7. ¡Huye!
Las frutas de la Tierra son de los mejores alimentos. Mi organismo puede digerir casi cualquier alimento de los humanos, sin embargo no puedo abusar de ellos y mucho menos mientras no me adapte bien a las condiciones de este lugar. Me encantan los plátanos y las fresas; tengo suerte de que en este país son fáciles de conseguir.
Como no tengo que dormir tanto como los humanos, la mayor parte de las noches estoy despierta. Esta noche me estoy aburriendo mucho en casa. Aquí apenas tengo cosas de ocio humano porque la televisión, por ejemplo, no me divierte tanto como a ellos. Así que, después de estar un breve tiempo haciendo ejercicio, he decidido que saldré a la calle.
Por la noche está todo mucho más tranquilo, se nota la necesidad de dormir de estos seres. Hay zonas donde apenas puedo ver personas, aunque no todo el mundo está en la cama. Sigue habiendo gente por la calle, algunas trabajando, otras caminando... Voy comiendo un plátano y llevo otro en la mano. Adoro estas frutas.
Estoy de camino al parque, es lo más bonito que hay por los alrededores. Seguro que allí hay mucho silencio. Me gusta el silencio. Atravesando las calles, me encuentro con una persona durmiendo en un portal; un perro también duerme a su lado. Creo que no tienen hogar y me parece que tampoco alimento. Me acerco y dejo con suavidad el plátano que todavía no me he comido delante de él, intentando no despertarle. En ese momento, el perro se despierta y alza su cabeza mirándome. Le veo sacudir la cola. Sé que estos animales hacen esto cuando están contentos. Le acaricio un poco la cabeza y veo cómo la estira para que le acaricie más. Abandono el lugar antes de que se despierte quien está ahí durmiendo. No quiero molestarle.
Camino a través de las calles dirección al parque. De repente veo cómo un policía me ve. ¡Mierda! El Consejo me ha avisado de esto, no pueden verme aquí. Me han dicho que no es normal que una niña de mi edad camine por la calle a estas horas y que si me ven, querrán llevarme de vuelta con mis padres. Para eso no tengo respuesta, ni forma de evitar la situación. Así que cambio la dirección con disimulo, intentando que no se interese más por mí.
—¡Oye chica, espera! —oigo gritar a lo lejos. ¡No puede ser!
Empiezo a correr con la confianza de que mi cuerpo responda mejor. El policía echa a correr detrás de mí. Me siento un poco mejor que los días anteriores, creo que puedo mantener un poco este ritmo, aunque sea lento. Todavía no alcanzo la velocidad media de los adultos. Atravieso la calle y miro hacia atrás, el policía corre más que yo. Tuerzo en una esquina y continúo por una calle estrecha. A medida avanzo me doy cuenta de que no tiene salida. ¡Mierda! Tengo que hacer algo rápido.
No puedo dar la vuelta o me lo encontraré de frente. Espero que mi cuerpo resista. Activo mi sistema biológico de camuflaje. Doblo un brazo y me lo miro. Está funcionando, no me veo la mano.
Nuestros cuerpos pueden hacer esto con normalidad, tenemos capacidad de mimetismo, como esos extraños animales, los camaleones. La diferencia es que a nosotros esto nos cansa porque es algo parecido a como si hiciésemos deporte. Por eso, en este estado de falta de aclimatación no me es fácil mantenerme invisible. Esto es demasiado agotador, pero era un motivo de toda urgencia.
El policía llega al callejón y saca una linterna. Me alumbra a los ojos. ¡Qué molesto! Empieza a moverla en todas las direcciones. Está descolocado. Lo veo mirando con cara de extrañado en todas direcciones, incluso hacia arriba. Mira detrás de un cubo, dentro... Yo sigo aquí quieta, al fondo del callejón. El policía se acerca hacia mí. Tengo que moverme para que no choque conmigo y me encuentre. Lo hago despacio para que no me oiga. Me apoyo en una pared y camino de lado. Apenas hay sitio para los dos.
Justo cuando estoy a su lado y él está delante de mí, jadeo un poco. Ya tengo el pulso muy alto, la invisibilidad me agota y mucho más en mi estado. El policía gire la cabeza y la linterna hacia donde ha escuchado el suave sonido, y ahora me alumbra hacia la barriga. Al no ver nada, la baja hacia el suelo y continúa buscando. Yo me quedo quieta aguantando la respiración, mi cabeza va a estallar.
El policía sigue caminando hasta el fondo del callejón buscándome. Al mismo tiempo yo me muevo hacia la salida del callejón. Una vez estamos a un par de metros, me separo de la pared para seguir por el medio de la calle. Suelto aire con suavidad y empiezo a respirar rápido pero con cuidado de no hacer ruido. Me ayudo de las manos para tapar algo el sonido que pueda hacer.
Camino de espaldas a la salida, para seguir vigilando al policía. Está peinando la zona, desesperado por encontrarme. Yo sigo dando pasos suaves hasta que alcanzo la calle principal. Abandono el lugar con velocidad y dejo al policía tras de mí, removiéndolo todo.
Una vez en la calle, mientras huyo, busco dónde esconderme y descansar. Encuentro un portal que está abierto. Me meto en él sin tocar la puerta porque no quiero que alguien pueda ver la puerta moverse "sola". Una vez dentro, desactivo mi transparencia.
Jadeo para recuperar el aire, ahora con más fuerza, estoy agotada. Me adentro en el portal, me meto en el ascensor para no ser visible desde fuera y me siento en él para descansar un poco. Esperaré a recuperar el aliento antes de volver a mi casa.
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