Capítulo 12

Si había una época peor que San Valentín, esa era la primavera.

Sí, Izuku ya sabía lo que todos debían pensar: ¿cómo es que alguien que lucía como un conejito de peluche con pecas podía odiar la primavera?

La respuesta era bastante simple: alergias, exámenes y parejas pegajosas que no solo se dedicaban a arrancar flores para arrancar sino a perder las florecitas que poseían. Iida le tenía estrictamente prohibido perderlas de una forma atolondrada.

No era sexy andar estornudando en medio del polen, ni tampoco el tener que retorcerse a las cuatro de la mañana porque pronto sería la hora de dar el examen y todavía no habías estudiado ni el nombre de la asignatura.

Para otros, mucho peor era ver todas esas parejitas besuqueándose mientras ellos solo tenían los fanfics de su OTP y ni un centavo para pagarse un pote de helado.

La vida a veces era una miseria.

—Romance y cursilerías —Ochako sacó la lengua y su cuerpo tembló como si tuviera convulsiones—. Me provocan urticaria.

Izuku iba a agregar que lo que a él le provocaba urticaria eran los mensajes de Shigaraki Tomura, que no parecían cesar a pesar de que rehuía de aquel loco todo lo que podía. El mensaje de la mañana todavía estaba en su teléfono, como un recordatorio de que siempre podían pasarle cosas peores en la vida —recibir mensajes de Tomura era una de ellas.

El de ese día rezaba: Quisiera que fueras luz ultravioleta, para verte con más frecuencia ;)

Hubiese preferido tener que ver a Aizawa en vestido antes que eso. O echarse cloro en los ojos.

—¿Siquiera sabes lo que es una urticaria? —inquirió Iida al otro lado de Izuku, girando la muñeca en dirección a la chica.

Uraraka se sonrojó levemente. Una fina capa de rubor apareció sobre sus regordetas mejillas, aunque claro, si le preguntabas, ella diría que era culpa del calor primaveral —o las repugnantes muestras de amor juvenil— pero Izuku sabía la verdad.

Y es que ella estaba enamorada de Iida Tenya. Lo cual no era malo, si sacaban de lado que el muchacho había sido algo así como un abuelo gruñón para los dos desde que tenían memoria.

—Claro que sí —respondió Ochako—. Es eso que me agarra cada vez que una pareja enamorada me pasa por delante y amenaza con contagiarme su cursilería. O cuando tú haces un comentario irritante.

Tenya apretó los labios, pensándosela muy bien qué decir a continuación. Pero la chica le ganó.

—O sea, siempre.

Midoriya rodó los ojos en cuanto la discusión estalló. En serio, ¿quién mandaba a que un par de orgullosos se enamorasen del otro?

Él temía por la vida de los futuros hijos de esos dos. No —más bien, temía por su propia vida. Si Tenya y Ochako comenzaban a salir, quien quedaría en el miedo del horror sería Izuku.

Pero Midoriya siempre estaba en medio de desastres, por lo que probablemente no sería nada nuevo en su vida.

—Vamos, Iida, admite que tu mente está demasiado gastada para el sarcasmo y las ironías —seguía diciendo Ochako—. ¿Estás seguro que cada vez que mueves las manos no envejeces un año de vida?

—Se llama gesticulación y sirve para dar énfasis a lo dicho verbalmente, Uraraka —Iida se acomodó las gafas—. ¿Cierto, Midoriya? Sé que tienes un gran cerebro, a veces, y coincidirás conmigo.

—Claro que no. Deku-kun piensa que eres un rarito y una ameba asexuada.

—¡¿Y tú que puedes saber sobre mis preferencias sexuales?!

Izuku suspiró, cansado.

—Yo coincido en que tienen que besarse para romper con la tensión.

—¡¿Qué?! —estallaron ambos al unísono, las mejillas tiñéndose de carmesí.

—¡Digo...! Que tienen que ponerse de acuerdo para acabar con toda esta tensión... No podemos pelearnos cuando tenemos que ir a ver juntos cómo florecen los cerezos...

—¡Midoriya, te he escuchado claramente! —exclamó Iida—. ¡Y besarse no es la solución a los problemas! ¡Menos con alguien como Uraraka-san, que luego lo usará en tu contra!

Izuku trató de darle unas palmaditas en el hombro, observando de refilón la mueca de Uraraka; medio herida, medio molesta. La muchacha se levantó y los abandonó a ambos, dirigiéndose hacia donde el grupo de las chicas de su clase descansaba sobre el césped.

—Iida, estás alterado, ¿planchaste hoy tu corbata? —le preguntó—. Respira. Inhala y exhala.

—¡Estoy tranquilo! Todo es culpa de Uraraka, que me altera a niveles que no puedo razonar lógicamente.

Midoriya alejó sus manos de Iida antes de que se pusiese a agitarle y terminase pegándole un guantazo en el centro del rostro; se lo hubiese tenido merecido, de todas formas, porque su corazón estaba diciéndole que hiciese una locura.

Shinsou estaba atravesando el campus. E Izuku tuvo que frenar su impulso de idiotez para no correr a saludarlo con una sonrisa, como si aquello fuese lo más normal del mundo.

Él tenía que permanecer alejado de Hitoshi, por el bien del muchacho. No lo merecía. Era demasiado para el viejo y culisuelto Midoriya. Además, se había besuqueado a Kirishima y eso le daba una especie de exclusividad, ¿no?

Kiri se le había declarado. Técnicamente, estaban más juntos que antes.

Pero no era lo que alguna vez sintió por Shinsou —o ese pequeño chisporroteo que todavía sentía en el pecho— sino la culpa que lo carcomía y quería obligarlo a preguntarle si todo estaba bien; poder verlo sonreír y bromear con su el sarcasmo que lo caracterizaba.

Él sabía que eso era egoísta. Lo sabía muy bien, al igual que Iida —quien lo tenía retenido de la muñeca mientras la mirada de Midoriya seguía la silueta desgarbada de Shinsou alejarse.

—Me alegra ver que estás desarrollando autocontrol —dijo Iida—. Es un paso más cerca de la maduración.

—Lo dice quien se la pasa peleando con Ochako por estupideces.

Tenya suspiró, soltando a Izuku. Acomodó sus gafas nerviosamente, evitando verlo a los ojos.

—Te digo, Midoriya. Me lo está haciendo a propósito —espetó su mejor amigo—. ¡Cada vez está peor!

—¿Y no has pensado en una razón lógica para eso...? —Midoriya rio—. Iida-kun, es muy obvio. Eres muy inteligente pero te la pasas observando todo tan detalladamente que no logras ver el panorama en general.

—Claro que lo he visto —Iida dijo solemne—. Y el panorama es que me odia.

Sí, odia no poder estar contigo, casi agregó. Pero él no era quien para revelar los secretos de Ochako —mucho menos si ella no estaba lista.

A lo lejos apareció Kirishima, que lo esperaba en los pasillos que daban entrada a la academia. Estaba agitando los brazos para llamar la atención de Midoriya. Iida rodó los ojos.

—Anda, te esperan —dijo el de lentes—. Yo me quedaré aquí... solo... probablemente encontrando el valor de X y siendo un estudiante académicamente responsable en general. Solo. Estudiando para mis finales; ¿ya mencioné que me voy a quedar solo? Igual yo mismo soy mi mejor compañía.

—Iida-kun, eres mi amigo, no te voy a dejar solo para ir con Kirishima...

Tenya arqueó una ceja.

—No te pasaré los apuntes de literatura —dijo—. Sabes que es poco ético.

Midoriya se levantó entonces de un salto.

—Ah, vale, entonces... ¡Adiós!

Iida le chilló algo que no pudo entender, pero Izuku ya estaba corriendo hacia Kiri, que le esperaba con un brazo estirado para rodear por su cintura y así atraerlo en un pequeño abrazo. Le dio un beso en la sien, a pesar de que estaban rodeados de compañeros. A Izuku realmente no le importó lo que podrían decir de ellos.

Como Kirishima le había dicho días atrás, lo que importaba era ese momento, ¿no? No había tiempo para pensar en pasados oscuros o los futuros qué dirán. La única manera de no sufrir constantemente por todo el desastre que estaba aconteciendo. Ya habría tiempo de solucionarlo.

Por una vez, Midoriya Izuku iba a disfrutar del presente.

Se escuchaba cursi y romántico. Como aquellos clichés de los que Ochako se quejaba, pero que cuando le tocaban a uno no podía evitar derretirse y sentirse afortunado de vivirlo.

Pero, últimamente se preguntaba mucho: ¿acaso el final también sería un cliché? ¿O había un plot twist que daría vuelta su historia?

Cada vez que Izuku iba a la panadería Suneater, se juraba que abandonaría su amor por los traseros musculosos y se casaría con una caja de donas glaseadas.

¿Quién necesitaba sufrir por un orgasmo precoz cuando podía tener un foodgasm cada vez que el azúcar empapaba tu paladar y el almíbar le caía por la barbilla? Eso le parecía mucho más erótico.

Por supuesto, si combinabas todo aquello con un chico guapo... todo se volvía más tentador e insoportable de imaginar sin que tuviera que cambiarse los calzones.

El hecho de que Todoroki estuviese al frente suyo, con un libro sobre el regazo y juzgándolo mientras saboreaba aquella dona no estaba ayudando para nada.

La imagen mental que tuvo debía ser cosa de Satanás.

—¿Ya acabaste? —preguntó Shouto como si nada, limpiando una pelusa de su pantalón.

—Déjame que me limpio primero —dijo Izuku con la boca llena, pasándose la palma de la mano por los labios cubiertos de glaseado.

—Vale. Estamos algo cortos de tiempo, así que espero que sea la última ronda. De donas, digo.

—Pues claro que de donas —Midoriya espetó con un ligero sonrojo—. ¿De qué otra cosa iba a ser? Y fueron solo tres, tampoco puedo aguantar tanto.

Todoroki tamborileaba ansioso sus dedos. Izuku no quería pensar en la tremenda connotación sexual de aquella última charla, pero como su compañero era lento para captar las indirectas, podía tranquilizarse pensando que en su cabeza todo era un inocente malentendido.

Realmente no tenía ningunas ganas de pensar el rato con Shouto. Todavía recordaba lo que Aoyama le dijo, y se sentía molesto consigo mismo por haber permitido que algo así le afectase. No era justo para nadie.

Pero parte de crecer era afrontar las situaciones molestas de la vida. Él no podía refugiarse solo porque no quería ver el guapo rostro de Todoroki; tampoco es que debería estar pensando que se veía atractivo.

Él estaba con Kirishima y se sentía bien.

—Terminé —declaró Izuku sin mirarlo a los ojos.

Arrojó la arrugada servilleta sobre el revuelo de hojas que tenían sobre la mesa, la cual aterrizó cerca de la taza de humeante cappuccino que bebía el bicolor y su croissant a medio comer tamaño Bara.

—¿Tan rápido?

Midoriya rodó los ojos en cuanto Shouto no lo miró. Definitivamente, tenía que estar haciéndoselo a propósito. Nadie era tan despistado.

—¿Y tú? —preguntó, mirando de reojo al croissant—. ¿Te comerás todo eso?

Todoroki dio un ligero respingo. Parpadeó un par de veces, aunque su gesto se mantenía indiferente.

—Claro que sí. Tengo hambre —dijo mientras revolvía el cappuccino con una cucharilla—. Cuando uno tiene hambre, come.

—¿Podemos seguir con la tarea? —preguntó Midoriya acalorado.

—Seguro.

Así había sido la última hora entre él y Shouto; demasiado incómoda y bizarra. El muchacho no cooperaba, y Midoriya se negaba a tratarlo como siempre para no tentar a su corazón de pollo y su cerebro traicionero.

—¿Cómo interpretas tú al libro? —inquirió Midoriya sin mirarlo—. ¿Qué crees que quiso decir el autor?

—Bueno, se me hace particularmente difícil interpretar lo que quiso decir un tipo muerto hace más de cuatrocientos años.

Escuchó el tintineo de la taza golpear fuertemente contra el platillo. Izuku levantó la vista, solo para encontrarse a un pensativo Shouto.

—¿No podían darnos algo más fácil? ¿Como 50 sombras de Grey?

Midoriya entrecerró los ojos.

—¿Preferirías explicar frente a la clase sobre un contrato sexual entre un sadomasoquista y una joven virginal?

—Creo que si la clase fuese de Aizawa le daría un ataque.

—Un ataque le daría al leer las historias de Asui-san —Un leve rubor pobló sus pómulos—. Creo que he escuchado a nuestras compañeras la palabra lemon más veces de las que esperaba en esta vida.

—Tsuyu solo tiene una mente creativa.

—Creativamente malvada. Y promiscua.

—Sí. Escribir historias sadomasoquistas homoeróticas juveniles lo es.

Midoriya quería reír, pero se encontraba demasiado avergonzado por el hecho de que él y Shouto estaban hablando de TodoDaddy y DekuBaby indirectamente.

Nunca se había atrevido a leerlo, pero Ochako terminó más que maravillada —y horrorizada.

—Además... estoy seguro que nuestros compañeros están más habituados a estas cosas que un lío de enredos amorosos. Todos en el fondo son unos puercos.

Izuku tuvo un pensamiento flash en el que recordaba a Denki y Sero susurrándole que ellos dos también apoyaban la idea de Aizawa el vértice de un triángulo amoroso con sus colegas.

Lo observó unos segundos en silencio, debatiéndose qué podría responderle a continuación.

—Todoroki-kun... ¿tú debajo de que roca estuviste viviendo el último par de meses?

Shouto no pudo contestar, ya que la puerta del local se abrió con el ruido de la campanilla entrechocando contra el cristal.

Y claro, Todoroki y Midoriya pertenecían a la secundaria Yuuei; lo que automáticamente los convertía en un par de chismosos que alzaban la cabeza cada vez que alguien entraba al local.

Todoroki abrió los ojos con sorpresa al ver al recién llegado.

—¿Ese es...? —empezó a preguntar.

—Es... ¡Togata-senpai! —exclamó Midoriya en un chillido—. ¡Y trae un girasol!

El gigante de cabello rubio y presidente del Centro Estudiantil, Mirio Togata, se dirigía con paso apresurado hacia el mostrador —en donde Tamaki Amajiki limpiaba con sumo cuidado las tazas, sonriendo levemente cada vez que una de ellas quedaba reluciendo.

Mirio parecía nervioso. Usaba los dedos de su mano libre para intercalar entre tironear del cuello de su camiseta y limpiarse el sudor de la frente con el dorso. Izuku recordó aquella mañana en que él y Kirishima fueron a desayunar, cuando lo encontraron practicando lanzar besos y piropos a la ventanilla del carro.

Nunca había vuelto a ver a Mirio de la misma forma luego de eso.

Aunque claro, había muchas personas a las que nunca pudo ver de la misma forma. Como Aizawa luego de escribir su triángulo amoroso entre profesores. O a Kacchan después de haberlo hecho sonrojar.

Todoroki miraba embelesado, mientras que Midoriya zumbaba sus ojos entre el muchacho y la escena entre los dos de tercero.

Tamaki acababa de percatarse de la presencia de Mirio, casi arrojando una bonita taza de porcelana al suelo. Mirio rio escandalosamente, tal como hizo aquella mañana luego de ser atrapado en un momento vergonzoso. Le ofreció con brusquedad la flor, que se bamboleaba por culpa de la velocidad con la que la puso cerca del rostro sonrojado del panadero.

No había que tener un gran cerebro para darse cuenta que esos dos estaban enamorados. Un puro y dulce amor juvenil; probablemente el primero de ambos.

¿Cómo es que los demás siempre lo hacían ver como la cosa más jodidamente fácil del mundo?

Midoriya no estaba seguro si creer en el «felices para siempre» de todas las historias. Pero, si había alguna cosa que se le pareciera... debía ser el inocente amor entre Amajiki y Togata.

—Bien por ellos —dijo Shouto con su tono aburrido. Regresó su atención a las notas del libro—. ¿En dónde nos quedamos?

—En los contratos sexuales. Y los escritos homoeróticos de Asui.

—Eh... sí —respondió Todoroki con la voz temblorosa—. Pero, ¿y sobre la tarea?

En los líos amorosos en los que tú y yo estamos metidos, pensó Midoriya para sus adentros.

Todoroki siempre parecía demasiado ajeno a todo lo que pasaba, casi como si estuviera perdido en su propio mundo. Si Midoriya hubiese podido pagar para poder hurgar solo un par de segundos en sus pensamientos para poder comprenderlo mejor... tal vez lo hubiese hecho.

La incertidumbre de no entender las cosas le mataba. Él necesitaba desglosar las cosas y traducirlas a un idioma comprensible para sí. Incluso si de nada le servía, más que para saciar su curiosidad y poder cerrar los ciclos. Porque Todoroki y Yaoyorozu estaban juntos, y Midoriya quería de verdad disfrutar del momento con Kirishima.

Pero Shouto era intraducible —como esas palabras que solo tienen sentido en su propia lengua. Podían ser bellas cuando explicabas lo que significaban, pero nunca terminarías de entenderlas a profundidad. A menos que dominases el idioma, por supuesto. Y algunas veces, para uno era demasiado tarde y complicado el empezar a comprender una cosa nueva.

Izuku suspiró. Algo le decía que trabajar con Shouto se pondría más difícil de lo que estaba imaginándose.

Por muy extraño y utópico que sonase, la vida de Midoriya comenzó a tomar una rutina.

Increíble, hasta él lo pensaba. Casi estaba esperando que un conductor de TV y camarógrafo saltasen de entre los arbustos y le gritaran "¡Caíste! Esto fue otro episodio de Vidas Patéticas".

Si un programa así existiese, Midoriya Izuku sería la estrella del show.

Pero no era así. Con cada día que pasaba, todos empezaron a simplemente olvidarse del ladrón. Hasta Iida se había relajado un poco, pero Izuku sabía la verdad: tendría que mandarle el final de la historia o...

Él no tenía idea de lo que seguía luego de esa o.

Sin embargo, allí estaba. Disfrutando del momento de paz, por muy efímero que pudiese ser. Pasaba las horas libres con Kirishima, se juntaba con Shouto algunas tardes a hacer los trabajos, y en las noches no pegaba ojo para intentar llegar con todo el material de estudio —pero claro, a veces Ochako aparecía en su ventana y se quedaban hasta las dos de la mañana repitiendo el salchow cuádruple de Gran Torino.

Aquel jueves estaba otra vez en la residencia Todoroki. Y, gracias a All Might, no veía a Dabi ni Toga merodeando por los pasillos de la casa. Por si acaso, Izuku se había puesto los pantalones más gruesos que tenía.

Nadie volvería a pellizcar esas nalgas vírgenes sin su consentimiento. Estaba dispuesto a cuidar de esa florcita con su vida.

Solo bastaba un poco de voluntad, autocontrol y chicos guapos a más de veinte metros de su trasero.

—Midoriya —dijo Todoroki, mirándolo con la boca fruncida desde el escritorio—. Estás balbuceando en voz baja, otra vez. Das miedo.

Izuku curvó sus labios en una sonrisa temblorosa. Joder, esperaba no haber dicho nada acerca de las florcitas y las nalgas. Tan solo le queda un mínimo puntito de dignidad que todavía no había perdido frente a Shouto.

Todo era culpa de Ochako y su obsesión con la virginidad.

—Lo siento. Estoy tan cansado últimamente que ya casi no sé ni lo que hago.

—Deberías dormir mejor —dijo Shouto con severidad—. ¿Acaso quieres parecerte a Shinsou?

Izuku sintió como si Shouto le estuviese clavando un puñal en el centro del pecho, que llevaba el nombre de Hitoshi por toda la hoja.

—Porque él es tu amigo, ¿no? Podrían llevar ojeras de la amistad a juego.

—Yo, eh... algo así —Midoriya carraspeó por culpa de su garganta seca—. Pero no. Me he quedado estudiando todos estos días, porque me dejé estar y no puedo permitirme reprobar. Necesito llevar buenas calificaciones para entrar a la universidad, Todoroki-kun.

—Ah —exclamó Todoroki—. No lo había pensado, si soy honesto.

—Pues no todos podemos costearla —agregó finalmente.

Shouto desvió la mirada, jugueteando nervioso con uno de los lápices que tenía a mano. Izuku pensó que tal vez le daba culpa ser millonario, aunque su intención no había sido herirlo. Tan solo quería que viese que algunos tenían realidades diferentes a la suya.

—¿Tú a que quieres dedicarte, Shouto? —preguntó Izuku para romper la tensión.

El muchacho soltó un largo suspiro, antes de hablar:

—No lo sé.

—Tiene que haber algo que te guste —dijo Midoriya con una sonrisa—. Mira, aunque te rías, a mí me gustaría ser doctor. Puede que todos me imaginasen siendo escritor... pero es solo un simple hobby. Me gusta, pero no quiero arruinar lo que me gusta y hago para distenderme. Es mi lugar feliz...

Incluso cuando se difunden mis historias y termino siendo el Sultán Deku, agregó en su mente.

—¿Doctor? —repitió Shouto. Su gesto era de una ligera sorpresa—. ¿Acaso en tu familia son doctores?

—Pues... no.

—¿Y por qué serías doctor, entonces? Es un campo complicado en el cual hacerse paso si no tienes alguien que ya haya podado el camino por ti —concluyó Shouto—. ¿Acaso lo vale pasar años y años tratando de trepar a un puesto como la gente?

—No creo que se trate de eso —Midoriya inclinó la cabeza—. Tal vez sea complicado y deba padecer en la guardia nocturna, pero es lo que creo me gusta. No sé, lo fascinante que puede ser tener la clave en tus manos para salvar una vida. Lo he pensando mucho, créeme. Ochako sigue diciendo que debería ser escritor, pero hay que separar los hobbies de la vida laboral.

Todoroki asintió ligeramente con la cabeza.

—Pero no quiero hablar realmente del futuro, Todoroki-kun —agregó finalmente.

—Vale. Porque yo tampoco.

De repente, su compañero parecía más incómodo. Como si Midoriya hubiese sacado a la luz alguna cosa a la que él no quería hacerle frente. Se preguntó si era que el futuro lo inquietaba, o era la incertidumbre de decidirlo por su cuenta.

—Entonces, sobre el trabajo... —canturreó Midoriya con una carcajada forzada.

—¿Acordamos entonces que Puck era un cabrón? —dijo Shouto—. Porque por su culpa se armó un desastre amoroso.

—Vale, pero todo tuvo un final feliz —Izuku se encogió de hombros—. El fin a veces justifica los medios, ¿no?

Sintió una extraña sensación al decir eso en voz alta. Casi como si pudiera aplicarlo a su situación. Lo único que faltaba era el final feliz.

Si tan solo tuviera uno.

—Entonces, ¿si le pago a Bakugo para que golpee a Yamada y nos liberemos del trabajo final... se justificaría?

—¡Todoroki-kun, no...!

Shouto esbozó una media sonrisa que casi parecía burlona. Midoriya continuó:

—Si todos obtuvieron su final feliz... a veces el mal rato vale la pena.

—¿Lo vale? —replicó Todoroki—. ¿Hay algo que valga tanto la pena como para pasar un mal rato?

—Pues... si tengo que romperme todos los huesos para aprobar la clase de Aizawa-sensei, yo lo tomo.

Los dos siguieron trabajando unos momentos más, pero la mente de Midoriya no parecía querer concentrarse. Decidió que se arriesgaría a seguir sacándole charla a Todoroki.

—¿Irás a ver los cerezos la próxima semana?

Shouto se encogió de hombros, como si no le importasen en absoluto los cerezos.

—Momo quiere. Pero tal vez vaya con Jirou... y las demás —carraspeó—. A mí me da igual.

—Ah, vale.

Se formó otro silencio incómodo.

—¿Tú irás?

—Eh... ¡sí! —exclamó Midoriya, sonrojado de imaginarse yendo de la mano con Kirishima pero no podía decir eso—. Debo asegurarme de que Iida no estrangule a Ochako con su corbata recién planchada.

—Una tarea formidable, no dudo.

Se escucharon sonidos abajo en la casa. Izuku había estado seguro de que estaba vacía cuando llegaron —su hiperventilación lo confirmaba— pero ahora se podía oír claramente el ruido de puertas y pesados pasos sobre la crujiente escalera de madera recién pulida.

—Ugh, ya llegó... —gruñó Todoroki.

Los pasos se hacían cada vez más fuertes, como

¡Shouto! ¡¿Estás en casa?! ¡SHOUTOO!

Todoroki solo cerró los ojos, inspirando un par de veces como si estuviese invocando un poco de paz mental. Midoriya todavía no lo sabía, pero más tarde comprendería que de verdad la necesitaba.

El dueño de casa se levantó de su lugar, arrastrando los pies descalzos hasta la puerta del dormitorio, desde donde elevó la voz con un tono monótono:

—Estoy aquí, viejo.

Viejo. Izuku dio un respingo.

Al otro lado de la puerta estaba el infame Enji Todoroki.

¿Y qué hacías que no contestabas, Shouto? ¿No estarás haciendo cosas indebidas de adolescentes?

—Oh, sí. Estoy viendo pornografía sadomasoquista de monos chinos 2D, viejo. No quieres entrar ahora mismo.

No te pases de listo conmigo, Shouto —espetó la grave voz de su padre—. Sé muy bien que apenas sabes prender la computadora. De pequeño le preguntaste a Google "cómo usar Google".

Midoriya dio un salto en su lugar. Escuchó gruñidos al otro lado, por lo que Shouto suspiró antes de volver a hablar:

—Vale. Estoy estudiando.

¿Puedo pasar?

—No.

Pues voy a pasar.

Todoroki se alejó de la puerta, como si hubiese sabido que aquel sería el comportamiento que su padre adoptaría. Tal vez sabía de sus mañas, así como Izuku sabía qué novela turca haría llorar a Inko.

La de mi vida, seguro.

La puerta se abrió de par en par, revelando a un hombre pelirrojo de mediana edad. Izuku soltó un chillido agudo —de rata, decía Ochako— al verlo que medía casi lo mismo que la inmensa puerta de roble. Era tan robusto como Toshinori, pero se veía muchísimo menos amigable y entrado en años a causa de sus cejas fruncidas.

Sus escrutadores ojos celestes —igual al izquierdo de Shouto— se pasearon por la habitación, hasta que finalmente dio con Midoriya hecho bolita sobre la cama de su hijo.

No parecía estar muy feliz.

—No sabía que tenías... tan grata compañía.

A Midoriya no le agradó el desdén de sus palabras, ni tampoco el desprecio de su mirada. De alguna forma, aquello lo envalentonó para erguir la espalda y desafiar a aquel hombre amargado con la mirada.

Incluso si se veía como un conejo haciéndole frente a un rottweiler enseñándole los colmillos.

—Buenas tardes, señor Todoroki —dijo Midoriya con su sonrisa más respetuosa y falsa que poseía.

Enji solo asintió con la cabeza, mirándole de arriba abajo como lo haría con alguna cosa a la que requería analizar su valor.

Todoroki estaba tenso. Sus puños estaban tiesos, apretando los nudillos a los costados de su cuerpo. Izuku podía ver como su nuez de Adán subía y bajaba por su garganta.

—Este es Midoriya —siseó entre dientes—. Estamos haciendo un trabajo.

Enji lo observó por un instante más antes de regresar a su hijo. Midoriya soltó todo el aire contenido.

—¿Ah, sí? ¿Qué clase de trabajo? —inquirió casi en un tono condescendiente—. ¿Aquí en la habitación, Shouto?

—¿Y dónde quieres que estudie? —Todoroki preguntó aburrido—. ¿En la cocina, para encontrarme otra vez con Dabi?

—¿Ese desgraciado volvió a venir? —Enji chasqueó la lengua—. Le dije que no quiero ver su cara ni en pintura. Que aleje su trasero huesudo y holgazán de esta casa.

—Viejo...

Enji se calló, al ver que la mirada de Shouto se dirigía hacia Midoriya. El más joven no parecía querer armar una escena frente al invitado.

—Solo digo, Shouto, que los cuartos siempre se prestan a distracciones —dijo Enji con una sonrisa fingida—. Me quedaría tranquilo de saber que cultivan sus intelectos en la sala.

—Como sea —Shouto se dirigió otra vez a la puerta. La abrió, como una indirecta a su padre—. Nos estás haciendo perder el tiempo.

—Mis disculpas, Shouto. A ti y a... Midoriya —dijo su nombre como si le causase malestar—. Pero te quiero en la sala.

Todoroki apretó los dientes, asintiendo una única vez en dirección a su padre, que ya estaba atravesando la puerta y dedicándole una mirada llena de fuego y odio hacia Izuku.

Enji se fue, pero él aprendió algo importante de la familia Todoroki esa tarde.

Primero, que Shouto no era feliz alrededor de su padre.

Segundo, cuando el chico tomó las cosas y le dijo que fuesen a la sala a estudiar... Midoriya comprendió que Enji Todoroki se movía por el mundo —y por en medio de su familia— como si fuesen su propiedad.

Y que, a veces, se salía con la suya.

Estoy muy feliz porque soy puntual por primera vez en varias semanas (?)

Pero todo es gracias a que terminé sacando algo dramático que ocurriría al final haha decidí que sería mejor si le dedicaba todo un capítulo a eso para extenderme a mis anchas. Así que eso veremos en el próximo. Vendrán cosas lindas, cosas feas y cosas reveladoras.

Capítulo tranqui, pero con detalles a tener en cuenta <: es la calma antes de la gran tormenta, cuando finalmente llegué el capítulo de la fiesta de Mina (la del presente y el capítulo flasback de la del pasado).

Les cuento que ya subí la historia cortita y cómica que les dije que subiría la semana pasada <3 estoy volviéndome loca para no retrasarme con ninguna haha pero me emocionaba mucho la idea.

Muchísimas gracias por todos los votos y comentarios que van llegados. Me hacen muy feliz bbs. Ya saben que de a poquito estamos por entrar en la recta final de esta fic (aunque me duela) pero espero les guste lo que he planeado para el desenlace.

¡Nos veremos muy pronto con el próximo capítulo! Besitos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top