19. "Lúgubre"

—Tú, ¿lo sabias? —Pregunto Antonio levantando la mirada nuevamente. El capitalino alzo las cejas. —Lo de sus parejas, ¿tú lo sabias?

—Si. —Dijo directamente el menor mientras lo veía. Antonio fruncido el ceño. —No es mi culpa que no te tenga confianza.

—¡Y no pensabas decirme algo tío! —El castaño se levanto de donde estaba, quedo de frente al pelinegro, aunque la diferencia de estatura era notable.

—Haber, en primera, te me vas calmando porque a mí no me hablas así. Segundo, ¡no es mi culpa que tengas una mala comunicación con él! —Exclamó ahora el capitalino. España veía a su ex pareja con una especie de puchero y molestia.
Yahir se cruzo de brazos y Antonio se volvió a sentar, pero al momento se volvió a levantar.

—¡Tú me ayudaras hablar con él! —Dijo tomando las manos del menor, el cual lo miro confuso.

—¿Qué? ¡Ah no! No me metas en tus asuntos, además, no creo que él quiera hablarte en momentos como este. Deberías dejar que se calmen las cosas, sabes como es cuando se enoja. —Dijo Yahir viendo al castaño, este suspiro.

—Oye bastardo, los policías... —La voz de Italia del sur se interrumpió al ver al ibérico y al capitalino. —Oh, no pensé que tuvieras compañía.

—¡Lovi! —Exclamó Antonio y se le hecho encima al italiano, el cual se quejo por el abrazo sorpresa de su contrario. —¡Lovi! Yahir no me quiere ayudar con México.

La actual pareja de Antonio y su ex, se miraron. El capitalino suspiro.

—Solo estoy diciendo que debería dejar pasar un tiempo, porque Juan debe estar muy enojado con él. —Explico el pelinegro, el italiano asintió mientras intentaba cruzarse de brazos. Algo difícil por el abrazo del español.

—Ella tiene razón Antonio. —Dijo el sureño. —Acabas de golpear al novio de una de tus ex colonias. Fuiste arrestado por la policía londinense, y además, tienes prohibido viajar fuera de tu casa hasta dentro de tres meses. Todo en menos de veinticuatro horas

El español solo miro al italiano con un puchero y se fue a la silla, donde un aura deprimente lo acompañaba.

—Eso no resolverá nada. —Dijeron con dureza los dos jóvenes, a lo que el español solo se quedo en su lugar.



[...]



En otra parte de la oficina, Alemania dejaba salir un suspiro pesado, volteo a su derecha y se encontraba Rusia y a lo lejos España. Luego lo hizo a la izquierda y vio a Estados unidos y a lo lejos estaba México. Pero a este no lo veía porque estaba recostado en el piso.

Ludwig respiro, pero le dolió al hacerlo, pues España lo había golpeado en el torso... ¡Le dolía bastante y eso solo le había dado con los puños!
Tenia morenotes en el torso y uno que otro en la cara, pero eso no era nada, comparado a como quedaron Rusia y Estados Unidos, ambos estaban más golpeados y tenían algo de sangre en el rostro.

Bajo la mirada, pero no por mucho tiempo, pues la puerta se había abierto nuevamente dejando ver a su hermano y a Roderich.

—Bien pequeño Lud, ya puedes salir de aquí. Lo malo del asunto, es que cuando lleguemos a Berlín, no podrás salir del país dentro de tres meses. —Comento el albino mientras lo veía, el alemán se levanto al oír aquello.

—¡Pero tengo juntas! —Rxclamo, el prusiano levantó los hombros ante la queja de su hermano menor.

—Es lo mas que pudimos hacer, porque te iban a prohibir volar por más tiempo. —Intervino el austriaco, el rubio suspiro y volteo la mirada hacia el moreno que estaba en el piso. —Gilbert tendrá que ir en tu lugar, fue lo acordado con Inglaterra.

El alemán no oyó lo último, seguía pensando en el mayor, era la primera ves que lo veía de ese modo, lúgubre; El mexicano solo estaba tirado en el piso sin decir nada, estaba molesto... No, estaba enojado.
Además de que le dolía la cabeza por la resaca que aun tenia.

—Nunca lo había visto así. —Dijo el alemán, los otros dos se miraron entre si pero no hablaron mucho de ello. —Deberia hablar con él.

—No te escuchara. —La voz de Estados unidos se unió a la conversación, los tres voltearon a ver al norteamericano. Alemania pregunto a que se refería, a lo que Alfrd solo dijo. —Esta enojado, cuando esta así, no oye motivos, disculpas o cualquier cosa que quieras decirle. Te lo dijo por experiencia.

El rubio de lentes se levanto, un oficial británico les quito las esposas a él y al germano.
Se acerco a ellos mientras sobaba sus muñecas.
La puerta se abrió nuevamente, dejando ver a los demás intranets de la FACE family.

—¡Mi gordito de nata! —Exclamó Francia mientras se le hechaba encima abrazándolo. Alfred se sonrojo de que todos escucharan como lo llamaba el galo.
Prusia evito reír por el "ridículo" apodó del norteamericano.

—¿Y solo por experiencia dices que no debo ir hablar con él? —Tomó uso de la palabra el germano nuevamente. Estados unidos cerro un momento los ojos al sentir un beso en la mejilla poniéndolo mas colorado

—Bueno, la experiencia propia es algo que puedo decir. Además de que llevo mas tiempo conociéndolo que tú, sinceramente. —Explicó el mayor al abrir los ojos. Alemania volteo la mirada diciendo que, porque no, iba a Austria a hablar con México. Alfred replico. —Ahg... Si no te escuchará a ti, ¿qué te hace pensar que lo hará con Austria? Además, España te quiso (como dice Juan) agarrar a madrazos hace unas horas, si quieres mas problemas con la policía de Arthur, adelante, acercare a su retoño.

—En eso Alfred tiene razón Ludwig, no es muy recomendable acercarse a Juan. —Comento el Austriaco.

—Cuando Mon amour se enoja, es muy explosivo. —Dijo el galo mientras seguía abrazado a Alfred, que había fruncido el ceño al oír el apodo que Francia le de la a México desde hace mucho tiempo. —Creeme que es mejor estar alejados un tiempo.

—¡Vete a la chingada! —Todos voltearon a donde España se encontraba, vieron como la "madre" de México se alejaba de ahí. —Con permiso, por favor.

Dijo y los países abrieron paso, lo vieron acercarse al latino. Los vieron levantarse e irse, cuando abrieron la puerta, Lituania entraba en las oficinas.

—S-señor R-Rusia... Ya po...podemos irnos. —Tartamudeo, el ruso no dijo nada, solo se levanto, un oficial le quito las esposas, al verlo levantar la mirada vieron ojeras en los ojos del ruso y ese aura pesada seguía ahí.

Las miradas de Rusia y Alemania chocaron. El germano no pido identificarlo del todo, pero sabia que lo miraban con odio, desprecio....
Ludwig solo veía molesto al eslavo, posiblemente en el fondo el odio era mutuo.


—Ohayo Perez.

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