Capitulo 10
— Niño, levanta a tus hermanos, necesitamos irnos ya a la escuela, se les hará tarde — le decía Blanca al pequeño Ortelo.
— Si ma, ya lo haré. [Ah, que me dejen dormir] expresaba Welong.
— Welong, levantate, ya es hora.
— ¿Que quieres?, ¿no me puedes dejar dormir? — le respondió.
En eso escuchó toda la conversación mamá y llegó para poner en orden la situación.
— ¿Ya?, ¿o quieres que te reprueben? —
— Pues que lo hagan, que tiene eso de malo. respondió a su mamá.
— Pues solo te digo que el estudio es lo que serás de grande, si no estudias vivirás en la calle, pidiendo dinero y aparte vas a estar sin nada. En cambio, si estudias, un día vas a tener dinero y puedes comprar las cosas que quieras.
— Ma, ya estoy listo. Y entonces asintió con una sonrisa.
— Bien, ¡niñas! — Blanca.
—Ya vamos— les respondió Aminela y Adeline.
— Bueno, ya están todos listos, vamos a la escuela.
— ¿Tu también irás mamá? — le preguntó Adeline.
— No, jaja, solamente ustedes, yo ya fui cuando tenía su edad.
— ¿Y cómo es la escuela? — Adeline.
— Es lo mejor, aprenderán a leer, escribir, sumar, restar, es más, les pondrán tareas para que las resuelvan con ese cerebrito que tienen escondido. — Blanca.
—Oh, ya veo ...¿Ahí hay juegos? — le volvió a preguntar sobre la escuela la niña.
— No, no los hay, pero hacen actividades recreativas en conjunto, me refiero a que hay descanso para que convivas con tus compañeritos de clase.
— Que bien, se entrometió en la conversación Welong.
— Si, yo ya quiero entrar a la escuela. — decía Aminela.
— Pues bueno, ya no hay más que esperar, esta es la escuela.
— Blanca. [INSTITUTO EDUCATIVO DE ARAMELO]. — Pero, no dice escuela. — mencionó Aminela.
—No lo dice porque aquí verán a gente de todas edades, es un instituto muy grande y aquí vendrán hasta que terminen una carrera que de hecho aquí mismo, en este instituto llevan sus clases.
— Ah... ya veo. — contestó Aminela.
— ¡Que les vaya muy bien! — Blanca.
— Bueno, ¿ahora que hacemos? — preguntó a sus hermanos Welong.
— Vengan, vamos, siganme. — dijo Ortelo, quién tomó la iniciativa de preguntarle a una persona que se encontraba en la oficina de la dirección del instituto.
— Buenos dias, dijo.
— Buenos dias, ¿son nuevos por aquí? — les preguntó.
— Si, venimos para aprender.
— Pues bien, ¿saben matemáticas, letras, naturales o fisica?
— Bueno, yo se matemáticas y algo de física por libros que he estudiado, pero no se mis hermanos. — le respondió Ortelo.
Al final, todos fueron ingresados en el mismo grupo, lo sorprendente fue que Ortelo durante las clases sabía perfectamente de lo que le hablaban en clase de matemáticas y física, pues había leído ciertos libros que le fascinaron demasiado. Su hermana Aminela sabía mucho de Ciencias Naturales al igual que Adeline, solo que esta también gustaba por las clases de letras y al final a Welong le fascinaron las artes y los idiomas que hasta se inscribió a clases de inglés, pues su lengua era de origen Finés. Finalmente, las clases de aquel día terminaron, un buen comienzo para todos en el instituto, al regresar, sus abuelos felices y llenos de alegría les preguntaron.
— ¿Y que tal el colegio? — Preguntaron a la vez.
— (Bien) — contestaron los cuatro.
— Cuentame Adeline, que te parecieron las clases? — preguntó su abuelita.
— Estoy muy feliz porque me gustó como explica la maestra de Naturales y sobretodo la de Letras.
— ¡Que padre! — le contestó.
— ¿Y tú Aminela? — Linda.
— A mi también me gusta la clase de Naturales, de hecho yo y mi hermana hicimos la tarea juntas y acabamos más rápido. — Aminela.
— Yo no le entendía nada, porque no me ayudaron. — Welong contestó desanimado y con un poco de enojo.
— Jaja, era buscar las preguntas en el libro, no era mas que eso. — Aminela.
— Si, pero... — Welong.
— Eres flojo, se sabe, no quisiste hojear. — Adeline le respondió e interrumpió diciendole esto entre risitas.
— Bien, ¿pero si lo pasan? — Welong.
— Dale la libreta Adeline, ahí están mis apuntes. — Aminela.
— Ten — Adeline.
— Gracias — Welong.
— ¿Y tú Ortelo?, ya terminaste. — le preguntó su madre.
— Si, ahora estoy estudiando esto. — Ortelo.
— Que es, ¿es de la escuela? — Blanca.
— No — Ortelo.
— Niño, a ti no te gusta descansar la mente, ¡eres tan curioso! — le respondió su madre.
Después de esto sus hermanos empezaron a jugar, lo invitaban a involucrarse, aunque Ortelo era muy cerrado, tan metido en su papel de intelectual, que siempre estaba tan interesado en temas que le eran de su agrado.
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