocolate caliente con la máquina y no morir en el intento.
—¡Desde entonces es mi senpai! —dijo orgulloso—. Tamaki es muy bueno en lo que hace.
Izuku hubiese tenido sus dudas al verlo con la cara contra el mostrador, pero las deliciosas donas que él y Uraraka veneraban como a los dioses le decían lo contrario. Sí debía ser bueno en lo que hacía.
Kirishima parloteaba sobre muchas cosas, y en pocos minutos la imagen mental que había tenido del muchacho se desvaneció por completo.
A Eijiro le gustaba el deporte, las fiestas y estudiar le parecía una lata. Ni qué decir de leer; lo odiaba. Solo leía la historia de Izuku porque le parecía adorable, pero los libros en general interferían con su intenso entrenamiento. Era un muchacho de convicciones más bien libres, que no creía tanto en la monogamia y el matrimonio le parecía solamente un trámite. Eso, sin mencionar que era un apasionado de todo lo que fuera muy masculino.
Aquello le hundió el corazón a los pies. Izuku no podía concebir que una persona agradable como Kirishima no leyese. Él simplemente había deducido que, por llevarse bien los dos, ya tendrían cosas en común. Pero la verdad era que tenían... nada.
No quería ser de esas personas que elegían un interés amoroso en base a los gustos —porque con suerte tendría una persona que se interesase en él—, pero...
Por suerte apareció Tamaki con sus pedidos. El olor a azúcar de la dona le abrió el apetito, apartando de su cabeza los pensamientos invasivos acerca de que él y Kirishima no tenían posibilidades de congeniar a largo plazo.
Izuku estaba a punto de saborear su chocolate caliente pero una pareja que caminaba por la oscura calle en dirección a la panadería le llamó la atención. Y eso lo horrorizó por completo.
La muchacha llevaba el cabello negro en una coleta y ropa tan cara que podría haber pagado su entrada a la universidad con ella. Si bien no tomaba la mano de su novio, Izuku sabía muy bien que lo eran: él reconocía el cabello bicolor del acompañante.
Y sabía que estaban juntos desde hacía tanto tiempo que nadie podía regresar.
Los dos terminaron entrando al local, espantando otra vez al pobre Tamaki que nadie lo dejaba seguir con lo suyo. Izuku seguía mirándolos estupefacto.
—¡Eh, son Momo y Todoroki! —exclamó Kirishima, notando la mirada de Izuku—. ¡Les diré que se sienten con nosotros!
—¿Qué? ¡Kirishima, no...!
—¡Todoroki! —lo llamó Eijiro, agitando las manos en el aire—. ¡Momo! ¡Hola!
Izuku estaba tentado de romper el escaparate y salir corriendo de allí.
Él no podía ver ni a Momo Yaoyorozu ni a Shouto Todoroki a los ojos. No después de todo lo que había escrito.
Y que pronto vería la luz.
—¡Oh! Mira, Shouto —dijo ella con una sonrisa y el dedo apuntando hacia la mesa—. Vamos para allá.
Todoroki observó con una ceja levantada hacia donde Izuku estaba. No le devolvía la mirada, pero la sentía quemándole.
—No tengo ganas —respondió el bicolor finalmente.
—No seas aburrido —rio Momo—. ¡Vamos!
Y así es como la cita de Izuku con Kirishima terminó en algo totalmente inesperado. Momo estaba a su lado, al frente de Todoroki, que escuchaba a Kirishima relatarle exageradamente sobre el partido de horas atrás.
Tener citas no estaba hecho para Izuku Midoriya.
Momo lo miraba de reojo cada tanto, jugueteando nerviosamente con el borde de su costosa camisa. Tenía un leve sonrojo en sus mejillas, y abría la boca como si se debatiera a querer preguntarle algo pero no encontraba las agallas.
—Oye, escribes muy bien —dijo finalmente la muchacha—. Te felicito por tu talento, en serio.
—A-ah —Izuku se rascó la nuca—. Gracias, Yaoyorozu.
No me lo agradecerás muy pronto.
—Llámame Momo —pidió ella—. Es que en serio, ¡me ha encantado! Los personajes, la historia, todo. Y además... quería agradecerte por Creati. La hiciste cool, guapa e inteligente, cosa que yo no soy.
—¡Eso no es cierto! —exclamó Midoriya— ¡Tú eres cool, guapa e inteligente!
Y tu novio tiene una cara de pintura y un trasero que debería ser patrimonio nacional.
Ella se sonrojó ante sus palabras, captando la atención de Shouto. El muchacho tenía una mirada indescifrable. Izuku se preguntó si lo golpearía por decirle esas cosas bonitas a su novia.
De repente temió por su vida.
—¡Tengo que ir al baño! —exclamó, casi saltando por encima de Momo.
No se quedó a ver la cara de los otros tres, si no que corrió a echarse algo de agua fría o sentía que su rostro iba a prenderse fuego. Probablemente estaba sudando como cerdo —viéndole el lado positivo, sudar era masculino y quizás al fin Kirishima encontraría algo en él que podría gustarle.
—Eres un fiasco —le dijo al reflejo que lo miraba en el espejo del baño—. No sabes ni mantener una cita.
El Izuku del espejo parecía reírse de sus desgracias.
Lo peor de todo, es que sabía que el destino no acababa con él. Todavía quedaba la historia, y las palabras de Iida resonaban más que nunca en su cabeza.
Tenía que terminar con esa locura. Probablemente decir la verdad públicamente solo cabrearía más al ladrón, así que debía seguirle el juego hasta conseguir atraparlo. Era el único plan —sin embargo, patético— que tenía.
Tomó aire varias veces, antes de meterse a uno de los cubículos y decidirse después a regresar a su calvario.
Pero antes de darse cuenta, una fuerza descomunal lo empujó por la espalda, metiéndolo en el cubículo y trabando el pestillo. Dio un respingo por la sorpresa, más porque estaba descubriendo que no estaba solo en el baño.
Shouto Todoroki le devolvió la mirada. Tan firme, misterioso y estoico como solo él podía ser.
Su corazón latió desbocado y el sonrojo en sus pecas se intensificó. Pensó en hacerse para atrás así podía alejar su cuerpo del suyo, pero no quería terminar sentado en la taza del váter. Simplemente no podría con la vergüenza.
—Todoroki-kun —exclamó Izuku, fingiendo sorpresa. Agradeció que no le temblase la voz—. ¡Vaya sorpresa...!
Pero el muchacho no respondió. Solo seguía quemándolo con su mirada bicolor, como si estuviese esperando el momento perfecto para atacar.
Y él se sintió como un conejito indefenso ante un gato salvaje y muy hambriento.
Los recuerdos se agolparon en su cabeza. Todo era difuso a causa del alcohol, las lágrimas y otras desgracias que acontecieron esa noche antes de entrar al instituto, en la fiesta del final del verano en la casa de Mina Ashido.
Izuku pensaba que había superado eso. Parecía que no. Y no sabía si Todoroki seguía rebobinando esa noche como él lo hacía cada tanto.
—¿Por qué? —preguntó al fin Todoroki, entrecerrando los ojos—. ¿Por qué?
—¿Qué... cosa? —Izuku tragó saliva. El cuerpo de Todoroki contra el suyo lo desconcentraba.
—¿Por qué subirías esa historia? Con Bakugo y Kirishima y... todos los demás.
Ahora Izuku estaba molesto. Shouto no tenía derecho a sentirse molesto porque él no aparecía —o bueno, no lo hacía aún. Él tenía a la hermosa Momo a su lado. No era correcto que acorralase muchachos indefensos en baños públicos.
Y no con ese hermoso rostro que tenía, que podía embelesar a cualquiera. O con su boca tan pequeña, o su nuez de Adán que subía y bajaba por su garganta como si estuviera nervioso.
Izuku debía ser fuerte. Tenía a Kirishima afuera —lo que había soñado por los últimos años, más o menos— y no tenía tiempo de anhelar a un hombre comprometido.
—Yo... —balbuceó Midoriya. Pero las palabras no parecían querer salir.
—¿Sí, Izuku?
Si se le acercaba un centímetro más, no estaba seguro de que su boca y corazón podrían aguantar un segundo más el quedarse quietos.
Pero Todoroki no se acercó. Pareció caer en cuenta de la forma en que lo miraba, ya que destrabó el pestillo del cubículo y salió rápidamente de él.
Midoriya sintió que regresaba a la tierra luego de alguna especie de viaje. No tenía idea de lo que acababa de pasar, pero se sentía demasiado bueno y demasiado malo como para ser cierto.
—Ya no importa —suspiró Shouto antes de abandonar el baño.
Luego lo dejó solo con su mente, pensando a mil por hora. Otra vez.
Izuku se tomó un momento para calmarse y llegar a la mesa, donde ahora Todoroki ocupaba su lugar, al lado de Yaoyorozu. Fingió que no le importaba. Al menos podría estar al lado de Kirishima y aspirar su colonia masculina mientras admiraba su afilada y adorable sonrisa.
Pero lo miraba con un gesto muy lejano a una sonrisa.
Momo, por su lado, sí que sonreía. Y Shouto parecía más confundido que nunca.
—Así que por eso demoraste tanto, ¿eh? —quiso bromear ella con una sonrisa—. ¡Te habías ido al baño a actualizar la historia!
Por suerte estaba Kirishima para sostenerlo en sus brazos, porque en el minuto que Momo dijo aquellas palabras, Izuku sintió que todas las fuerzas de su cuerpo lo abandonaban y perdió el conocimiento.
Lo último que vio fueron los ojos bicolores y curiosos de Shouto Todoroki.
Les voy a contar uno de mis traumas (?)
Muchos sabrán que la bonita de ziall-x-phan es una de mis más cercanas amigas. La cosa es que ella tiene un secreto (?) y es que le gusta traumarnos como Tsuyu lo hace y nos manda fotos de microfifis a PortgasDRaven y a mí. Por eso debía mencionarlo en el fic. Siento que me he desahogado ;v;
Ahora si... capítulo 2 al fin ♥️ ¡Espero les haya gustado! Hay KiriDeku, TodoDeku, mis bebitas de BNHA haciendo sus apariciones y el debut de mi rollito de canela con chocolate: Tamaki ♥️
En el próximo capítulo conoceremos a otro miembro del harem de Deku (pero no crean que el KiriDeku quedará olvidado)... ¿Quien creen que sigue? ;) ¡Hagan sus apuestas!
Muchísimas gracias por todos los votos y comentarios ; ^ ; me hacen muy feliz. No esperaba que esta historia tuviera tanta aceptación, porque no todo el mundo es multishipper haha
¡Nos vemos muy pronto! ¡Besitos!
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