25. "Mamá"

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Al día siguiente, ambos hermanos veían algo extrañados la escena frente a ellos o mas bien, frente a Gilbert y aun lado del alemán.
México estaba sentado y abrazo al brazo izquierdo de Austria, Hungria estaba del mismo modo, pero con el brazo derecho y, España estaba de pie y recargado sobre la cabeza del aristócrata.

—Entonces... —Dijo la castaña en un tono de voz coqueto.

—Señor Austria... —Continuo México con el mismo tono de voz que la europea.

—¿Ya nos diréis sobre eso? —Finalizo Antonio mientras enredaba sus dedos en el cabello de su ex esposo; Ninguno de los alemanes sabia que estaba pasando y que es lo que los tres ex esposos del de lentes le habían preguntado.

Por su parte Austria tenia un ligero tono rosa en sus mejillas, sostenía una taza con café en la mano derecha y se encontraba sentado en medio de los tres. Gilbert miro a su hermano, el cual solo levanto los hombros al desconocer la situación de aquellos cuatro. Que por cierto volvieron hacer la misma pregunta de hace unos momentos.

—¡Ya les dije que no les voy a decir nada! —Exclamo el de ojos amatista mientras se movía, haciendo que sus ex parejas se separaran de él. —Asi que, ya, dejenme en paz.

Roderich se dio cuenta de la presencia de su pareja, ambos se miraron a lo que Gilbert divertido le comento algo divertido que había escuchado de México y sus primos en la junta.

—¿Se te junto el ganado? —Elizabeth y Juan rieron, el aristócrata solo se eliminó a cruzarse de brazos.

—Solo quieren molestar. —Comento el aristócrata, a lo que Juan y Elizabeth se levantaron "ofendidos"

—¿Oiste eso Elizabeth? Ahora dice que molestamos —Dijo el menor de los dos mientras tomaba las manos de la húngara y ambos juntaban sus rostros pegando una mejilla con la otra.

—Lo se, que malo es Roderich, después de estar casados con él. —Siguio el juego la europea. Alemania río por la escena. —Mejor dejemoslo y estemos nosotros dos.

—Agh... Ya basta de juegos ustedes dos. —Dijo el austriaco en su tono serio. A lo que los menores rieron. España solo se había sentado en un asunto disponible ahí.

—Elizabeth de los Narvales Garcia. Estemos juntos y dejemos a Rodrigo Medina de los castillos. —Dijo México mientras tomaba las manos de la húngara, que divertida dijo.

—Pero Jose de los Cactus de Fuente... No podemos estar juntos porque... Me comprometo con Emma cruzitos grandes. —La castaña hizo una pose dramática, Austria negó con la cabeza con una ligera sonrisa. Ludwig río, era tan extraña la escena frente a él. Prusia igual que su hermano reía y España solo sonreía.

—Oh, Elizabeth de los Narvales Gracia me has roto el corazón, justo como lo hizo Rodrigo Medina de los castillos, ahora, me soltare de tu mano mano y moriré de tristeza. —Dijo en otra pose dramática el moreno. —Adios Elizabeth de los Narvales Garcia, que seas feliz a lado de Emma Cruzitos Grandes.

El menor se soltó y cayó al piso. Poco después se levanto con un quejido. Pero todos rieron en la cocina, Juan también rió, al estar levantados, todos empezaron a desayunar.
Todo estaba en orden cuando oyeron que alguien llamaba a la puerta, Elizabeth fue a abrir a la persona que estuviera afuera.

—¿Y como están ustedes dos? —Pregunto Austria a México y Alemania, a lo que la pareja solo sonrió un poco, no estaban del todo seguro, pero, posiblemente ya estaban mucho mejor las cosas entre ellos.

—Esperemos que bien. —Contestaron mientras se tomaban de la mano, España solo miro con seriedad pero no armo una escena, comió del cereal que se había servido, pero lo acabo escupiendo al escuchar una voz en particular.

—Juan José Iccauhtli Francisco Fernández Villavicencio de la Cruz III. —México también se atraganto con su cereal al escuchar su nombre completo (que no usaba por ser muy largo) y luego puso una cara de "Verga wey". Ibérico y latino voltearon ala entrada y, de brazos cruzados y semblante serio se encontraba Ciudad de México.

—¡M-mamá! —Exclamo nervioso el menor. —¿C-cómo llegaste a Europa sin tus papeles?

Pregunto, pues por lo que sabia su capital solo tenia un juego de papeles vigentes y esos eran los que él se había llevado.

—Tu tío Tlatelolco me presto los suyos y tu jovencito, tienes muchos problemas. —Dijo molesto Yahir. A lo que México trago algo del cereal que tenia en la boca. —Y tú. —Ahora se dirigía al español. —¿No se supone que también estas castigado?

—Ehh... Si, pero, pero vine a hablar con Alemania para ver si.... —Decia nervioso el padre del latino. —Solucionabamos las cosas.

Yahir lo miro serio y luego se dirigió donde su país para darle un tirom de oreja. El mexicano se quejo por ello, pero sólo hasta ahí.

—¡Y-ya Yahir! —Se quejo cuando le empezó a doler más. A lo que el chilango lo soltó, Juan solo se acaricio la oreja lastimada. —¿Solo viniste a regañarme?

—No, también vi e por ti.—Le contesto su pariente. —Aun tienes muchos deberes allá, y ya te diste el lujo de fugarte durante tres días.

El menor quiso empezar un berrinche, pero el capitalino no lo dejo, diciéndole que no podía dejar sin hacer sus deberes más tiempo, porque sino, otra ves acabaría durmiendo mal y posiblemente nuevamente en el hospital por no cuidar su salud.

—Oh, vamos chaval, el crió se puede quedar unos días más. —Intervino el ibérico a lo que el capitalino lo miro mal.

—Tú mejor ni digas nada,  —Comento con algo de molestia el pelinegro a lo que el castaño también replicó.

—¿Qué? Si soy su padre. —Ambos ex esposos se miraron con "molestia" que era mas seriedad que nada, todos miraron la escena incómodos, aunque a México eso no pare la afectarle.

—Ahora se porque tardas mucho en resolver los problemas. —Comento el austriaco a lo que Juan solo levanto la cejas.




[...]




México, Hungria y el mismo Alemania estaban afuera sentados en las escaleras del patio trasero, Prusia y Austria habían salido y bueno... Los padres del latino estaban adentro hablando... Algo subido de tono, pero lo hacían.
Juan peinaba el largo y castaño cabello de la húngara, algo que le gustaba hacer con sus primas o sus estados mujeres.

—¿Ellos estarán bien? —Pregunto el alemán refiriéndose a sus suegros.

—Seh, no hay de que preocuparse, siempre están peleando. —Comento el moreno mientras hacia unas cuantas trenzas en el cabello ajeno. —Seria raro que ellos no pelearan.

—¿Por qué pelean tanto? —Volvio a preguntar el rubio, algo preocupado de que México hubiera vivido en un ambiente de peleas y gritos.

—No lo se, pelean de varias cosas... Posiblemente de su matrimonio fallido. —Contesto con una naturalidad casual. La húngara no prestaba mucha atención a la conversación porque estaba oyendo algunos CD dramas que tenia en su celular.

—Juan, ¿has pensado en casarte nuevamente? —La voz del alemán se oía algo nerviosa y, bueno, es que a pesar de todos los problemas que habían tenido... Si todo se daba bien o medianamente bien en el futuro, posiblemente se arriesgaría a dar ese gran paso con el mexicano.

Juan no contesto rápidamente, mas bien dejo el cabello de Elizabeth y meditó su respuesta. Si bien su primer matrimonio se dio porque sus jefes así lo quisieron, eso no impidió que se acabara enamorando del austriaco.
Aunque no había vuelto a pensar en el matrimonio después de Roderich y de todas las relaciones fallidas que había tenido en el pasado.

—No lo e pensado mucho a decir verdad, pero... Posiblemente si quiera casarme nuevamente. —Contesto finalmente volviendo a trenzar y acomodar el cabello de la chica. —¿Por qué la pregunta señor Alemania?

—Alemania o Ludwig. —Dijo el rubio, Juan miro a su pareja, el cual con las mejillas en un tono rosa sonrió. —Somos pareja Juan, no hace falta que me sigas tratando de "usted".

Juan solo le devolvió la sonrisa y asintio. Ambos se miraron y se acercaron el uno al otro, para besarse con cariño.
Hungria al notar que no había murmuros, pausó su historia y puso la cámara frontal para ver, al notar el beso sonrió y tomo la foto mientras sonreía.
Disimulo cuando ambos se separaron.

—Te amo Juan. —Dijo Alemania muestras acariciaba el cabello oscuro del mexicano. El cual aun le sonreía.

—Yo también lo... Te amo Ludwig. —Dijo risueño, pues no estaba muy acostumbrado a tratar de "Tú" al alemán, pero lo haría. —No has respondido mi pregunta.

—B-bueno... Si el tiempo me lo permitiera... Me gustaría... —Estaba nervioso y se notaba, Hungria estaba que estallaba de felicidad por la pareja detrás suyo.

—¡Juan! —Grito Antonio dentro de la casa. El nombrado fruncido el ceño al oír la voz de su padre.

—¡¿Qué?! —Grito de vuelta en un tono molesto. Un "¡ven!" se oyó de parte del ibérico. El menor gruño un poco. —¡Voy! Me sostiene esto, no tardo.

Hablo con voz amable mientras le pasaba las trenzas que había hecho en el cabello de Elizabeth. El alemán las tomo y vio a su pareja marchar.

—Espero que el porvenir sea bueno, para oír pronto esa propuesta Lud. —Dijo risueña y amable la húngara. El alemán sonrió y empezó a trenzar el cabello de la muchacha.

—Yo también Elizabeth, yo también.

—Ohayo Perez.

Pd: ¡Capítulos finales!

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