45. El principio del fin


El camino por el bosque es muy pesado con nuestras mochilas a cuestas. Ina y Alexandria vigilan todo el tiempo alrededor, se las nota muy preocupadas. Por nuestro lado, Evelin y yo también intentamos controlar todo el entorno mientras vigilamos en todas direcciones. La tarde está cediéndole el paso a la noche y oscurece poco a poco.

—¿Sabéis usar esas escopetas? —pregunta Ina.

—Sí. Quiero decir..., más o menos —respondo.

Ina me mira con cara extrañada. A pesar de lo comunicativa que es, a veces se expresa con muy pocas palabras. Ese gesto la hace muy simpática. Me mira fijamente, como esperando que le explique más. Ni siquiera pregunta nada, sólo me mira con su mejor cara de boba.

—A ver —retomo la explicación—, hemos disparado unas cuantas veces para ver cómo funciona. Sabemos qué hay que hacer y cómo se usa.

—Sí, conocemos el mecanismo —aclara Evelin.

—Pero no hemos tenido tiempo de hacer prácticas de puntería —continúo e Ina se pone a reír.

—Podéis probar con Alexandria —dice con sus ojos brillantes.

La mencionada se gira y, riéndose, le da con la mano en el hombro.

—¡Oye! —replica con la boca muy abierta, combinado con una enorme carcajada.

Evelin y yo nos reímos. Me siento muy en paz ahora que estamos todas juntas. Alexandria se ve una chica estupenda también, apenas la conozco pero se nota que es muy buena. Ahora entiendo por qué estaba tan aislada, en el instituto sobrevive con facilidad la gente tan simpática. En cualquier caso, me alegro de tener a mi amiga de vuelta. Estar con ella me hace sentirme a gusto con todo, hasta en las tardes más aburridas.

Evelin se mete la mano en el bolsillo y saca el teléfono móvil. Lo desbloquea y lo mira.

—Nada... sin cobertura —comenta decepcionada.

—No creo que tengamos cobertura aquí —le digo.

—Ya, yo tampoco. Pero quería comprobarlo. Me gustaría poder contactar con Anna y decirle que Alexandria está bien.

—Sí, yo también quiero que se entere lo antes posible —ratifico.

—¡Anna! —exclama Alexandria—. ¿Qué tal está?

—Muy triste, da mucha pena verla —le contesto—. Se pasa los recreos sentada en un banco, ella sola. Tiene siempre la mirada perdida y se le ve suspirar a veces.

—Pobrecita... —dice Alexandria. Le ha cambiado la cara por completo, se le ve preocupada.

—No te preocupes —le dice Evelin—. Pronto la veremos.

—Chicas, mirad... —interrumpe Ina.

A distancia vemos muchas siluetas de personas invadiendo la tranquilidad del bosque. Es un grupo muy nutrido que se localiza con facilidad a pesar de la lejanía a la que estamos y se destacan entre toda la vegetación del lugar.

—Mierda... —se le escapa a Evelin mientras damos unos pasos hacia atrás.

—¿Nos han visto? —pregunta Alexandria.

—Creo que no, pero tenemos que salir de aquí rápido —comento.

Nos damos media vuelta y comenzamos a caminar medio agachadas en la dirección contraria, girándonos a cada momento para mirar a nuestras espaldas. Intentamos apurar el paso pero no demasiado para no ser tan visibles.

—¿Quiénes son? —pregunta Alexandria.

—No lo sé, ¿más prensa? —conjetura Ina.

—No estoy segura, no he tenido tiempo de verles —digo.

—Yo tampoco —confirma Evelin.

—Prefiero la prensa a los cazadores —continúa Ina —, sin duda.

—Creo que todas queremos eso... —sentencio.

—Desde que el bosque salió en la tele, puede ser cualquier cosa. Ahora, esta zona es de interés general, así que no sabemos quién puede ser. Podría ser hasta el ejército —comenta Evelin.

—Es verdad. Seguro que vendrán. Creían que alguien había lanzado una bomba o algo así. Querrán al menos investigar qué es lo que ya pasado —explico.

—Sí, la bomba que Ina estalló en el bosque —dice Alexandria riendo.

—No se aceptan devoluciones... La empresa no se hace cargo de bombas defectuosas —dice Ina uniéndose a la risa de su amiga.

Nos reímos todas. Al cabo de un momento, nuestra amiga continúa hablando.

—Chicas, lo que os iba a decir antes. No dudéis en usar esas escopetas. Son gente muy mala.

—Las usaremos sin duda —contesta Evelin —, no vamos a dejar que os pase nada.

—Ahora también van a ir a por vosotras. No se van a arriesgar a ver si sois de nuestra especie o no. Además, estamos todas juntas. Para ellos sería una buena oportunidad coger cuatro al precio de dos. Estad muy atentas por si aparecen, porque la cosa no irá sólo por Ina y por mí —sentencia Alexandria.

—Tienes razón —le digo algo asustada—, aunque la cosa siempre ha ido también con nosotras desde el momento que desaparecisteis.

Nos desplazamos entre árboles, subidas, bajadas y pequeñas elevaciones de rocas. Nos hemos movido lo suficiente como para romper la línea visual con esa gente y ya no podemos ser vistas. Sin embargo, no cesamos de caminar a toda prisa, alejándonos de aquella zona. No parecía que llevasen nuestra dirección, pero no podemos arriesgarnos.

—Esa era la mejor dirección para volver, el camino más corto —digo frustrada.

—Sí. Veníamos de por ahí —añade Evelin.

—Tendremos que dar un rodeo —argumenta Ina—. Por el momento será mejor que nos movamos rápido y ya iremos desviando la ruta en aquella dirección.

—Sí —afirmo.

—El bosque es el lugar de moda, todo el mundo quiere venir. —Alexandria se muestra sarcástica.

—Tenemos suerte de que no estén buscando nada enconcreto, salvo los cazadores, que esos sí que vienen a por nosotras —añadeIna.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top