24. Solas
Valentina
—No ha venido Ina. ¿Se encuentra bien? —La profesora de Historia nos pregunta por nuestra amiga. Le ha cogido mucho cariño a Ina, siempre la ha tratado como si fuese la hija que le habría gustado tener. Parece algo normal que ocurra. Es una chica buena y disciplinada, cualquier adulto le cogería cariño rápido, es encantadora.
Tener que responder a esta pregunta me desgarra por dentro. Se han llevado a mi amiga cuando intentábamos salvar a Alexandria y no sé dónde está. Como no sé qué tengo que hacer, de momento prefiero mentirle a la profesora. No hemos contado nada en nuestras casas, estamos muy asustadas y preocupadas.
—No lo sé. Supongo que se encuentra mal —respondo intentando fingir normalidad.
La profesora continúa su clase. Evelin y yo nos hemos sentado juntas. Estamos destrozadas por dentro. Nuestras compañeras nos lo han notado, apenas dejamos de hablar en susurros entre nosotras y tenemos los ojos llorosos. Están muy suspicaces con nosotras, se huelen que algo ha pasado. A lo mejor piensan que no tiene que ver con Ina, pero saben que tenemos un problema.
—¿Qué hacemos Valen? —pregunta Evelin.
—No lo sé. No lo sé —le contesto apoyando mi cara en las manos, con los codos en la mesa.
—¿Llamamos a la policía?
—Supongo que sí. Tendremos que llamar a la policía. Pero me da mucho miedo. Los policías pueden descubrir que Ina no es humana, y eso también es peligroso para ella. Me temo que, hagamos lo que hagamos, ella sale mal parada. Imagínate que los policías descubren que es una extraterrestre. ¿La liberarían como si fuese una humana más o la pondrían a disposición de otras autoridades? Tengo la sensación de que se la estaríamos entregando a otros carceleros.
—¡Mierda! —Evelin resopla y se echa las manos a la cabeza.
—No lo sé. De momento yo avisaría a las autoridades, prefiero buscar ayuda en cualquier parte. Creo que incluso se lo contaría a mis padres, pero la policía me parece que es de las peores opciones para salvarlas a ambas.
—¡Qué fastidio! —Evelin está a punto de llorar.
—No te preocupes —le digo mientras le toco la pierna—, es una extraterrestre, algo podrá hacer. Yo me acercaré a la tarde a su casa, a ver si puedo encontrar algo que nos ayude, lo que sea.
—¿Y qué puede ser? Allí no habrá nada... —dice desesperada—. ¡No va a haber información de quienes la han secuestrado!
—Ya lo sé... —intento mantener la esperanza yo también—. Pero igual hay algún cacharro que sirva para llamarla, o para localizarla o no sé... A lo mejor tiene algún invento útil en su casa—. ¡Jo! —patalea Evelin.
Tiene razón, la situación es muy superior a nosotras. Dudo que haya algo interesante en su casa, tiene muy pocas cosas. Está muy limpia y ordenada, casi vacía. Es como si no necesitase nada para vivir. Da la impresión de que está tal cual se la han entregado, sin modificar ni añadir nada. Su casa me recuerda al apartamento al que voy con mis padres en vacaciones. Está igual que el día que llegamos allí, está amueblada pero no obstante se nota que no vive nadie. De hecho, cuando llevamos varios días instalados, comienza a notarse nuestra estancia. La casa de Ina luce igual que el primer día. Vive en su casa como si fuese un fantasma. Dudo que pueda encontrar algo de valor allí.
Sin embargo, los extraterrestres son una caja de sorpresas. Cuando encontré la partitura de Alexandria, la cogí de su libro de música. En ese momento pensaba que sólo sería un trabajo del instituto, a pesar de que Ina nos contó que escribían en partituras. La cogí con poca confianza ¡Qué lista es Alexandria! Incluso yo, sabiendo que escriben en partituras, casi ni me di cuenta. Son demasiado listos, tanto, que todavía mantengo la esperanza de que en su casa pueda haber algo que sea útil y nadie pueda darse cuenta a simple vista.
—Tranquila... a lo mejor puedo encontrar algo allí. ¿Quién te dice que no hay algo increíble dentro de esa casa? ¿Acaso te esperabas tú que Ina se podía volver invisible?
—No. —El tono de voz de Evelin es de concentración—. Es verdad... ¡Qué miedo me dio al principio! Menos mal que es Ina y con ella me siento muy tranquila. ¡Es increíble!
—¿Y tú has visto lo que hizo con el hombre que me había cogido? —Todavía lo recuerdo y me dan escalofríos. El hombre salió volando como si fuese de papel—. ¡Lo lanzó superlejos! ¡Parecía que había lanzado una pelota de tenis!
—Sí. ¡Cómo te ha protegido! ¡Es muy buena Ina! La echo de menos...
—Yo también. —Apenas puedo decir esta frase sin ponerme triste—. Pero ya lo has visto. Ina nos ha sorprendido mucho. Estoy segura de que podré encontrar algo.
—Ojalá tengas razón.
—Y si no, ¿sabes qué? Si no encuentro nada allí dentro, todavía podemos intentar investigar la casa a la que fuimos.
—¿Tú crees que seguirán allí?
—Yo creo que no volverán, pero esa quizás sea nuestra ventaja. Habrán huido y no les habrá dado tiempo a recogerlo todo, creo. Están huyendo, seguro. No se van a arriesgar a volver a retener a Ina y a Alexandria en el mismo sitio después del escándalo que se montó. Si se han ido con prisa, es probable que todavía quede algo en la casa sobre quiénes son o qué planes tienen.
—Sí. Pero tendremos que ir con cuidado. Por si acaso.
—Descuida, si vamos a su casa, no iremos solas. Por eso, antes de nada, empezaré por la casa de Ina.
—¿Vas a ir hoy?
—Por supuesto. Hoy mismo, sin tiempo que perder. Haré lo que sea por encontrarla. Como si tengo que dar mil vueltas al planeta haciendo sonar la bocina.
—Yo también. Haremos todo lo posible. Hoy a la tarde no puedo ir contigo, tengo que ir con mis padres a ver a mis abuelos y no le puedo mentir más. He de aguantar un poco. Además, es bueno que nos turnemos en las salidas de casa mientras no tengamos algo claro, así mañana puedo moverme yo y tú te puedes quedar en casa. Yo no puedo salir todos los días.
—¡Claro! Es mejor así. Trabajemos separadas para recupera a Ina.
—¡Recuperemos a nuestra amiga!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top