15. "De dos"

En la habitación donde se encontraba la húngara y el germano, Roderich entro, pero no estaba solo, el mediterráneo llegaba a su lado.

—Buenas tardes señor Austria. —Inclino la cabeza hacia delante un poco, mientras mostraba una sonrisa.

—Buenas tardes Hungría. —Devolvio el saludo el austriaco, a la habitación entro un alegre italiano.

—Alemania~ —El rubio se levanto al verlo y el castaño lo abrazo. El italiano se puso de puntillas al estar cerca del menor y poder abrazarlo bien por el cuello.

—Italia... —Fue lo único que pudo decir después de abrazar al menor. Este se separo y abrazo a la húngara, el germano miro al aristocrata. —¿Dónde esta México?

Austria solo lo miro, desvío la mirada, no quería meter mas problemas en esos dos. Pero tampoco ser un mal primo, suspiro.

—Rusia se lo llevo para hablar, pero Juan me dijo que vendría lo mas pronto posible a hablar contigo. —El alemán fruncido el ceño y dio un paso hacia Roderich.

—¡Pero si Rusia causó todo este problema en primer lugar! ¿Por qué se a ido con él? —Austria solo negó con la cabeza. Diciendo "—No lo se." —Uhg... Tengo que ir a buscarlo.

Veneciano volteo a ver a su amigo, Austria no planeaba detener al germano. Ludwig empezó su caminata y el castaño empezó a ir detrás de él. La puerta se cerro con un casi fuerte golpe.

—¿Estas seguro de no detenerlo? —Pregunto la castaña al de lentes.

—Ellos deben resolverlos solos, yo ya e hecho mucho por ambos. —Contesto, mientras sacaba de su saco su celular.






[...]







—¿Alemania? ¿Te encuentras bien? —Pregunto algo temeroso Italia, Alemania solo caminaba con paso duro, como si marchara.

—No Italia, estoy furioso con Rusia. —Le costesto. El mediterráneo iba a decir algo, cuando se encontraron con otro país en su camino.

—¡Japón! —Llamo el castaño al asiático el cual volteo al ser nombrado. Cuando el eje estuvo lo bastante cerca. Este hizo una reverencia.

—Alemania-San, Italia-San, es un gusto verlos. —Alemania saludo, para despues disculparse, para seguir su camino. Peronel italiano le pido al nipón que los acompañara, este solo lo miró. —De acuerdo Italia-san.

Ambos iban detrás del germano.






[...]







—¿Entonces, les han dicho que no han sido sinceros? —Cuestiono Kiku mientras caminaba con calma. Alemania asintió. —Disculpe usted mi indiscreta pregunta Alemania-san. ¿Pero sigue gustando de Italia-san?

—¿Cómo podría saberlo? —Respondio, los tres se encontraban ya fuera del hotel, pues no habían encontrado al latino ni al eslavo dentro. Italia levanto la mirada como si pensara. Y sonrió. Apresuro su poco su paso, estando delante del otro europeo, el cual solo miró una sonrisa en el mediterráneo.

—Muy sencillo Alemania. —El germano le pregunto "—¿Cómo?". —Alemania solo necesita inclinarse un poco para escuchar.

El fornido hombre fruncido ligeramente el ceño, pero hizo lo que el italiano le pido; el alemán abrió los ojos en forma de sorpresa y se alejo rápidamente cubriendo sus labios al sentir los del mediterráneo sobre los suyos.

—¡¿Q-que diablos?! —Exclamó, el italiano sólo sonreía en su lugar. —¡Italia como se te ocurre hacer eso! ¡Yo estoy saliendo con México!

—¿Alemania-san, esta molesto? —Pregunto el nipón.

—Un poco... —Fue sincero, aunque a la ves, sintió ligeras cosquillas por el gesto. —¿Por qué hiciste eso Italia?

—Para saber si Alemania sigue gustando de mí. —El fornido hom de solo comento que no lo comprendía. —Si Alemania gustaría de mí aun. Se hubiera sonrojado, se hubiera puesto nervioso y su pulso se hubiera acelerado.  Mmm... Por ejemplo...

El castaño llevo su dedo índice a la mejilla y puso una pose pensativa. Luego sonrió y se inclinó, el alemán logro ver como el italiano se acercaba a Japón, el cual, al igual que él. Abrió los ojos rápidamente.

—¡I-I...Italia-san! —Exclamó el nipón, haciendo el mismo gesto que el alemán, poniendo sus manos sobre su boca y retrocediendo varios pasos. Las mejillas del país del sol naciente estaban totalmente rojas y era obvio su nerviosismo.

—Asi, igual que Japón. —Comento con una sonrisa.

—¿Me estas tratando de decir, que tú y Japón están saliendo? —Pregunto con voz neutra el alemán. El italiano negó con la cabeza.

—No, Japón debe crecer si quiere que lo invite a una cita por los canales de Venecia. —Comento Italia, en sus mejillas había un ligero tono rojo en sus mejillas. Antes de poder comentar algo, Japón hizo uso de la palabra diciendo.

—México-san y Rusia-san están por allá. —Señalo por la espalda del alemán. Este volteo, efectiva mente, se encontraban ambos por allí, caminando, hablando de quien sabe que cosas. Cuando el fornido hombre estaba dispuesto a ir, Japón lo detuvo sosteniéndolo del brazo.

No oían la conversación por la lejanía, pero si las acciones de ambos países.




[...]




México caminaba a un lado de Rusia, ninguno había dicho nada dentro del hotel, pues sabían que "las paredes también escuchaban".
Y querían evitarse que alguien oyera de lo que hablaran, así que, fueron a un parque cercano que ha la cerca de aquel hotel.

—Yo solo quiero lo mejor para ti. —Le dijo con voz calma el ruso a su ex pareja, Juan suspiro y comentó.

—¿Y crees alejando a la persona que amo te funcione? —No quería ser duro con Ivan, le tenia un gran apreció, pero no podía dejar que el eslavo se metiera en su vida personal.

—Vamos México, tú mismo sabes que hago esto porque te amo. —Le comento, el mexicano fruncido el ceño.

—No Rusia, lo nuestro ya paso... ¡Yo ya no quiero nada contigo! —Exclamó y empezó a apresurar el paso, pero Ivan lo detuvo y lo acorralo en un árbol cercano. México se tenso. —Ivan... Dejame ir... Sabes que no me gusta que me aprisionen.

—Lo se, pero México yo, te amo, te necesito a mi lado. —El moreno no volteaba a ver al ruso, se sentía incomodo teniéndolo encima... Porque el estar aprisionado, le recordaba lo que le hizo Francia.

—Ya dije que no, así que no te metas en mis asuntos y... ¡Adios! —Trato de quitar al ruso de encima suyo, pero este lo tomo del mentón, haciendo que lo mirase. —Rusia...

—Entonces, mirame a los ojos y dime que no me amas. —Le dijo en un tono serio. El mexicano miro los ojos amatistas del mayor, suspiró.

—Bien... Lo siento Rusia, pero no te amo, yo amo a Ludwig. —Dijo con voz firme, viendo sus ojos amatista. Si el ruso quería oír lo obvio, México se lo diría. —Y, no quiero que vuelvas a internir en nuestra relación.

—¿Por qué él?... —Pregunto el eslavo evitando mostrarse débil.

—Porque me esta dando motivos para quedarse... Y no para irse. —Fue lo único que comento, empujando un poco al eslavo, el cual dio unos pasos atrás, dejando de acorralar al menor. —Con permiso... Debo ir a dilculparme con él... Y lo siento, pero tú pediste que te lo dijera, yo solo fui sincero.

Ivan no dijo nada mas, solo lo vio alejarse. El mexicano siguió caminando hasta que llego a ver al alemán con los otros dos miembros del eje. Se detuvo delante de ellos.

—Japón, ven creo que vi una tienda con ropa, vamos a ver que podemos encontrar. —Mencionó el mediterráneo, llevándose al asiático de ahí y dejando solos a los otros dos.

—México... —Llamó el rubio mientras lo veía, el moreno desvío la mira un poco, pero luego volteo a ver a su pareja.

—¿Podemos... Hablar?... —Preguntó el pelinegro, a lo que el alemán asintió. Como les habían dicho Hungría y Austria, debían ser totalmente sinceros con el otro.





—Ohayo Perez.

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