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La tormenta les alcanzó empapandoles de pies a cabeza era una suerte haber llegado antes de que esta empeorará, cuando por fin estuvieron dentro del castillo fueron recibidos por el pelirrojo menor quien salto para abrazar ao joven príncipe sorprendiendo a este mismo quien casi pierde el equilibrio.

Fue una acción muy tierna aunque el mayor de los dos no quisiera tenerle cerca suyo, sus ropas completamente empapadas por la tormenta su única preocupación era que el gatito no se mojara y al parecer el menor quería ir encontrá de eso— Sora! ¡Te extrañe mucho! – le escucho decir mientras frotaba su carita con la suya ¿como rechazar aquellos gestos lindos de cariño?, solo correspondió a su acción dejando un tierno beso entre sus dulces labios

— y yo a ti cariñito – beso su frente con delicadeza tratando de apartarse un poco, mirando aquel puchero del menor y solo pudo reír – vamos no te me acerques mucho, te vas a mojar

— ¿y que?.. Yo quiero estar contigo, eres malo..

Ambos soltaron un suspiro pesado negando con la cabeza, Sora acunaba sus mejillas entre sus manos dejando muchos besos por toda su cara, escuchaba aquellas pequeñas y tiernas risas provenientes del menor. 

el clima estaba empeorando cada vez más, los truenos y relámpagos retumbaban en el cielo causando un ruido demasiado ensordecedor, el viento erratico golpeaba las ramas de los árboles, sería una noche realmente fría por las temporadas de lluvias, tendrían que tomar medidas para mantenerse calientes, tenían demasiada leña para las chimeneas, no deseaba dormir con el frío colandose por las ventanas y congelando su cuerpo, de solo pensarlo sentía un escalofrío. Miró a su hijo quien estaba hablando con su gatito y el por su lado subiría las escaleras dirigiéndose a pasos lentos a su recamara no sin antes pedir un baño con agua caliente.

Odasaku y Ango se acercaron a el para hablar al menos unos minutos, suspiro con solo escuchar el sermón de todos los días de parte de Ango, entendía su preocupación pero solo era agua, una muy mojada qué cada vez enfriaba su cuerpo.

El pelirrojo menor se acercó a la ventana con sutileza, Chuya aun no había regresado, este había dicho que debía buscar unas cosas importantes y por ello le pidió que regresar solo al castillo, según su mayor regresaría  antes de que el rey y Sora volvieran. Más la tormenta con cada minuto era más furiosa y el frío aumentaba, Chuya no regresaba y su preocupación era demasiado evidente incluso habría querido ir en su búsqueda pero Ango no le dejo minutos atrás.

Volteo su mirada hacia el rey quien pretendía subir las escaleras este se alejaba con lentitud había pedido que prepararán un baño con agua caliente asumiendo qué eso podría mantenerle en calor, también Sora pedía amablemente algo de chocolate caliente para calentarse de igual manera , a ninguno le gustaba mojarse con las frías gotas de lluvia.

Reunió coraje tomando una bocanada de aire antes de hablar, sintiendo su corazón bombear con prisa, la preocupación golpeaba su anatomía cada vez más, Chuya no regresaba, ese clima no iba a cesar al menos no por esa noche y tenía un mal presentimiento — Señor Dazai – el castaño se detuvo justo en aquel último escalón dirigiendo su mirada en su dirección le daba una mirada detonaba curiosidad, ¿como podía decirles a ellos lo de Chuya? ¿Y si no era grave? ¿Y si Chuya había encontrado un refugio?.. ¿Entonces por que tenía ese feo sentimiento?

— ¿si Chuy? – el tono del mayor era tranquilo lleno de demasiada curiosidad por saber lo que diría, le veía bajar nuevamente las escaleras para acercarse a su persona incluso había captado la mirada de Sora

— Chuchu no a regresado –mencionó con un tono algo tembloroso temiendo a las reacciones de ellos

— ¿qué quieres decir? – Sora se acercó a él tomándole de los hombros conectando sus ojos sin alejar su mirada una expresión de preocupación y miedo se instaló en sus ojos – ¿no estaban juntos?

— si pero.. El dijo algo sobre buscar unas cosas importantes que se le habían acabado, dijo que no tardaría – hablo nuevamente con un tono algo bajo, más ambos castaños lograron escucharle claramente

— ¿cuando? – preguntó esta vez Dazai sin apartar detalle en los gestos de ambos chicos , el más pequeño bajo sus orejitas algo asustado tal vez

— no lo se, se a tardado mucho, veníamos del manantial antes de que callera la tormenta pero luego me dijo que no tardaría..

— no va a resistir afuera – Sora se apartó del lado de su amado su mirada se centro en la ventana, el viento arrazaba con todo a su paso, salir con ese clima era una locura ni siquiera podrían ir a caballo. Su mirada se centro en su padre quien, para su propia sorpresa tenía una expresión llena de aflicción– ¿papá, que hacemos?

— ir a buscarlo

— ¡estas loco! – la voz de Ango resono captando la atención, este se acercó a Osamu tomándole de los hombros – eres el rey, no puedes ponerte en peligro, ni que fuera a morir siempre a estado solo ¿no? Lidiar con tormentas así no debe ser un impedimento para el

— Ango.. – Murmuró tratando de mantenerse sereno sabiendo que cualquier minuto contaba

— Dazai, eres nuestro rey, tu vida es mucho mas importante que la suya, si tu llegas a morir ¿que será de nososotros? No puedes arriesgarte así

El castaño menor apretó los puños ante las palabras que estaba escuchando de parte del adulto, sintiéndose enojado y odiaría a su padre si este decidía escuchar al azabache — una simple tormenta no podrá matarme – expreso Dazai, dándole una mirada a su hijo – y si debo ir

— no, no debes ¡te estas volviendo completamente loco! ¡Odasaku dile algo! – grito exasperado volteando a ver a su amigo quien solo guardo silencio tras soltar un largo suspiro

— es la madre de mi hijo Ango, no está solo esta en juego su vida, si no que mi cachorro podría odiarme con mucha razón

—¡ay por favor!, ¡tu fuiste el que se negó a esa estupidez! Y ahora lo aceptas así como así..

Dazai tomo distancia de su amigo dirigiendo su mirada a Odasaku quien asintió levemente con la cabeza —llama a Mori-san por si acaso – fue lo único que dijo para salir del castillo nuevamente

No podría seguir perdiendo tiempo cada segundo contaba, admitia qué salir sin un plan ni una estrategia y mucho menos sin tener una idea de donde podría estar el pelirrojo fue demasiada imprudencia de su parte, más no había mucho que pudiera hacer

Fue por su caballo al establo mirando como su hijo también le seguía querría refutar más tampoco habría tiempo para eso — fue al bosque – le escucho decir al menor una vez que se alejaron lo suficiente del castillo – y creo saber a donde

— conozco un atajo para llegar al bosque– Exclamo el sin apartar la mirada del camino, la lluvia no alludaba a su visión

— mi olfato no es igual de agudo qué el tuyo, ¿Crees poder encontrar su rastro?

— no, con esta lluvia los olores se mezclan, y si Chuya habría pasado por aquí con la lluvia su aroma se disipo – respondió Dazai mirando como cada vez estaban más cerca del bosque, solo esperaba que Chuya estuviera bien el hecho de si quiera pensar el tiempo que a estado bajo esa tormenta solo y asustado le hacia doblegar a un sentimiento que ni siquiera pensó que podría tener.

Si bien eran amigos y le trataba con demasiado afecto hasta el punto de sorprenderse a si mismo no creía que volvería a dar paso a ese tipo de sentimientos, quería escapar de ellos antes de ser demasiado tarde. Pero luego veía esos ojos azules tan hermosos, esa sonrisa tan brillante, su tono de voz tan melodioso, solo aumentaban aquellas sensaciones a las cuales deseaba escapar.

El sabia lo que era ser abandonado, no deseaba pasar por eso, más por que veía algo diferente en el pelirojo, con sus demás amantes fue, todo demasiado rápido, coqueto, siempre al punto clave de lo que querían, pero con Chuya, era diferente, sentía que debía ser reservado, le generaba cierta confianza para mostrarse como realmente era, siempre era escuchado y visto como un hombre común y corriente aunque se notaba por supuesto su respeto al dirigir se a él. Maldita sea, ¿que tanto el pelirrojo se había colado en el? ¿Ango tendría razón? ¿Realmente le habría echizado?

Lo descartó de inmediato, era inmune a todo tipo de magia y más a cualquier tipo de posiones o veneno, así que, eso significaba una sola cosa, se había enamorado de Chuya.

— emos estando yendo en círculos Sora – expresó con frustración las gotas frías de la lluvia no ayudaban a su desesperación

— no se.. ¡No lo se! El siempre viene aqui..

Osamu soltó un suspiro pesado tratando de concentrarse, ¡pero maldita sea! Si no había olor de Chuya en el ambiente su nariz no podría detectar lo. Su mirada se centro en su hijo quien se veía igual de irritado y asustado — Usa tus alas Sora.

— ¿qué? – el menor le miró atonito al comprender su plan, bajo del caballo no sintiendo demasiada seguridad ante ese pedido – no puedo.. Yo no puedo

— si, si puedes, es tu naturaleza, no puedes rechazarla para siempre.. – pensó que la charla de esa tarde había calmado sus inseguridades

— P-pero.. Yo

—Chuya esta en quien sabe donde, con frío y miedo ¿no estas preocupado? ¿No te importa?..

— S-si.. Me importa

— entonces, usa tus alas y busca desde arriba, ser diferente no te hace una amenaza, te hace más especial de lo que ya eres

Exclamo posando su mano sobre sus cabellos para darle aquella confianza requerida para que el menor tomara la decisión. Sonrió cuando esté soltó un suspiro pesado extendiendo aquellas alas punteaguidas de su cabeza sobre salían unos cuernos algo afilados y la punta de su cola se volvió más punteaguda, el solo silvo ante ese pequeño cambio — bien, ahora ve allá arriba y encuentra a tu madre..




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Había pasado una tarde realmente agradable con el pequeño gatito, ambos habían compartido muchas experiencias de sus vidas, sentían que ese vínculo entre ellos se volvió más fuerte después de todo habían promesas de siempre estar juntos, de cuidarse mutuamente y ayudarse siempre.

Cuando aquellas nubes de tormenta empezaron a llenar el cielo se había dado cuenta de que ya no tenía sus hierbas medicinales, buen momento para recordar eso ¿no?. El riesgo de enviar al pequeño solo era demasiado grande, más a su vez tampoco llevarlo consigo. Su plan principal era ir al punto de siempre buscar sus hierbas medicinales y volver

Tenía una extraña enfermedad que le hacía débil ante los cambios de temperatura una tos horrible le atacaba, fiebres altas, la exposición al clima frío era riesgoso lo sabía más debía encontrar sus hierbas era lo único que le ayudaba a sentirse mejor paraba la tos y bajaba la fiebre, sin ellas solo empeoraria el malestar.

Más, en el valle donde siempre iba a recolectar no encontraba ninguna, la lluvia había comenzando y el miedo le inundó abriendo paso a la desesperación, deambulaba por todo el bosque casi llegando hasta las montañas buscando aquellas hierbas, la tos empeoraba y sentía la debilidad de su propio cuerpo, más sabía que si se desplomaba, que si se rendía ahora solo causaria preocupasion, su mente estaba demasiado nublada por el malestar y su visión completamente obstaculizada, para el todos los caminos eran casi iguales no encontraba nada, la fiebre atacando su cuerpo incrementaba el malestar.

Todo su cuerpo temblaba se había desplomado al suelo su cuerpo dolía por el esfuerzo, sentía miedo por no poder moverse y tampoco es como si su voz se escuchara, estaba solo..

Aunque, bueno, siempre a estado solo, después de lo que creía la muerte de sus padres quedo completamente solo, aprendió a cuidar de si mismo sabiendo que, nunca podía esperar nada a cambio, el exceso de bondad solo traía más dolor, el encariñarse causaba sufrimiento, jamás podría aplacar su soledad, jamás nadie le amaría, no era especial, no tenía dinero, ni tierras, ni menos algo para ofrecer.

Conocía su lugar, su enfermedad le limitaba, por ello jamás podría haber hecho lo que otros niños normales si, por eso es que la mayoría de chicos con los que estuvo cerca se alejaban, por que sabían que su debilidad era un empidemnto para tener una vida normal, siempre solía confiar demasiado rápido en las personas y a su vez también desconfiaba cuando el daño ya estaba hecho, no tenía nada por lo que luchar, ni tenía a alguien especial que llore por el. Cuando pierdes todo y te quedas sin nada, no temes a morir por que sabes que no hay nada que perder.

Más, a su vez, no deseaba morir, quería levantarse y luchar, deseaba volver a escuchar la voz del rey, pasar el rato con Chuy e incluso escuchar los anécdotas de Sora, sentía que había encontrado su lugar y no estaba listo para soltar no cuando por fin tenía una familia a la cual regresar. Su pecho comenzaba a doler tosia y escupia rastros de sangre, moriría allí como deseaba ver al rey una última vez — ¡Chuya! – sus orejas se movieron ante la voz del castaño, se escuchaba demasiado afligida, no podía moverse y tampoco sentía fuerzas si quiera para hablar, sentía como una calidez le rodeaba y el aroma característico del castaño quien lo acercaba más a su cuerpo, quiso tocar su rostro más su mano no respondía se sentía cansado sus ojos poco a poco se iban cerrando – ya estoy aquí.. Lamento tardar tanto..

Dazai miraba en las condiciones que el pelirrojo se encontraba podía ver aquellos rastros de sangre y como su cuerpo estaba completamente frío por la lluvia, uso su magia para curarle al menos hasta que llegaran al castillo — Papá– diriguio su mirada al menor quien venía con unas hierbas algo extrañas – debemos volver ahora

Escuchaba el leve murmullo del pelirrojo llamándole la magia curativa estaba haciendo su trabajo pero a un ritmo lento, debían darse prisa en regresar — vamos – uso su capa cubriendo a Nakahara con esta, recitando unas cuantas palabras certeras, con un pequeño campo de fuerza hecho con magia el pelirrojo no estaria expuesto a la lluvia – aguanta un poco más Chuya, hazlo por mi..

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