1. Mi horrible bienvenida

Antes de venir a la Tierra he estado estudiando las costumbres y cultura de aquí. Estoy familiarizada con todo lo de este planeta y puedo comportarme como uno más. Quizás parezca una tontería, pero imaginaos lo que puede ser subirse a un autobús y pasar sin pagar por no saber qué es el ticket.

Pensad que para mí, en mi planeta, era todo muy diferente. No existen estos medios de transporte, ni nos organizamos de la misma manera que vosotros. Algo tan simple como ir al baño, para nosotros es un gesto que no existe. Nuestro organismo es mucho más eficiente en la extracción de nutrientes, y no genera apenas residuos por lo que no vamos al baño. Entonces, para pasar desapercibidos, a veces tenemos que fingir que vamos al baño. Hasta las cosas más cotidianas de la Tierra son raras para nosotros. Tuve que aprender muchas cosas antes de poder vivir en este lugar.

Así que, después de pagar mi ticket como una humana más, aquí me encuentro de pie cogida de la barra. El autobús avanza despacio entre el tráfico. No sé cómo los humanos pueden tener vehículos que echan tanto humo. ¡El aire está muy sucio! Mis pulmones pueden filtrar gran cantidad de tóxicos, pero los vuestros no. Me temo que si seguís así, no sobreviviréis a vuestro propio estilo de vida.

El autobús se para a escasos metros del instituto. Aunque es un autobús urbano, tiene una parada de su ruta justo delante del instituto en el que me he matriculado. Conseguir los papeles no ha sido del todo difícil gracias a la Hermandad. Ellos han conseguido darme una tarjeta de identificación, y hacer que conste en los sistemas como una habitante de aquí. De no ser por ellos, habría sido bastante complicado establecerme aquí. Para matricularme, me pedían la identificación. No habría podido decir que mis padres no son de este planeta y que ahora mismo no están aquí conmigo. De hecho, si se enteran de que vivo sola, los servicios sociales vendrían a por mí por ser una "menor de edad" viviendo sola. Así que debo andar con cuidado.

Es el primer día de curso, pero por lo que se ve la mayor parte de ellos ya se conocen entre sí. Todos me están mirando. No me siento incómoda porque en mi especie tenemos muy buen control de las emociones. Creo que eso también lo notan, que a pesar de que no dejan de mirarme, no me inmuto. Además, la Hermandad ya me advirtió de que esto ocurriría:

"Ellos no podrán saber que eres Visitante, es imposible darse cuenta a simple vista así que puedes actuar con normalidad. Sin embargo, su instinto les dirá que algo en ti no es normal. Hay ciertos rasgos que tenemos que son diferentes a los humanos en general, aunque algunos humanos los presentan y por eso te aceptarán como si fueses de los suyos. Para empezar, tienes una piel perfecta. Verás que muy pocos humanos tienen la calidad de tu piel. Lo mismo ocurre con el brillo de tu mirada. También tu expresión genética será diferente. Tus proporciones son mucho más perfectas y armónicas que la mayoría de los humanos, lo que se traduce en belleza para ellos. Te considerarán muy atractiva. Notarán en ti una biología más perfecta, y te mirarán sin poder evitarlo. No debes preocuparte, pues hay humanos que también presentan estos rasgos, al igual que tú. Aunque no tan acentuados."

Por eso, aunque claven sus miradas en mí, no me preocupo. Sin embargo, sí que tengo que estar atenta a lo que me dijeron: en un instituto, ser guapa puede ser un problema serio. Tengo que jugar mis cartas bien o es posible que tenga grandes problemas para integrarme. Me han dicho que los humanos a veces, por celos, quieren destruir aquello que ven mejor que ellos. Esa es la parte que me va a dificultar más la integración: la envidia.

—Hola. ¿Cómo te llamas?

Un chico muy alto, con pinta de ser alguien influyente o popular, me habla desde un lateral sin haber establecido siquiera contacto visual conmigo. Para los de mi especie no se considera de buena educación asaltar así a alguien, y mucho menos cogiéndome del brazo como está haciendo este chico. Pero quizás aquí sea normal. Voy a fingir que no me ha molestado su actitud arrogante y le contesto con una sonrisa.

—¡Hola! Soy Ina.

—No pareces de por aquí. ¿De dónde eres?

—Eh... —¡Mierda! Esto no lo tenía preparado. ¿Y ahora qué le digo que suene creíble?

De repente me doy cuenta de que hay un par de chicas observándome y cuchicheando entre ellas. Creo que están celosas. No sé qué hacer. Seguir hablando con este chico es posible que me traiga problemas. Bajo la vista hacia el suelo y abrazo mi carpeta sonriendo, como en un gesto de timidez.

El chico no se retracta de su actitud incisiva y toma las riendas de la conversación. Está claro que no quiere callarse.

—Yo me llamo Zack. Soy el quarterback de la liga inter institutos. Esta tarde tenemos partido. ¿Quieres venir a vernos?

Una de las dos chicas que estaban cuchicheando se acerca deprisa y se coloca entre Zack y yo.

—¿Eres la nueva? —Zack insiste en sus preguntas al mismo tiempo que la otra chica se pone a su lado, muy cerca de mí. Esta situación no me gusta nada. ¿Me están acorralando?

—Sí. Soy nueva aquí —contesto en un tono suave, intentando aplacar la situación. No lo consigo.

—Bienvenida a nuestro instituto, bonita —Su tono suena mitad amable mitad hostil—. ¿De dónde vienes?

La profesora aparece en escena. La situación se disuelve y todos los alumnos entramos en clase. Yo entro con varios de ellos que me rodean con mucho interés y preguntan por mi nombre.

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