CAPITULO 2
Narcisa Black era una mujer hermosa, rubia, de unos bellos ojos azules, proveniente de una familia humilde en Londres.
Habría estudiado en la universidad de Londres, la carrera de Administración de Negocios.
Allí conoció a Lucius Malfoy, era un joven, alto, rubio de bellos ojos grises, muy apuesto, a la par de ambicioso.
Su padre, Abrazas Malfoy, era un hombre muy rico, ambicioso que no creía en el amor, sino en acrecentar sus arcas y propiedades.
Había dado la mano de su hijo para una unión ventajosa con la hija del capo de Francia, Edmundo Greengass, su nombre era Helen, bella pero hueca a los ojos de Lucius
Habiendo conocido el amor que se tenían los jóvenes y sabiendo que Narcisa no le podría aportar nada financieramente a su familia. los separó e hizo que su hijo
cumpliera su voluntad, casándose con Helen Greengass.
Narcisa al enterarse, de su matrimonio y sabiéndose embarazada de Draco, se presentó ante Abraxas, indicándole que el niño era hijo de Lucius, éste no le creyó y la echo.
Narcisa, se escondió hasta que dio a luz a Draco, siendo encontrada por Abraxas, quién la acogió en su casa, reconociendo al niño como un Malfoy.
Abraxas quería criar a su nieto solo, quiso desaparecer a Narcisa, pero no lo logró, ya que está fue alertada por Erick Parkinson, su mejor amigo y eterno enamorado.
Erick ayudo a Narcisa y a Draco, a salir de Europa, consiguiendo que les aprueben sus visas para Estados Unidos.
Abraxas arrepentido de lo que hizo la buscó en América, y a través de su abogado y amigo, Sirius Black, para calmar un poco su pena, su dolor, por lo que le había hecho a Narcisa y a su nieto, les enviaba transferencias mensuales, para que su nieto no pasará necesidades.
Pero Narcisa era orgullosa y no utilizaba ese dinero. Regresando los cheques intactos a las manos de Sirius. Quién tomo la decisión de abrirle una cuenta bancaria a Draco.
Llegaron a la casa. Los dos jóvenes. La mesa estaba dispuesta para tres personas. Narcisa en la cabecera, como la cabeza de su pequeño hogar. Draco a su derecha y Hermione a su izquierda
—Buenas tardes Narcisa — saludó Hermione
—Hola hija — Narcisa le dió una enorme sonrisa —¿Cómo estás?
—Bien gracias - respondió la castaña.
—Toma asiento por favor—la rubia señora extendió una mano con cortesía —Sirvete todo el pollo que gustes, estás en tu casa
Y vaya que si lo era, ya que Hermione, desayunaba y cenaba todos los días con ellos, desde que conociera al rubio, en la oficina del Decano.
Siendo presentados por Sir Sirius Black, como dos jóvenes londinenses. Ella como hija de Flavio Granger, conocido en América, como abogado.
Y Draco recomendado como su ahijado. A pesar que su apellido tenía un gran peso económico en Londres, detalle que el joven desconocía.
Terminaron de comer, y ambos jóvenes se dirigieron al jardín de la casa, un lugar hermoso lleno de rosas blancas, rojas y lirios lilas, flores preferidas de Hermione, y un gran manzano, fruta preferida de Draco.
Draco se sentó en el césped, apoyando su espalda en el árbol. Y golpeó con su mano a un lado para que la castaña tomará asiento.
Hermione se sentó e hizo lo mismo.
Draco miraba a su madre, esperando que le transmitiera fuerza.
- Hermione quiero hablar contigo.
- Si claro, dime - dijo la castaña.
- Hermione, yo soy un pobre diablo, hijo de una madre soltera y de un padre desconocido y no tengo conocimiento alguno sobre el paradero de mi padre, ni idea si el aún vive, no tengo nada que ofrecerte solo mi amor sincero y mi vida - Dijo el rubio.
Serán tuyos y puedes hacer con ellos lo que tú quieras. Solo quiero saber si tú sientes lo mismo por mi.
- La castaña lo miraba embelezada, y en cuanto el rubio terminó de hablar, acarició su mejilla, y lo besó, apenas fue un roce de labios, pero le supo a gloria al rubio.
- Yo también te amo Draco - aseveró la castaña.
Ambos se abrazaron y se besaron, por un largo rato.
Draco apoyó su espalda al tronco del manzano y la castaña apoyó su cabeza en el pecho del rubio.
Mientras Narcisa, los miraba féliz, desde la cocina, recordando su tiempo de noviazgo con Lucius.
Fue corto pero lleno de amor.
Aunque su amor estaba intacto.
En Londres, Lucius escondía tras un cuadro, parte de las ganancias que debía entregar a Flavio, pensando que este no se daría cuenta del faltante. Que equivocado estaba.
Flavio, recibía las cuentas semanales de Lucius, Nott y Parkinson, contaba y recontaba el dinero, una y otra vez y seguía faltando el dinero.
Flavio se puso de pies, se acercó a Lucius y agarrándole del cuello de la camisa le dijo - más te vale, que el dinero que falta aparezca mañana en mi oficina, o tus hijos pagarán tu afrenta con sangre, lo soltó empujándolo lejos de él.
Lucius cansado de las migajas de Flavio, se lío con su suegro para destruirlo.
Que equivocados que estaban ambos hombres, al subestimar a su enemigo y de lo que era capaz de hacer Flavio, cuando era traicionado.
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