Capítulo 16
Atención:
1- Volvemos a la programación habitual (?) más locuras en la vida del pobre Izuku Midoriya.
2- Pueden leer todas aquellas que quedaron en el Capítulo 15. Como dije, el extra NO afecta la trama c:
Casi podía fingir que volvía a la rutina. Eso provocaba la época de exámenes: toda la escuela y su esfera de chismes se detenían hasta que las infames evaluaciones acabasen.
Bueno, eso si sobrevivían en el proceso. Lo cual era muy probable que no consiguiesen.
—Me voy a matar —dijo Ochako con dramatismo y el dorso de su mano contra la frente—. Dile a Toshinori que es culpa suya y de las calculadoras científicas.
—Pensé que culparías a Iida —intervino Tsuyu mientras devoraba sus fideos del almuerzo.
Izuku contuvo la respiración. Tsuyu siempre hacía muchos comentarios innecesarios cuando no debía.
—Claro que no, Tsuyu —su amiga rezongó—. No voy a matarme por él. En todo caso, lo mataré yo por lo que me hizo.
—¿Tener el nivel emocional de un escarabajo pelotero?
—Eso es decir poco. Y muy ofensivo para el escarabajo —Ochako suspiró—. Yo diría que es el de una ameba unicelular.
—Ochako-chan, eso es exactamente lo que diría Iida. Te estás mimetizando con él.
—¡No me mimetizo con amebas anteojudas rompecorazones!
Izuku levantó la mano tímidamente.
—¿Podrían no hablar así de Iida-kun? Por favor —agregó al ver el salvaje gesto de las dos muchachas.
Uraraka alzó las manos en señal de rendición. Pero claramente no estaba dispuesta a superar a Iida y dejar de defenestrarlo cada vez que se daba la ocasión.
—Entonces podemos hablar de ti, Midoriya-chan —dijo Tsuyu—. Muchos han estado comentando sobre tu arrebato en la cancha después del partido. Y con muchos me refiero a Aoyama. En su revista.
—No me arrepiento de nada —Izuku sonrió, satisfecho por primera vez de su accionar—. Hice lo que sentí que debía hacer. Y ahora Kirishima y yo tenemos un poco menos de carga encima.
—Estoy orgullosa de ti, Midoriya-chan. Te has tomado esta situación con más calma que cualquier otro lo hubiese hecho por aquí. Te admiro.
Ochako bufó antes de soltar una carcajada.
—¿Calma? —repitió ella—. No lo viste llorando con un pote de helado mientras gritaba que la vida era una desgracia.
—Oye, ¿quién no hace esas cosas de vez en cuando? —Tsuyu le guiñó un ojo a Izuku—. Ni los más optimistas se salvan de pensar que la vida es un pozo de muerte sin escapatoria.
—¡Eso es muy tétrico, Tsuyu! —Ochako hizo una mueca—. ¿Acaso estuviste pasando tiempo con el trasero emo de Tokoyami?
Era una broma. O se suponía que lo era. Solo una simple frase que hubiesen hecho en cualquier otro contexto o con otro estudiante de haberse requerido. Nada más que eso.
Izuku no imaginó que Ochako podría dar en el clavo con una broma tan simple.
Tsuyu tenía los pómulos sonrosados y estaba sonriendo sin siquiera tratar de ocultarlo.
—Ahora que lo dices, sí. Fuimos al concierto de la banda de Kyoka-chan el sábado. Es tan lindo y gótico —cerró los ojos tras sonreír más amplio—. Lo quiero para mí. Ya lo reclamé. Le pasé la lengua por la cara para marcar territorio.
Se hizo un pequeño silencio sepulcral en el que ni Midoriya ni Uraraka supieron qué decir a continuación.
—Y con eso me refiero a que lo he besado hasta que Denki subiese un punto en su coeficiente intelectual. Es decir, no he parado en toda la noche.
—¡Tsuyu! —chilló Midoriya horrorizado—. Y luego yo soy el que no tiene remedio aquí...
—He seguido tus pasos, Midoriya-chan —dijo simpática—. No me animaba a decirle que me llamaba la atención desde hace varios meses. Pero luego de que te declarases indirectamente a Kirishima con tu historia, pensé que podría hacer lo mismo con un poema... ¡Funcionó!
—Tsuyu, no quiero romper tu burbuja de felicidad —Izuku rio nervioso—. Pero entre y Kirishima y yo ha funcionado menos que el Muro de Berlín.
—Esa relación estaba más condenada al fracaso que Alemania en territorio ruso, Deku-kun —Ochako se mofó.
—Como dije —intervino Tsuyu—: te estás mimetizando con Iida. Pronto serás una nerd también.
—Oh, calla —bufó su mejor amiga—. Cuida tus palabras, ranita. El karma es una perra y no sea que Tokoyami termine teniendo un micropene.
Tsuyu soltó un risita con picardía.
—Lo voy a recibir encantada —dijo ella sin problemas—. Creo que Tokoyami me gusta; incluso si la tuviese de nueve centímetros.
Ochako volteó la mirada como si ignorando a Tsuyu aquel comentario perdiese efecto. No parecía soportar que fuese la única fracasada de todas sus amigas. La segunda se dirigió entonces a Izuku.
—Bueno, el alumno supera al maestro —Asui encogió los hombros—. Por ahora todo va bien y no podría estar más feliz.
Izuku no pudo evitar sonreír sinceramente al ver la mueca de Tsuyu. Se veía un poco distinta a la Tsuyu sin tapujos y que terminaba picando a los demás donde más les dolía con un rostro de completa inocencia.
Bueno, tal vez no distinta —se veía como una versión más completa de ella. Una más satisfecha y más luminosa. No es que el amor te hiciese mejor persona o algo, pero Tsuyu se veía considerablemente feliz de haber conseguido a alguien.
Izuku entendió que el mundo podía estar lleno de Tsuyus que parecían encontrar la felicidad al lado de otros. Pero también había muchos Shinsous, que podían encontrarla solos pero con mucho amor propio. Y ninguna de las dos cosas era mejor que la otra.
Algunas cosas, al parecer, sí estaban empezando a mejorar.
De momento se alegraría por la felicidad llegando a las puertas de algunos de sus amigos. Si él se esforzaba y terminaba de solucionar —y cerrarlo— todo, no dudaba que también podría tocarle muy pronto.
Izuku pasó el resto de la mañana entre exámenes y últimas revisiones en el caso de que necesitase presentar informes. No había tenido tiempo de saludar a Iida, ya que el muchacho zumbó a toda velocidad fuera del aula para correr a repasar una última vez antes de su próximo examen.
Ochako también desapareció —aunque dudaba que tuviese que ver poco con repasar y más con tratar de captar señal para ver la transmisión de la entrevista de Gran Torino.
Tsuyu salió enganchada del brazo de Tokoyami. Shinsou no estaba en aquella clase. Kacchan fue el primero en salir enfurruñado del aula luego de que el profesor Sekijiro lo regañase por insultar a la madre del creador de las matemáticas mientras resolvía un ejercicio.
Hagakure tampoco estaba a la vista. Ni siquiera podía recordar si la muchacha era su compañera en aquella clase —todo lo que le rodeaba era una inmensa aura de misterio.
Lo cual incrementaba su paranoia y sospechas que la involucraban. Midoriya estaba tan conspirativo con todo, que estaba seguro que a la primer persona que le dirigiese la palabra en el momento inadecuado acabaría por gritarle «¡ILLUMINATI!».
Se cruzó, sin embargo, a Kirishima. El muchacho estaba otra vez rodeado de sus amigos y no se acercó a Midoriya. Pero eso no quería decir que lo identificase con algo de sorpresa a lo lejos, y alzase la mano acompañada de una tímida sonrisa a modo de saludo.
Izuku se la devolvió. Al menos podía pecar de tener esperanzas.
Estuvo tan enfrascado en aquel bonito gesto de Eijirou, que ni siquiera fue capaz de notar una nueva presencia que asomaba por su espalda. Solo lo supo hasta que le habló con su tono de voz demasiado familiar:
—¿Midoriya?
Sintió que el corazón le latía más fuerte. Tuvo que contar mentalmente hasta cinco antes de girar y enfrentarse a aquella mirada que trató de esquivar toda la semana pasada.
Pero lo hizo. Esperaba no perder la compostura —era increíblemente difícil, considerando que sus ojitos de dos colores brillaban con una constante tristeza y parecía un cachorro mojado— aunque con Midoriya ya nada parecía imposible.
—¡Todoroki! —exclamó Izuku con falsa alegría—. Vaya, qué agradable sorpresa.
Shouto agachó el mentón al escucharle hablar tan alegre. Alguien como él era probable que no captase el sarcasmo en sus palabras y en su aura —de hecho, podría hacerle sentir peor por comportarse como un zopenco cada vez que revoloteaba a menos de veinte metros de Izuku.
Pues se lo merece, pensó con bastante amargura en el pecho. Al menos trataba de convencerse de ello.
No podía ser débil. No otra vez. No se lo iba a permitir. No después de todo lo que le demostraba con sus acciones.
Izuku lo vio tratar de despegar los labios sin éxito. Como si quisiera hablar pero algo en su interior se lo prohibía de manera inconsciente. Él estiró el mentón.
—¿Necesitas algo? —trató de incitarle.
Todoroki pareció ponerse más nervioso y paranoico. Observaba demasiado a los costados. Ni que hablarse fuese alguna especie de delito carcelario.
Quería electrificarlo con un taser en las bolas y su micropene asiático para que reaccionase de una puta y jodida vez.
Ese no era el Shouto que Izuku conocía. Parecía más nervioso e intranquilo; propenso a cometer errores estúpidos ahora que su máscara de estoicismo no estaba allí para protegerlo.
—Sí. No —Shouto sacudió la cabeza—. No, en realidad...
Midoriya comenzó a impacientarse por todo aquello.
—¿En qué quedamos, entonces?
Todoroki soltó un suspiro mientras metía una mano adentró del bolso que le colgaba de la cintura. Estuvo rebuscando un instante mientras farfullaba insultos en voz baja.
Tomó entonces un cuaderno y de él extrajo un par de hojas algo arrugadas —por culpa de que estaban dobladas— y con un montón de anotaciones por todo el espacio; se las ofreció. Izuku vaciló antes de sostenerlas.
—¿Qué hay ahí? —preguntó Midoriya cauteloso—. ¿No será una orden de alejamiento de Aizawa para Toshinori? ¿Es eso de lo que hablaste hoy con Aizawa? ¡Te juro que ya no escribo haikus para él!
—¿Aizawa y Toshinori...? —Todoroki suspiró con una ligera diversión—. No, no. Es... mi parte del trabajo de Yamada.
—Oh.
—Traté de enviarla a tu correo pero me dice que la bandeja está saturada.
—Oh.
—Supongo que son los gajes de ser famoso.
Midoriya casi abrió la boca para volver a decir oh pero estaba seguro que si lo hacía, una mano invisible aparecería en su cabeza —la de Ochako— para abofetearle.
Estaba seguro que tantos golpes iban a dejarle más tonto de lo que ya estaba.
—O-... digo... vale. Gracias, Todoroki-kun —Midoriya exclamó sorprendido—. Ya había comenzado a terminarlo solo...
—No sería justo —Shouto dijo recuperando su seriedad—. Se ha vuelto imposible reunirse pero no iba a dejártelo todo a ti.
—Pues qué considerado —casi dijo con sarcasmo—. Lo acoplaré a lo que yo ya tenía.
Todoroki no respondió. Simplemente le dio un seco asentimiento que condujo a un incómodo silencio que ninguno de los dos tenía la valentía de romper.
Izuku tenía demasiadas cosas mejores que aquello. Como... eh... como... um...
¿Ir a la farmacia por una pomada para su trasero después de los exámenes finales contaba como algo mejor que hacer?
—Entonces... —Todoroki rompió el silencio.
Midoriya tragó saliva con dificultad. No estaba seguro si aquella incomodidad entre ambos era buena o mala.
—¿Sí, Todoroki-kun?
—Supongo que... debería irme y tratar de estudiar algo. Estoy un poco jodido para algunas materias.
—No eres el único —Midoriya rio algo amargo—. Yo he dormido tan poco esta semana que creo que mis ojeras están a punto de cobrar vida propia.
Todoroki también esbozó una sonrisa.
—Yo tampoco he dormido —dijo entristecido—. Me he desvelado para terminar el trabajo de Yamada y así dártelo. Yo... no quiere decir que lo esté sacando en cara, Midoriya. Es lo que me corresponde.
Izuku alzó una palma de la mano para que dejase de hablar.
—Oye, no me debes explicaciones de nada. Lo que importa es que el trabajo está aquí. Ahora tendré un par de horas extra mientras lloro sobre los libros de la clase de la profesora Nemuri.
—Vale, ya no voy a entretenerte —Shouto se ajustó la correa del bolso—. Adiós, Midoriya.
Todoroki giró sobre sus talones para marcharse. Izuku sintió una opresión en el pecho y un impulso de idiotez que no fue capaz de controlar.
—¡Espera, Todoroki-kun!
Estúpido, se regañó entre dientes. Deja de darle pena.
Deja.
De.
Rogar.
Por.
Una.
Oportunidad.
Pero no era eso —al menos quería mentirse. No estaba tratando de suplicarle a Shouto por algo que no era capaz —o no quería— de darle.
Shouto se dio vuelta al instante y regresó como Flash frente a Izuku. Casi como si estuviese esperando que dijera su nombre para así zumbar de regreso con el muchacho. Como si quisiera quedarse.
Puras imaginaciones de su cabeza, estaba seguro.
¿Qué iba a decirle? «¿Por qué eres tan imbécil y me llenas la cabeza de ilusiones?» «¿Por qué actúas como si alguien moviese los hilos de tu vida y que nada de lo que haces/dices suena sincero?» «¿Qué te he hecho para que me evites como a la plaga?».
Pero nada de eso servía. Solo eran tontas preguntas cuyas respuestas nada tenían que pintar en su vida.
Izuku no podía buscar paz en la trinchera donde siempre libraba sus peores batallas.
—Dime, Midoriya —Todoroki insistió.
Fue el turno de Izuku de abrir la boca sin que nada pudiese salir de ella. La mirada penetrante del otro muchacho provocaba que su corazón se saltase un latido.
—Todoroki, yo... —Izuku cerró los ojos un instante—. He recibido tus mensajes.
Cuando abrió los párpados se encontró con la mueca imperturbable de Shouto. Sin embargo, un poco de desconcierto pudo colarse en sus brillantes ojos.
Desconcierto y tal vez algo más.
—Vale —Todoroki asintió—. Me alegra que sí los leyeses.
Los he leído una decente de veces, incluso si Ochako bloqueó tu número.
—Necesitaba que lo supieras.
Hay tantas cosas que necesito saber.
—Nunca en mi vida he sido más honesto que en ese mensaje, Midoriya. Desearía tener más valor cuando tengo que hablar de frente.
Yo también desearía eso de ti, terminó de pensar Izuku. Y de mí.
—Ahora sí... ya me voy. No te robaré más tiempo —Todoroki le dijo mientras intentaba alejarse—. Nos veremos por ahí.
Midoriya no tuvo tiempo de responderle ya que su garganta se sentía cerrada. Lo mismo que le pasaba con Todoroki todas las jodidas veces.
Mientras lo veía perderse por el pasillo, se dio cuenta que otra vez se quedaba con más preguntas que respuestas. Debía empezar a replantearse la importancia de aquellas incógnitas en su vida.
Izuku se recargó contra una de las paredes, con la base de sus palmas apretándole los ojos mientras dejaba que el ruido estrepitoso de los pasillos lo transportase a otro mundo ya que la realidad en la que vivía no se sentía como propia. No podía ver a sus compañeros, transitando de aquí para allá como si el mundo simplemente continuara girando.
Porque sí continuaba girando. Y él debía sumarse al paso o terminaría estancado otra vez.
No supo cuánto tiempo se quedó con la cara escondida entre los brazos, pero sí que supo cuándo salió de aquella ensoñación —¿o pesadilla?— ya que su teléfono vibró insistente en su bolsillo.
Midoriya gruñó. Si era el desquiciado de Tomura con sus piropos matemáticos hablando sobre sus concavidades que quería llenar...
Pero no era Tomura con sus niveles inquietantes de rareza. Era Ochako, con otro de sus crípticos mensajes en forma de una captura de pantalla.
Una captura de su blog donde las historias eran publicadas. Una entrada que no tenía más que un simple texto que fue capaz de apretarle el pecho y la garganta todavía más.
Al parecer, su ladrón seguía jugando sucio:
¡La cuenta regresiva por el final de "My Hero Academia" ha comenzado!
Estoy tan ansioso como ustedes de que tengamos pronto ese final.
Midoriya hizo lo posible para escabullirse antes de que Aoyama, Hagakure o cualquier otro desquiciado de su clase lo increpara. Tenía una hora y media libre —afortunadamente— pero eso significaba que varios estaban también lo suficientemente ocupados como para perseguirle —desafortunadamente— en busca de respuestas.
Todos creían que Izuku era quién estaba alimentando el juego y la intriga.
Había escuchado de paso por los pasillos acerca de aquella críptica frase y el final de la historia que revolucionó la Secundaria Yuuei —pero no solo eso, sino también lo más importante.
¿Con quién se quedaría Deku?
No estaba seguro de cómo se tomarían todos sus compañeros el final. Pronto iba a averiguarlo, así que de nada le servía arrancarse cabello por cabello de los nervios.
Era demasiado joven como para quedarse calvo y solterón. Había pasado de ser el Sultán Deku a Saitama en un milisegundo.
Con la leve diferencia de que él no era Bara sino un hombrecillo palo —de esos que los niños dibujaban— con pelo de brócoli.
Mejor continuaba huyendo en lugar de seguir hundiéndose en sus desgracias.
Estaba cerca del cuarto oscuro del club de fotografía y pensó que tal vez Shinsou podría socorrerlo. Bueno, incluso si eso significaba tener que admitirle entre lágrimas que todavía no había aprendido nada de amor propio.
Mejor eso que un par de fujoshis y fudanshis persiguiéndome, pensó. Probablemente lo secuestrarían para convertir su trasero virgen en el prototipo de Uke Perfecto que glorificarían en sus altares con imágenes yaoi y una biblia llena de fanfiction pornográfico.
Midoriya iba a dar un paso para escaparse, pero su Trasero Virgen de Uke Perfecto recibió un repentina nalgada que le bajó la barrita de dignidad a menos cien.
No era solo una nalgada —también se lo habían pellizcado vilmente.
—¡Waaaa! —Izuku chilló horrorizado con voz de rata.
Una risita femenina le respondió. Era la carcajada de sus pesadillas —una muy inquietante y que parecía saborear sus gritos de pasividad con sádica satisfacción.
Era Himiko Toga.
—Izubebé, eres tan suculento cuando chillas así —Toga dijo con voz aguda y emocionada—. ¡Hazlo otra vez!
—¡¿Qué?! —Midoriya balbuceó con horror—. ¡No!
—¿Debo volver a pegar en ese suave traserito, entonces...?
—Toga-san, creo que en lugar de tocar traseros deberías ir a un psicólogo.
Ella pareció tomárselo a broma. Tenía un rubor sobre sus mejillas.
—¡Izu, tontito! Mi psicólogo me ha dicho que debía hacer más cosas que me hicieran feliz. Coquetear contigo es una de ellas.
—¡No creo que tu psicólogo se refiriese a tratar de manosear mi trasero!
—¡Se llama libertad de expresión, pelusita! —Toga rio agudo y con las mejillas todavía sonrosadas—. ¿No puedo yo demostrar lo mucho que me gustas?
—Creo que hay maneras y maneras de hacer esas cosas...
Y ninguno de los admiradores de Izuku parecía hacerlo normal. Todavía faltaba recibir los mensajes de Tomura ese día.
Midoriya estaba rememorando las cosas malas hechas en los últimos días —trataba de calcular cuál de todas ellas estaba pagando en ese momento.
¿Comerse la última porción de pastel que su madre estuvo guardando y culpar al gato contaba como maldad?
—Eres tan lindo, Izuku. Tan lindo. Verte mortificado es un... pequeño placer.
Toga acercó sus labios pintado de rosa pastel hacia un estático Midoriya que no consiguió evitar que le besasen la mejilla.
—¡Adiós, Izubebé! ¡Espero verte pronto otra vez!
Tuvo que aguantarse la mueca de completa tortura mientras Toga se alejaba dando saltitos como si fuese un conejito en la pradera. Él se quedó allí, petrificado y mortificado —quién sabe cuánto tiempo— hasta que Shinsou le encontró.
—¿Acaso te presentarás al casting de la obra escolar para obtener el papel de Piedra Número 2? —dijo Shinsou a modo de saludo. Tenía su clásica sonrisa torcida en el rostro.
—Acabo de vivir el trauma de mi vida. Estoy esperando que solo me parta un rayo para cerrar con broche de oro este día.
Hitoshi le miró sin darle mucha importancia a sus palabras.
—Sí... yo no creo que luego del harem algo pueda ser más traumático —rodó los ojos divertidos—. Justo a ti te estaba buscando.
—¿Ah, sí? —preguntó cauteloso.
—Sí. Jirou me ha enviado un mensaje urgente para encontrarla en la sala de informática. Y que te llevase a ti.
Midoriya ahogó un jadeo.
¿Para qué podría quererlo Jirou? ¿Para humillar su triste existencia con más fanart de sus profesores usando vestido? Esperaba que alguien empezase a compadecerse de su existencia.
Shinsou hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera. Izuku suspiró y siguió sus largos pasos de camino a la sala de informática.
Ninguno dijo nada en el camino. Izuku estaba demasiado tenso por todo lo ocurrido en prácticamente menos de una hora.
Las nalgadas de Toga. La indirecta del ladrón.
Lo que sea que Jirou tuviese para decirle.
El encuentro con Todoroki.
Apretó contra su pecho el cuaderno que todavía contenía sus notas de trazos prolijos. Se sentía estúpido por el hecho de que una hoja le produjera apego, como si la misma fuese una parte de Todoroki.
Él tenía que dejarlo ir. Soltarlo. Tal vez tenía que cantar esa estúpida canción de Frozen hasta que se metiera la idea en la cabeza.
Shinsou tocó la puerta en la sala y fue la voz de Jirou la que les alentó a entrar. Estaba bastante oscuro como la última vez que lo visitó, con la diferencia de que Izuku solo pudo divisar a la muchacha —Denki no estaba tampoco.
Pensó que el chico no querría ni verlo en pintura después de dañar a su mejor amigo.
—¿Qué tanto apuro tenías? —Shinsou gruñó—. Tuve que dejar mi trabajo a medio hacer, Jirou.
—Oye, compórtate —Kyoka chasqueó la lengua—. No me pagas lo suficiente por perseguir a un ladronzuelo inútil en esta escuela.
—¡Te he dado un gatito! —Hitoshi exclamó indignado—. ¿Qué mejor paga que esa podría haber?
Jirou hizo como que se lo pensaba un instante.
—Pues dos gatitos.
—Bueno, no puedo discutirte eso.
Shinsou alzó las manos en señal de rendición. Izuku creyó que Jirou sonreiría al ponerse a bromear con el otro pero estaba bastante seria —incluso más de lo usual.
Fue entonces que notó su presencia. Él alzó la mano con algo de timidez.
—Hola, Jirou-san.
—Hola, Midoriya —La muchacha suspiró—. Me gustaría decirte buenos días, pero están a punto de irse a la mierda.
Shinsou apretó los ojos en dirección a Jirou. Izuku estaba sin poder un solo músculo de la sorpresa que esas palabras provocaron en él.
—¿Qué descubriste?
—Pues el ladrón ha cometido una falla —Jirou empezó a decir—. Cometió el error de subirlo con la red de la escuela, la cual yo casualmente tengo pinchada. Así es como borro las tardanzas de mi expediente.
Izuku sabía que Jirou contaba aquello a modo de broma, pero la tensión estaba impidiéndole a todos los presentes soltar una miserable carcajada.
Ella terminó por suspirar antes de continuar:
—He conseguido hackear entonces la cuenta de tu blog; es la única que está sin proteger. Me he metido para ver todos los movimientos y redes a las que se enlazó en las últimas semanas. Es un poco difícil considerando que tuvo un largo período de inactividad...
—Ve al grano, Jirou —Hitoshi gruñó ansioso—. Me está dando más taquicardia que cuando me paso tres días sin dormir.
Midoriya quiso decir que él estaba seguro que su corazón acababa de detenerse, pero la voz no le salía de la garganta.
—No voy a hablar hasta que llegue alguien más.
—¿Uraraka? —preguntó el otro—. ¿Iida, tal vez? No importa, Midoriya les dirá después.
La mirada de Kyoka se ensombreció ante la pregunta.
—Solo tienes que esperar...
—¿Entonces, quién? A nadie más que a Midoriya le incumbe esto, Jirou. No hace falta involucrar a terceros.
—Tú solamente espera. Me dijo hace un par de minutos que ya estaba terminando algo y vendría para aquí.
Hitoshi chasqueó la lengua, completamente molesto. Parecía mucho más sacado de lo que Midoriya estaba en ese momento.
Estaba seguro que sus neuronas estaban al borde del cortocircuito.
¿Qué había descubierto Jirou? ¿Y quién diablos tenía que aparecer? ¿Había citado al posible ladrón para tenderle una emboscada?
¿Era Hagakure? Ni siquiera vio a la chica desde el partido.
¿Tal vez Aoyama? Fue él quien tuvo la primicia después de todo.
¿Tsuyu? ¿Mina? ¿Kaminari? ¿Kacchan, en un intento de venganza?
¿Podía ser...?
¿Tal vez Kirishima?
Izuku estaba comenzando a sudar de pensar en cualquiera de todas esas opciones.
La puerta de la sala de informática sonó con tres toques. Los presentes voltearon la cabeza al mismo instante.
—Adelante —alentó Jirou.
Midoriya apretó los puños y se preparó para quién sea que apareciera cuando la perilla terminase de girar y finalmente la puerta revelase al cuarto invitado.
Divisó a una silueta de considerable estatura que las luces de afuera ensombrecían. No podía discernir de siquiera si era un chico o una chica.
Hasta que el taconeo de los zapatos del recién llegado repiqueteo dentro de la sala y Midoriya finalmente vio a la persona.
Pero no estaba esperándose a quién finalmente reconoció.
—¿Yaoyorozu? —balbuceó Izuku por primera vez.
Estaba sorprendido de lo rápido que salió su voz en cuanto Momo —la novia de Todoroki— apareció y lo rota que se escuchaba mientras algunos engranajes trataban de posicionarse en su cabeza.
No tenía ningún sentido.
—¿Qué hace ella aquí? —Shinsou robó las palabras de su boca—. ¿Trajiste a tu...?
Se calló ante la mirada furibunda de Jirou. Pero no hacía falta que lo dijera, porque las palabras quedaron colgando en el aire —nacidas de un rumor que tal vez no fuese tan rumor.
Yaoyorozu Momo, la mejor amiga y posible amante de Jirou Kyoka.
Ninguna de las dos trató de desmentir lo que quedó no dicho entre todos ellos.
—¿Kyoka? —inquirió la dulce voz de Momo—. ¿Qué está sucediendo aquí?
—No quería involucrarte en esto —Jirou respondió entristecida—. No quería orillarte a esto y todo tuviera que darse así.
Jirou inhaló y exhaló varias veces. Le hizo una señal a Shinsou para que cerrase la puerta de la sala otra vez. Él, algo reacio, optó por hacerlo al final.
—Pero quiero que tú también veas esto.
Ahora, eso se escuchaba como alarmas de terror en la cabeza de Midoriya.
Momo negó confundida.
—No entiendo de qué hablas, Kyoka.
—He rastreado las redes y movimientos del ladrón de la laptop de Midoriya.
Pudo ver la confusión en los pequeños ojos de Momo. No sabía si de verdad la muchacha no sabía nada o estaba confundida porque estaba a punto de ser descubierta.
—¿Ladrón? ¿Laptop? —Momo miró de Jirou a Midoriya—. ¿Han robado algo?
—Alguien se ha hecho pasar por Midoriya y ha violado su privacidad al publicar sus escritos —continuó Jirou—. Sí, Momo. La historia que todas disfrutaban no fue publicada con el consentimiento de Midoriya.
Momo se llevó ambas manos a la boca con horror. Miraba inquieta hacia Midoriya, tratando tal vez de decir algo pero sin saber qué cosa realmente.
—Jirou, deja el dramatismo para Aoyama y Bakugo —intervino Shinsou—. ¿Puedes decir de una vez qué cosa rastreaste?
La chica fue entonces hacia la impresora y tomó un par de hojas que la máquina acababa de escupir. Ella las revisó con velocidad pero cuidadosa hasta que dio con la que estaba buscando y la tendió hacia los tres presentes.
—Me tomó varios minutos, pero di con las redes a las que se ha estado conectado el ladrón últimamente. No fue fácil rastrear las direcciones de cada una ya que algunas eran privadas y otras de lugares de encuentro público como el Starbucks o la del centro comercial, pero creo que he conseguido dar con algo que nos sacará a todos de dudas.
Ni Momo ni Izuku se atrevieron a sujetar aquella hoja. Fue Hitoshi quien tuvo el valor —tal vez porque era el menos involucrado de todos— el que se la arrebató a Jirou.
Vio sus ojos moverse de aquí para allá entre los renglones. Nada cambió en su mueca.
—No tengo idea de quién vive en esta dirección.
Jirou se acercó para quitarle otra vez la hoja.
—Tú no —después se giró hasta Momo—. Pero ella sí.
Izuku se tensó al lado de la muchacha, que de repente también estaba nerviosa por toda una situación en la que, minutos atrás, no había estado involucrada en absoluto.
Jirou caminó lentamente hacia Momo y le entregó el papel arrugado por la fuerza con la que estuvieron sujetándolo.
Momo contuvo la respiración al recibirlo, con las manos de Kyoka apretando encima de las suyas. Luego se acercó un poco hasta su oído y susurró algo que Midoriya fue capaz de oír:
—Necesitaba que lo veas con tus propios ojos. Tal vez así comprendas más lo que te he venido diciendo hace años.
Ella se alejó. Izuku, cauteloso, dio un par de pasos temerosos hacia Yaoyorozu que seguía escrutando el papel que Kyoka acababa de darle.
Había un montón de números, nombres estúpidos de redes de WiFi —«¡Cuélgate de esta!», «No seas miserable y paga tu internet», «Fuera de mi pantano»— y al lado de las mismas un par de direcciones que no podía recordar realmente dónde las conocía
Izuku no tenía un particular sentido de la ubicación. Siempre se movía con el GPS o con datos anecdóticos como «vivo en una casa rosa al lado de un McDonald's». Tampoco retenía muy bien las calles y números en su memoria, tenía cosas más importantes qué pensar —notas, recordatorios, planes para que todo saliese bien—en su día a día como para recordar una simple dirección.
Se había perdido incluso dentro del centro comercial una vez que Ochako lo abandonó por quedarse viendo el trasero de un modelo en una publicidad de pantalones. Su amiga hasta denunció haber perdido a su bebé y lo llamaron por altavoces.
Yaoyorozu se veía en completo shock mientras sus ojos no dejaban de mirar al centro de la hoja. Midoriya sentía que el corazón se le caía a los pies.
Por favor, Yaoyorozu, se encontró suplicando. No me digas que eres tú u otra de las chicas.
Jirou nunca hubiese hecho algo así para humillar a Momo. Pero, tal vez, no le importaría delatar a Hagakure. O a Tsuyu. O a...
Un pensamiento horrible y fugaz cruzó por su cabeza. Uno que le cortó la respiración.
O a Ochako.
No, se abofeteó mentalmente. Tu mejor amiga no se ha robado tu laptop.
¿Qué mierda, Izuku Midoriya? ¡No podía estar pensando esas cosas! Incluso si Ochako era la que casualmente sabía acerca de Midoriya estando en el Starbucks y sabía muy bien sobre su lado escritor y lo que ocultaban los escritos.
¿Cuál era la dirección de Ochako? En ese momento no podía ni recordarla por los nervios.
Estaba casi seguro que se iba a desmayar. Shinsou incluso se había movido hasta a su lado al verlo tambalearse.
—¿Y, Momo? —insistió Jirou ante el silencio de la otra—. ¿Lo reconoces?
—Esto no puede ser.
—Claro que puede.
—No —Momo negó muchas veces—. Es un error, estoy segura. Voy a hablarle y averiguaré lo que está pasando... no dudo que todo es una gran confusión.
—Momo —volvió a decir Jirou, insistente pero con cuidado—. Midoriya merece saberlo.
Yaoyorozu abrió la boca sin saber qué decir. Tenía un par de lagrimillas en los ojos que se enjugó con el dorso de la mano.
Ella volteó hasta Midoriya con un gesto compungido. Le miró a los ojos con toda la tristeza del mundo y le ofreció el papel con las direcciones. Hipó entre sus lágrimas antes de decir:
—Midoriya, la dirección y red que allí aparecen... pertenecen a la familia Todoroki.
*se esconde en un búnker con sus posters de All Might antes de que todo estalle*
¡No tengan miedo! ¡Esto no es una declaración definitiva de quien es el ladrón! (¿O si?) solo que abrirá para nuevas teorías a partir de ahora. No quiero comentar mucho del cap por si reveló algo sin querer. Algunas posibilidades se han reducido y otras se han abierto. Dejen todas esas teorías por aquí ——>
Ya estamos muuuy cerca de obtener las respuestas que buscan. Recuerden que el capítulo 17 es... ¡FLASHBACK DE TODOROKI! Se que están tan emocionados con ellos y falta muy, muy poco.
Pero antes... el extra IidaOcha ♥️ es cortito y de comedia, para relajarnos un poco entre tanto drama y recordar los inicios de esta historia cuando podíamos reírnos sin culpa de todo haha en cuanto actualice mi otro fic, me pondré manos a la obra. Estoy emocionada por esta ship.
Otra cosa que quería hablar con ustedes. Como ya no falta mucho para el final de LFDA (;-;!!!!) he estado escribiendo prólogos y planeando mi próximo longfic. Pero como siempre, nunca logro decidirme cual subiré hasta 5 minutos antes de tener que publicarlo (?) les dejo las dos ideas que más me emocionan y quiero que me digan qué les gustaría más leer:
1- Un AU universitario donde varios viven en la misma residencia (o fraternidad) y Todoroki es un bad boy misterioso (?) es comedia y drama.
2- Un roadtrip (o sea un viaje en carretera) en donde los protagonistas escapan luego de la graduación y los persigue la Bakusquad (no revelaré los motivos de nadie). Este fic tiene comedia pero también sad.
Mil gracias por todos sus votos y comentarios hermosos ♥️ ¡Hemos llegado a los 5K votos! TuT me siento tan feliz. Espero sigamos creciendo por aquí.
Nos vemos pronto. Muchos besitos ♥️
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