20. La búsqueda de Alexandria
—¿Has podido contactar con Alexandria? —pregunta Valentina.
—Sí. Está un poco embotada, siguen drogándola para que no pueda hacer nada por escapar, pero podemos hablar y permanece despierta bastante tiempo. De momento, podemos tener contacto y puedo usar sus sentidos bastante bien.
—Perfecto.
—¿Y Evelin? ¿Sabes algo de ella?
Valentina mira su teléfono, lleva todo el tiempo con él en la mano. Lo desbloquea y en ese momento suena la puerta.
—¡Ahí está! —dice emocionada.
Me levanto y voy hasta la puerta. Miro por la mirilla y veo que es ella. Le abro.
—¡Hola chicas! —Evelin respira agitada. Ha venido a toda prisa. La hago y cierro la puerta. Nos sentamos todas en el sofá de siempre, no hay tiempo que perder.
—Este es el plan, yo me conectaré con Alexandria y le pediré acceso a sus sentidos. Tú, Evelin, te quedarás aquí conmigo. Valentina irá hacia la zona de la fábrica con esta bocina. —Coloco en la mesa una bocina a gas que he comprado y se la enseño a Evelin. Estuvimos hablando del plan Valentina y yo mientras ella venía y todavía no sabe nada.
—¡Ah! Esta es de las que se usan en los deportes ¿verdad? —nos pregunta.
—Sí —contesta Valentina.
—Bien. Valentina se irá moviendo en la zona en busca de la casa donde la tiene secuestrada y, cada vez que llegue a una que pueda ser la indicada, utilizará la bocina. Como yo estaré conectada a Alexandria y oiré lo mismo que ella, en algún momento escucharemos la bocina. Cuanto más alto llegue el sonido, más cerca estará Valentina de ella. La podemos ir guiando. Nos servirá para localizar la casa.
—¡Qué buena idea! Pero, ¿no será peligroso? —pregunta algo preocupada.
—Es de día y hay mucho ruido en la calle. Me dijo Valentina que en esa zona hay gente por todos los lados. Además, nadie sabrá lo que estamos haciendo. Por la calle será tan solo una chica jugando con una bocina.
—Es verdad, no pasará nada. —Valentina interviene tranquilizando a Evelin.
—Sí. Tenéis razón.
—¡Vamos! No hay tiempo que perder —exclama Valentina mientras se levanta veloz. Coge la bocina que tenía Evelin entre sus manos. Después se dirige a la puerta a toda velocidad y la abre.
—Ahora te llamo ¿vale? Estate atenta al móvil —comenta a Evelin llevándose pulgar y meñique a la oreja y boca como si fuese un teléfono.
—¡Claro!
Después de un pequeño rato que se nos hace eterno, suena el teléfono de Evelin. "Soy yo", puedo oír desde donde estoy a pesar de que Evelin tiene el teléfono en su oreja.
—Perfecto, le digo a Evelin. Voy a contactar con Alexandria.
Al momento, cierro los ojos y me concentro. Busco el contacto con Alexandria. La siento despierta, está ahí, disponible. Perfecto.
—Alexandria, ¿qué tal estás preciosa?
—¡Hola Ina! ¡Muy bien!
—Escucha... —No quiero perder ni un segundo—, te estamos buscando. Creemos que sabemos dónde estás. Una de nosotras empezará a hacer sonar una bocina, mientras recorre el área donde creemos que te encuentras. Usaremos la bocina para localizarte. ¿Puedes dejarme entrar a tus sentidos, por favor? —A pesar de que sé la respuesta que me va a dar, los miembros de nuestra especie siempre somos muy corteses y educados, sobre todo con estos temas. Acceder a los sentidos de alguien es algo muy íntimo. Aunque nos autoricen, siempre decimos por favor y gracias, pues valoramos mucho el hecho de que alguien comparta sus experiencias así.
—Por supuesto.
Su vista se enciende en mi mente como si fuese mía. En ese mismo momento pierdo la sensación de estar al lado de Evelin. Ya puedo ver y oír igual que Alexandria. La búsqueda ha comenzado.
Mientras no escuchamos la bocina, mantengo una conversación con ella para saber más de su situación y hacer que pueda sentirse tranquila.
—¿Va todo bien, cielo? —le pregunto con mucho amor.
—Sí...
—¿Te han hecho daño? —Estoy muy preocupada.
—No, no me han hecho nada. De todas formas desactivé el sentido del dolor, ya sabes. Con eso no tengo problema. Pero no, no me han dañado físicamente. A ellos, lo que les preocupa, es el negocio que pueden hacer exhibiéndome, incluso han pensado en utilizarme para robar. Saben que puedo hacerme invisible y quieren aprovechar esa ventaja para obligarme a cometer atracos, robos y cosas así. Al principio hablaban de un circo pero está claro que lo han meditado y ahora no tienen claro qué quieren hacer conmigo, pero van a aprovechar mis habilidades para cualquier cosa que les reporte beneficio.
—¿Cómo te tienen debilitada?
—Me inyectan algo que me debilita. Eso no me deja activar bien mi fuerza ni ninguna característica hiperorgánica nuestra. Estoy casi tan limitada como un humano más. Cada cierto tiempo, vienen y me inyectan de nuevo.
—¡Qué c...! —exclamo.
—Sí... —dice con tristeza.
—Saldrás. Pronto. Te lo prometo.
Cada cierto tiempo nos callamos intentando oír la bocina de mi amiga. Alexandria mira alrededor, veo su vista moverse de un lado a otro de la habitación. Tiende a quedarse mirando a la ventana como si le ayudara a concentrarse. Me muestra la ventana en un silencio infinito.
—...gracias —le oigo decirme en mi cabeza.
—No es nada, Alexandria. Vendría una y mil veces a por ti.
En nuestra especie es normal cuidar los unos de los otros. Esta frase a ella no le sonaría interesada. Sé que en el entorno humano frases así suenan demasiado estridentes, por eso tiendo a moderar mi lenguaje y mis expresiones de afecto.
De repente se oye una bocina a lo lejos. "Vamos Valentina...", me digo a mí misma en mi cabeza.
—¿Se llama Valentina tu amiga? —Alexandria ha escuchado mis pensamientos.
—Sí.
—¿La del instituto?
—Sí, ¿la conoces?
—De vista y oídas. Pero nunca nos hemos hablado. Sé que es una humana genial. Como Anna.
—Sí. De no ser por esta clase de chicas tú y yo estaríamos perdidas en un planeta así.
—Hemos tenido suerte de poder encontrar amigas humanas tan buenas —dice pensativa.
—Dímelo a mí..., yo llegué fatal al instituto. Creo que de no ser por Valentina habrían abusado de mí hasta la saciedad. Me humillaron mucho.
—A mí me pasó algo parecido. Conseguí pasar desapercibida bastante pronto, pero muchos chicos andaban detrás de mí. Las populares se enfrentaron conmigo, me vieron como una amenaza. No les gustaba que de repente tantos chicos se fijasen en otras chicas que no sean ellas. Creo que mi llegada no fue tan intensa como la tuya, pero también fue muy dura.
—Yo he tenido la mala suerte de caer en la clase de las populares. Eso dificultó mucho todo.
—Es cierto. Jessica, Vanessa..., todas esas son unashumanas terribles.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top