18. ¡Respuesta de Alexandria!


Después de cierto tiempo con el ambiente enrarecido, parece que la fiesta ha vuelto a su normalidad. Desde que ha sucedido lo del beso, mis amigas ya no se separan de mí en ningún momento. Se preocupan mucho de que me sienta bien. El efecto que produce su protección es que muchos chicos ya apenas se atrevan a venir a hablarme. No obstante, sigo siendo el centro de atención de la fiesta. Cada cierto tiempo, viene alguno chico a hacerme algún chiste o intentar que salga a bailar con él.

—¿No bebéis nada? —nos pregunta Vanessa.

—No tengo sed —contesto.

—Yo... —Evelin duda por un momento—. ¿Qué estás bebiendo tú?

—Ron —responde Vanesa—. ¿Quieres?

Veo tentada a Evelin por tomar de la bebida, pero en ese instante le cojo la mano con suavidad. Ella retrae su actitud, siente mi gesto de protección y cambia su idea.

—No gracias —responde amable—. Creo que me pediré agua.

—Como quieras —contesta Vanesa.

—Ina. ¿Estás bien? —Marcus viene a preguntarme con respecto a lo del beso. Se le ve a leguas que quiere aprovechar esa excusa para coquetear conmigo.

—Sí. Muchas gracias. —Intento que la conversación no le dé pie a creer que puedo estar interesada. Valentina y Evelin no nos quitan ojo. Nos han dejado espacio, pero están vigilantes y atentas. Espero que no ocurra nada raro, Valentina podría perder con facilidad los estribos.

—¿Hasta qué hora te han dejado salir tus padres? —pregunta Marcus.

—Hasta la hora que se vayan ellas. —Señalo a mis amigas—. Nos han dicho que volvamos juntas.

—¡Ah qué bien! ¿Y a qué hora se vuelven ellas? —El muchacho parece tener mucho interés en aprovechar el resto de la noche para hablarme.

"¿Hola? ¿Hola? ¿Estás ahí?" Una voz resuena en mi cabeza. Es el canal que he abierto con Alexandria. ¡Se ha despertado! Con este follón no puedo atenderla. ¡No quiero perder su mensaje! Es urgente, tengo que inventar algo. Interrumpo la conversación con Marcus y me dirijo a mis amigas.

—Chicas me estoy mareando. ¿Me podéis llevar fuera?

Mis amigas se acercan deprisa para ayudarme y me cogen una por cada lado. Dejo caer la cabeza hacia adelante y me cuelgo de ellas, para que parezca que he perdido el control y poder cerrar los ojos.

—¿Necesitáis ayuda? —Marcus tal vez haya visto la oportunidad de llevarme en brazos.

—No, podemos nosotras —gruñe Valentina. Estas chicas no me van a soltar por nada del mundo. Las quiero un montón.

—¿Estás bien Ina? —Más chicos se acercan a preguntar. No puedo responder.

—Sí, solo se ha mareado un poco —responde Evelin con sequedad.

Mis amigas me llevan hacia fuera de la discoteca. Yo les presiono todo el tiempo con los índices en los hombros, para que sepan que no me encuentro mal. Los demás no se darán cuenta de ese gesto y a mis amigas les servirá de orientación. Una de ellas ha entendido el mensaje y me aprieta dos veces el hombro. Yo hago lo mismo, apretándole dos veces en la zona donde tengo mi mano colocada.

—¿Dónde estás bonita? —le pregunto a Alexandria. Le mando muchísimo cariño. Quiero que se sienta a gusto dentro de lo posible.

—No lo sé. No sé dónde estoy. —La noto muy asustada.

—¿Tienes alguna pista?

—No. —La chica está desesperada—. Me han retenido porque me quieren para exhibirme. Saben de dónde soy y me van a obligar a hacer trucos en un circo o algo así.

—¡Qué horror! No te preocupes, te sacaremos de ahí. ¿Puedes darme entrada a tu cuerpo?

—Claro...

La chica habilita la entrada a sus sentidos. De repente, todo se enciende en mi mente. He perdido por completo el contacto con mis propios sentidos, así que ahora para mis amigas sí que pareceré desmayada. Esta vez, puedo ver con mucha claridad. Alexandria no está drogada, pero no creo que esta situación tan favorable dure mucho tiempo. Tengo que aprovechar la ocasión. Todos los sentidos de Alexandria están abiertos y es como si estuviese dentro de ella, pero no puedo moverla. Sólo puedo sentir lo que ella siente.

—Guapa, mira alrededor por favor —le ruego.

La chica mueve la cabeza y empieza a hacer un recorrido por la habitación. Está casi vacía. Hay una pequeña mesita al fondo que no contiene nada. Justo a su lado hay una silla. Su vista llega hasta una ventana. En ese momento transmito con mucha energía. Es como gritar dentro de la cabeza de alguien, la sensación del que lo recibe es muy parecida a escuchar voces fuertes.

—¡Espera! Fíjate bien en eso.

La vista se para en la ventana. Veo una especie de poste y una chimenea larga. ¿Qué puede ser eso? Al lado de la chimenea, hay un tejado inclinado hacia la derecha.

—Intentaremos encontrar ese sitio ¿vale? —le comento a la secuestrada.

—Sí, por favor. Muchísimas gracias.

—¿Tienes idea de dónde podría ser?

—No lo sé, pero no nos hemos movido mucho. Es la misma ciudad seguro. Tiene que estar cerca del instituto, el trayecto hasta aquí fue muy corto.

—¿Puedes activarte? ¿Puedes romper las cuerdas? —le pregunto.

—No estoy segura, pero detrás de la puerta hay alguien. Todavía estoy muy débil, creo que no podría. Me debilitaría demasiado.

—No intentes nada todavía. Si te sale mal, te doblarán la vigilancia y te tratarán todavía peor. Así, por lo menos, están algo relajados y tenemos la capacidad de sorprenderles. Voy a ir a por ti y saldremos juntas de ahí. Deja que crean que no puedes hacer las cosas que sabemos hacer, ¿vale? No manifiestes nada que no sea humano.

—Vale. Ven rápido por favor.

—No pienso dejarte sola. Siempre que estés disponible conectaré contigo. Te vamos a ayudar.

—Gracias Ina. —Noto cómo la chica se relaja un poco.

—Escúchame. —Intento relajarla—. Ahora tengo que dejarte. No hay tiempo que perder, voy a ponerme ya a buscarte, por eso te voy a "soltar", ¿vale?

—Claro. No te preocupes.

—Si ocurre algo, me necesitas o te enteras de algo, abre el canal, por favor.

—Sí, sí. No lo dudes.

—Un abrazo cariño.

—Otro para ti, amiga.

La vista de Alexandria se apaga en mi mente y en el mismo instante se enciende la mía. Estoy sentada en el soportal de la discoteca. Hay muchas personas mirándome. Algunas me miran con desagrado, como si me hubiese emborrachado. Valentina lo hace con complicidad.

—¿Alexandria? —pregunta Evelin con discreción. Entre la distancia de la gente a nosotras y el ruido del local, no han podido oírla.

—Sí. —Mis amigas cambian la cara. Ya lo sospechaban,pero ahora tienen la confirmación de lo que me estaba ocurriendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top