1. "Aceptación."
Dos meses después de los acontecimientos en casa del alemán, México se encontraba en su casa. Pensaba en como le diría a sus estados su nueva relación. Claro, él sabia que no habría mucho problema con ellos.
Bueno, eso lo sabia por sus pasadas relaciones. Se acostó en la cama, pensando en el alemán, y una sonrisa adorno su adolescente rostro.
Y es que amaba al europeo mas de lo que pudo amar a otra nación que lo volviera así de loco, claro, que no fuera Austria.
Después de pensarlo y, aprovechando que eran las 3 de la tarde. Tomó su teléfono y llamo al país alemán.
«—¿Buenas noches? —Se oyó la voz calma y seria del aleman. »
—Buenas noches señor Alemania. —Del otro la linea el alemán sonrió instantáneamente, justo como el mexicano. —¿Esta ocupado?
«—No, para ti no lo estoy. —El mexicano río un poco por sus palabras. —¿Qué sucede México? »
—¿Usted cree, que pueda venir aquí a mi casa? —Preguntó con nerviosismo el alemán se sorprendió, aunque eso no lo sabia el mexicano.
«—Eh... Claro, ¿cuando seria? —Pregunto, tomando una agenda revisando como mover sus asuntos para poder ir a México con su novio. »
—¿Le parece bien, dentro de dos semanas? — Volvió a sonreír aunque el alemán no lo viera.
«—Me parece bien. Si, dentro de dos semanas puedo ir. »
—Entonces, hasta dentro de dos semanas. —Su voz sonó calida, justo como la conocía el alemán.
«—Dentro de dos semanas Mexico. —Por la linea del teléfono se escucho un calido "Lo amo señor Alemania" de parte del americano. —Yo también te amo México. »
Ambos cortaron la llamada, el mexicano suspiro y abrazo la almohada mas cercana, hace mucho que no sentía ese amor por alguien. Cerro sus ojos, pero un amargo de uerdo llego a él.
“—¿Amarme? Pero no serias capaz ni de complacerme... —Su voz amarga y sus palabras dañinas resonaron por la habitación. La voz del mexicano, débil y casi llorosa respondió.
—Dejame demostrarte que puedo, por favor... Y-yo te amo... ”
Abrió los ojos, mientras cambiaba de expresión. ¿Por qué recordaba algo así? ¿Y en momentos como ese?
Gruño para si mismo, no debía recordar a ese tipo... No, ya no. Pues ahora podía ser feliz con Alemania y eso era lo que le debía importar ahora.
[....]
Pasaron los días, después de mover no solo su apretadisima agenda, sino que tambien la de sus estados.
Estaba listo para que el alemán llegara, sus 31 estados y la capital se reunieron en la que fue la hacienda de Antonio durante el virreinato.
Y que claro, años después pasaría a ser suya. Todos reunidos en la sala, esperando la noticia de su país. El chico después de u as horas, se paro enfrente de ellos.
—Bueno... Como sabrán, los e citado aquí, para decirles algo muy importante. —Comenzo el joven país, mientras trataba de limpiarse el sudor de las manos.
—¿De que se tratara joven México? —Preguntó curiosa Chiapas. Todos empezaron a murmurar, ya tenían ganas de saber por que su país los citaría y que no fuera por cosas políticas.
—Bien, eso es a lo que iba. —Comento con una sonrisa nerviosa. —Bueno, como saben, estoy soltero desde hace mucho tiempo...
—Desde que España corrió a aquel ruso la otra vez, pensé que te quedarías a vestir santos. —Comento divertido Zacatecas, unos cuantos rieron recordando aquella escena.
—Si... Yo también lo creí. —Comento algo incomodo el muchacho.
—¿Entonces, ya hay alguien mas? —Pregunto Durango.
—Eh... ¡Ah! Si. Si... Ya hay alguien mas y bueno, por eso los cite, para que lo conozcan. —Les sonrió nervioso. Y todos se emocionaron, hace mucho que no le conocían una pareja a su país. —Bien, les presento... ¡Al señor Alemania!
Exclamo mientras con entusiasmo señalaba la puerta de la sala, todos voltearon su mirada para allá.
Por la puerta entro un nervioso y sonrosado alemán. Estaba vestido formalmente y caminaba lo mas seguro que sus piernas lo dejaban, al estar a un lado del mexicano, sonrió y con su voz calma, pero seria, saludo a los estados del menor.
—Buenas tardes, es un gusto conocerlos a todos. —Todos del volvieron el saludo. El mexicano abrazo el brazo del alemán con alegría. Y les preguntó.
—¿Y, que dicen? —Pregunto nerviosos, pues todos se quedaron callados después del saludo del alemán.
—¿Te gustan todos güeros verdad? —Comento divertido la tabasqueña y es que... Siempre que presentaba a alguien. Era de piel clara.
—Y gringos, no lo olviden. —Comento Oaxaca, todos rieron. El mexicano soltó al alemán y cruzó los brazos.
—Es europeo. —Replico México.
—Gringo, europeo. Es lo mismo. —Le contesto de vuelta la veracruzana.
—Alemania. —Llamo su atención el estado poblano, el dormido hombre lo miro. —¿Que puedes ofrecerle a nuestro país? Aparte de cariño y amor.
—¡Puebla! —Exclamo el joven país.
—Ehh... Bueno, soy una potencia europea. —Comento algo inseguro el alemán. Todos exclamaron.
—¿Potencia? ¿Eres país de primer mundo? —Preguntó Sonora mientras cruzaba las piernas. El alemán asintió.
—Entonces tiene bastante que ofrecer. —Mencionaron los Baja California, todos asintieron.
—Como la Wurts —Todos rieron nuevamente. México se sonrojo por ello.
—Ya veo porque México siempre trae salchichas a casa. —Nuevamente rieron por el comentario de Sinaloa. El sonrojo del mexicano era mas evidente.
—Oiga señor Alemania. ¿A usted le gusta la salchicha mexicana? —Preguntó divertido Colima, el alemán lo miro dudoso.
—¡Dejan de aburear al Alemán! —Les reclamó el país latino, todos rieron por ello. Y es que les causaba gracia, pues el alemán no entendía de ello.
—Ya, ya. Tranquilo muchacho, —La voz calma de Chihuahua resonó por el salón. Que él dijera algo era de sorprenderse. Pues el norteño, no era de muchas palabras. —Solo queremos lo mejor para ti, y si, este país lo hace. Esta bien, pero tenga encuenta señor Alemania, que si le hace daño a nuestra pequeña nación, nosotros no dudaremos en hacerle daño a usted.
El alemán se puso nervioso tras las palabras del estado del mexicano. Todos asieron cuando el chihuahuense termino de hablar, pies en picas palabras. El norteño había dicho que todos pensaban.
Después de calmar la seriedad del asunto, volvieron con las bromas. Los estados habían aceptado al europeo.
Claro que, lo estarían vigilando para evitar algún daño emocional hacia su país. Después de hacer un gran banquete, pues la pelea de quien cocinaba surgió, poniéndose todos de acuerdo en cocinar algo cada uno.
Todos fueron a descansar, las emociones fueron varias, pero sobre todo positivas. El mexicano hablo un poco con su capital y después, fue con el alemán.
Apagó las luces y se acostó a su lado.
—¿Y, que piensa? —Le preguntó el joven país.
—Que tienes una gran familia México. —El alemán beso la frente del moreno. —Son unidos, amables h muy alegres. Ya veo de donde eredaste todo eso.
Enredó sus dedos en el oscuro cabello del mexicano el cual sonrió y río suavemente.
—Y usted, ya es parte de mi familia, señor Alemania. —Se besaron suavemente h se abrazaron para dormir. Había sido un buen inicio, pero solo era el inicio. Aun faltaban los primos del menor y España.
—Ohayo Perez.
Ya cerca el alba, la puerta de la habitación se habrio. Dos de los estados entraron.
—Me quieres decir... ¿Por qué entramos? —Susurro Ciudad de México mientras seguía al hidalgense frente a él.
—Porque tu no me das lo que necesito. —Replico con un Susurro. —Necesito de mis Shipp para vivir.
Hidalgo subió con cuidado en la cama, y sacó una cámara fotográfica. Sonrió y apretó el botón, tomando varias fotografías.
—Estar en ese grupo con las chicas te hizo mal. —Volvio a comentar la capital. Cuando el hidalgense bajo de la cama, con voz susurra replico.
—Para tu información, yo cree ese grupo. —Puso una mano en su pecho con orgullo. —Y ellas me ayudan a shippearlos a todos ustedes.
—Creó... Que ahora entiendo todo. —Comento saliendo de la habitación. Al estar fuera, prefirieron hacer el desayuno. Mientras Hidalgo sonreía por las fotografías.
—Ohayo Perez x2
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