1. - Las familias Kise y Kasamatsu.

Los mayores miraban a su hijo conmocionados por la noticia. Su hijo había declarado ser un alfa, se había presentado hace dos días y Kise ya sabía a dónde pertenecía. Era un alfa. Estaba feliz, claro que lo estaba, aunque el ya se estaba haciendo la idea de ser un beta como sus padres el presentarse como un alfa le había cambiando totalmente su plan de vida. Sus padres conversaban con él sobre todo el camino por delante que tendría ahora que sabían que era un alfa.

Sabían que Kise sería alguien muy importante cuando fuese mayor, casi lloraban de la emoción cuando imaginaron a su único pequeño haciendo grandes cosas. Su hijo no sería como cualquier alfa que se aprovechaba de su poder, le habían inculcado muy bien los valores y principalmente el respeto. El joven Ryouta tenía muchos sueños y planes en su futuro que no dejaría pasar.

Estaban tan emocionados por la inesperada presentación de un alfa en la familia que no dudaron en hacer una pequeña convivencia junto a toda la familia. Su abuela que vivía prácticamente a dos casas corrió a la de su hija para casi echarse en llanto sobre el nuevo alfa de la familia, el último había sido el hermano de su madre el cual murió en un trágico accidente de auto. No tenía hijos ni tampoco una persona a la quién estuviera enlazado por lo que no había dejado descendencia.

La abuela de Kise no lo soltaba y el muchacho soltaba risas nerviosas ante las palabras de su abuela, toda aquella situación estaba empezando a ponerlo nervioso.

Por otro lado un pequeño apenas entrando en la fase de la adolescencia veía con fascinación a su hermanos mayores quiénes practicaban una obra de teatro frente a él. Sus dos hermanos; Daiki y Tatsuya junto a su hermana Satsuki simulaban una pelea. Yukio sonreía algo divertido ante el lenguaje medieval que usaban los mayores y el acento elegante que le daban. A su lado estaba estaba su pequeño hermano Tetsuya durmiendo, de vez en cuando Yukio miraba la puerta esperando por la llegada de sus padres o la de su hermano aún más grande que los otros tres, Shuuzou. Eran una familia numerosa, y eso algunas veces no le agradaba a Yukio creía que por las mañanas sus hermanos eran muy escandalosos. Excepto Tetsuya, quien era el menos ruidosos de todos.

Shuuzou tenía veinte años recién cumplidos, y era un increíble alfa. Yukio admiraba mucho a su hermano, el quería ser un gran alfa como él y su padre. Tatsuya con sus diecisiete años intentaba enseñarle a sus dos menores todo lo que podía, y también a su pequeño Yukio quien cada día estaba más encantado con el arte de la música  —Tatsuya y él le enseñaban cuando tenían tiempo— mientras que su hermana Satsuki tenía dieciseis y su hermano Daiki quince. Cada vez que el pelinegro recordaba las edades de sus tres hermanos quería reírse, sus padres los tuvieron por año y eso lo hacía gracioso.

De un momento a otro todo quedo en silencio al escuchar un pequeño gruñido de parte de Tatsuya. Quién hizo callar a Satsuki y a Daiki.

Yukio lo había olvidado. Su hermano Tatsuya se había presentado como alfa hace una semana, se sintió cohibido al igual que sus hermanos al verlo enfadado por la tonta discusión de los dos chicos quienes se disculparon al momento.

—Lo siento, Tatsuya-Senpai.

—Lo siento, Senpai. —Se disculparon con un puchero.

Yukio sintió la extraña necesidad de también disculparse aunque no había hecho nada. Tetsuya se removió y lanzo un bostezo sumamente adorable ante los tres mayores, apenas era un cachorro de ocho años, Yukio lo miró extrañado porque su pequeño hermano se había despertado de un segundo a otro. Recordo que Tetsuya siempre despertaba o sentía cuando sus padres llegaban, ya que apenas entraron por la puerta y Kazunari y Tetsuya ya estaban encima de ellos.

Yukio saludó a sus padres desde el sofá, Daiki corrió igual abrazarlos mientras que Tatsuya se sentaba junto a Yukii y Satsuki caminaba a la cocina para verificar que la comida no se hubiera enfriado. El pelinegro reconoció que de algo servía ser una familia numerosa, ya que su hermana y Tatsuya cocinaban cuando sus padres no estaban, Daiki se encargaba de la limpieza y de que los menores hicieran las tareas de la escuela mientras que cuando Shuuzou estaba en casa verificaba que todos estuvieran bien y también se encargaba de las tareas del hogar.

El pelinegro pareció notar la ausencia de su hermano Shuuzou pero no pregunto por él, y es que el mayor de los hermanos desaparecía mucho últimamente, y aunque Yukio estuviera más apegado a él nunca le preguntaba a donde iba y porqué tardaba tanto cuando antes él era quién le contaba historias para dormir o hacia el intento de cantarle. Desde hace un mes ya no era así, el lugar de hermano mayor y apegado a él se lo estaban robando Tatsuya y Daiki. Shuuzou apenas se percataba de ello.

Yukio dejo de preguntarse por su hermano cuando vio su cabellera negra pasar por la puerta principal anunciando su llegada y dejando sus zapatos en la entrada.

—¡Ya estoy en casa! —Dijo con una sonrisa.

Yukio se lanzo a él para abrazarlo mientras Tatsuya saludaba a su hermano con un ademán siguiendo con su lectura, cuando Yukio rodeo a Shuuzou con sus pequeños brazos percibió un aroma que no era el de su hermano, no era el típico aroma a campo que siempre traía consigo, no, un aroma diferente y dulce le empalago su sentido. Se separo de su hermano quién no dejaba de sonreír, Yukio temió por la sonrisa, y es que su hermano parecía desbordar felicidad. Se daba una idea pero quería esperar a que se lo contará o lo contará a algún otro miembro de la familia.

Los señores Kasamatsu recibieron a su hijo en la mesa con una sonrisa, Tetsuya ya se encontraba sentado junto a la silla de su madre contándole todo lo que había hecho en el día, el niño apenas y se detenía a respirar. Yukio decidió sentarse entre Tatsuya y Daiki dejando a Shuuzou extrañado que confiado se había sentado esperando ver a Yukio a su lado y contarle lo que planeaba regalarle muy pronto. En su lugar se sentó Satsuki que se encogió de hombros ante la pregunta silenciosa de su hermano por la actitud de uno de los menores.

Los dos hermanos mayores en medio de Yukio no dejaban de mimarlo entre los dos, Yukio comenzaba a fastidiarse por la actitud de sus hermanos. No era ningun bebé para que lo tratarán así, ya empezaba arrepentirse de sentarse en aquel lugar.

Meses después la familia Kasamatsu estaba más que encantada con las presentaciones de sus hijos. Una familia de Alfas. ¡Hasta Momoi —que tenía auras de omega— resulto una alfa!

Yukio estaba cien por ciento convencido que el también sería un alfa, aún le faltaba crecer solo era eso. Esperaba que cuando se presentará su cuerpo cambie al igual que sus hermanos, que ahora tenían un aspecto maduro pero seguían siendo los mismos chicos que discutían por no saberse las líneas del libreto.

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