27. Búsqueda

No sé cuánto tiempo he pasado en la desesperación de mi angustia, pero me he recompuesto lo suficiente como para continuar con la búsqueda. Noto mis ojos hinchados, pesados, hundidos. El rubor de mis mejillas arde y creo que no quedan lágrimas dentro de mí. Solo una rabia contenida. Creo que la única forma de liberarme es hacer aquello para lo que he venido: buscar una pista que me lleve a Ina.

Después de revisar toda la zona, cajón por cajón, mueble por mueble, me alejo para ver con perspectiva y analizar si me ha quedado algo sin examinar. Paso mi vista por todas partes y me quedo contemplando un poco, hasta que compruebo que en el salón no me ha quedado nada por mirar en este primer barrido. Después volveré a desmontar los muebles, ahora voy al piso de arriba a revisarlo todo.

Subo las escaleras despacio. La casa de Ina me da la impresión de que merece ser tratada con la misma suavidad que ella. Camino intentando que este espacio sea digno de mis pisadas, tengo la sensación de que esto muestra mis respetos a su hogar. Al fin y al cabo, estoy profanando su casa, cosa que jamás haría sin su permiso, salvo en un caso como éste, claro.

Llego arriba y empiezo a tener una extraña sensación, me siento como si hubiese alguien aquí. Siempre he sido muy miedosa y con lo que pasó el otro día, me siento más insegura de lo que me habría sentido antes. Ahora entiendo por qué Ina estaba siempre preguntando si se le notaba que era "de fuera", como ella decía por si alguien nos oía.

Supongo que los secuestradores de Ina no saben que éste es su hogar, porque se la encontraron allí de pronto y descubrieron que también era como Alexandria; pero no la conocían. Así que será una sensación de inseguridad mía, no tiene sentido mi temor, aunque es muy molesto, como si me estuviesen mirando. A medida avanzo, me giro cada poco para comprobar que no hay nadie detrás de mí. Es como si me estuvieran siguiendo.

Decido empezar por la habitación del fondo de todo, la de Ina. Me asomo con cuidado para ver si hay alguien dentro. Todavía tengo los ojos llorosos y veo con dificultad. Supongo que me estoy obsesionando. Tengo mucho frío, llorar tanto me ha destemplado. A pesar de que el día está soleado, tengo las manos heladas y me tiembla un poco el cuerpo. Entro en la habitación y reviso todos los espacios en los que una persona guardaría algo en condiciones normales. No hay nada que llame mi atención. Aquí al lado de la cama hay plátanos, ¡qué tierna es Ina con sus plátanos! "La mejor fruta del mundo".

Me doy la vuelta y avanzo a la habitación de delante, el baño. Está vacío. Ina apenas se duchaba y el inodoro ni siquiera lo usaba. No hay nada. Una toalla y un cepillo de dientes, ni geles de baño. No le gustaban los jabones en general. Teníamos pendiente ir a comprar geles naturales juntas. Un día se enteró de que había una tienda y tenía mucha ilusión ir a verla juntas, pero no hemos podido. Miro bien en general, aunque puedo hacer la comprobación de un simple vistazo. Vuelvo al pasillo y me dirijo hacia las habitaciones que están cerca de las escaleras. Me encamino a la que está al fondo a la derecha, una habitación que Ina tampoco suele usar. Aquí no he entrado nunca. En el momento en el que llego a la entrada, noto que algo me roza el brazo y hombro izquierdos. Me quedo helada.

Miro hacia ese lado y no veo nada. Oigo de repente unos suaves pasos que se alejan de mí con velocidad. ¡Algo ha corrido aquí dentro! Lo que sea que me haya rozado ha pasado corriendo. Miro en la dirección en la que he oído ese sonido y no veo nada, pero estoy segura de que ahí hay "algo". Sin tiempo para reaccionar apenas, vuelvo a notar detrás de mi espalda a algo pasando a velocidad en la misma dirección. Noto un ligero roce y el movimiento del aire. El movimiento ha sido acompañado también por un ligero ruido de pasos. Echo hacia atrás por el pasillo, despacio, con pánico. Algo me está observando aquí arriba. No me atrevo tampoco a bajar las escaleras, lo que sea que me ha rozado ahora, venía de abajo.

Camino de espaldas mirando hacia el final del pasillo, en dirección a la habitación de Ina, sin quitar ojo. Cuando llego a la zona desde la cual puedo ver las escaleras, observo intentando ver si hay algo más ahí abajo. No veo nada, la sala está vacía. Me apoyo en la pared de las escaleras muy despacio, para tener mi espalda protegida. Desde este ángulo, puedo ver tanto el pasillo como la zona baja de la casa. Estoy pensando en salir corriendo pero me siento paralizada. Además, temo encontrarme con otra cosa de esas por el camino.

Mi corazón va a estallar, me tiemblan mucho las piernas, apenas puedo usarlas. Mi respiración demanda mucho oxígeno, pero hago un esfuerzo titánico por que no se acelere y que el sonido de respirar pueda nublar mi oído. Estoy intentando captar el sonido de esas cosas por si se acercan hacia mí.

Me siento observada, sé que ahí hay algo que me vigila. Sólo veo el pasillo, pero sé que está ahí. Mentalmente examino mi situación. En este piso hay unas cosas invisibles justo delante de mí, no sé a cuánta distancia. A mi izquierda, está el piso de abajo y la salida de esta situación; pero temo que haya más de estos fantasmas rondando la zona. Bajar me da miedo porque implicaría ponerme de medio en el pasillo y darle la espalda a "eso" mientras bajo las escaleras. Me tomaría cierto tiempo salir del lugar y está claro que lo que me está vigilando sabe que estoy aquí.

Vuelvo a observar el pasillo. No veo nada. La luz que entra por la ventana de la habitación de Ina es intensa, de media tarde. Al alcanzar el pasillo por la puerta que he dejado abierta, la luminosidad se vuelve mucho más sutil, pero suficiente como para iluminar con totalidad la estancia. Desde aquí se puede ver con totalidad el corredor, amplificado incluso por el reflejo sobre la madera del suelo. Teniendo una visión completa del lugar, lo único que puedo visualizar es un pasillo. Mis oídos están agudizados intentando localizar sonidos que indiquen que algo viene a por mí. Hay un silencio cortante que inunda toda la planta de arriba. Sé que está siendo provocado y está bajo el control de lo que me observa.

Reviso mi situación. Estoy frágil para correr, indefensa para luchar. ¿Dónde voy? ¿Qué hago? Me imagino a mí misma corriendo escaleras abajo y siendo alcanzada antes de que me dé tiempo a llegar afuera.

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