Capitulo 7

Finalmente  llegaron a Shemvilla y en eso, el estómago  le rugía a Don Reldob.

Don Reldob. - Creo que tengo hambre- .

Doña  Linda. - No creas, ¡si que tienes hambre! -

Blanca. - ¿Quieren ir a un lugar en especifico? -

Doña Linda. - ¿Y si vamos de nuevo a el restaurant de Don Felipe? -


Blanca. - Es una buena idea -

Don Reldob. - Yo digo que es una fantástica  idea, vamos hacia allá  -

[Llegaron a el lugar dónde  se encontraba aquel restaurant] .

Doña Linda. - ¿Seguro que era por aquí? - .

Don Reldob. - Estoy tan seguro que aquí es, sé  muy bien la ubicación, la recuerdo desde hace 5 años -


Ortelo. - ¡La edad que tenemos nosotros!-

Don Reldob. - ¡Así  es pequeño!, en ese tiempo ustedes estaban recién  salidos de la envoltura - .


Welong. - ¿Cómo?, ¿o sea que venimos empaquetados? -


Don Reldob. - Jaja - (carcajeó)

Doña Linda. - No mi rey, lo que tu abuelo te quiso decir es que era época  en que ustedes cuatro estaban recién  nacidos. Vaya!, apenas tenían  pocos meses de vida. -

Welong. - Ya veo. -


Don Reldob. - Pues tendré  que preguntar a aquellos hombres, para que me den respuesta de lo que pasa -


Doña Linda. -Pues ya estuvieras preguntando Rel. -

[Momentos después]






Reldob. - Buenas tardes señores, ¿saben si por aquí  esta el negocio de Don Felipe? . -


- No sabría decirle señor - le dijo un hombre de alrededor de 30 años.


[Luego se entrometió un joven de 22 años y le respondió] .


- ¿Usted está  buscando a el que vendía mariscos? - chavo.

- Si, ¿lo conoces? - Reldob.

- Iba a comer con él a menudo, cuando llegaba del trabajo, pero pues su negocio se esfumo, lo vendió  y ahora lo que hacen con el es eso que ve allá. -


- ¿Es un supermercado? - Don Reldob cuestionó.


- Exacto, en eso se ha convertido ahora aquel famosisimo  restaurante - dijo el chavo.




Don Reldob. -  Familia, aquí ya no existe ningún  restaurante de Don Felipe, lo sé, parece que miento, pero aquel joven me lo ha  hecho saber hace algunos momentos.  -



Doña Linda. - ¡Ahora!, ¿a donde vamos? .


Blanca. - Tenemos que buscar otra opción que vaya acorde a nuestros gustos, o simplemente experimentar - .



Doña Linda. - Y yo que quería lasaña. -



Blanca. - ¿Entonces? -


Don Reldob. - Hay que checar en otros establecimientos. -



Siguieron buscando por aquí  y por allá y se decidieron en un nuevo lugar. Era el " Bocado de Shemvilla" , un lugar que tenía de todo, cualquier cosa que pidieses, éstos  te lo servían, siendo de lo más sencillo  hasta lo más perfectamente elaborado.


Doña Linda. - Entonces, deme lasaña. -

- En un momento se lo tengo listo señora. Y ustedes,¿que van a pedir? -


Blanca. - Yo quiero una ensalada y también unas nugget y papas a la francesa a los cuatro niños por igual. -

Welong. - ¡Pero mamá!, yo no quiero eso, ¡yo quiero gomitas y dulces!. -



Blanca. - Los dulces serán después, ahora no reniegues  y ya ponte a comer. -

[Welong hizo un gesto y en eso platicaban los abuelos]

Don Reldob. - Fíjate que este platillo, es sumamente delicioso, ¿lo quieres probar? -

Doña Linda. - Dame un poco nadamas, es que si me llamó  la atención. -

Welong. ¡Yo no quiero eso de comer!, ¡yo no quiero eso de comer!. -


Doña Linda. - Ya, niño, controlate, ¿que no haz probado nunca los nuggets  de pollo?, mira cómo tus hermanos comen, ellos no hacen caras. -


Welong. - ¡Yo no quiero nuggets!, ¡yo quiero gomitas!, ¡mamá!, ¡te dije que quería gomi!.. tas. -

[Blanca en ese momento le tiró  una cachetada  que le dejó  rojo la mejilla. En eso llegó la mesera]


Mesera. - Pero, ¡señora!, no le haga eso a su pequeño, también tenemos gomitas, aquí  mismo las preparamos. -


Blanca. - Gracias, pero no, éste chamaco siempre quiere comer lo que se le antoje, nunca come comida normal, siempre quiere un dulce, una paleta y me hace gastar lo que no tengo en casa, venimos y pide y quiere lo mismo, no le gusta nada y eso que ni siquiera lo ha probado, ¡son puras chiflazones!. -


Mesera. - Señora, le digo que lo que - (pauso  lo que iba a decir porque empezó  a llorar Welong) .


Blanca. - ¡Lo ve!, es su estrategia para decirle que si. -


Mesera. - Señora, se ve que es niño bueno. -

[Entonces Welong sonrío con ella]

Blanca. - Tu ganas niño, pero solo por hoy, ¿entendido? - .

[Welong corrió  rápidamente  hacia la mesera para darle un abrazo y le dijo lo siguiente]


Welong. - ¡Muchísimas gracias!. -

[Blanca pensó que el agradecimiento  era para ella, pero cuando le hizo la seña Adeline, se dió  cuenta de la verdad] .


Blanca. - Gracias mi niño, ¿pero que?. -

Blanca. - ¡Welong! -


Welong. - ¿Mande? -


Blanca. - ¡Ya!,nada. -



[Después de una rica comida que disfrutaron los White Woode,éstos pasearon en el parque de Shemvilla]



Don Reldob. -Niños, acérquense aquí con los patos, vengan a darle comida. -




Todos fueron entonces a darles pan desmenuzado, todos menos Welong quién  no se sentía muy bien.



Don Reldob. - ¡Welong!, ven hijo, no te harán  nada. -


Blanca. - Suegro, no quiere, dice que se siente mal. -





[En eso, George vomitó y se sentía agitado, le latía rápido el corazón  y estaba muy desesperado]





Blanca. - Cálmate,ya te llevaremos a consultar. -




Doña Linda. - Rel, aprietale a ese pedal, ya es cuando, la situación empieza a ser fatal. -





[De pronto, un mar de carros no dejaban avanzar, la avenida principal estaba bloqueada y ahora, solo quedaba un atajo hacia el hospital]





Don Reldob. - Lo siento, pero tengo que hacerlo, sino mi nieto no se recuperará. -





[Se cruzó el tráfico quién sabe cómo y termino pasándose el semáforo que se encontraba en rojo, en eso, la policía se dió  cuenta y no dudo en pararlos]


Oficial. - ¡Está usted detenido!. -





Don Reldob. - Pero, oficial, estoy en una situación muy arriesgada, mi nieto tiene vomito y esta ¡incontrolable! .


Oficial. - Está  bien, pase. -




[Finalmente  llegaron y lo atendieron después de 9 minutos]





Doctor. - Diles que pase. - le afirmó  a la enfermera.





Blanca. - Buenas tardes Doctor -





Doctor. - Buenas tardes (dijo cuando se volteó al verla)




Blanca. - ¡No!, yo a usted lo conozco. -


Dr. - No. — Claro que no.


Blanca. — Pero si es el Doctor Adick, usted fue quién estuvo conmigo cuando me alivie  de mis niños, de hecho hace 5 años de eso. — 




Dr. Adick. - Está  bien, si soy yo. — No quería que lo supiera pero pues sin o con cubrebocas veo que me reconoce. -



Blanca. - ¿Y porque se oculta de mí?. -



Dr. Adick. - Por el hecho de que no pude salvar la vida de George, es por eso. -




Blanca. - Quisiera que entendiera que eso ya es cosa del pasado, viva el presente y olvide lo que le ha pasado. -




Dr. Adick. - Bien, quizás tengamos que hacerles unos estudios a su pequeño, así  que, deja preparo los materiales y lo necesario para hacerlo. -



[LLegó y en eso Welong le dolía tanto el estómago  y su estado seguía siendo el mismo]


Welong. - Ah!, Ah!, Ah! [respiró  algo agitado]


Dr. Adick. - Welong, Cálmate. -


Blanca. - ¿Cree que ese estado de ansiedad se le quite de una vez? - preguntó interesada.



Dr. - Es muy probable, déjemelo  a mí. -


[El niño se conducía a todas partes, corría de la sala, brincaba en las camillas y al final terminó dando en las habitaciones dónde  se encontraban los infantes con un cierto grado de esperanzas de vida] .


[ Al ver a dos pequeños de su misma edad, vió  cómo lloraban recostados en cama y sin cabello por el mismo cáncer  que les ocurría  en ese momento]



Welong. - Hola, me llamó  Welong, ¿que haces acostado a estas horas, ¿que ya es hora de dormir para ustedes? . -


[Nadie contestaba, no tenían  tantas ganas, el ánimo era poco, muy deficiente] .


- Tu eres el niño Welong, ¿verdad?. - preguntó la enfermera que los atendía.


- Si, ese es mi nombre. -

- ¿Que no te sentías  mal? -


- Si, pero... ¿que le pasa a esos niños? . -


- ¿Acaso no les enseñaron a hablar? . -



Enfermera. - No hablan porque hoy recibieron una noticia muy negativa, ellos saben que mañana no verán la luz por la ventana. -



Welong. - No lo entiendo. -




Enfermera. - Me refiero a que mañana no van a estar aquí, ellos ya no van a vivir. -


[Al escuchar lo que le decía, el pequeño George Welong sufría porque aquellos niños con los que apenas le había hablado, estaban a nada de morir en poco tiempo] .


- ¡Amigos! (decía Welong tristeando), ¡vamos a jugar juntos!, ¡por última vez!, aunque ahora yo seré  parte de su grupo, me llamó Welong, ¡y quiero ser amigo suyo! (exclamó derrotado en lágrimas) . -

[De pronto llegó el Doctor Adick]



Dr. Adick. - Welong, ¿te sientes bien?  sino para atenderte y evitar posibles enfermedades más graves. -


Welong. - Aún  me duele un poco el estómago y me siento con ganas de comer. -

Dr. Adick. - ¡Sigues igual!, ven, vamos a platicar. -


Dr. Adick. - ¿Que te comiste en la mañana? . -

Welong. - Gomitas. -

Dr. - ¿Por la tarde? . -

Welong. - Gomitas también. -


Dr. - Eso no es saludable pequeño. Te daré este remedio casero, que sirve para atacar la ansiedad que has contraído  por tantas  gotas de mascar. -

Dr. - ¿Te sientes mejor? .  -



Welong. - Mejor. - afirmó.


Y así, el pequeño convivió por primera vez con otros niños, bueno, no nadamas él, sino junto con sus hermanos, quiénes  le permitieron disfrutar de un último día a esos pequeños angelitos.






















































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