17. De fiesta
Hoy es el cumpleaños de Sara, una chica que pertenece al grupo de los populares. Ha hecho una gran fiesta y nos ha invitado a una buena parte de la clase, mis amigas y yo incluidas. No me apetecía demasiado ir a algo como esto, pero es bueno para mí seguir manteniendo una reputación de chica normal. Estar en un grupo tan grande de humanos me hará parecer una más. Además, mis amigas me pidieron que las acompañase, por lo que al final he decidido ir.
Estamos sentados en la mesa de un restaurante, ya hemos terminado la cena. Yo he comido verduras crudas y me he traído un par de plátanos en el bolsillo para el postre. Como no suele haber frutas en los restaurantes los he cogido de mi casa. Algunos se han reído cuando los he sacado, pero la verdad es que ya me esperaba algo así. Me da la sensación que algunos de la mesa sienten admiración por mí por el hecho de tener hábitos tan propios. Uno de los chicos se ha interesado de verdad cuando ha visto que me traía plátanos conmigo. Empezó a hacerme toda clase de preguntas, como si fuese alguien muy interesante.
Estoy sentada entre mis amigas, con Evelin a mi izquierda y Valentina a mi derecha. Me hacen sentir muy segura. Hemos cogido el hábito de que yo vaya siempre en el medio. Nos hemos vuelto inseparables. Denis, uno de los chicos más guapos y codiciados del grupo toma la voz cantante.
—Bueno, ahora, ¿qué hacemos? —Denis habla en un tono que hace pensar que existe una respuesta correcta a su pregunta.
—Vamos de fiesta ¿no? —dice Jessica. Es una chica popular, así que con esto que acaba de decir, parece que ha condicionado las respuestas de todos.
—Sí. Vamos al Badere. Esa discoteca es lo más —contesta Samantha. La chica del cumpleaños, Sara, parece que también está de acuerdo.
Valentina y Evelin se inclinan sobre mí.
—Mierda..., el Badere. Mis padres me matan si vamos allí —susurra Evelin.
—Odio ese sitio. Es de pijos —comenta Valentina—. ¿Vosotras queréis ir?
La pregunta de Valentina es un buen reflejo de cómo hemos venido funcionando este tiempo. Siempre estamos juntas y no nos importa perdernos grandes momentos si una de nosotras no va a estar bien. En especial yo. Se interesan mucho por saber si un sitio es bueno para mí igual que si una comida me va a envenenar o sentar mal. Me cuidan mucho. A mí no me importa demasiado ir a ese lugar, así que prefiero que decidan ellas.
—Lo que queráis chicas. —Les sonrío.
—No sé, ¿vamos solo un rato? —inquiere Evelin.
—De acuerdo —respondo.
—Tienes razón. Tampoco tenemos que estar allí todo el día —comenta Valentina.
El grupo del cumpleaños sigue hablando y coordinando el plan de la fiesta mientras nosotras cuchicheábamos. Después de pagar las cuentas, emprendemos la ruta en la dirección a la discoteca. Yo me limito a seguirles, no conozco el lugar ni la ruta. El grupo avanza con los populares en el medio. Nosotras vamos detrás de todos. Desde esta posición podemos seguir hablando de nuestras cosas sin preocuparnos mucho.
—¿Sigues sin saber nada de Alexandria? —me pregunta Valentina susurrando.
—Nada. Sigo probando a cada rato para ver si consigo establecer contacto con ella, pero pasa mucho tiempo durmiendo, no obtengo respuesta.
—Vaya. Ojalá consigas saber algo pronto. —La tristeza de Valentina es evidente.
Entramos en la discoteca. El portero nos ha mirado a todos como si estuviésemos en un sitio prohibido, de arriba a abajo, en especial a mí. No puedo evitar ponerme nerviosa en una situación así. Creo que a pesar de nuestra diferencia de edad le he gustado.
El interior es un caos, está todo muy oscuro y la gente está bailando. Yo puedo ver con mucha facilidad, mis ojos captan mucha más luz que los de los humanos, pero soy consciente de que los terrícolas ven con dificultad en un sitio como éste. Por instinto miro alrededor y examino todos los elementos del sitio. Nunca he estado en un lugar como éste. Un altavoz, camareros, alcohol, gente bailando, otro altavoz, una tarima... Me hago una composición completa del lugar.
—Vamos Ina —Denis me toca en un hombro al verme parada y distraída mientras observo alrededor.
Avanzo con él a mi lado hasta el resto del grupo. Algunos de ellos están en la barra pidiendo bebidas. Mis amigas han preferido no consumir nada. Están ahora mismo al lado de Bea, hablando con ella.
—¿Había discotecas así en Islandia? —me pregunta Denis.
—Eh... —No me he estudiado esa parte de Islandia. ¿Cómo iba a prever esta pregunta?—. Allí nunca había salido de noche. Mis padres no me dejaban hacerlo.
—¿Qué suerte que hoy puedas salir, verdad? —responde con mucho ánimo.
—Sí. Claro. —Creo que mi tono de voz no es muy convincente.
Jordan, uno de los mejores amigos de Denis, también muy popular, le acerca una bebida a su amigo que recoge sin dejar de prestarme atención.
—¿Quieres bailar? —me pregunta acercándose a mí.
—No, no —contesto dando un pequeño paso atrás. A mi lateral mis dos amigas están prestando atención a ver qué sucede con Denis y conmigo.
—¿No te gusta? —Denis sigue acercándose cada vez más. No puedo retroceder más, he chocado con alguien de espaldas.
—No demasiado.
Denis da un sorbo a su bebida y poco después de hacerlo se inclina hacia mí y me besa en la boca, en un gesto rápido y casi sin darme tiempo a procesarlo. Yo me aparto hacia un lado, con brusquedad. Estoy muy molesta.
—¿Qué haces? ¡No quería besarte! —grito muy irritada.
—Denis, ¿qué estás haciendo? —Valentina ha llegado en medio segundo a su lado, muy enfadada. Temo que pueda darle un empujón.
Evelin está al lado de Valentina, intentando que no pierda los nervios. Denis parece mantener la compostura y levanta un poco las manos, haciendo señal de calma.
—Perdona, perdona. Pensé que te gustaría —argumenta el chico, intentando calmar los nervios.
—Pues se ve que no —replica Evelin muy enfadada.
Están todos mirándonos. El ambiente se ha tensado mucho. Valentina viene hacia mí y se pone a mi lado. Evelin se sitúa entre él y nosotras, marcándole el espacio para que se marche. El chico intenta decir algo más pero está tan aturdido que acaba por retirarse hacia atrás y trata de escabullirse en el grupo mientras es el foco de atención. Algunos lo miran molestos. Otros se ríen, como si hubiese hecho el ridículo. El chico intenta mantener el orgullo y su posición de chico popular, como si besarme fuese algo sin importancia. Gesticula entre sus amigos como si yo me estuviese perdiendo algo.
—¿Estás bien? —me pregunta Evelin.
—Sí, sí. Gracias —respondo mientras siento cómo me acaricia el brazo.
—Denis es un idiota —asegura Valentina.
—No lo vi venir, no me esperaba eso —trato de justificar.
—Ya lo sé, es un engreído.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top