Dentro de las profundidades de un enorme y muy antiguo bosque con altos árboles y vegetación avanzada , se encuentra una cabaña muy antigua, mohosa y escalofriante .

Allí es donde habita un hombre que fue abandonado por sus padres desde el día de su nacimiento, quedando al cuidado de unas personas muy lejos de ser normales. Pasando una vida totalmente desesperante y desquiciada, dando paso a un desequilibrio mental muy agudo y profundizado.

Su manera de vivir es un tanto diferente a la de los demás; desde muy pequeño siempre le ha gustado ver como brota la sangre, llegándose a lastimar a si mismo en repetidas ocasiones para así ver la sangre fluir de su cuerpo.

Un día decidido, el pequeño probó el líquido rojizo, para su sorpresa este le dejó totalmente encantando; ¡su sabor era como una droga para él!, no dejaba de lamerse la herida hasta que se detenía el sangrado.

Sin importarle la opinión de sus parientes adoptivos siguió haciendo lo mismo durante un largo periodo de tiempo, pero hacer eso durante tanto le terminaría cansando en algún momento y buscaría algo más interesante.

Y fue así como poco a poco quiso ganar confianza al hacer lo mismo con un animal golpeandolo fuertemente con rocas en su frágil cráneo hasta llegar al punto de aplastarle completamente la cabeza y luego de estar muerto, apuñalarlo con el único propósito de lograr cumplir con su ambición, "observar el brote rojo carmesí de la sangre y luego tomarla hasta dejar vacío por completo a su presa".

Pero al notar que después de absorber una inmensa cantidad aún seguia saliendo, le provocó demasiada curiosidad el saber cómo dentro de un cuerpo podría haber tanta cantidad de su fluido favorito y al parecer su sabor variaba un poco dependiendo de quien o que fuese.

Al día siguente en búsqueda de alguna presa, se encontraría con su primera víctima humana.

Así  fue como creó ese hábito tan desagradable, "el quitar vidas por mero placer".