Capítulo 5: Problemas.

Al día siguiente, Stephen, Christine y Donna se levantaron a la misma hora de siempre. Sin embargo, América todavía no se había levantado. Intrigado, Stephen fue a buscarla a su cuarto.

-¿América?-preguntó Stephen llamando a la puerta-. Mira, sé que estás enojada por lo de ayer, pero necesito que hablemos...

Abrió la puerta. Sin embargo, se quedó de una pieza al ver que América no estaba en su cuarto. Al ver que su armario todavía estaba lleno de ropa, se tranquilizó un poco. Supuso que América, en su enojo, se había ido antes a la escuela sin esperarlos para desayunar como todos los días. Regresó al comedor.

-¿Y América?-preguntó Christine, intentando ocultar la preocupación en su voz.

-Ella... se fue un poco antes a la escuela-dijo Stephen, también con cierto tono de preocupación.

-Stephen.

La idea de que América no había querido desayunar con ellos no hizo más que preocupar todavía más a Christine. Al verla, Stephen pensó como calmarla.

-Sólo dale algo de tiempo-dijo Stephen-. Va a estar bien. Ella... ella no se irá a ningún lado, ¿de acuerdo?

-De acuerdo-dijo Christine, no muy convencida-. Donna, no le pongas tanta miel a los hot cakes.

Midtown High School.

América llegó muy animada a la escuela. Efectivamente, en un intento de evitar otra discusión se había ido a la escuela mucho antes de que los adultos y su hermana despertaran. No tenía ganas de discutir con ellos. En su lugar, quería celebrar, aunque fuera en privado, por la hazaña que había realizado una noche atrás. Y como un golpe de ánimo, comprobó que los estudiantes e incluso algunos maestros no hablaban de otra cosa que no fuera la niña voladora que había cargado un avión.

Mientras avanzaba por los pasillos, América sólo escuchaba los comentarios de los estudiantes sobre el incidente con el avión. Algunos admiraban a la misteriosa salvadora, otros creían que era peligrosa. Lo único en lo que todos coincidían, para sorpresa y en parte alivio de América, era que ninguno pudo reconocerla.

-¡Sólo vean este vídeo!-escuchó que dijo uno de los estudiantes-. ¡Cargó un avión en llamas! Díganme que eso no es genial.

-Lo es, Ned-dijo otra estudiante-. Digo, nunca he sido mucho de superhéroes, pero ella sin duda es muy cool.

-Nunca has sido mucho de nada, MJ-respondió Ned riendo-. Pero tienes razón, quienquiera que sea ella, es mejor que muchos Vengadores.

América sonrió por lo bajo. No podía evitar sentir cierto orgullo al escuchar como comparaban a los mismísimos Vengadores con ella.

Tomó sus cosas y se dirigió a la Biblioteca. En el camino, tropezó con Liz nuevamente.

-Perdón, no me fijé.

-Fíjate por donde vas-dijo Liz con desdén-. Rarita.

Y antes de que América pudiera hacer algo, Liz derramó una bebida sobre ella.

-¡Oye!

-Perdón, no me fijé-dijo Liz arremedando a América en tono burlón. Se fue riendo por el pasillo.

Sin embargo, esta vez América no se iba a quedar de brazos cruzados.

-Toomes, ahora sí me vas a conocer-pensó mientras sonreía con algo de malicia.

Horas después.

Luego de clases, Liz decidió invitar a algunas amigas a salir en su auto. Sin embargo, se quedó fría al darse cuenta que su auto no estaba.

-Eh, Liz-dijo una de sus amigas-. ¿Y tu auto?

-No, no sé-respondió Liz-. Lo había dejado justo aquí.

Todas miraron de un lado a otro. Sin embargo, el auto de Liz, un Ford Mustang color rojo, no se veía por ningún lado.

De pronto y sin que nadie se lo esperara, el mencionado vehículo literalmente cayó del cielo, totalmente destrozado.

Liz sintió que el mundo se le venía encima.

-Esto... como es... ¡Ese era el auto de mis padres!-dijo aterrada al ver como el lujoso y costoso vehículo ahora estaba totalmente arruinado.

Detrás de ella, apareció América con una sonrisa triunfante mientras comía una rebanada de pizza.

-¿Te digo algo, Toomes?-dijo América mientras la susodicha no apartaba la vista del vehículo-. No creo que ningún seguro cubra eso.

Satisfecha, América se fue dando brincos de alegría mientras los demás alumnos comenzaban a reírse de Liz, quien no dejaba de lamentarse por el vehículo destrozado.

Mientras caminaba, América no dejaba de pensar en todo lo que podría hacer ahora que había descubierto el alcance de sus poderes. Parecía que ahora el mundo estaba lleno de posibilidades y que todas las puertas se abrían ante ella sin ninguna resistencia.

-¿Debería unirme a los Vengadores?-pensaba mientras caminaba-. Sí, ahora que Hulk y Thor no están podrían considerarme si les pregunto, ¿o no?

-¡Ayuda!

Al escuchar el grito, América apresuró el paso y llegó hasta un callejón, donde vio a unos maleantes asaltando a una mujer.

-Bueno, aquí vamos-dijo América. Pero antes, decidió cambiarse rápidamente. La chaqueta de mezclilla la traía en su mochila. Había decidido que el mundo la había visto con esa ropa cuando hizo su primera hazaña pública como heroína, y con esa misma quería que la siguieran viendo.

Una vez que se puso la chaqueta, voló hacia los ladrones y agarró a uno del cuello.

-Esas no son formas de tratar a una dama, chicos-dijo América-. Tendré que enseñarles algunos modales.

Sorprendidos, los ladrones empezaron a disparar, lejos de saber que a la joven las balas apenas y le hacían cosquillas. Sin ningún problema, América desarmó a dos de ellos, quienes salieron huyendo, y el último sacó una navaja y quiso atacarla. El arma simplemente se rompió al chocar con América.

-¿A eso le llamas un ataque?-dijo América antes de voltear y darle un golpe que lo estrelló contra la pared a su derecha-. Eso es un ataque.

Se acercó a la mujer.

-¿Se encuentra bien?

-¡Ah! ¡Aléjate de mí, fenómeno!-y la mujer salió corriendo, dejando a América muy confundida.

-Pero si la salvé-pensó-. Supongo que después de todos los desastres provocados por los Vengadores realmente nadie quiere saber nada de super humanos. Bueno, gajes del oficio.

-¡Alto ahí, policía de Nueva York!

Un oficial de policía que había visto a América ahora le apuntaba. Ella no dudó mucho y abrió un portal para escapar. Lo que no sabía era que ese policía tenía una cámara integrada al uniforme.

-Central, aquí unidad 540-dijo el oficial a través de su radio-. La tengo.

One Police Plaza, sede del Departamento de Policía de Nueva York.

-Muy bien, pongan atención-dijo Yuri al grupo de oficiales y agentes de Control de Daños que tenía reunido en el lugar-. Uno de los oficiales logró capturar una fotografía de nuestro objetivo, ya tenemos un nombre y una dirección: América Palmer-Strange, hija adoptiva de dos neurocirujanos de renombre llamados Stephen Strange y Christine Palmer. Ambos adoptaron a la chica cuando tenía alrededor de siete años. No hay ningún registro de ella antes de eso. Ningún rastro de su familia biológica, nada.

-El hecho de que el señor Strange y la señorita Palmer no hayan notificado a la Oficina de Control de Daños de la existencia de esta superhumana constituye una grave violación a los Acuerdos de Sokovia-dijo el agente Cleary-. Así que también deben ser capturados y tomados bajo custodia. Los equipos SWAT de la señorita Watanabe cerraran un perímetro de cinco cuadras alrededor de la ubicación de nuestro objetivo y nosotros entraremos por ella.

-Les recuerdo una cosa, nuestro único objetivo es capturar a esa chica-agregó Yuri-. Así que trataremos de no convertir esta ciudad en una zona de guerra. Entramos, la capturamos, asunto resuelto.

-Sin embargo-dijo Cleary señalando la imagen de América-, no olviden que esta chica que ven en pantalla, aunque pueda parecerles linda, joven e inocente, cargó un avión entero con sus propias manos una noche atrás. Estamos hablando posiblemente de la niña más peligrosa del planeta. Capturarla es la misión, por supuesto, pero eso sólo de ser posible. De ser preciso, tenemos permiso de usar fuerza letal para contenerla, ¿queda claro?

Todos los agentes de Control de Daños respondieron que sí, mientras los oficiales de policía los miraban con desconfianza.

-Tienen sus instrucciones, muévanse.

Uno de los policías, el capitán George Stacy, se acercó a Yuri.

-Yuri, ¿en qué momento permitiste que estos matones nos dieran órdenes?-se quejó Stacy-. ¿Recuerdas que la última vez que capturaron a un superhumano casi destruyen un pueblo entero en Europa?

-A mí tampoco me gusta esto, George-dijo Yuri-. Pero las órdenes están por encima de nosotros. Lo mejor que podemos hacer, es encontrar a esa niña y detenerla antes para que los locos de Control de Daños nos dejen en paz de una buena vez y se larguen, ¿de acuerdo?

-De acuerdo-dijo Stacy, todavía no muy convencido de que fuera la mejor idea.

Mientras tanto.

América regresó a casa luego de detener un par de robos más. Christine estaba en la sala jugando con Donna a las muñecas, mientras que Stephen estaba sentado en la cocina leyendo.

-¿No fueron a trabajar?-preguntó América mientras dejaba su mochila en la sala.

Stephen levantó la vista del libro.

-Christine y yo decidimos que debíamos hablar contigo-dijo Stephen-. Muy seriamente.

América bufó.

-Si es por lo que pasó anoche, no estoy de humor-dijo mientras se iba a su cuarto, pero Stephen la detuvo sujetándola de la mano. Christine, al ver eso, le pidió a Donna que fuera a su cuarto. La niña, confundida, agarró sus muñecas y obedeció.

-¿Pues qué crees, jovencita? No te estaba preguntando-dijo Stephen muy seriamente-. Vamos a hablar ahora.

América lo miró de forma desafiante. Lo cual era raro en ella. Nunca antes había visto a Stephen con esos ojos, llenos de furia.

-Si sabes que si quiero me puedo ir y ya, ¿no?-dijo América enojada.

-Hija, por favor-dijo Christine tratando de aliviar la tensión-. Sólo queremos hablar.

América dudó. Finalmente, cedió.

-¿Hablar de qué?

Stephen se aclaró la garganta.

-Necesitamos que dejes de usar tus poderes, permanentemente.

-¡¿Qué?! ¡¿Cómo me pueden...?!

-Creo que no me di a entender-dijo Stephen-. No te estaba preguntando si querías, no te estaba sugiriendo que lo hicieras, te estaba diciendo que vas a dejar de usar tus poderes de ahora en adelante, para siempre.

América sintió que la sangre le hervía. Esa era la gota que colmaba el vaso.

-¿Y si no quiero?

-Cariño, por favor-dijo Christine tomando la mano de América-. ¿No te das cuenta del peligro en el que te estás poniendo, a ti y a nosotros? Si alguien viniera por ti...

-Puedo con ellos-dijo América soltándose del agarre de Christine, cada vez más molesta-. Puedo con cualquier cosa. Lo saben mejor que nadie. Si Control de Daños se mete conmigo, lo pagarán muy caro.

-¿Y cómo, exactamente?-preguntó Stephen-. ¿Les vas a romper las piernas a todos tal vez? ¿Los vas a aventar desde lo alto de un edificio?

-No es mala idea-dijo América sarcásticamente.

-Esto es en serio, niña-dijo Stephen-. Te estás metiendo con cosas que no entiendes, con las que uno no debería jugar. YU al hacerlo, te estás poniendo en peligro a ti y a tu familia.

América se sentía cada vez más molesta.

-Claro, como siempre me subestiman-dijo América acercándose enojada a Stephen-. Piensan que sigo siendo la niña a la que le amarraban las agujetas, a la que llevaron a la escuela todos los días hasta los diez años, la que veía películas con ustedes todos los viernes antes de dormir. Pues que crees, Stephen, no lo soy.

Stephen también se estaba enojando.

-¿Sabes qué? Estoy cansado de que siempre estés desafiando nuestra autoridad-dijo molesto el neurocirujano-. Todo lo que hemos hecho hasta ahora es por tu bien y tú ni siquiera lo valoras.

-¿Valorar qué? ¿Qué no me permitan ser lo que realmente soy? Pues déjame decirte algo, Stephen, ¡estoy harta de eso! ¡Harta de fingir que no tengo poderes, que soy normal, que pertenezco aquí! ¡Yo no pedí estos poderes, y lo único que quiero es hacer algo útil con ellos, con mi vida! ¡Y ustedes sólo me lo reprochan!

-¡América!-dijo Christine-. ¡Sólo queremos protegerte!

-¡Pues no necesito que me protejan!-exclamó América alzando más la voz-. ¡Lo único que quiero es usarlos para algo bueno!

-¡Lo único que haces es actuar de forma egoísta, pensando en lo que tú quieres!-dijo Stephen-. ¡Pareciera que ni siquiera te importa esta familia!

-¡Pues sabes qué, Stephen! ¡Tal vez sea así, porque ustedes no son mi familia!-gritó América fuera de sus casillas-. ¡Tal vez me hayas recogido en esa carretera! ¡PERO NO ERES MI PADRE!

-¡América!-exclamó Christine horrorizada.

La chica estaba roja, temblando y con lágrimas en los ojos. Lágrimas causadas por la ira. Stephen se quedó sorprendido por esas palabras. Lívido y temblando, Stephen asintió levemente.

-Tienes razón-dijo Stephen.

-Stephen...

-No, Christine, América tiene un punto-dijo Stephen-. No somos tus verdaderos padres, esa es una verdad que no podemos negar y hacer como si no existiera. Nos guste o no, esa es la realidad.

Miró a América. Nunca antes se le había visto tan triste al arrogante neurocirujano.

-Pero otra cosa que no podemos negar, es que tu madre y yo hemos hecho lo mejor que hemos podido para criarte, para darte buenas bases, para convertirte en la mejor versión de ti misma-dijo Stephen con voz quebrada-. Tal vez, todo esto fue inútil desde el principio.

América sintió que la ira desaparecía de golpe, siendo reemplazada por el arrepentimiento y la culpa.

-Escucha, papá yo...

-Espera-dijo Stephen y se hizo silencio.

Los tres se quedaron callados por varios segundos. Lo notaban. Aquel lugar en el que vivían era uno de los más ruidosos de la ciudad. Los autos que pasaban todos los días no dejaban dormir a veces por todo el ruido que hacían.

Pero en ese momento, no había ruido.

América fue la primera en acercarse a la puerta. Miró a través de la mirilla, y vio a varios hombres con uniformes y cascos cubiertos de la cara.

-Oh, mierda...

¡BUM!

La puerta cayó derrumbada por la explosión. Todavía con los oídos zumbándole, América se levantó justo cuando aquellos hombres entraron y empezaron a rodearla, mientras al parecer les ordenaban a ella y a sus padres que levantaran las manos.

En medio de la confusión, escuchó un grito. Un grito agudo e infantil. Un grito de niña. El grito de...

-Donna...

Recuperando el sentido de la realidad, América se levantó de golpe y al ver a su hermanita de pie afuera de su cuarto, corrió a toda velocidad hacia ella y la tomó en sus brazos. En ese momento, su único pensamiento fue protegerla de lo que fuera que estuviera pasando. Tomó a Donna y abrió rápidamente un portal para llevarla a la azotea del edificio.

-¡Donna! ¡¿Estás bien?!-preguntó América.

-¡¿Qué está pasando?!-preguntó la niña aterrada-. Amy, mamá, papá, ¿cómo hiciste...?

América recordó que había dejado a sus padres en el departamento.

-Escucha, no tengo tiempo para explicarte ahora-dijo América-. Quédate aquí. No importa que pase, no abras la puerta de la azotea, ¿de acuerdo?

Donna, aún asustada y confundida, asintió.

-Volveré por ti-dijo América dándole un beso en la frente-. Lo prometo.

Y ante la asombrada mirada de su hermana menor, América volvió a abrir un portal que la llevo de regreso al departamento. En cuanto la vieron, los agentes intentaron atacarla, pero no pasó mucho antes de que ella los tuviera a todos noqueados en el suelo.

-¡¿Están bien?!-preguntó América angustiada acercándose a Stephen y Christine.

-Creo que sí-dijo Stephen soltando un quejido-. Donna, ¿ella...?

-La llevé a la azotea-dijo América-. Tenemos que irnos.

Un ruido se escuchó en las escaleras. Más agentes venían por ella. América no lo pensó mucho y volvió a abrir otro portal para llevarse a sus padres a la azotea del edificio y luego junto a Donna se los llevó cargando volando sobre varios edificios, ante la vista impresionada de los agentes que intentaban atraparla.

-¡¿Tienen al objetivo?!-preguntó Cleary a través de la radio.

-¡Negativo! ¡Ella... no sé que sea... nunca había visto una superhumana así!

-Maldita sea-gruñó Cleary desde el vehículo donde monitoreaban todo-. Creí que esto sería más sencillo.

-¡Todas las unidades, 10-80, persecución en progreso!-dijo Yuri a través de la radio-. ¡Envíen unidades aéreas de inmediato, el objetivo se escapa!

América se quería morir en ese momento. Ese día no había ido para nada como a ella le hubiera gustado. Y siendo justos, era su culpa. Si algo le pasaba a su familia por su culpa, si los metía en problemas por sus poderes...

-Tengo que llevarlos a un lugar seguro-pensó América intentando concentrarse-. ¡Sujétense bien!

América bajó con ellos hacia la calle.

-Escuchen, es a mí a quien quieren-dijo América-. No los voy a meter más en este problema. Váyanse de aquí, llévense a Donna.

-¿Amy?

-Ahora no, Donna-América volteó hacia Christine-. Yo los distraeré, en cuanto pueda regresare con ustedes.

-¡¿Estás loca?!-exclamó Christine-. ¡¿Cómo crees que vamos a dejar que...?!

-¡Si no se van de aquí, sólo se pondrán aún más en peligro por mi culpa!-dijo América-. ¡Por favor, debí escucharlos, lo sé! ¡Ahora ustedes me tienen que escuchar a mí!

-América...-dijo Stephen, pero la chica lo interrumpió.

-No hay forma de que me hagas cambiar de opinión esta vez-dijo América-. Por favor, sólo váyanse, estaré bien. Nos reuniremos pronto.

Parecía que Stephen iba a decir algo más, pero se dio cuenta de que no tenía tiempo ni opciones.

-¡Váyanse ya o hago que se vayan!-insistió América-. Y escuchen, lo siento. No quise...

-Lo sé, niña, lo sé-dijo Stephen-. Sólo... ten cuidado.

Los cuatro se dieron un último abrazo antes de que Stephen se llevara a su esposa e hija todavía reticentes a un lugar seguro. En ese momento, más vehículos llegaron por América.

-Aquí vamos-murmuró la chica mientras era rodeada y varios agentes le apuntaban con sus armas.

Voló hacia Cleary.

-¿Le puedo ayudar en algo?-preguntó América sarcásticamente.

-Agente especial Peter Cleary, Control de Daños-dijo Cleary a modo de presentación-. América Palmer-Strange, queda detenida por violaciones graves a los estatutos de los Acuerdos de Sokovia y por los cargos de daño a la propiedad ajena.

-Eh, si no mal recuerdo-dijo América mientras miraba el tipo de armas con las que le apuntaban-, lo que hice fue salvar un avión entero y hay varios testigos que lo confirman. De nada.

-Le pediré amablemente que venga con nosotros-dijo Cleary sonriendo-. Por favor, creo que ya causó mucho daño.

-¿Daño? ¿Lo dice el que trae todo un ejército para acorralar a una niña y su familia?-dijo América acercándose más a Cleary-. Aunque debo decir, que todo este esfuerzo sólo para atraparme, bueno, me halaga mucho.

-No te creas tanto, niña, apenas he levantado un dedo por ti-dijo Cleary-. Pero ya me diste muchos dolores de cabeza en tan poco tiempo. Haremos esto por las buenas, o por las malas.

Los agentes de Control de Daños levantaron aún más sus armas.

-Por las malas será-dijo América elevándose más.

-¡Abran fuego!-gritó Cleary.

Las balas impactaron en América, mas ninguna le hizo efecto. América comenzó a atacarlos, destruyendo sus vehículos y aturdiendo a los agentes que se le ponían enfrente. Definitivamente, ninguno de ellos había enfrentado a alguien así antes. Cleary estaba furioso al ver como sus hombres caían.

-¡Traigan el helicóptero ahora!-exclamó.

América siguió peleando contra los agentes hasta que escuchó un helicóptero acercándose. A la orden de Cleary, comenzó a disparar contra ella, dándole a los oficiales de Yuri y a ella misma poco tiempo para cubrirse.

-¡Alto, no disparen idiotas!-ordenó Yuri inútilmente-. ¡Aún hay civiles en el área!

Mas el helicóptero no dejó de atacar a América, quien empezaba a fastidiarse de esa situación.

-Acabemos con esto.

Descendió para agarrar uno de los vehículos dañados de Control de Daños y, en un acto muy increíble y muy estúpido, lo arrojó contra el helicóptero, dañándolo y haciendo que empezara a caer.

-No...

América se lanzó rápidamente a salvar a los ocupantes del vehículo. Uno a uno, los fue sacando y dejando en la calle, sanos y salvos. Sin embargo, cuando se dio la vuelta para detener la caída de la aeronave, ya era demasiado tarde.

¡KABOOM!

Los restos del vehículo aéreo se estrellaron contra un edificio de departamentos cercano. América observó en shock mientras del humeante edificio salían personas heridas y confundidas.

Lo único en lo que pensó fue en ir a ayudarlas de inmediato. Sin importarle ya la pelea y que la persiguieran, se acercó rápidamente al lugar de la tragedia y empezó a sacar a las personas de adentro.

-¡¿Están todos bien?!-preguntaba mientras los sacaba. La mayoría solamente asintió con la cabeza y unos pocos le agradecieron por la ayuda.

-Ahora, ¡avancen!-ordenó Cleary, pero Yuri lo detuvo.

-Agente Cleary, la prensa observa-dijo Yuri señalando un camión de noticias que iba llegando al lugar-. Ahora no es el momento.

Cleary estaba furioso. Tenía frente a él a su objetivo y ahora le pedían que la dejara ir. Pero no era tonto. Si veían que Control de Daños atacaba a la chica que en ese momento ayudaba a sacar heridos del edificio en llamas, estaba acabado.

-¡Retírense!-ordenó de mala gana, mientras el capitán Stacy veía la escena con satisfacción.

-Supongo que eso concluye nuestro turno laboral-dijo Stacy a Yuri.

-Eso parece-respondió la mujer mientras veía a lo lejos a América mientras ayudaba a las personas del edificio.

-Sabes, esa niña podrá ser una superhumana ilegal, criminal si quieres-dijo Stacy-. Pero ella es mi tipo de criminal.

Más tarde.

-Hace unas horas se registró una violenta explosión en el distrito de Queens causada por un accidente con un helicóptero del Departamento de Control de Daños-decía un presentador de noticias nocturno-. Aunque hasta el momento no ha habido una declaración oficial, se cree que el incidente está relacionado con la nueva superhumana que se ha vuelto tendencia desde su heroico rescate hace apenas una noche del vuelo 182, ya que varios testigos afirman haber visto a la joven voladora quien al parecer se habría visto involucrada en una batalla urbana contra el Departamento de Control de Daños. El Departamento de Policía de Nueva York no ha querido hacer comentarios, y nuevamente la pregunta queda en el aire. ¿La chica voladora es una amiga o una enemiga?

América escuchaba esta noticia a través de su celular mientras caminaba a toda prisa por la ciudad mientras se dirigía hacia la calle Bleecker.

-Esta es la ubicación que me enviaron-pensó mientras avanzaba más a prisa, rezando para que nadie la hubiera seguido desde Queens hasta allá-Mamá, papá, Donna, espero que estén bien, de verdad lo espero...

No quiso tomar ningún medio de transporte por miedo a ser reconocida. En cuanto a usar sus poderes, después de lo que pasó con el helicóptero pensó que ya había causado suficientes destrozos por un día.

Finalmente, llegó a su destino.

-¿En serio es aquí?-se preguntó-. ¿Por qué mamá me pediría que viniera aquí?

Curiosa, abrió la puerta, que para su sorpresa no tenía seguro, y avanzó por el vestíbulo.

-¿Hola?-llamó. Aquel lugar, aunque le aliviaba que no estuviera lleno de policías ni agentes del gobierno queriendo atraparla, le provocaba escalofríos por alguna razón. Parecía casa embrujada-. ¿Mamá, papá? ¿Donna?

-Llegas justo a tiempo.

Gritando, América volteó con los puños en alto, lista para pelear. Pero sólo se topó con...

-¿Quién es usted?-preguntó América con desconfianza-. ¿Dónde está mi familia? ¿Les hizo algo?

-Tranquila, querida, estás a salvo-respondió la mujer-. Stephen y los demás están bien. Christine fue a acostar a Donna en este momento mientras que Stephen sólo pasó al baño.

-¿Conoce a mis padres?

-Digamos que acudieron a mí hace un tiempo por ayuda-dijo la mujer-. Ayuda contigo.

América bajó las manos.

-Entonces, ¿usted sabe quién soy? ¿lo que soy?

La mujer asintió.

-Tenemos mucho de que hablar, América.

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