Capítulo IV

1 de julio de 1994. 9:02am
12 de Grimmauld place. Entrada.

Narra Sirius:

Ya en Grimmauld place, pude observar atentamente a los dos adolescentes que ahora tenía a mi cargo.

—¿Qué, en el nombre de Merlín, llevas puesto Harry?—pregunté en cuanto detallé la ropa de mi ahijado—

—La... vieja ropa... de Dudley—respondió, cohibido y sonrojado por mí escrutinio—

—Eso se acaba hoy. Iremos a conseguirte ropa nueva.—Miré a Hermione— A ti también, señorita. No voy a permitir que ningún ahijado mío, ni sus amistades, vistan cualquier cosa por debajo de lo mejor.—sentencié—

Antes de volver a salir, llamé a Kreacher y le ordené acomodar dos habitaciones para los nuevos residentes de Grimmauld place.

Nuestra primera parada fue el Callejón Diagón, para ir a Gringotts a cambiar dinero mágico por dinero muggle, mucho dinero muggle. Luego pasamos varias horas llendo de tienda en tienda, en Londres muggle y en el Callejón. Cerca del mediodía nos detuvimos en el Caldero Chorreante para poder almorzar antes de volver a casa.

Estábamos a mitad de almuerzo cuando oí que me llamaban, esa voz la reconozco hasta dormido.

—¡Remus! Lunático, hombre ¿qué sucede?—le pregunté una vez se hubo acercado a nosotros—

—No creerás con quién me encontré hace media hora, Canuto. No, ni yo mismo me lo creo.—murmuró, más nervioso de lo que lo he visto en años—

—Ya escupelo, Lunático. Mientras antes lo digas, será mejor, ¿no?

—Ok. Que conste que así lo quisiste.—Inhaló profundo— Rabastan Lestrange.—dijo, y si Remus me hubiese dicho Voldemort me habría sorprendido menos.—

—¿Qué?—Logré articular— Él y tú no se han visto en...

—...años, lo sé—Me interrumpió—Años, desde lo de…

—…Regulus. —completé—También lo sé.—Terminé de decir, apesadumbrado—

—Perdón, pero ¿quién es Rabastan Lestrange?—preguntó Harry, sacándonos del momento depresivo—

—Él… Este no es el momento ni el lugar para hablar de esto, chicos—Les dije— Hablaremos de eso cuando regresemos a Grimmauld place—Con esto dicho, esperaba contener su curiosidad el tiempo suficiente— Lunático, ¿vienes con nosotros?—Le pedí, viéndolo a los ojos, esperando que viera el ruego en ellos—

—Por supuesto, Canuto.—Aceptó—

—Muy bien, es hora de volver a casa entonces.—Me puse de pie, encogí las bolsas de compras, las cuales fueron a para a los bolsillos de los chicos, y nos dirigimos a Grimmauld place a través de la Red Flú.—Tienes mucho que contarnos, Lunático.—Le dije apenas llegamos—

—Lo sé.—suspiró— ¿Nos podemos sentar, Canuto?—pidió, a lo que accedí sin mayor problema—

Poco sabía yo lo que nos esperaba a partir de hoy.

Fin del capítulo

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top