27. Rusia

Antes de empezar la lectura, hay que darnos unos momentos para admirar la belleza de Rusia y Alemania~





—Hace unas horas, en el hotel—

México salia de su habitación aun se encontraba cansado por haber llegado tan tarde, pero la culpa la tuvo el cambio de horario y el siempre acabar retrasándose con todo. Salio de la habitación y se encamino al elevador, quería ver si podía encontrarse con el alemán. Cuando las puertas se estaban por cerrar una mano las detuvo y estas se abrieron dejando ver al país mas grande del mundo. 

No saludo, solo entro en el reducido espacio y Juan sintió por primera ves que se sofocaba, algo que raramente le pasaba, la tensión era mucha y eso se debía en que, el mexicano aun se sentía culpable por golpear a Rusia cuando este había ido a verlo. El pelinegro exhalo con pesadez e Ivan volteo a verlo, sus ojos amatistas ahora estaban sobre el mexicano.

---Hola... ---Saludo con voz queda el eslavo, el menor levanto la mirada un poco y respondio de la misma forma.

---Hola... ¿Y-ya esta... mejor tu brazo...? ---Pregunto avergonzado, pues durante la pelea le habia logrado esquinzar el brazo al eslavo, este movio un poco su miembro y con voz calma comento.

---Ya esta mejor. ¿Qué tal esta tu costilla? ---Pregunto el eslavo dando pequeñas miradas al joven delante suyo.

—Tambien, ya esta mejor... —Contesto, las puertas del elevador se abrieron, los dos sabían que era el piso donde se hospedaba Alemania, Juan bajo la mirada desviando su mirar totalmente del ruso. —Yo...

—México... ¿Crees que podamos hablar...? —Pregunto Rusia antes de que el moreno se fuera por la puerta, el nombrado dudo un poco, pero, tal ves seria lo mejor, no solo para él, sino que para Ivan también.

—Por supuesto. —Asintió con una pequeña sonrisa, a lo que el rubio platinado se la devolvió.

—Yo, en verdad lo siento Juan, se que lo que hice esta mal, pero... —Empezo a disculparse el eslavo mientras ellos caminaban a la sala de juntas donde se llevaría la reunión. —No es fácil para mí...

—¿El olvidar lo nuestro? ¿Lo sucedido en el aeropuerto? ¿O amenazar a Alemania? —Cuestiono el mexicano con una voz calma pero con algo de seriedad. Rusia desvío la mirada levemente al lado opuesto del mexicano.

—Olvidar lo nuestro. —Dijo con sinceridad. —Yo, enserio te amo México, te extraño y, quiero sentir que no solo fui alguien para que olvidarás a Escocia.

Al entrar no encontraron a nadie, era algo obvio, pero a la ves Juan se sintió bien, un sitio para ellos dos era lo que necesitaba.
Proceso las palabras de su ex pareja y suspiro con disimulo.

—Claro que no Ivan, tú me diste una oportunidad para volver a ser feliz y por eso me quede a tu lado. —Comento, claro que Rusia no pido evitar decir "—Pero al principio aun salias con Allistor." México desvío la mirada suavemente. —Lo se, no es algo de lo que este muy orgulloso. Pero sabes que tuvimos lo nuestro y...

—Juan, si es porque no pude con lo de toda tu familia. —Interrumpio el ruso mientras lo tomaba por los hombros, el nombrado pudo notar como la voz del eslavo se quebraba al menos un poco. —Enserio lo intente, pero... Pero...

—Ivan... —Dijo con voz comprensiva el muchacho y abrazo al mas alto, dejando que el ruso recargara su frente entre su hombro y cuello. Su gran figura casi cubría la del mexicano. —No fue por eso, yo no te culpó por "rendirte" ante mi familia. Sabes que aun te aprecio mucho y eres alguien importante para mí, por eso me dolió mucho lo que dijiste en el aeropuerto.

Su voz se oía decaída, el ruso se separo levemente  y pegó su frente con la del pelinegro, sus ojos amatista veían los oscuros ojos de su contrario, mientras sus respiraciones chocaban.

—Se que, al principio amenace a Alemania, porque estaba dispuesto a aceptar que tuvieras a alguien mas. —Las frias manos del eslavo tomaron suavemente el cálido rostro del mexicano y con sus pulgares acariciaba levemente sus mejillas. —Pero, cuando me costaste que él te había lastimado... Pensé, que tal ves, tú y yo podríamos volver, a ser nuevamente uno solo, pero eso me llevo a traicionar tu confianza en un arranque de ira por que Alfred me aventó el café ese día...

Los ojos oscuros del mexicano levemente bajaron la vista y nuevo ame te vol vieron a conectarse con los del ruso el cuan comprendió aquel gesto.

—Esta bien, también se lo dije a Alemania y lo hice dudar... Y eso hizo que te alejadas de mí. Pero, te juró que estoy arrepentido Juan. Por favor, disculpame, no se que haría sino te tuviera a mi lado. —Cuando Juan sintió que sus rostros estaban demasiado juntos se separo un poco del más alto.

—Ivan, yo te disculpo, si prometes que ya no intervendrás. —Comentó con una voz un poco menos decaida. El ruso lo observo. —Por favor Ivan.

—Pero... —No supo como continuar, así que bajo la mirada. El menor observo en todo momento, quito suavemente las manos del eslavo y se sentó en la silla mas cercana, que le pertenecía a Rusia a decir verdad. El ruso camino un poco y se quedo para dado ahí, frente al mexicano.

—Ivan, yo se que en el pasado fuimos pareja... En el futuro, quien sabe, nadie puede asegurar que seamos pareja entre nosotros, pero estamos en el presente y, honestamente, me gustaría seguir siendo tu amigo. —El ruso cayó de rodillas al piso.

—Solo... ¿Amigos? —Su voz salio algo mas baja, casi como un susurro audible.  Juan asintió por ello. —Pero... Si el futuro lo permite, ¿podremos volver a estar juntos?

—Solo si no intervienes Rusia, dejemos que todo se de a su tiempo y, si el tiempo quiere que estemos juntos nuevamente, sucederá, pero por el momento podemos seguir siendo amigos ¿no lo crees?

El ruso medito sus palabras y asintió, después de asentir, se acerco al menor y se recargo en su regazo, donde el menor empezó a acariciar su cabeza, despeinándose sus platinados cabellos.

—Ivan. —Llamo el mexicano. Este solo hizo un gesto para que el moreno supiera que lo escuchaba. —¿Crees poder disculparse con Alemania? Para que ya no haya mas peleas entre todos.

El ruso asintió ante sus palabras, si él se lo pedía lo haría. Un suave y en tono dulce "Gracias", salio de los labios del mexicano y se dedico a acariciar la cabeza del ruso.
Ninguno de los dos se percato, cuando Kiku entro en la sala y salio rápidamente, tampoco se percataron de la cámara del nipón.

Ni siquiera cuando la puerta se abrió nuevamente dejando ver al alemán. México solo acariciaba el cabello de Rusia y este parecía comenzar a dormitar por las pequeñas muestras de afecto del menor.

—México... —Fue la voz del alemán, que saco a ambos de esa pequeña burbuja que habían creado, el menor no se detuvo en las caricias al ruso y miro a su pareja. —¿Qué esta pasando?

La pregunta del alemán parecía haberse disipado por la sala de juntas, detrás de él, Italia y Japón observaban la escena delante, aunque también habían entrado para detener a Alemania.

—Rusia, la junta esta por comenzar. —Dijo con una suave y amable voz al eslavo, el cual abrió los ojos, dejando ver sus ojos amatista al alemán.

Ambos se miraron, los ojos azules Alemania y los ojos amatista de Rusia chocaron, pero, no se volvió una mirada intensa. Porque el fornido hombre vio como el eslavo desviaba la mirada y se levantaba poco a poco del piso sin decir palabra alguna.
Lo vio murmurar algo mientras acariciaba la mejilla del mexicano con su mano, luego vio a su pareja asentir y sonreír.

También lo vio levantarse del asiento y caminar hacia él, Juan pudo notar la mirada seria del más alto.

—Buenas tardes. —Saludo. —Rusia y yo estuvimos hablando.

Comunico, pero Alemania estaba molesto aunque trato de calmarse antes de decir algo.

—¿Hablando? N-no lo parecía. —Dijo con voz calma pero aun se notaba molestia en ella, México dio una media sonrisa.

—Lo se, bueno... Es una forma de hacer las paces. —El pelinegro paso sus dedos por su cabello des-ordenándola un poco más. —¿Quiere que le cuente de lo que hablamos?

El germano se vio tentado a decir que si, pero por más que quisiera, debía confiar en México y si él decía que estuvo hablando con el eslavo, eso era... No había motivo para desconfiar... Aunque Rusia estuviera involucrado.

—No, yo te creo Juan. —Comento resignado, Juan sonrió. Japón los interrumpió para decirles que debían empezar la junta, a lo que ambos asintieron y fueron a su respectivo lugar.

La junta mundial paso como de costumbre, entre gritos pero sorprendente no peleas (al menos no físicas). Alemania a lo lejos miro a su pareja el cual peleaba con Estados Unidos.
Cuando el rubio se logró estresar por tanta pelea dio paso al receso, donde todos salieron animado, porque... Bueno Japón y su tecnología hacían la comida mas interesante.
Suspiro y empezó a acomodar sus papeles.

—Él y yo estábamos destinados a estar juntos... —Alemania se detuvo al oír la voz que le hablaba. La sala estaba vacía pero solo quedaba él y el país eslavo. —Pero la presión familiar pudo más conmigo.

—¿Y acaso querías lo mismo para mí? —Dijo en un tono serio, noto la sonrisa del rubio platinado.

—Supuse que no podrías, casi nadie puede... Y puede que mi actitud haya cambiado mucho en la junta en Inglaterra... En un principio estaba dispuesto a aceptar que Juan ya quería a alguien más. —Lo vio recargarse en la silla, mientras juntaba las manos. —Pero cuando México me contó lo que le habías hecho. Creí que podría tener otra oportunidad con él, pero valla que erré.

El alemán dejo sus cosas. Vio a Ivan levantarse.

—Juan y yo estuvimos hablando hoy. Y bueno, si quiero estar a su lado de algún modo, el único modo es solo ser su amigo. —Lo vio caminar por la orilla de la mesa y comenzar a hacercarse donde él estaba. —Asi que Alemania, lamento llenarte de dudas y haberte causado problemas con España.

El nombrado fruncio el ceño, no se esperaba una disculpa por parte del ruso, pero este  bajo la mirada y añadió.

—Si me disculpo no es porque quiera, sino porque Juan me lo pidió. —Asi que no era de forma sincera. —Pero no dudes, que seguiré cuidando de México.

El platinado estaba ligeramente inclinado y sus ojos amatistas brillaban con algo de molestia, el alemán solo entre cerro los suyos para mostrarse mas serio de lo común.

—No lo dudo. —Dijo con seriedad, Rusia volvió a ponerse firme y sonrió.

—¡Oigan! ¡La comida se va a terminar! —Exclamo México mientras entraba en la sala de juntas con unos palillos en una mano, una pequeña bandeja en la otra y un camarón empanizado en la boca.

—Ya vamos México. —Dijo con esa sonrisa el eslavo mientras daba media vuelta y se empezaba a retirar, el alemán dejo sus papeles y también salio de la sala para ir a comer.






[...]







Alemania veía su topper con comida que Japón había preparado para él, sabia que México le tenía aprecio a Rusia, pero este último no parecía querer rendirse.

—Oye, se va a enfriar tu comida o peor, me la podría comer yo. —Levanto la mirada y vio la sonrisa de su pareja. Sonrió levemente pero se le veía decaído. —¿Qué te sucede?

—Ahg... Nada en realidad, solo pensaba en algunas cosas. —Explico el fornido hombre.

—¿Rusia hablo contigo? —Pregunto el mayor, el fornido hombre asintió. —¿Y que te dijo?

—Me pidió disculpas... Pero solo porque tú se lo pediste. —Oyó suspirar al joven y volteo a verlo, este sostenía el puente de su nariz con los dedos.

—Santo cielo... Bueno, lo siento, quería que él se disculpara de forma sincera pero, creo que no lo hará o, al menos no por el momento. —Comento desviando un poco la mirada, el alemán pregunto con calma.

—¿Confias mucho en Rusia, no?

—Como tú confías mucho en Italia. —Comento mientras tomaba un dango y se lo comía. —Solo somos amigos, se que no volveremos a estar juntos, porque, a mi me gusta estar contigo.

El joven se recargo en el brazo del menor, el rubio rodeo al joven con su brazo y beso su cabeza.

—A mi también me gusta estar mucho a tu lado México.






—Ohayo Perez.

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