33. La difícil situación

Ina

Me despierto sobresaltada. No recuerdo nada. Desde luego, no estoy muerta, pero ha estado cerca seguro. Durante unos minutos interminables, mi sensación de no saber dónde estoy es espantosa. Después de reorientarme en el tiempo, me doy cuenta que estoy encerrada en una habitación.

Es ya entrada la noche, hace horas que el sol se ha puesto. Aunque la habitación no tiene ventanas al exterior y la única luz aquí es la artificial, mi reloj interno me permite "sentir" la hora que es con un margen de error de dos minutos. Calculo que son las 02:24 de la mañana y empiezo a sentirme un poco más espabilada, el efecto de los narcóticos, a pesar de que casi acaban conmigo, comienza a disiparse. Después de mi breve visita a las puertas de la casa de la muerte, me encuentro mucho más lúcida.

Giro mi cabeza y veo a Alexandria. Estamos en la misma habitación.

—¡Hola! —le digo con la cabeza. Aunque puedo hablar con mi voz, no pienso usar una sola palabra verbal mientras estemos aquí dentro.

Alexandria oye mi llamada y gira la cabeza. También se la ve bastante espabilada, aunque tiene cara de tener sueño.

—Hola —contesta por telepatíamientras me sonríe.

—¿Qué tal te encuentras?

—Bien. Creo que cada vez me hacen menos efecto las drogas. Mi cuerpo comienza a tolerarlas, pero estos humanos no han aumentado las dosis, así que cada vez me afectan menos.

—Yo estoy mejor también. ¿Cómo te ves para salir hoy? ¿Crees que podrías o esperamos un poco? —No pienso quedarme aquí ni un minuto. Creo que tengo fuerzas para salir así que si Alexandria está preparada, nos iremos.

—Creo que sí que podría. Físicamente, ahora mismo, soy como una humana, pero es suficiente para poder huir. Si salimos, el tiempo jugará en nuestro favor. Cuanto más tiempo pase, más me desintoxicaré. No me hace falta mucho tiempo más para empezar a manifestar nuestras habilidades. Creo que es inteligente escaparse antes de que nos inyecten de nuevo.

—¿Entonces te parece bien irnos ahora?

—Vamos a por ello —contesta con convicción.

—De acuerdo. Necesito "bajarte" un poquito. Espero que no te importe —le digo a Alexandria. Ella entiende a lo que me refiero, sabe que le estoy pidiendo que me pase un poco de su energía.

—Claro que sí.

—Gracias preciosa. Estoy casi lista, pero no consigo romper las abrazaderas todavía. Me falta un poquito más sólo, así que no te preocupes. No te cansaré mucho más.

—Por supuesto —me dice mirándome con dulzura a los ojos.

Observo la posición de mis piernas y la silla en la que estoy atada y calculo la distancia que me separa de la silla de Alexandria, apenas medio metro. Si consigo acercarme un poco, el paso de energía será más eficiente, así que voy a intentarlo.

—Voy a intentar moverme, desplazaré la silla muy despacio. No podrán oírme.

—De acuerdo.

Haciendo movimientos rápidos pero suaves con mi tronco y cadera, consigo que la silla se desplace poco a poco sobre la superficie del suelo. Voy dando pequeños tirones, asegurándome en todo momento de que el ruido que estoy haciendo es mínimo. Todo va bien, el sonido es imperceptible desde fuera de esta habitación y la silla se desplaza poco a poco en cada uno de mis empujones, como medio centímetro de cada vez. Continúo. Poquito a poco. Cada vez me encuentro más cerca de Alexandria.

—Muy bien, muy bien. —Alexandria está muy contenta.

Unos cuantos empujones más y consigo colocar mi silla al lado de la suya. Sería ideal poder cogerse las manos, pero las tenemos atadas detrás de la espalda. Rectificar la silla y hacerla rotar sobre sí misma para hacer que nuestras manos se puedan agarrar, me parece demasiado complicado y no hay tiempo que perder. Vamos a hacerlo desde esta posición.

Apoyo mi cabeza en el hombro de Alexandria, tocando con mi frente su mejilla. Desde esta posición, contactando nuestras pieles, podemos conseguir una buena transferencia.

—Ahí voy —dice Alexandria mientras empieza a darme una pequeña dosis de energía.

—Sólo necesito muy poquito, no corras —le indico para evitar que me dé demasiada. Cuanta menos me dé, más fácil le será a ella moverse cuando salgamos.

—¿Así te va bien? —pregunta suavizando el flujo.

—Sí, es suficiente. Gracias —le informo mientras giro la cabeza un poco para darle un beso en la mejilla. Es mi forma de darle las gracias y Alexandria sonríe por ello.

Me siento muy vigorizada, creo que ya me ha pasado la suficiente. Espero un par de segundos para que mi cuerpo termine de asimilar bien el intercambio energético y comienzo a intentar romper la abrazadera en una presión continua. En vez de dar un tirón brusco que pueda hacer ruido, hago fuerza con el brazo sin parar, buscando que se vaya rompiendo poco a poco. A medida que hago fuerza, el respaldo de la silla se va doblando conforme la abrazadera se deforma. No se ha roto, pero la plasticidad del material férreo hace que se haya estirado lo suficiente como para que pueda extraer mi mano. Una vez con una mano liberada abro la otra abrazadera con facilidad y me libero. Al momento me dispongo a hacer lo mismo con las presillas que me enganchan los tobillos. Con las dos manos, puedo trabajar con mucha facilidad, así que me libero de ellas en un instante y sin hacer ruido, las poso en el suelo.

Ya solo me queda liberar a Alexandria, lo que me resulta muy sencillo. En el momento de soltarla, Alexandria echa los brazos hacia delante. Dejo las abrazaderas casi rotas en el suelo con mucho cuidado y al segundo, estoy manipulando las presillas de las piernas de Alexandria frente a ella. Mirándola a los ojos, mientas la libero, mantenemos una conversación mental.

—Te voy a explicar cómo saldremos de aquí. —Me dispongo a contarle la estrategia que se me ocurre.

—De acuerdo. Te escucho.

—¿Estás preparada? —pregunto en el mismo instante enel que suelto la segunda pierna.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top