Orgullo y Prejuicio
De una bofetada, la cara de Yosano se voltea.
Otra vez, la ha cagado.
"¿Como....?" Su madre respinga, y lleva una mano al puente de su nariz. Lo cual es poco delicado de su parte, pero en este momento su enojo es tan grande como su doble moral. "¿Como es posible que lo unico importante que te he pedido en la vida, es lo unico que no puedes hacer?"
Con una expresion sombria, Akiko baja la mirada, ese sentimiento de decepcion no deja de inundarla cada vez que su madre la regaña, por mas que se convenza a si misma de odiarla, de no soportarla, sigue siendo su madre.
Y aunque todo lo que su madre espera de ella es todo lo que intenta evitar, es su destino, y no puede evitar sentir la angustia de otra carga, otro latigo balanceandose hasta quemar su espalda ya marcada ardiendo en su apesumbrado pecho.
"¿Quieres decir, importante para ti o para mi?" Inquiere amarga sin tener el animo de añadir sorna a la carga emocional de su respuesta. Ante la amenaza de la mano de su madre levantandose nuevamente, vuelve a bajar la mirada.
"Ni siquiera vales la pena, mocosa insolente" Baja su mano y le da la espalda. "Esta noche, acompañaras al Doctor Mori a la bienvenida de Lady Mitchell"
Akiko contrae su expresion e inhala hoscamente antes de intentar refutar, su madre continua.
"Nunca he pedido tu opinion para hacer algo, Akiko" No es nuevo, ella ya lo sabe. "Algun dia me lo agradeceras."
Pero no quiere aceptarlo.
El sonido sordo de aquel pesado balde de agua ahora reposando en el suelo es su nuevo alivio, ha estado toda la mañana alimentando a todos y cada uno de los animales de la granja que Ango y Mizuki tienen en la parte trasera. Simplemente para tener algo que hacer. A lo lejos, Osamu termina de leer la novela que en la que lleva un par de dias sumegido, es extraño que aun no haya terminado. Probablemente este releeyendola.
Sera un dia sinceramente atareado, por lo que sabe. La hija del alcalde del pueblo vendra hoy de la ciudad, y parece que le haran una fiesta de bienvenida. Mizuki no tiene tiempo para ocuparse de la granja, asi que le pidio a el y a Osamu que lo hicieran.
Eso significa que, el sera el unico que haga algo.
Resopla, aunque la imagen de Osamu relajado en una silla mecedora, mientras inconsientemente lee en voz baja, sus labios rosados y brillantes se mueven diciendo algo ininteligible dado la distancia a la que se encuentra. Su expresion concentrada es linda, algo lo hace reir, por lo que sonrie suavemente.
Y el nota eso, a lo lejos, es un poco domestico, si le preguntan, es probablemente la vida que nunca tendran, por mas que lo desee. Las efusivas y efimeras ilusiones de esta vida que no se merecen es probablemente lo que le mantiene cuerdo, por ahora. Le hace feliz verlo relajado, aunque tal vez pronto deban escapar, otra vez.
A lo lejos, quien debe ser Tsujimura entra sobre una carreta jalada por uno de los tres caballos que tienen, en el compartimento trasero se pueden divisar muchas compras que hizo, probablemente para ayudar con la comida del pequeño festival en honor a la hija del alcalde.
Deja el rastrillo con el que amontonaba un comulo de paja. Y se acerca para ayudarla, Osamu se estira perezosamente en su lugar, y se acerca a curiosear.
"¿Todo eso es para la fiesta?" Saluda Chuuya a la peliverde, esta se detiene a su lado y frente a la puerta trasera de la casa, con una sonrisa agotada.
"No precisamente, algunas cosas son para el ganado y el hostal" Empieza a bajar algunas bolsas pesadas y ahi es cuando Chuuya le ofrece su ayuda. A pesar de lo cansado que se encontraba por atender a los animales, su resistencia no es realmente tan escasa. Claro que no.
"Ayudaria con las bolsas pesadas, pero lamento que no dejaria que Chuuya demuestre su vibrante masculinidad frente a las señoritas" Se acerca Osamu, con una sonrisa tan radiante como probablemente falsa, Chuuya gruñe, y le planta una bolsa mas o menos mediana en las manos.
"No hay problema, hay suficiente espacia para que los dos brillemos, ten." Le guiña el ojo con perversa camaraderia, este se queja del peso de las compras, Tsujimura los sigue riendo suavemente.
"Son los huespedes mas divertidos que hemos tenido, sin duda." Afirma con buen humor, y deja todo sobre una desgastada mesa de madera que chilla ante el nuevo peso. "Ahora debo ir a la iglesia por algunos manteles que preste, y esta lejos, por lo que el almuerzo de hoy tardara"
"No te preocupes, cuando vuelvas, Chuuya nos habra preparado a todos un banquete, cocina muy bien" Osamu balancea su cadera hasta empujar a Chuuya con ella, este se averguenza y le resta importancia.
Tsujimura le sonrie calidamente a Chuuya, tal vez un poco impresionada por eso, pero decide no comentar nada, tal vez por la prisa que lleva.
Una vez estan solos, Chuuya empuja su hombro tal vez un poco mas suave de lo usual. "Lo unico que cocinare sera tu cabeza despues de arrancartela, no provoques que hagas mas preguntas de las necesarias, idiota" dijo Chuuya quejandose, vio a Osamu balanceandose efusivamente hasta la mesa del comedor, donde se apoya de espaldas con una sonrisita inocente y despreocupada.
"No veo el problema, los tiempos cambian, Chuuya, algunos hombres cocinan" Se encoge de hombros, lleva sus manos hacia su espalda, donde encuentra el soporte de la madera y consigue subirse a la mesa. "Yo no lo hago, pero...." De la abertura de su kimono se asoma una de sus largas y lindas piernas "...puedo darte una probada de esto"
Y oh mierda, de sus hombros se resbala lentamente la tela verde oscuro, dejando ver tambien un apetitoso pedazo de piel, la sonrisa que Osamu le dedica es un demasiado inocente para lo que esta haciendo, y por supuesto, el es solo un hombre, ¿como podria resistirse ante la tentacion?
Ha caido en ella antes, y vuelve a hacerlo.
Naturalmente, la noche llega, y en un carruaje blanco con algunas incrustaciones de presunto oro tambien llega la razon de la ostentosa fiesta que se esta llevando a cabo.
Mizuki se ha encargado de presentarles a las personas que no conocieron ayer en su pequeño paseo turistico, y poco a poco se ha perdido la efusividad. En especial de parte de Chuuya, ya que no es capaz de mantener su mascara tanto como Osamu, a pesar de que este ultimo sea el que mas repele las multitudes.
De todas formas, pasean por el lugar sin apuros, y cuando pierden a Tsujimura es cuando realmente pueden respirar y dejar salir el cansancio, Chuuya se sienta en una banca que esta dentro del enorme establo en que todos estan charlando, a su alrededor hay algunos puestos de comida, pero la atraccion principal ademas de algunos adolescentes tocando musica movida es una improvisada barra de bebidas, esta de mas aclarar que son bebidas alcoholicas.
Osamu se ofrece a conseguirles algo. Chuuya esta demasiado cansado como para cuestionar su repentina iniciativa y servicio. Asi que lo deja pasar por un poco, por el guiño que Osamu le ofrece.
El tiene el ojo puesto en algo.
"Oh, con permiso." Exclama afablemente a una mujer interponiendose en su camino, lo hace amablemente con una mano en su hombro, ella se sonroja, y con unos pasos hacia atras y un movemiento de su abanico se aparta. El le ofrece una sonrisa confiada despues de eso.
Al parecer, siempre funciona en las señoritas.
Se acerca a la barra, y llama la atencion del mesero, sin borrar su sonrisa, entonces se sienta.
Y el pez muerde el anzuelo.
"Sera mejor que devuelvas ese brazalete" Ella bebe un sorbo de su bebida, un coctel, probablemente sin alcohol, aun asi parece el tipo de dama atrevida. "La ultima vez que lo vi, estaba valorado en doscientos cincuenta dolares, ella no apreciara haberlo perdido"
Eso llama la atencion de Osamu, voltea hacia ella y por supuesto, es bellisima. El tambien organizaria una fiesta para ella, hasta ahora, no es menos de lo que esperaba.
"¿Deberia devolverlo si vale tanto?" Indaga despreocupado, ella rie suevamente.
"No creo que robar sea la mejor forma de impresionar a una chica" Deja su vaso en la barra, para sacar su abanico. Osamu observa ese movimiento, aunque no sea suficiente para atraerlo, es un poco hipnotizante, si.
"Tal vez lo es para Margaret Mitchell" Al recibir sus bebidas, se levanta de su asiento y se inclina, toma su mano. "Es un placer, soy Dazai Osamu" Deja un ligero y frio beso en su mano. Mostrarse un poco cabelleresco atrae a la mayoria, sin duda.
"He visto suficiente de eso, a quien le robaste es una de mis amigas mas intimas" Alza una ceja, y su tono es casi fuerte, pero su sonrisa encantada la delata. "Podria hacerte pasar una noche en la carcel"
"¿Sera en la carcel de sus brillosos y refulgentes ojos marinos?" Le recuerdan un poco a los ojos de Chuuya, asi que su inspiracion tiene su excusa. Eso la hace carcajearse.
"Muy bueno, Schiller. Eres divertido." Tapa su boca y su sonrojo avergonzado, con un comentario sarcastico. "Tampoco te excedas"
Dazai responde a eso con una sonrisa timida, son interrumpidos por la aparicion de la señora Miyazawa, la agradable mujer que les preparo el almuerzo ayer.
"Oh, parece que ustedes dos se conocieron" Incide la rubia, integrandose a la conversacion para llevarse a Margaret. "Señorita, me temo que interrumpo para decirle que el alcalde planea hacer un brindis en su nombre."
Ella, calma, asiente y se dirige a el a continuacion.
"Fue agradable conocerlo, Dazai-san. Parece que los excesos de mi padre me han llevado a despedirme. Espero que podamos ser amigos" Le ofrece su mano con una sonrisa, pero esta vez para apretarla con la suya.
"No hay problema" Tararea Dazai. "Tengo la mision de devolver esto y volver con mi acompañante, fue un placer, Lady Mitchell "
Y eso es lo que hace, Chuuya debe estar sediento.
Despues de devolverle el brazalete diciendo que lo encontro y una de sus amigas le dijo que era de su merced, recibe un calido y ciego agradecimiento y se dirige a Chuuya, el ya parece tener una bebida en la mano, pero recibe la que le brinda cortesmente.
"Y, ¿que tal?" Inquiere Chuuya, viendo como la gente se agrupa ante el llamado de atencion del alcalde, un hombre de rostro marcado por la edad, ojos apagados pero sonrisa cordial.
"Ah, no demasiado. Estuve encantando a algunas señoritas por aqui y por alla" Chuuya alza una ceja y lo ve pasearse a uno de los puestos, lo sigue ahora con un pequeño mal humor cansado.
"Osamu" Advierte Chuuya, el inspecciona algunos objetos en venta. "No te irias por tanto tiempo sin que haya una buena razon. Lucias desesperanzado antes, ¿hay algo en el Oeste Blanco?"
Recibe una sonrisa con dientes por parte del castaño. Por mas que haya aprendido a leer el lenguaje criptico de Osamu a lo largo de los años, no es algo asi como su adivino personal, asi que no sabe si la presa es algo realmente tan alucinante.
"Por cierto, ¿que opinas de eso? ¿White East?" Chuuya exhala cansado, no importa lo que el piense. Solo estan aqui por una cosa. "Yo opino que este sombrero de bambu me hace ver mas varonil, ¿y tu?" Juega con el equilibrio de un enorme kasa¹ de bambu. Chuuya resopla. "Oye, Chuuya, ¿por que nunca usaste uno de estos antes?" Inquiere el castaño, los ojos azules se contraen de forma lo suficiente perceptible, Chuuya mira a su alrededor, para despues dirigirle una mirada seria.
Dazai sigue viendolo con curiosidad relajada. Ese es su teatro ahora, suspira.
"Porque no era un samurai, idiota" Se siente inseguro, pero continua. "Era algo asi como... Un militar, o guardaespaldas" Finaliza, y para variar le quita el sombrero de la cabeza a Osamu. Este toma su mano una vez Chuuya se acerca lo suficiente, corta la distancia entre ellos al acercarse friamente a su oido.
"Tienes razon"murmura, sin soltar su mano, Chuuya puede sentir el pulso en sus oidos, y la miel resbaladiza hecha la voz de Dazai "el sensual guardaespaldas de mi padre"
Chuuya traga fuerte cualquier intencion o primer impulso que causaron esas palabras. Muerde su labio, resistiendo el atacar desesperadamente la provocacion andante que significa Osamu para el.
Responde jadeante despues de unos segundos.
"Salgamos de aqui, ¿quieres?"
Y eso hacen, se dirigen al segundo piso el cual Dazai descubrio hace algunos minutos. Probablemente todo estaba premeditado.
Ella no tiene ningun problema con su vestido, es lindo, grande y pesado. Es parecido al de Margaret, asi que puede decir que esta encantada con eso. Tampoco puede decir que el problema sea su cabello, lo lleva recogido, por lo que si, se ve mas madura. Linda. Su nuevo abanico de plumas esmeraldas, tampoco es el problema.
Es la persona que se lo obsequio.
Mira de reojo al hombre mayor, con molestia poco disimulada. Este tiene una mano sobre su hombro. Repulsivo. Toman asiento frente a un escenario gigante en el que se encuentra Francis, el alcalde. Charlando con algunos hombres. Las mujeres en cambio, estan reunidas en un punto proximo, fuera de escenario, parecen muy entretenidas hablando de algo que ella no sabe, pero le gustaria. Cualquier cosa seria mejor que estar sentada, quieta, como la muñeca del idiota de Mori Ougai.
Este ultimo tiene el cabello azabache, largo, enmarcando su rostro cansado y marcado con algunas lineas de expresion. Sus ojos son violetas y parecidos a los suyos propios. Desprovistos de luz, son oscuros y tristes. Su expresion no lo es, es casi alegre y relajada. Tanto como se puede estar en una fiesta. Su traje se amolda a su fisico delgado y ridiculamente alto. Parece un funcionario, o diplomatico. No parece un doctor.
O tal vez un brujo, ya que le devuelve la mirada de reojo, con su sonrisa perfecta y perezosa. Notando sin inmutarse su molestia.
"¿Estas bien, Yosano-chan? Pareces tensa" Su voz es melosa, como si le hablara a un gato o un bebe. Ella frunce el ceño, ignorando que ahora a su alrededor la gente se reune frente al escenario, y dos hombres pasan en sentido contrario a su lado. "Puedo conseguirte un poco de vino si te interesa probarlo" Su risita es indiscutiblemente ridicula. Ella hace un mueca, su gesto torcido no es nada para el, aparentemente.
"¿Tensa? Estoy perfectamente bien." Responde cortante, con un gesto conciso retira una ligera particula de polvo de la falda de su vestido. Se levanta. "Solo necesito un poco de aire"
"¿Necesitas compañia?" Inquiere, su sonrisa no puede ser genuina. Ella agudiza su mueca.
"No." Entonces lo deja con un gesto despreocupado, y se marcha de camino hacia afuera. Esta cansada, y su mareo por el exceso de gente a su alrededor se intensifica con una punzada. Escucha risas, pequeñas, entonces voltea a su izquierda.
Reconoce a dos de ellas.
Una es una chica de pelo largo, lacio, con un lazito atado a su cabello, y la otra lleva un vestido azul con un lazo del mismo color pero mas fuerte en la cintura. Son sus amigas de la escuela.
Y se ven tan diferentes a ella.
Ellas se ven relajadas, pero cuando voltean a ella, su rostro no puede tener otro precedente que el de una mueca de sorpresa que se convierte en lastima, y tal vez de reconocimiento.
¿Tan mal se ve ella misma?
Quiere acercarse, y explicarles, que nada de lo que esta sucediendo es lo que ella quiere, que preferiria tener un vestido sencillo y tacones pequeños en lugar de su cabello recogido y su nuevo abanico de plumas, prefiere lo informal, lo sencillo. Como cuando corria por el bosque con Naomi y Haruno jugando a las escondidas. Nunca le han pedido permiso para hacer lo que quieran con ella. No quiere esto. Quiere charlar de todo y de nada con sus viejas amigas.
Siente un nudo en su garganta, entonces sale despavorida hacia afuera, finalmente, el aire frio golpea su mueca lastimada. No quiere su lastima, ni la de nadie. Una vez piensa que esta lo suficientemente lejos, avanza hacia los laterales exteriores del granero, sus pasos son erraticos, y cuando casi cae por un doblon en su tobillo respinga con fuerza, apreta sus puños.
Entonces lleva una mano a su pie, donde se encuentra amarrado perfecta y bellamente su tacon negro, lo quita con furia, y hace lo mismo con el otro.
Arranca la vulgar y alta aguja de ambos tacones y los arroja a lo lejos, con un grito frustrado. Cuando ve hacia abajo, soportando el vacio angustiante de su estomago, puede ver los listones que cuelgan de su vestido, y los odia. Odia como se ve, llevando un collar de perlas que ha pasado de generacion en generacion por su familia, lo odia, y es por eso que lo arranca sin pensarlo, arranca una peineta plateada que sostiene su cabello. No es una maldita señora, no quiere verse asi. Esta no es ella.
No tiene el valor de arruinar su vestido, no puede arruinarse mas, no hay forma.
Cuando se acerca a la grama a los alrededores, ahi es donde decide caer, derumbarse. Como cualquier miserable pedazo de mierda, porque eso es lo que es. Esta rota, es inutil.
Al ver hacia arriba, hay cielo interminable y oscuro que se cierne sobre su desgracia. Aparta la vista, porque nunca pertenecera ahi como dice que padre Hawthorne que todos los niños pertenecen.
Entonces puede ver la ventana iluminada por una vela, del segundo piso del establo en que todos estan festejando.
Hay dos sombras detras de una cortina blanca, una esta acostada y la otra esta....
Oh, bueno, carajo.
Maldice con un ligero rubor y se levanta, sentada. ¿No puede voltear a un lugar sin encontrar algo que empeore su situacion?
Respinga con frustracion y procede a gritar.
"¡Oigan, idiotas indecentes! ¡Este no es un buen momento!" Encuentra la aguja del tacon que habia arrojado antes, y con una excelente punteria la tira a la fina cortina blanca iluminada, despues de unos segundos, la vela se apaga.
Vaya pervertidos.
¹: Kasa es un tipo de sombrero enorme tradicional japones, como los de los samurais.
Me gustaria asegurar un buen ritmo de trama de ahora en adelante, pero prefiero que juzguen por ustedes mismxs <3. De ahora en adelante, Dazai y Chuuya le bajan de huev0s un poquito a sus hormonas, pero no prometo nada jaja.
Nada mas que decir, prefiero leerlos a ustedes, ¡gracias por leer, votar y comentar 💕!
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