Capítulo XII

Agosto de 1994. Al rededor de las 8pm.
Estadio. Palco privado.

Narra Draco:

Disfrutaba del partido, la Final del Mundial de Quidditch. Mis padres y yo compartíamos el palco con mi tío Sirius, los Potter y los Weasley; además de Ludo Bagman, el comentarista del partido y Jefe del Departamento de Deportes Mágicos, Bartemius Crouch sénior, Jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, y los Ministros de Magia de Inglaterra y Bulgaria.

Aunque, más que el partido, debo decir que lo que de verdad estaba disfrutando era la magnífica figura de Harry Potter, quien estaba sentado justo delante de mí en las gradas del palco. Iba vestido con ropa muggle, y se veía condenadamente bien con un buzo manga larga rojo Gryffindor que le quedaba ceñido y resaltaba los músculos de su espalda y brazos, al igual que su piel suavemente bronceada, y si se pusiera de pie en este instante, estoy seguro que tendría una vista perfecta de su redondo trasero y sus firmes muslos, todo ello producto de las largas horas de prácticas de Quidditch.

Desvié la vista de regreso al partido justo en el momento en que él volteaba a ver en mi dirección. Ni loco dejo que me atrape viéndolo tan descaradamente; y no, yo no estoy sonrojado, los Malfoys no nos sonrojamos.

Narra Harry:

Sentía una intensa mirada en mi espalda, no necesitaba voltearme para saber de quién se trataba, pero lo hice con la intención de pillarlo in fragantti; aunque no pude lograr mi cometido, la vista que obtuve tampoco estaba tan mal: Draco Malfoy sonrojado no era algo que fuera a olvidar pronto, oh por Godric, por supuesto que no; es más, como que me llamo Harry Potter que hago que se sonroje con más frecuencia, siempre por mi causa. Sonriendo enormemente, volví mi atención al partido.

Esa misma noche. Horas de la madrugada, al rededor de las 2am.
Hielo Profundo. Salón de Entrada.

Mis hermanas, hermano y yo caímos con pesadez en el suelo de la sala poco después que se activara el traslador de emergencia.

—¿Están bien?—pregunté en cuanto se me pasó el aturdimiento—

Mione, Luna y Ginny asintieron suavemente, Ron en cambio dijo: —Creo que me sentía mejor aquella vez que me mordió Norberta, sin embargo, estoy vivo y completo, por lo que podría decirse que estoy bien.—Sus palabras lograron sacarnos una suave risa, quebrada por el miedo y la adrenalina pero risa al fin y al cabo, a Hermione y a mí.

—Iré a preparar un poco de té—anunció Hermione, poniéndose de pie con lentitud—

—Voy contigo—dije levantándome también—

—No voy a quemar la cocina, Harry—protestó—. Creo que puedo hacer un té.

—Aún así iré contigo, porque sigues siendo deficiente en lo que respecta a la disposición correcta al momento de servir el té—dije con cierta malicia—

—¡Harry!—reclamó, pero yo ya me dirigía a la cocina, riendo entre dientes— No puedo contigo.—La oí decir, y a pesar de que no podía verla ya, estaba seguro que se había llevado una mano a su cabello ahora negro y liso, con mechones disparados en direcciones diferentes como el mío.—

El día de mi cumpleaños fue también cuando Hermione Jean Granger Lestrange y Luna Pandora Lovegood Black se convirtieron en mis hermanas gracias a la Adopción por sangre, y cambiaron sus nombres por Hermione Artemis Potter Lestrange y Luna Lily Pandora Potter-Lovegood Black. Sonreí ante el recuerdo, mientras acomodaba en una bandeja las tazas y demás.

Hermione entró detrás de mí, resoplando, aún así puso a calentar el agua en la tetera.

—Sirius dijo que las hojas para té estaban en la alacena.—dije, porque sabía que primero abriría uno y cada uno de los cajones antes de preguntar nada.—Lado izquierdo.—añadí— El azúcar y la miel están del lado derecho.

—Ya lo sé, Harry.—protestó—

—Solo digo.—Me dí la vuelta con la bandeja lista ya en mis manos, entonces Mione puso los recipientes de azúcar y miel en la bandeja. Sonreí suavemente, dándole a entender que yo también estaba nervioso por todo lo que había pasado hacía menos de una hora.

Fin del capítulo.

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