8. ¡Pillada!


Sigo estando de moda, pero al menos los ánimos se han calmado bastante. Ya no están tan pendientes de mí. Aunque muchos chicos quieren hablarme, si no me ven receptiva, no me siguen a todas partes. Las cosas ya funcionan con más normalidad.

Desde lo que pasó en el vestuario, las populares cuchichean mucho, pero no me han vuelto a acosar. Ahora los recreos son mucho más tranquilos para mí y, aunque me siguen mirando muy a menudo, no es por suerte ni parecido. Me ven como una chica más.

Yo suelo pasar mis recreos con Valetina y Evelin. Me han demostrado que puedo encontrar gente interesante en este planeta. Pensaba que todos serían tan hostiles como fueron las chicas populares esas. Evelin es más tranquila que Valentina, pero tiene mucha vida dentro. Tampoco se adapta al grupo más grande, es bastante discreta. No tiene la furia interna de su amiga, pero es una persona encantadora.

—¡Mirad lo que tengo! —exclama Evelin extasiada.

—¿A ver? —replica Valentina mientras nos asomamos juntas a ver lo que contienen sus manos.

—¿A que es una monada? —Evelin sostiene un pajarito entre sus manos.

—¡Sí! —Valentina está sorprendida.

—Pero está enfermito... —dice Evelin con pena—. Me lo acabo de encontrar en el jardín y parece que no está bien. No se mueve mucho. ¿Qué hacemos?

Valentina se queda observando al pájaro. Soy consciente de que no lo ve del mismo modo que yo, está examinándolo con ojos de humano. El pájaro tiene su campo bioeléctrico dañado. Creo que debe tener algo estomacal, se le ve mucho más "frío" el estómago y no se le extiende al resto del cuerpo.

—Tenemos que hacer algo —Evelin está muy apenada.

—Sí, pero ¿qué?

Estas dos niñas me han demostrado de sobra que son de otra manera. Su preocupación acerca de este pequeño ser y todo el tiempo que hemos pasado juntas ya, me hace sentir que puedo empezar a confiar en ellas. A mí también me da mucha pena el pájaro, tampoco puedo dejarlo así. Como sé que puedo confiar en ellas, voy a hacer algo.

Estiro mis dedos índice y corazón y los apoyo en la barriguita del plumado. Utilizo mi campo bioeléctrico para regular el suyo. Conozco el efecto que produce esto. El pajarito ha debido empezar a sentir una sensación muy agradable y se queda inmóvil mientras mantengo mis dedos sobre él. Evelyn y Valentina me miran con extrañeza, no entienden qué está pasando.

—¿Lo has matado? —dice Valentina, al ver que el pájaro ha dejado de moverse.

—No. Espera un momento.

Mantengo un poco más la posición hasta que el ave recupera por completo su estado energético. Sigue enfermo, pero se curará. Ya está mucho mejor. Cuando aparto los dedos el animal comienza a moverse muy rápido, lleno de vida. Se incorpora en las manos de mi amiga humana y se pone sobre sus dos patitas. Sube la cabeza y me mira aturdida. Comprende lo que le he hecho. Aunque los humanos crean que no, los animales entienden este tipo de transferencia energética mucho mejor que ellos.

Después de mirarme un poco gira su cabecita y mira a las dos chicas. Aunque no es capaz de expresar emociones con sus facciones, su rápido aleteo y el picoteo sobre la mano de Valentina es la mejor muestra de su completo agradecimiento. Sabe que lo hemos cuidado y nos ha reconocido como amigos. De repente bate las alas y echa a volar mientras pía con alegría.

—Co..., ¿cómo has hecho eso? —pregunta Valetina.

—¿Qué acaba de ocurrir? —Evelin no cabe en su asombro.

—¿Sabéis guardar un secreto? —digo por fin.

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