"Unser Treffen"
Un pequeño One Shoth, de si Chibi Alemania (No SIR ploz) hubiera conocido a México o... A Nueva Hispania Jsjsjsjsjsj
Espero les guste jsjsjsj
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
—Prusia; 1806—
A penas había abierto los ojos y un adolescente de ojos carmín y pelo blanco lo observaba. Parecía que había llorado, pues tenia los ojos hinchados. Le sonreía ¿quién era? ¿Donde estaba?
—Asi que... Tú eres mi nuevo hermano kesesese. —Menciono, parecía triste de solo oírlo. —Me recuerdas mucho a Sacro...
La sonrisa triste que tenia, se desvaneció. Ahora parecía totalmente triste y dolido.
De la cama, un pequeño de no mas de 5 años le observaba.
No entendía lo que pasaba, y no sabia quien era ese tal Sacro de que el albino hablaba.
—Disculpé... ¿Quién es usted? —Pregunto con cortesía. Estaba desorientado y no comoredia las cosas a su alrededor... Ni siquiera sabia cual era su nombre o su lugar en este mundo.
—Soy Prusia... Tu hermano. —Comento, con una débil sonrisa. Tomando su infantil mano. —Y tú... Tu eres Ludwig, la representación humana de Alemania.
El pequeño de ojos azules solo lo miro, aunque no comprendía eso de "representación" asintió. No quería parecer descortés ante su hermano mayor.
El prusiano lo abrazo mientras lloraba y decía: "Nunca me alejaré de ti wets... Siempre voy a protegerte... No importa lo que pase."
El pequeño rubio solo le devolvió el abrazo. Aun tenia mucho que aprender.
[...]
Después de unos años, siendo ya 1810 en el mes de mayo. Gilbert y él hicieron un viaje en barco a un lugar llamado América.
El amigo de su hermano los había invitado, tardaron algo de tiempo en llegar.
Pero al llegar a un puerto, el amigo de su hermano; Antonio si mal no recordaba su nombre, los recibió.
Al lado del hispano, se encontraba un niño de unos 12 años.
—¡Fusosososo! Gilbert me alegro que al fin hayan llegado. —Comento el ibérico, mientras abrazaba al albino.
—Gracias por la invitación. —Le contesto con entusiasmo el prusiano. —Wets necesitaba conocer algo nuevo kesesesese
Dicho esto, acerco al pequeño rubio frente al castaño. El cual exclamo.
—¡Fusosososo! Es tan lindo. —Le apretó las mejillas y luego albo soberbio menciono. —Pero no tan lindo como mi Nueva Hispania.
Y dio un paso a un lado para dejar ver a un niño pelinegro, de piel morena y lentes, que vestía de forma sencilla y no extravagante como el ibérico.
Después de presentaciones formales. Ambos se encaminaron a la hacienda del hispano en mejico.
Los que mas hablaban era los dos países mayores, que presumían cual hermano/hijo era experto en hacer.
Los dos infantes apenas y se hablaban. Pues, el novohispano solo había interactuado con sus primos latinos y no con otro país en realidad
El pequeño rubio tampoco comentaba nada, pues no sabia que tipo de conversación podría tener con aquel niño mas mayor que él.
[...]
Ya en la hacienda, los adultos dejaron que los infantes jugaran entre ellos. Antonio le pidió a su colonia que guiara al pequeño Ludwig por el lugar.
El pelinegro asintió y tomando de la mano al pequeño de 5 años lo llevo por los grandes terrenos de Hispania.
Ambos caminaban por la hacienda, el mayor le mencionaba que cosas eran y para que servían y el menor pregu taba cuando lo creía necesario.
Llegaron a un gran campo de flores, todas muy bellas a decir verdad.
El pequeño Alemania admiraba el paisaje, recordándole a los campos en su casa.
—¿Tú eres un país? —Pregunto el rubio al novohispano. Este lo miro y negó con la cabeza.
—No. Soy una colonia. —Comento mientras se agachaba.
—¿Cuál es la diferencia? —Volvio a cuestionar el pequeño país. La colonia se lo pensó un poco y contesto.
—Un país es libre... Una colonia no. —Luego volteo a su alrededor, como si tuviese miedo de haber sido oído. —Las colonias estamos para trabajar para un país.
El pequeño rubio no comentó nada mas, el mundo le parecía una gran incógnita y no quería parecer irrespetuoso con el otro infante por seguir preguntando mas cosas.
—T-toma... —Se oyó la voz nerviosa del novohispano, el alemán volteo, encontrándose con una dalia roja frente de él. Volteo a ver al mayor, el cual tenia la mirada hacia otro lado. Pero aun así, podía notar un ligero color rojo en sus mejillas. —Espero te guste.
Si el europeo pudiera ver al americano, hubiese podido apreciar una sonrisa boba, un sonrojo en sus mejillas y como rascaba con nerviosismo su mejilla izquierda.
El rubio tomo la flor entre sus pequeñas manos y con voz amable y una pequeña sonrisa dijo.
—Gracias, es muy bella. —El novohispano volteo, se le veía nervioso.
Río un poco y después hizo una pequeña reverencia.
Luego ambos se miraron e intercambiaron sonrisas. Para después ir tomados de la mano a donde sus familiares se encontraban. Los cuales al verlos, se desmayaron por ver tanta ternura junta.
—Ohayo Perez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top