Capitulo 14
Una vez terminaron de amarse y profesarse todo el amor que sentían uno por el otro.
El rubio besó una vez más a Hermione, primero en su cabeza, luego sus ojos para no olvidar sus bellos ojos color chocolate que tanto le gustaban, su pequeña nariz y al llegar a su boca la saboreo como quien se come el dulce más delicioso, lamió sus labios y los delineó despacio para guardar en su memoria su sabor y tersura.
Introdujo su lengua acariciando su cavidad con deseo ya que no quería soltarla.
Fueron tantos años de soñarla entre sus brazos que ahora se estaba volviendo muy díficil separarse de ella.
Draco la soltó y se levantó de la cama, y dándole una última mirada se metió al baño.
Se ducho sin ganas y se vistió rápidamente saliendo de la habitación para encontrarse con su padrino que lo miraba divertido.
- ¡Cambia esa cara muchacho! - susurró Sirius ya verás que el tiempo pasará volando y en un abrir y cerrar de ojos volverás a estar con tu esposa.
- ¡Esta bien! - suspiró cansado Draco. Tomó su maleta que ya estaba lista en la puerta y salió escoltado por Weasley y sus hombres que se encargarían de la preparación del rubio.
Sirius, Draco y sus hombres se trasladaron en dos carros completamente armados hacia el aeropuerto para tomar un vuelo directo a Escocia.
Debían ser cuidadosos, pero como aún Draco no había sido presentado ante la Mafia Londinense como el heredero de la Familia Malfoy, no corría tanto peligro.
Una vez su esposo salió de la habitación, Hermione se ducho y se cambió para regresar a Londres junto con Abraxas y Narcisa.
Abraxas salió del estudio e hizo una seña con la mano para que Finigan se encargará de todo.
- Bueno Señoras nos vamos - dijo el anciano suspirando. Ahora viene lo duro Narcisa.
Cissy miró a Abraxas preocupada ya que sabía muy bien a qué se refería.
Sería un balde de agua fría su llegada para la familia Greengass, ya que sería duramente criticada y señalada.
A pesar que su hijo era digno heredero de su apellido por ser el mayor de los nietos de Abraxas, para todos ellos Draco era solo un bastardo.
Y ella la amante de Lucius. Que una vez desaparecida su esposa podría si quería ocupar su lugar.
Eso era algo que Cissy no había contemplado aún. Porque debía primero perdonar a Lucius.
Y este para su modo de ver tendría que pedírselo de rodillas para así desquitar en algo su sufrimiento y el de su hijo.
Pero Cissy conocía mejor que nadie a Lucius y sabía que él era soberbio y arrogante, incapaz de ningún acto romántico o noble.
Draco al contrario a pesar de ser tierno y cariñoso, si había heredado la dureza de su linaje junto con su arrogancia y deseos de superación.
Finigan se comunicó por radio con Avery, quién era el encargado del helicóptero propiedad de Abraxas para llevarlos al aeropuerto.
No se podrían movilizar por tierra, ya que llevaba una castaña muy singular.
Ni siquiera su padre o Lorraine podían saber de su llegada.
Si algo le pasaba a su nieta política, Draco no se lo perdonaría nunca.
Avery llegó y una vez hechas las presentaciones necesarias fueron trasladados al Anden # 25.
Allí los esperaba Regulus y Meissa Black para llevarlos a Londres.
Finigan subió primero para inspeccionar el lugar, abrió estantes en la pequeña cocina del avión, movió los asientos, mesas y demás muebles.
Todo listo Señor Malfoy pueden subir.
El vuelo de 8 horas y 54 minutos estuvo tranquilo, solo pequeñas turbulencias producto del clima que inquietaron levemente a Narcisa, quien odiaba volar.
Hermione notando la incomodidad de su suegra le apretó la mano en señal de apoyo.
- ¡Gracias hija! - dijo Narcisa. Puedes confiar en mí. Ahora que Draco no está, nos tenemos la una a la otra.
- Así es Cissy - susurró la castaña. Esperemos que el tiempo pase volando porque ya extraño a mi esposo.
- El amor en la juventud es impetuoso, apresurado e inmaduro - pensó Cissy. Y al cerrar los ojos recordó a su único amor... Lucius.
Mientras tanto en Londres, una hermosa y madura mujer morena llamaba a su hombre de confianza.
¡Anselmo! ¡Anselmo! Muévete y llama a tu informante para que investigues lo que te pedí sobre el medicucho y su alianza con el patriarca Malfoy.
El guardaespaldas obediente tomó el teléfono que le entrego la morena, marcó algunos números y se escuchó una sexy voz femenina contestar al otro lado.
- Dígame - era la voz de Meissa Black que al escuchar la voz de Anselmo palideció y tartamudeo, acción que no paso desapercibida para Regulus.
Su hermano sabía que Finigan monitoreaba las instalaciones del avión y un falso movimiento de él podría ocasionarle la muerte a su hermana.
Así que sin pensarlo sacudió la mano de Meissa para arrebatarle el teléfono que estaba en la cabina y así cortar la conversación, asumiría que se averió.
Ya encontraría después un momento preciso para despedir a su hermana y alejarla de una muerte inminente.
Abraxas era un hombre bueno, pero si lo traicionabas era peor que el diablo.
- ¡Habla hombre! - gritó la morena desesperada sarandeando al hombre de los hombros.
- ¡Mamá cálmate! - susurró Blaise mientras entraba a la habitación y cerraba la puerta atrás de él.
Lorraine soltó a Anselmo. Este se hizo a un lado.
- Tú cállate - gritó la morena. Metete en tus asuntos, no en los míos.
Blaise enojado y harto de los maltratos de su progenitora se le planto enfrente y le dijo - lo siento, pero ya no me puedes tratar así, ya no soy un niño.
Lorraine endiablada se puso de pie y alzó su mano con clara intención de golpear al muchacho, pero Blaise fue más rápido y sujeto su mano con fuerza, mientras la miraba desafiante.
Anselmo temía un enfrentamiento peor entre madre e hijo, así que sin pensarlo dos veces puso sus manos sobre los hombros de su hijo para que soltará a su madre.
- Hijo ¡Por favor! Suelta a tu madre - susurró el guardaespaldas.
Blaise suspiró cansado, pero no soltó su mano.
Anselmo entendiendo sus intenciones soltó poco a poco su agarre ya que era más alto que el joven moreno y dejó que se fuera.
Lorraine miraba a Anselmo con odio.
- ¿Como te atreves a llamar hijo a Blaise? ¿Qué te pasa? Ocupa tu maldito lugar, tú eres solo un guardaespaldas nada más - susurró la morena enfurecida.
- ¿Crees que el muchacho es estupido? - preguntó Anselmo. El sabe muy bien quién es su padre. Aunque nunca me llame así. Blaise me obedece y me respeta.
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