(4) A la orden pa'l desorden
—Mi nombre es Sofía, estudio Derecho y me gusta comer pan con Barrilete.
—Soy Samantha, estudio Diseño de Vestuario y me puedo desabrochar el brasier con una sola mano.
—Me llamo Luis Eduardo pero me pueden decir Lucho, estudio Ingeniería Industrial y soy un caleño que no sabe bailar salsa.
—Susi, estudio Publicidad y aprendí karate para que no me atracaran pero me paniquié cuando me mostraron una ñala.
—Soy Julio, estudio Administración y cuando sea grande quiero ser futbolista.
—Me llamo Andrés, estudio Ingeniería en Nanotecnología y soy alérgico a la marihuana.
—Mi nombre es Maximiliano, estudio Ingeniería Mecánica y soy capaz de comer mamoncillo sin ahogarme.
—Soy Mauro, estudio Diseño Gráfico y abrí una cuenta de OnlyFans porque me rehuso a trabajar en un McDonald's sirviendo helados que no sean para mí.
—Soy Cata, estudio Trabajo Social y no le reviso el celular a mis parejas porque eso es de tóxicas.
—Me llamo Margarita, estudio Ingeniería Informática y aprendí inglés a punta de videojuegos.
—Yo me llamo Simón, soy chef y soy capaz de meter una USB en el huequito del PC al primer intento.
—Soy Yesid, estudio Negocios Internacionales y no sé por qué estamos haciendo esta dinámica tan cula si ya nos conocemos.
—Usted sí es mucho waterparty, hermano... yo no más quería saber algún datico curioso sobre este ecléctico combo apocalíptico y viene usté a cagarse en la batica'e cuadros.
Todos, fastidiados, miraron al muchacho con el ceño fruncido. No les costaba nada hacer eso para que Rigoberto conociera a su nuevo grupo de compañeros de Apocalipsis, y sin embargo, Yesid no perdía oportunidad para enervar a los demás.
—Menos mal el güevoncito ese tiene triciclo pa'moverse por su cuenta —susurró Susana a Margarita—, así no nos jode a nosotros el ambiente en el bus.
—Yo entiendo que nos esté rompiendo los ovarios desde que lo conocimos, pero no tengo corazón para dejarlo por ahí solo, ¿quién quita que termine sirviendo para algo?
—Vos a mí no me engañás, muérgana. Querés mandarlo al Barrio de los Acostados desde que dijo en clase que el pobre es pobre porque quiere y estás esperando que dé papaya pa'darle chumbimba.
—Ay, Carmen Susana... yo no soy la única —las dos se rieron con disimulo—. Creo que todos queremos hacerle lo mismo a ese clasista de mierda, pero mientras no se infecte, no vale la pena gastar balas en él. De pronto hasta se tropieza por accidente con baba negra sin que podamos ayudarlo y ahí sí toca ponerlo a mimir...
—Sí, claro... "por accidente". —Susi hizo comillas al aire con los dedos. Margarita asintió.
—Si alguien pregunta, nos toca decir que jamás imaginábamos que fuera a pasar.
Sami y Sofi hablaban sobre la gran cantidad de veces que habían viajado juntas a otros destinos, los lugares fantásticos que tuvieron la oportunidad de conocer y las experiencias inolvidables que atesoraban en sus inquietas mentes. Tenían muy claro que Medellín era la ciudad a la que siempre regresaban a descansar, rumbear, compartir con sus amigos y familia, la que podían llamar hogar.
Eso, hasta que una plaga zombie estalló y las dejó atrapadas con un montón de gente que se las quería comer vivas.
Tanto ellas como los demás tenían un conflicto similar, pues por varias razones conocían otros sitios pero nunca dejaban la ciudad, era un lugar privilegiado que acogía a propios y extraños abrazándolos entre montañas. Las mellizas, junto con Margarita y Susana, eran de las que miraban rayado al que les mencionara de manera idólatra a ese señor horrible que en los años ochenta le diera mala fama a la ciudad llenándola de "maicena", pues no había forma de ver a ese tipo como una buena persona cuando los papás de ellas sufrieron esa época en carne propia y agradecieron enormemente el haber salido vivos de lo que implicó estar en Medellín en aquellos años.
—Todo el tiempo decíamos que esta ciudad era el mejor vividero del mundo y soñábamos con ir a conocer otros lugares, pero la estamos pasando súper mal ahora que no podemos salir vivos... ¿quién nos entiende? —dijo Sofi. Su hermana suspiró con resignación.
—Los paisas somos raros, no hay otra explicación.
—Chicas, necesito contarles algo —Andrés se acercó a las mellizas—, resulta que cuando encontramos muerto a Javier en la capilla del comando tenía un papel en la mano, el man como que se olió que no íbamos a poder pasar por esta situación en sano juicio y dejó escrito que encontró algo que nos va a ayudar a todos a pilotearla. Me van a acompañar a recogerlo, ¿porfa? Es pesadito y no puedo solo.
Las mellizas asintieron. El muchacho habló con Margarita para que Sami tomara prestada la camioneta y los tres fueran al comando de nuevo, pues con las indicaciones de la nota que había escrito Javier en sus últimos minutos de vida iban a encontrar la sala de incautaciones.
—Andy, ¿en serio nos vamos a llevar todo esto? —él asintió.
—Sí, ya vieron que se va a necesitar. Tenemos que moverlos al carro, vamos pues.
Debían subir al segundo piso, cargar lo que pudieran, bajar al parqueadero y meter la carga completa en la camioneta. Luego subir de nuevo hasta que terminaran de transportar todo, y para eso necesitaron casi una hora. Mientras tanto, se distrajeron con un juego que aparentemente no tenía importancia y les ayudaba a no separarse.
—Chicas, ¿alguna vez han jugado "te casas, te lo comes, lo matas"?
—Uy, sí —respondió Sami—, ¡con futbolistas y actores de Hollywood!
—Parce, es súper chévere para pasar el rato bebiendo coctelitos —Sofi suspiró, recordando ciertas noches divertidas—, ¿quieren jugar?
—¡De una! —dijeron al tiempo Andrés y Sami.
—Pero les tengo una cascarita: hagámoslo con celebridades locales, ¿sí?
—Yo no veo problema —respondió Andres y Sami lo secundó con un pulgar hacia arriba—. Bueno pues, Sofi... vamos con una facilita: Santiago Alarcón, Ramiro Meneses, Jaider Villa.
Sofi suspiró. Tres actores, dos muy talentosos y otro muy... carebarbie.
—Pues fácil sí está, porque Jaider Villa me cae súper mal entonces ese es el que mato. Me como a... Santiago Alarcón y me caso con Ramiro Meneses porque es chistoso y cocina muy rico. Yo digo la siguiente para Sami: Diego Cadavid, Camilo, Juanes.
—Pffff, más fácil todavía... me como a Diego Cadavid hasta la muerte en nuestra noche de bodas mientras suena The Mills de fondo.
Andrés y Sofi rieron. Habían jugado ese juego miles de veces y no se les había ocurrido responder así.
—Estuvo buena esa —Sami abrió una botella de agua y tomó un par de sorbos—. Tengo otra mejor para Andy. Maluma, Sebastián Yatra, Feid.
—Un momentico, deja yo la pienso —dijo el muchacho—. A ver... me acuesto con Yatra, me caso con la cosita divina que es Maluma, y digo que maté al Ferxxo, pero lo dejo ir.
—Eso no cuenta. —dijo Sami.
—Claro que sí, mor. Nadie en sano juicio intentaría matar a Feid.
—Eso sí es verdad —aseguró Sami de nuevo—. Va otra para Sofi: escoge entre los Perros Criollos.
—Paso. —dijo la aludida.
—Luna Sofía... —insistió su hermana.
—Sol Samantha, no me hagás escoger entre esos tres.
—¡Porfaaaaaaaaaa! Porfa, porfa, porfis...
—¿Me querés ver sufriendo?
—Nooooo, ¡es una duda real!
—Bueno, pues. Me acuesto con El de las Fotos porque ese man sabe cositas y me caso con La Guama.
—¿No matás a Lokillo?
—Ni por el putas, Sami... Don Chimbo fue desplazado de la violencia, ese man sabe esquivar cualquier cosa que le avienten y es demasiado chistoso como pa'pegarle un tiro.
—Vengan... ¿le puedo subir un nivel chiquitico a esto? —preguntó Andrés. Las mellizas asintieron—. Vean pues, esta para que respondan las dos: Maxi, Lucho, Mauro.
Ambas se quedaron pensativas. Con personas cercanas, en la situación que atravesaban, era mucho más difícil decidir, sin importar que fuera un juego. Era aun más duro por el hecho de que las mellizas habían tenido algún rollo sentimental con dos de los hombres que Andrés había mencionado.
—Andy, no sé si aplica acá, pero a mí no me chocaría comer recalentado —respondió Sofi—, entonces me comería a Maxi, me casaría con Mauro para que me mantuviera con su OnlyFans, y pues... ya te darás cuenta que escojo matar al Cali.
—Vos feliz pegándole un navajazo a mi ex, ¿no cierto? —dijo Sami al mismo tiempo que negaba con la cabeza en señal de desaprobación. Su hermana se encogió de hombros—. Pues entonces yo mato al tuyo, también me caso con Mauro y cangrejeo con Lucho.
—¿Qué te hizo Maxi, ole?
—A mí nada, a vos te puso los cachos y con esos meses de depresión que tuviste me harté del man por mucho tiempo —Sami resopló con discreción—. Si yo no te hubiera llevado arrastrada a terapia, ahí estarías todavía.
—Ojalá hubiera podido terminar con el man igual de civilizadamente que lo hiciste vos con Lucho, el man es bien...
—¡Bien tacaño será! Casi todas las salidas juntos eran de mi bolsillo y así no aguanta.
—Perdón por dar bomba, pero esto es muy divertido —expresó Andrés después de una risa breve. Las mellizas lo miraron—, desquítense conmigo, pues.
—Bueno, para que no digás que no hay confianza entre nosotros y nos podés contar lo que sea —replicó Sami—: Mauro, Yesid y... Bareta Man.
El par de hermanas no dejaron pasar ciertos gestos que Andrés había hecho cuando Rigoberto se integró al grupo, y como él había empezado con el chistecito, ellas no lo iban a dejar morir.
—Andy, a nosotras no nos podés engañar. Te estabas comiendo a ese man con los ojos. —dijo Sofi.
—Pa'qué decirles mentiras, ¿sí o qué? Les voy a ser muy honesto, yo también me casaría con Mauro porque el man tiene plata y está bien bueno, pero es que Yesid también tiene plata y es heterocurioso.
—¡YESID ES UN HIJUEPUTA! —gritaron las mellizas al tiempo.
—Déjenme terminar de hablar —el muchacho levantó la mano—, yo sé que Yesid es una porquería de persona, pero acuérdense cuando dijo que él jamás tenía problemas de plata. Piénsenla bien: si el man dice eso, aparte de ser un snob insufrible, indica que tiene mucho más billete que Mauro. Lo pongo en estos términos: mato a Yesid después de casarnos, me quedo con su cuenta bancaria, les dejo a Mauro a ustedes y me como a Rigo después de bañarlo porque esa chucha está buena para ahuyentar zombies, pero es tremenda matapasiones.
Las mellizas se rieron ruidosamente, y habrían seguido jugando toda la noche si no hubiera llegado un mensaje de Margarita al teléfono de Andrés.
"Andy mijo, pulle el burro pues... acá ya están preguntando si ustedes tres se fueron a pichar o a buscar lo que dijo Javier."
—Chicas, Mago dice que el resto del grupo ya está empezando a cuestionar mi homosexualidad porque estoy acá solo con ustedes, entonces nos tenemos que ir ya para el bus, a ver qué tal les cae la sorpresita que les llevamos.
—Damas y caballeros presentes, esta pelea irá a tres asaltos en la división aficionada de peso gallo femenino. Presentando primero, peleando en la esquina azul, a una cinturón púrpura de jiu jitsu brasileño y cinturón negro de karate, con un récord de siete victorias, una derrota y un empate... ¡Susana "Susie Cute" Jaramillo!
Susi dio una vuelta saludando al público y luego, al más puro estilo de Lyoto Machida, se inclinó hacia el centro de la jaula en un saludo muy de karateka.
—Y en la esquina roja, una judoka de cinturón verde y cinturón amarillo de taekwondo, con un récord de cinco victorias y tres derrotas... ¡Daniela "La Chiqui" Uribe!
Al verla, Susi podía jurar que su oponente se había puesto demasiado maquillaje como para ir a una pelea.
"¡Homero, la ajustaste en Callejera!", pensó. Y sin que pudiera controlarlo, una suave risa salió de su boca, misma que la otra chica no pudo ignorar.
—Téngalo ahí, Susi. ¿Me va a contar toda la reyerta no más pa'explicar por qué me le dañaron la carita y le dejaron esa cicatriz en la ceja?
—Ay, Rigo... es que a mí siempre me gusta dar el contexto, es cortico... ¡lo prometo!
Mientras todos esperaban el regreso de Andrés y las mellizas para ver cuál iba a ser el paso a seguir, Susana le contaba al chico bareta aquella vez que decidió aceptar el reto de su entrenador y se metió a pelear en un evento de artes marciales mixtas para aficionados. Tuvo la fortuna de conocer a muchas leyendas del deporte en dicha gala y de tomarse bastantes fotos con varios de sus peleadores favoritos.
—Mami, yo la entiendo porque conocer a tanta gente que admira en una vaina de esas emociona al que sea. Pero bueno, termine de contarme, pues.
—Lo que faltaba era poquito, relax. Gané por knockout técnico, pero cuando el anunciante mencionó mi victoria, la perra estúpida esa se acercó y me dio un cabezazo. Ahí quedó la cicatriz, me cogieron siete puntos de sutura porque la vieja se me fue encima como un toro.
—Uy, tremenda subversiva.
—No solo lo subversiva. Yo podría jurar que quedé maquillada después de ese golpe, alcanzó para que las dos quedáramos listas si queríamos irnos de fiesta pa'l Lleras.
Rigoberto rió. Susi le había caído muy bien.
—Bueno, ¿y usté piensa salir de este país para pelear en algún otro lado donde le vaya gloriosamente bien? Porque me cuenta que se mata entrenando y entrenando, pero mami... ese síndrome del impostor me la tiene muy amarradita a esta tierra. —la muchacha suspiró.
—De pronto... si soy lo suficientemente buena.
—Mami, mírese... ya podrían confundirla con una peleadora del UFC y tendría que dar uno que otro autógrafo a cualquier parroquiano desprevenido. ¿No ha pensado en entrenar en Brasil o en la USA?
—Rigo, si le dijera la verdad... lo he considerado bastante. Pero me preocupa tomar una mala decisión y quedar allá mamando como el ternero.
—Piénsela bien, muñeca. Tiene tremendo futuro en eso.
Entre todos se estuvieron contando varias anécdotas mientras aguardaban al regreso de Andrés y las mellizas con la carga que debían transportar desde el comando de policía. No se habían quedado combatiendo con algún zombie porque la zona estaba completamente vacía, y en su lugar aprovecharon para saquear algunas tiendas que aun tenían un poco de comida para abastecerse. Cuando finalmente se reunieron con el grupo, el primero en saludarlos con efusividad fue el chico bareta.
—Muchachos, me tienen como el Chapulín Colorado, detectando con mis antenitas de vinil que ustedes poseen ovnis.
—Qui'hubo, ¿ovnis? —Sofi respondió luego de reírse—. En Medellín no ha habido avistamientos decentes desde que cerraron el Windows Messenger, mijo.
—Quejeso, ¿mademoiselle Sophie? —la muchacha cerró los ojos con fuerza y apretó los labios, pues con eso había evidenciado su edad.
—Una cosa que tiene los mismos años que usted, no me pare bolas. ¿Pero por qué dice que son ovnis?
—Porque es extremadamente obvio, moncherí. Los otros ovnis no se dejan ver pero porque los extraterrestres no quieren que los descubramos espiándonos. Lo que digo es que ustedes tienen puros Objetos Verdes No Inhalados.
—Qué antenitas de vinil tan efectivas, ¿oyó? —dijo ella mientras lo agarraba del brazo para que no se lanzara encima de los más de cien kilos de marihuana que descansaban en el baúl y las sillas de atrás de la camioneta—. Aguántese ahí, que le estoy viendo cara de querer robarse la Fortuner. Esto no es solamente pa'usted. Lo vamos a repartir en montones iguales y el único que no va a recibir es Andrés porque es alérgico. Vamos a probar entre todos la teoría que le dijo a Mago.
Rigoberto jamás se imaginó que fuera a participar en una traba colectiva en medio de un Apocalipsis zombie. Aquello superaba las alucinaciones que le causó la hierba en sus primeros años de consumo, desconocía las probabilidades de que ese experimento saliera bien y en realidad quería saber lo que iba a pasar.
Jodidos ya estaban, no iban a perder nada ensayando algo así.
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