24. "Austria"
Alemania caminaba por las calles y a su lado se encontraba Hungría, que se la había encontrado cuando el fue al súper por algunas cosas que faltaban en su despensa.
Al parecer la muchacha iba a casa del Austriaco, pero estaba a medio camino cuando recordó que este debía estar con Prusia. Así que decidió caminar un rato por allí, topándose con el menor.
-¡Muchas felicidades Ludwig! -Comentó ella animada al enterarse que se había ganado el favor de España para su relación con el latino.
-Gracias Elizabeth. -Agradecio el rubio con una sonrisa. "-No te ves muy feliz." comento ella, a lo que el fornido hombre rasco su nuca. -No, no, es que... Es algo increíble de creer a decir verdad.
Explicó, a lo que la castaña asintió.
-¿Nuevamente tienes problemas con México? -Pregunto ella en un tono comprensible, pero el rubio negó con la cabeza. -¿Dudas?
Él solo bajo la mirada, ¿acaso era tan predecible? La húngara le pregunto a su amigo que, que era lo que le acomplejaba ahora, a lo que él simplemente respondió.
-Es que, hace un mes, le pregunte a México si él volvería con la persona que amaba... Y, esa persona resulto ser Austria. —Se le veía decaído a lo que ella pregunto.
—¿Y qué te contesto?
—Que no lo haría... —Elizabeth estaba por decir algo, pero el alemán añadió. —Pero, porque Roderich ya estaba con alguien más y, la persona con la que esta, es mi hermano.
Hungría no sabia que palabras decir o utilizar, pues esa situación no le correspondía a ella.
Vio que el alemán llevo sus manos a su bolsillo, para después, extenderse lo a ella, que tomo el objeto entre sus manos. Al abrirlas, pudo notar dos anillos, uno de compromiso y uno de boda.
—¡¿Le vas a pedir matrimonio a México?! —Exclamó ella con algo de euforia mientras se detenía a admirarlos, Alemania sonrió un poco.
—No, son de México. —Corrigio él. A lo que la castaña lo miro confusa. —Son de cuando se caso con Austria.
—Le dio anillos más elegantes y bonitos que los que Roderich me dio a mí. —Dijo en un tono "molesto", Ludwig ladeó la cabeza a un lado con una pequeña sonrisa. —¿Por qué los tienes tú?
—Roderich me los dio, después de pedirse los a Juan. —Explico, caminando para estar a un lado de la húngara, la cuello le devolvió los anillos del mexicano. —Elizabeth, ¿tú sabes algo sobre la relación que México y Austria tuvieron?
—¿Uhm? No, lo siento Ludwig, cuando Austria fue a América por petición de Francia, yo me quede en Europa, así que, no se nada sobre eso. —Explico ella, el alemán dejo salir un suspiro. —Porque... ¿Por qué no se lo pides a Juan? Tal ves él te diga algo sobre ese tema.
—No lo se... —Dijo en un tono inseguro, ambos volvieron a caminar. Elizabeth al oírlo, lo animo a hacerlo, ya que, no era ella, no era muy recomendable que el alemán se quedara con esa duda.
Alemania sonrió por la compañía y la platica con la húngara. Cuando llegaron a dos casas de la del alemán, vieron a México y España afuera de esta.
El primero estaba de pie mientras comía la paella que se le había preparado, el segundo tenia sus manos en los oídos del pelinegro.
—¿Qué hacen afuera? —Pregunto Alemania. A lo que el ibérico con un tono rosa en sus mejillas respondió.
—Austria y Prusia están... —Rodo un poco los ojos a su derecha, mientras sus mejillas estaban un poco mas rojas.
—Tratando de ser padres. —Respomdio México aun con las manos de España en sus orejas. No se le vía sonrojado con el ibérico, sino que se le veía neutro. —¡Ya! ¡Quitame las manos de encima Toño!
Le exclamo el pelinegro alejándose de su padre, Alemania levanto una ceja ante el primer comentario de su pareja, agudizo el oído, oyendo desde afuera, muy ligeramente el sonido de una cama y, uno que otro gemido.
Al igual que su suegro, sus mejillas tomaron un color rosa, pero mas intenso, ya que...
Él y México habían intentando tener acción un día antes... ¿Tambien se habra escuchado algo?
—¡No es algo que un chaval como tú deba oír! —Exclamó el castaño. Pero México solo se limito a saludar a la húngara.
Después logro ver que el mexicano tomaba aire, para luego oírlo exclamar.
—¡Ya wey! ¡Lo vas a matar! —Hungría rió por el comentario lanzado a la pareja dentro de la casa. Alemania volvió agudizar su oído, notando que el sonido de la cama paraba. Volteo a ver al pelinegro el cual reía y chocaba los cinco con Elizabeth.
—Bueno, creo que yo meteré las provisiones. —Anuncio el alemán, México se ofreció a acompañarlo. Pero el ibérico no lo dejo, tomando él las Comoras y junto a la húngara entraron en la casa.
Dejando al germano y al latino afuera.
—A pesar de que ya hablamos me sigue tratando como un niño. —Se le oía algo molesto al mexicano.
—¿Quieres ir al patio de atrás? —Pregunto el rubio, a lo que el mexicano asintió. Ambos caminaron a un pequeño pasillo que había al lado izquierdo de la casa. Al llegar al patio de trasero, ambos se sentaron en una mesedora para dor personas. Alemania recordó su conversación momentos atrás con la mayor. —Juan...
Lo llamo inseguro, pero lleva do su mano al bolsillo de su pantalón, el nombrado volteo a verle, se le veía más calmado que hace unos momentos.
—Mande. —Respondio volteando a ver al alemán, el cual le extendió la su mano abierta mostrando los anillos. México pareció sorprenderse de que el alemán los tuviera. —Oh, gracias.
—Yo... bueno, Austria me los dio, pero no sabia si devolvérselos a él, o, a ti. —Desvio un poco la mirada, pero noto como el mexicano volvía a poner la cadena al rededor de su cuello.
Pero, Juan no sabia que decir en esos momentos. —Tú... ¿Extrañas esos momentos?
El mexicano parpadeo un poco, pero no miraba al alemán. Suspiro y contesto.
—Hay veces en que si, pero, se que por algo pasan las cosas y, se que, lo que hubo entre Austria y yo no era para que durara mucho. —Lo vio desviar la mirada, Ludwig tomo con su mano derecha la izquierda de su pareja, lo que hizo que volteara a verlo.
—Lamento si estoy preguntando de más, pero, ¿eso tiene algo que ver con lo que le dijiste cuando te estaba regañando? —Pregunto nuevamente el fornido hombre, recordando el momento en que el menor le reclamo el no luchar por una relación, Juan suspiro.
—Si, así es. —Alemania preguntó si podía saber a que se refería con ello, a lo que el mayor apretó un poco la mano de alemán. —Austria y yo no hemos vuelto, no porque no queramos, sino que él me dijo que no podía... Porque según él. Me había fallado y que no merecía estar conmigo y no se que tanta cosa me dijo, solo entendí que no volveríamos a estar en una relación él y yo.
Pero, eso no a impedido que seamos amigos.
—Debieron ser momentos muy felices. —Comentó algo decaído el alemán. A lo que México río un poco, el fornido hombre lo miro con el ceño ligeramente fruncido.
—No, no del todo, a decir verdad estaba en época de guerras y de división de mi pueblo. Liberales contra conservadores. —Lo ultimo lo dijo en un tono grueso. —Tuve una batalla con Francia (de la cual no pienso hablar), de hecho fue Francis el que acordó con algunos de mis jefes convertirme en una monarquía... Austria vino me puso un anillo y... ¡Ya! Ni siquiera me pregunto a decir verdad... De hecho, mi jefe en esa monarquía me caía bien. Pero Benito Juarez quería el poder y busco apoyo en Alfred lo que causo mas problemas y, al final, fusilaron a Maximiliano y yo me volví una republica.
Alemania veía algo incredulo al moreno, por lo que le había comentado Rusia de que México Y Austria no se podían olvidar, que eran dos corazones latiendo en uno solo, siempre pensó que la relación del Imperio Austromexicano fue de color de rosa; bueno, el político si tuvo varios fallos, pero el sentimental no lo tenia muy claro.
—¿Entonces si relación no fue buena? —Pregunto él nuevamente a lo que México respondió.
—No y si... Obviamente tuvo sus altas y sus bajas. Pero, si, fue buena por así decirlo. —Comento, por alguna razón Alemania se sentía mas "ligero". —¿Algo más que quiera saber?
Pregunto ahora el mexicano, a lo que el alemán lo miro, y volteo un poco su cuerpo, para después tomar con sus dos manos la mano izquierda del latino.
—¿Aun amas a Austria? —-Se le oía algo serio, pero sus ojos azules veían los oscuros del moreno. Que no desvío la mirada del germano cuando contesto.
—Tanto como te amo a ti. —El alemán lo miro confuso y aunque no lo sabia, el mexicano le había respondido de la misma forma que al mismo Austria.
—¿Cómo? No lo comprendo... —Confezo el rubio, a lo que México sonrió.
—Que los amo por igual... Mmm... —Lo vio desvías la mirada un poco, como si buscara palabras para lo que había dicho. —Como decirlo... Mire, el amor que le tengo a ambos es el mismo en cantidad, pero, a usted lo amo de forma romántica, pero a Austria lo amo de forma como, amigos o como familiar. ¿Comprende?
—C-creo que si. —Respondio el fornido hombre. —A mí me quieres como novio... ¿Pero a Austria como amigo? ¿Se puede amar a dos personas?
—Claro, a más de una a decir verdad, pero no es el mismo amor. No creo que lo que usted siente por mi, es lo mismo que sienta por Gilbert ¿o si? No es lo mismo el amor familiar al que se le tiene a una pareja o a un amigo.
Alemania ya comprendía mejor la situación, así que asintió mientras sonreía. El moreno le devolvió el gesto y ambos se miraron sonsados, acercándose un poco mas a el contrario, para unir sus labios.
Estaban tan cerca, cuando.
—¡Hey! ¡Separaos vosotros dos! —Exclamo España saliendo de la casa y dando manotazos en el aire para separarlos. México fruncio el ceño. España no quería otra pelea con su ex colonia. —Bien, pero no quiero nada de segunda o tercera base. ¿Comprendeis?
Con aquella advertencia volvió a la casa, cerrando las puertas a su paso y poco después Hungría cerro la cortina de esta para darles privacidad nuevamente.
—Ohayo Perez.
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