Capitulo 2
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Con pantalones de chándal y una chaqueta acorde, se dirigió hacia la sala, donde seguramente, su cuñado esperaba a que cambiara su inapropiado atuendo. Aún le ardían las mejillas al recordar su comportamiento hacia el desconocido. Era la primera vez que veía alguien de la familia de Madara y tenía que ser precisamente, la persona a la que su esposo quería tanto, a Izuna Uchiha, el hermano favorito de su esposo, según, lo que él mismo le había contado. Sólo esperaba que Izuna comprendiera la equivocación y no la juzgara tan mal.
Llegó a la sala y encontró a su cuñado, con la fotografía de su boda con Madara. El ceño de Izuna se veía frunciendo, como si estuviera molesto por mirar esa fotografía, en realidad, ella no lo pudo descifrar, sin embargo, el aura que desprendía ese hombre, logró intimidarla.
—¿Cuanto tiempo llevan de casados?—le pregunto Izuna mirándola de arriba abajo.
—Estamos cumpliendo un mes—respondió algo triste por la falta de conocimiento por parte del familiar de su marido—¿Mi esposo no le habló de mi?—preguntó con cautela.
El varón observó la fotografía, luego la observó a ella. La chica era muy joven y aunque la ropa cubría por completo su cuerpo, no podía dejar de imaginar lo que vio al llegar. Ella tenía un cuerpo perfecto y de no ser por la sorpresa que recibió sobre el matrimonio con su hermano, su ereccion, aún no hubiera bajado, pues al treparse en él, pudo sentir por completo, sus senos y sobre todo su embriagadora esencia. Había llegado en medio de la tormentosa noche y cuándo entró en la casa, la encontró con poca luz y un agradable aroma en la cocina. La casa siempre estaba vacía, por lo cual, no entendía que estaba pasando. Luego escuchó música en una de las habitaciones donde se asomaba la luz, por tener la puerta abierta. Se acercó y su boca se secó por completo, para luego formarse una sonrisa en su perfecto rostro. La joven se movía con gracia y elegancia, por la estancia. La miró secándose el cabello, luego aplicar cremas humectantes en las hermosas piernas y otras zonas del cuerpo femenino. Estaba completamente seguro, que sus amigos le habían adelantado un regalo de cumpleaños y la verdad, se sintió muy agradecido con ellos, ya que esa muñeca haría que pasara una noche inolvidable.
Cuando finalmente se atrevió hablar, las luces se apagaron y ella corrió hacia él, sin embrago, todo se derrumbó cuando las luces regresaron y confesó su verdadera identidad.
—En realidad no—de inmediato aclaró las dudas de la chica, pero al verla tan decepcionada y triste, se arrepintió de haber hablado.
Hinata sintió que le golpearon el pecho con un objeto duro. Las dudas que anteriormente quedaron aplacadas, se despertaron de nuevo y la tristeza que experimentó días atrás, regresó con más ímpetu ¿Porque la esposa de Izuna lo llamada y el, no les contó sobre su matrimonio? ¿Acaso la estaba engañando con su cuñada? Debía recordar el atuendo que vestía la sensual mujer, el cuál no era el más apropiado para que un hombre que no sea su esposo tuviera en sus fotos, incluso, si ese hombre era el que fue su prometido, antes de creerlo muerto.
De pronto se sintió asqueada con la situación y quería explicaciones, sin embargo, Madara no le había respondido ninguno de sus mensajes, como tampoco las llamadas y con el clima que atravesaban, lo más seguro es que no llegara hasta la mañana siguiente—Ya veo—fue lo único que atinó a decir. Se dispuso a levantarse para preparar una de las habitación de invitados, ya que no creía que Izuna, se pudiera marchar en medio de la noche y con la tormenta haciendo estragos.
—Estuve fuera del país por seis semanas y durante ese tiempo, no hable con mi hermano, quizás a eso se deba que no pudo decírmelo—estaba mintiendo, no obstante, ella no lo notó y el suspiró agradecido de haberla tranquilizado. Por alguna razón, ver su hermosa carita llorosa y asustada, le provocó gran molestia—incluso, vine aquí para sorprenderlo y me gustaría que si te llama, no le adviertas sobre mi llegada ¿crees que puedas hacer eso por mí?—ella soltó el aire que había estado guardando, pero una cruel idea se había adentrado en su cabeza ¿sera que Madara y la esposa del hombre frente a ella los engañaban a ambos? ¿Porque la mujer llamada Mei llamó a su esposo la última vez que estuvo con ella? Cuando levantó el rostro, se sonrrojo con la intensa mirada que el varón le estaba dirigiendo y volteó a otro lado antes de responder.
—Claro...¿Porque no?—fue lo único que respondió sin mirarlo.
—¿Que pasa bonita? ¿Aún no me crees?
—Si, bueno, lo que pasa es que... Madara y yo, mm, no es nada—se puso de pie intentando sacar esos pensamientos—Disculpe mi falta de cortesía ¿desea algo de comer? Prepare la cena para la llegada de mi esposo, pero parece que otra vez, no vendrá.
—Huele delicioso y no he comido nada durante horas, así que te lo agradecería—Hinata se fue a la cocina y el Uchiha la siguió sin dejar de verla.
—Tome asiento mientras caliento la cena—ella le indicó las sillas del comedor, pero él la ignoró y se sentó en las bancas de la barra, para continuar cerca de ella y así obtener más información.
—Y cuéntame ¿que quisiste decir con que mi hermano no vendrá otra vez? ¿Acaso no está contigo a diario?
—El viene de tres a cuatro veces por semana. Su trabajó en el ejército requiere de gran parte de su tiempo y no puede ausentarse—respondió con melancolía, pues mentiría si dijera que no se sentía sola.
—Estoy seguro de eso—murmuró para si mismo—Cuéntame ¿como se conocieron? ¿Dónde vivías antes del matrimonio...?—finalmente, la miro sonreír y comprobó que ella estaba dulcemente enamorada de su hermano.
—Nos conocimos hace siete meses en Konoha, yo trabajaba en una cafetería cerca de la universidad donde cursaba mi carrera y fue ahí, que entró él—sonrió recordando lo arrogante y mujeriego que le pareció—Le confieso, que en un principio me cayó mal, pero no dejó de insistir con sus invitaciones, ramos de flores, entre otros bonitos detalles, hasta que un día se presentó para hablar con mi padre sobre asuntos relacionados con el rancho y fue justo después de ese encuentro, que finalmente accedí a salir con él.
—Konoha, debi suponerlo... ¿De casualidad estas emparentada con los Hyuga que residen en el rancho vecino de los Uchihas?—esos exóticos y atrayentes ojos, debían ser de la familia Hyuga y ahora que sabía de dónde era, ya no tenía dudas.
—Así es, soy la hija mayor de Hiashi Hyuga y cuando Madara estaba en el proceso de restaurar su rancho, logramos acercarnos mucho más. Luego, una cosa llevo a la otra, como el día de mi graduación él estuvo conmigo y días mas tarde, me entregó el anillo—ella le mostró la pequeña mano, donde portaba con orgullo el sofisticado anillo de compromiso, junto al de bodas.
—Vaya, mi hermano resultó todo un galán—soltó con sarcasmo, que ella no logró percibir, debido a lo entusiasmada que estaba sirviendo los platos mientras recordaba a su marido—¿Y a que te dedicas? Porque este lugar, no es el más apropiado para ejercer una carrera, de hecho, estoy sorprendido que vivan aquí, es como si trataran de ocultarse.
—Gradúe como diseñadora de modas y mi intención era ejercer, sin embargo, Madara me pidió esperar a sus vacaciones para tener nuestra luna de miel—colocó los platos sobre la barra donde estaba su cuñado—además de mi primo Neji, usted es la única persona que me ha visitando, aunque técnicamente, no este aquí por mí, sino po mi esposo— declaró con tristeza.
—¿Tu no cenarás?— quiso distraerla para que continuara hablando—Siéntate conmigo o de lo contrario pensaré que no te agradó—la joven no estaba segura, pero tampoco pudo declinar la petición y se sentó a un lado del azabache, pero guardando una cómoda distancia. Él le pidió que continuara contando y le preguntó que a cuantos Uchihas le había presentado su hermanó.
—N-no me ha presentado a ninguno de ellos, él sólo habla de todos, de lo talentosos que son, pero de quien mas me habla es de usted—respondió mirándole por encima del hombro.
—¿Te contó lo que le hice mientras lo creímos muerto?—la curiosidad se había apoderado del varón y ahora quería saber hasta donde su hermano fue capaz de contar.
—Si, Madara me revelo los detalles, aunque no lo culpa... él está completamente seguro de usted y dice que seguramente actuó movido por la inmadurez o quizás el dolor de perderlo—al escucharse a si misma, le pareció ridiculo que su esposo pensara así, ya que el hombre a su lado, no era precisamente un quinceañero para actuar con inmadurez.
—¡Vaya, vaya! Eso no me lo esperaba y dime ¿tu que piensas de mí y de lo que hice?
—No creó que mi opinión cuente, ya que no conozco a su esposa, ni tampoco la convivencia que mantuvieron cuando vivían juntos los tres—respondió con educación, aunque había molestia en su voz.
—Vamos dime, después de todo ahora eres mi cuñada y me encantaría saber tu opinión—para ese momento, ya habían terminado de cenar y ambos recogían los platos—y no trates de ser cortes, sólo di lo que piensas de lo sucedido—Hinata apagó el grifo del agua y suspiro para decir, lo que él quería escuchar.
—Con todo respeto señor Uchiha, su comportamiento y el de su ahora esposa, me parece despreciable—contrario a lo que creyó, el azabache arqueo una ceja y la miró casi sonriendo esperando que continuara—Mi esposo es un excelente hombre y no puedo imaginar cuanto debe haber sufrido cuando regresó y se encontró con todo... pienso que si la prometida de mi esposo le atraía desde antes, debió decirle, puesto que él debe pensar que ustedes se entendían desde antes de su supuesta muerte.
—Me gusta tu sinceridad, pero sobre todo, veo que admiras mucho a Madara—añadió el moreno y pudo ver un encantador sonrojó en sus mejillas.
—Así es y haré todo lo que este en mis manos para que no vuelva a sufrir—aseguró determinada—Si para Madara es mejor pensar bien de usted, yo respeto su decisión, siempre y cuando, él este feliz, yo lo apoyaré.
—Sin embargo ¿tu no piensas igual a él?
—Tengo una hermana menor, con la que tengo una excelente relación fraternal y por la cual, haría cualquier cosa para asegurar su bienestar, como también su felicidad, no obstante, creó que nuestro vínculo casi se rompería, si ella me hiciera algo como lo que hizo usted... es algo complicado, pero mi opinión perdida, lo esta para siempre... aunque nunca la abandone, no volvería a ser lo mismo.
—Veo que eres de las personas que no perdonan las traiciones—espetó el Uchiha y ella casi dejó caer el plato que sostenía, al sentir la cercanía. Su cuñado estaba tras ella, invadiendo por completo su espacio personal.
—Siempre es mejor, hablar con la verdad, no creo que sea la primer persona, ni la última, que termine enamorada de la pareja sentimental de los hermanos, de ser así, por lo menos, él se lo hubiera esperado—añadió la fémina, alejándose del azabache lo más que pudo.
—Ahora veo porque Madara se caso contigo—ella no entendía, porque ese hombre la tenía que ver de esa manera. Algo en ese Uchiha, lograba ponerla muy nerviosa y no se trataba del extraordinario físico, ya que era casi tan guapo como lo era Madara, aunque las miradas eran diferentes, quizás era esa mirada la que logró hacerla temblar—Es tardé y debido a la tormenta, no creó que pueda ir a otro lugar, aunque mi intención, es pasar una temporada aquí... Tendras que perdonarme, pues no sabía que la casa ya estaba ocupada, sin embargo, no creo que haya problema en compartirla ¿me permitirías quedarme en una de las habitaciones?
Ella se quedó pasmada por unos segundos ¿como que compartirían la casa? ¿Que hay de su mujer e hijo? Por otro lado, tampoco podía echarlo, sabiendo lo mucho que su esposo lo quería y para empeorar las cosas, el celular parecía apagado, de manera que no sabía nada de Madara y eso la estaba preocupando.
—Seguro... venga conmigo—ella dejó que él escogiera la habitación que le gustase y su cuñado, escogió la que estaba frente a la suya—Si necesita algo, no dude en llamarme... ¡Buenas noches!—ella salió de la recámara lo mas rápido que pudo. Lo escuchó decir algo, pero no se detuvo a escuchar. Entró en su recamara y sin querer, derramó las lágrimas, temía que a Madara le hubiera pasado algo, no obstante, la presencia de Izuna, indicaba que la mujer llamada Mei, estaba sola ¿Que tal si ellos estaban juntos? No, no quería pensar mal, pero el pecho le dolía y algo le indicaba que la llegada de su cuñado, cambiaría su pequeño mundo con Madara, para siempre.
...
Al día siguiente, Hinata continuó sin obtener respuesta por parte de su marido. Alejando el dolor en su pecho, se duchó y se dirigió hacia su zona de trabajo, necesitaba ocupar la mente en cualquier cosa que no fuera Madara. Tomó una libreta donde dibujaba sus diseños y escogió el más complicado.
Comenzó buscando la tela, los encajes y todo lo que le colocaría, hasta que finalmente reunió todo lo necesario. Había entrado en su refugio cuando aún estaba oscuro y no se dio cuenta que las horas pasaron con rapidez.
Cortaba la delicada tela luego de haber marcado el lugar exacto. Se distraía con la música en su celular e intentaba no cometer errores, de lo contrario, estropearía la fina tela.
—¡Hasta que te encuentro! ¿Que es todo esto?—el Uchiha se sobresaltó cuando escuchó un quejido proveniente de la chiquilla y se acercó a ella con rapidez. La encontró sentada en el piso, sosteniendo su mano, que comenzaba a gotear sangre. La Hyuga se asustó cuando escuchó la voz de Izuna y accidentalmente se hizo un corte en la mano izquierda a la altura del pulgar—Déjame ver—sin previo aviso, ya estaba con ella evaluando el estado de la mano. Estaba preocupado y se sintió culpable por haberla asustado.
—Es un simple corte, no se preocupe, ya antes me ha pasado—trató de retirar la mano, pero él, no se lo permitió y en su lugar, le ayudó a levantarse para ir a la cocina y lavar la herida.
—Es algo profunda, ahora regreso—el varón se fue hacia el baño donde siempre había una caja de primeros auxilios y regresó para curar el corte y vendarlo—¿Duele?—ella negó, pero él sabía que estaba mintiendo, ya que al colocar el alcohol ella hizo una mueca. Sin perder el tiempo, acercó la mano a su boca y le sopló para que pasara rápido.
—G-gracias—el varón le dio un beso en la herida vendada como si lo hiciera con una niña y las miradas de ambos quedaron conectadas por unos segundos. La primera en romper el contactó fue la ojiperla y el Uchiha sólo sonrió, sintiendo pena por haber sido privado de continuar admirando los hermosos ojos color luna.
—Como no te encontraba, decidí preparar el desayuno, aunque ya es la hora del almuerzo—abrió la silla para que ella se sentara.
—No debió molestarse fui yo quien debió preparar todo, porque usted es mi invitado en ausencia de Madara—un nudo se formo en su garganta cuándo lo nombro—pero olvidé que usted estaba aquí y me fui a realizar algún diseño... Haciendo eso siempre pierdo la noción del tiempo.
—Yo se cocinar y me da gusto agradecer por tu hospitalidad—sin poder rechazarlo accedió a su pedido—Y dime ¿que era ese lugar donde te encontré? No recuerdo haberlo visto antes, al menos no con todas esas cosas.
—Madara compró todo lo necesario para que yo continué haciendo mis diseños, así no pierdo la práctica y tampoco me aburro durante el tiempo en que no está conmigo.
—Que amable de su parte, así te mantiene aquí...—guardó silencio sobre ese tema y continuó con otro—¿Y ya lograste hablar con él?
—No y en realidad estoy muy preocupada, quedo de venir desde anoche y la última vez que estuvo aquí, me aseguró que trataría de no dejarme sola durante tanto tiempo y ahora, ni siquiera responde a mis mensajes—Hinata estaba a punto de llorar, pero su cuñado continuó con los cuestionamientos y preguntó sobre el sabor de la comida, la cual en verdad, era muy buena.
—No te preocupes tanto por Madara, recuerda que él es todo un sobreviviente y si no ha venido, debe ser porque sus labores se lo impiden, pero debe estar bien, de lo contrario alguien de mi familia, ya me hubiera avisado—ella tuvo que aceptar, que él tenía razón, entonces la idea de saberlo con su cuñada ganaba fuerza cada vez más.
Los días continuaron y la ojiperla no recibió ninguna señal de su marido. También la estancia de su cuñado la estaba poniendo muy nerviosa ya que no lograba entender el motivo por el cual, no se marchaba para estar con su familia. Si bien es cierto, que su presencia le había hecho más llevadera la espera, también debía admitir, que no le gustaban las confianzas que él se estaba tomando con ella y cada día parecía pasarse de la raya.
—¿Todavia nada?—su cuñado llego y colocó el brazo sobre su hombro mientras ella preparaba la comida. Definitivamente eso ya era demasiado y era su culpa por no aclarar las cosas desde el principio.
—Escuche Izuna... estoy muy agradecida por su ayuda y compania pero no me siento cómoda con sus constantes acercamientos. No creo que a Madara le guste la forma en que usted se dirige hacia mí—por fin había podido decir lo que la estaba molestando, no obstante, parecía no haber surtido el efecto deseado, al menos para ella.
—Valiente esposo el tuyo, mira que dejarte completamente abandonada sin ninguno de tus amigos, ni familiares mientras el esta "trabajando"en el ejército... Imagino cuán ocupado debe estar, sobre todo durante las noches en las que se ausenta—apenas soltó todo y de inmediato se arrepintió. Él no tenía ningún derecho a decir nada.
—¿Que está insinuando acerca de mi esposo? ¿Porque mejor no habla claro?—entonces era cierto, Madara la estaba engañando. Las lágrimas le mancharon el rostro y ya no se contuvo frente al varón.
—Lo siento, no debi decir nada, yo soy el menos indicado para juzgar a los demás—la culpa lo golpeo al verla llorando.
—¿Su auto funciona?—pregunto la Hyuga sorprendiendo al Uchiha.
—Si ¿porque lo preguntas?—algo le decía que la respuesta no le iba gustar.
—Lléveme con Madara, lléveme a los cuarteles del ejército, o a casa de sus hermana, yo solo quiero...—el nudo en la garganta, no le permitió continuar. Él, no se quedó quieto y fue hacia ella para abrazarla contra su pecho.
—Te doy mi palabra que si para esta misma noche, no regresa, te llevare hasta donde se encuentre—ella se alejo, como si su tacto le quemará y sólo asintió. Regresó a su habitación y ya ni siquiera hizo el intento de marcarle a su esposo, pero cuando estaba por entrar al baño, su celular sonó. Mirando de quien se trataba, respondió.
—¡Hinata mi amor!—se escuchaba desesperado y ella lo percibió—No sabes lo mal que la he pasado sin poder comunicarme contigo—ella permaneció en silencio—Se que debes estar muy molesta conmigo, pero no tuve otra opción... la mañana que nos despedimos, me llamaron de emergencia para salir del país, debíamos ayudar a la base naval, de nuestros aliados y me fue imposible comunicarme hasta hoy.
—¿Estás bien? ¿Dime que no estás herido?—la ojiperla continuó con las preguntas, sin dejar de llorar. Mientras su esposo exponía su vida, ella lo juzgaba como a un infiel.
—Mmm, solo un pequeño corte el la frente, pero nada de que preocuparse, sobre todo, si mi hermosa mujer, se encarga de cuidarme—el gran peso de los días anteriores, comenzó a disiparse, mientras hablaba con Madara. En todo momento evitó revelar sobre la presencia de Izuna, sin embargo, apenas lo viera y le contaría que ya no quería vivir con él. De hecho durante todos los días que estuvieron viviendo bajo el mismo techo, ella cerraba su puerta con llave, no le tenía confianza al hermano de Madara.
...
El Uchiha veía como la joven, sonreía mientras preparaba la cena, incluso la escuchó tarareando. El olor era muy bueno y su estómago comenzó a rugir. Durante esa semana con ella, se había encargado de degustar, la mejor sazón que no probaba desde que vivía su madre.
Estaba seguro que el cambió de actitud que mostraba la Hyuga, se debía a que logró comunicarse con su hermano y la elaborada cena anudado al arregló que ella mostraba, sólo significaba que esperaba por el hombre que amaba.
—Supongo que ya no será necesario que te lleve a los cuarteles ¿no es cierto?—finalmente se aventuró a cuestionar el varón.
—Disculpe si olvidé decirlo, pero mi esposo me llamó y me informó que tuvo que salir del país, debido a conflictos en una base naval... ¡Bueno! De todos modos, él esta por llegar y se encargará de contárselo.
—Estaré encantado de escuchar todas las hazañas de mi hermano—sin decir nada más, se sentó en las sillas de la barra, cuando escuchó la puerta de la entrada abriéndose.
—¡Madara!—Hinata se deshizo del delantal y corrió hacia la puerta—Estas en casa—el recién llegado abrió los brazos sonriendo para recibirla. Ella no lo dudo y se lanzó hacia él, como lo hacía siempre.
—Te extrañe tanto pequeña—las bocas de ambos se unieron en un apasionado beso, que pronto pasa las ansiosas caricias. Todo era perfecto, hasta que alguien se aclaró la garganta y la ojiperla se bajo sonrojada. Había olvidado que Izuna estaba en su casa.
—¿Tu?—los hermanos quedaron frente a frente, mostrando diferentes expresiones. Uno de ellos se veía horrorizado, luego de realizar la pregunta, mientras que el otro, lucía con una inquietante tranquilidad, la misma que brinda el ojo de un huracán.
—Hola Ma da ra, que gustó me da verte sano y salvo, luego de tus peligrosas misiones—Hinata se sorprendió cuando su esposo la colocó atrás de él, sin embargo, no podía quedarse, ya que debía regresar a la cocina o de lo contrario se quemaría la cena.
—Deben tener mucho de que hablar, estaré en la cocina para terminar la cena y en seguida los llamo—los hermanos la miraron irse y cuando ya no lograron verla se miraron de nueva cuenta, el uno al otro.
—¿Desde cuando llegaste?
—Desde hace casi una semana y créeme cuándo te digo, que mes has sorprendido. Tu "esposa" habla maravillas sobre ti.
—¿Que le has dicho a ella?
—Esto es increíble... en verdad la amas, no lo puedo creer—afirmó, entre divertido y sorprendido. Estaba seguro que la Hyuga exageraba cuando describía el comportamiento de su hermano, pero el brillo en sus ojos cuando la veía, antes de besarla, era innegable.
—Responde ¿que tanto le has dicho?—insistió en la misma pregunta.
—Deberas preguntarle directamente a ella, porque ahí viene—la fémina llegó hasta ellos sonrojada cuando miró a su esposo.
—La cena está servida, pasen al comedor—ignorando completamente a su cuñado, se acercó y tomo la mano de su marido para que la siguiera.
La cena se llevó a cabo en un incómodo silencio. Hinata veía a los dos hermanos en medio de un combate internó, que se realizaba con sólo las oscuras orbes de ambos.
Ella no los había dejado a solas más que por unos pocos minutos y quizás ellos tenían mucho de que hablar. Le dedicó una sonrisa a su esposo y levantó los platos para irse a su habitación.
—¿Ya terminaste? Apenas probaste la comida—su esposo se escuchaba preocupado.
—Tu esposa cocina mucho, pero come muy poco, la mayor parte de lo que prepara, me lo como yo y en ocasiones, los guardias—soltó su cuñado. Ella iba responder, pero la puerta principal sonó.
—Deben ser los guardias, que vienen por los dangos que les prepare—ella dejo a los hermanos en la mesa del comedor y se fue directo abrir la puerta, pensando que vería los mismos rostros de los hombres, pero en su lugar, estaba una molesta mujer de cabello rojo, acompañada de un precioso niño, con los rasgos de su esposo y cuñado. La mujer entró sin ser invitada, golpeándole ligeramente el hombro.
—¿Donde esta mi marido? ¿Y quien rayos eres tu?—cuestiono mirándola con despreció. La Hyuga sabía quien era esa mujer y al verla en persona, se empequeñeció comprobando que era aún más bella en persona. Seguramente a eso se debió, que ambos hermanos, se enfrentarán por ella—Te hice unas preguntas ¿que esperas para responder?
—Soy la esposa de Madara Uchiha y en cuanto a su esposo, él esta en el comedor con el mío—el despreció de la pelirroja aumento, pero trató de ocultarlo.
—¿Tu? ¿Esposa de Madara?—la morena asintió—Vaya, que sorpresa, no sabía que se había casado, ahora entiendo—el pequeño niño, se veía asustado y de pronto aparecieron los dos hermanos.
—¡Papá!—el niño se fue corriendo hacia su padre, pero no solo fue el niño.
—Y yo que creía que venías aquí en busca de una amante... ahora veo que es por Madara—Mei rodeó sus brazos en el cuello de Izuna—todo es culpa tuya, por no decirnos que te habías casado—le guiño un ojo a Madara y se tocó el vientre.
—Tendré un hermanito papá—Izuna miró a su hijo y después a Mei, quien le sonrió.
—¡Madara!—para Hinata, a partir de ese momento, todo sucedió como en cámara lenta, o como si estuviera teniendo una pesadilla, de la cual no podía despertar. Los ojos de todos estaban puestos en ella, pero sólo un par, la veía con culpabilidad y arrepentimiento, tal vez, con miedo—¿Que significa...—no había necesidad de completar la pregunta, porque de pronto, todo tuvo sentido. La discreta boda, la ausencia de los Uchihas, la incredulidad del supuesto cuñado, cuando le dijo que era esposa de Madara, la negación a dejarla trabajar, las constantes ausencias, la fotografía de esa mujer y las llamadas. Ver a Mei y al niño, aferrados a su supuesto marido, el cual hasta unos minutos atrás era suyo, le dejó todo claro. Ella fue engañada y ni siquiera, tuvo el valor de poder gritarle, pues el rostro del niño, unido a la felicidad del nuevo embarazo, lograron desarmarla.
Se sostuvo de la pared, para no caer y los pensamientos continuaron llegando uno a uno, pero el que fue ganando más fuerza, fue el imaginar, que se acostaba con ambas, y a diferencia de Mei, quien la esposa engañada, ella era la amante, dado que el matrimonio, carecía de validez y su papel era el de amante. El asco, la decepción, el dolor y el nudo en la garganta, le impidieron reclamar lo que creía suyo.
—¡Hinata!—escucho al verdadero Madara llamándola, y las miradas de los tres estaban puestas sobre ella, pero ya no escuchó nada—¡Hinata!—Madara la sostuvo para impedir que se cayera al piso.
—De prisa Madara, debemos llevarla a un hospital—el mayor lo ignoro por completo y camino con ella a su habitación—¿A donde la llevas? ¿Que Crees que estás haciendo?
—Lo que debe hacer un esposo... encargarme de mi mujer, como también tu, deberías encargarte de la tuya, ahora si nos disculpas—sin que Izuna pudiera hacer nada, Madara cerro la puerta con llave.
—¿Que fue todo eso Izuna?—reprochó Mei.
—Creí que había dejado todo claro contigo Mei y ahora no se porque demonios estas aquí, será mejor que regreses—exigió molestó y al mismo tiempo preocupado por Hinata. Todo se había salido de control y ahora ella sabía la verdad. Creyó que podía solucionar todo, creyó que podía divorciarse antes que ella descubriera el engaño ¿Como iba poder acercarse a ella? Lo mas seguro es que no lo quisiera ver y encima, su hijo suelta la bomba sobre el embarazo frente a ella, seguramente incitado por la madre. Lo único en lo que no la engaño, fue en su amor, dado que le pertenecía por completo a ella, sin embargo no creía que fuera suficiente, para salvar la relación.
—¿Y dejarte aquí? Por supuesto que no y la verdad, no se que ocultas, pero te aseguro que lograré averiguarlo—Izuna no quería irse, pero tampoco podía dejar a Mei y a su hijo, en el mismo lugar que estaba Hinata.
—En cuanto salga Madara con noticias sobre la salud de Hinata, nos marcharemos—repuso Izuna.
—No seas ridiculo, no es necesario quedarnos a esperar, porque te puede hacer una simple llamada, ademas, esa mujer debe estar anemia... ¿Acaso no la viste? completamente pálida, como si hubiera visto un fantasma—muy a regañadientes, Izuna tuvo que acceder aún con el corazón oprimido por ella, por la mujer que ama, Hinata.
...
El olor a alcohol logró que la conciencia de la ojiperla, regresara. Madara estaba con un algodón cerca de su nariz.
—¿Como te sientes?
—No me toque—exigió alejándose de él, lo mas que pudo. Regresando a los acontecimientos ocurridos, comenzó a llorar. Tenía dudas sobre ser engañada, pero lo que ese hombre le hizo, superó todas sus expectativas.
—¡Hinata escúchame!—Madara continuaba sin querer irse. Le causaba mucha culpa verla llorando así.
—Debe haberse divertido mucho a costa mía—el Uchiha trataba de hablar, pero ella no quería escucharlo—¿Porque no me dijo nada? ¿Porque dejo que continuara siendo la amante de un hombre casado y con hijos? Es usted igual de despreciable que su hermano—Madara, no pudo argumentar, ella tenía razón.
—Tienes razón, pero eso era algo que no me correspondía aclarar y aunque no lo creas, Izuna también se aprovechó de mi situación—ella lo miró molesta—En este punto, lo único que puedo hacer por ti, es lo correcto y mañana mismo llamaré a mi abogado para poner la demanda de divorcio.
—¿De que habla? Esto no fue más que una infame farsa.
—No del todo, Izuna utilizó mi identidad para casarse contigo y el matrimonio es completamente legal.
—¿Que? ¿Como que legal? Él no es usted.
—Exacto... tu no estás casada con Izuna, estas casada conmigo, sigues siendo la esposa de Madara Uchiha—Madara, no sólo se dedicó a admirar a la ojiperla, sino que comenzó a buscar información sobre la unión de su hermano. No le tomó mucho tiempo, darse cuenta que Izuna literalmente, le robo la identidad y la única manera de disolver el matrimonio, era acusarlo legalmente, sin embargo, aunque Izuna lo merecía, no podía hacerlo. El delito del robo de identidad, se pagaba con una multa y con un mínimo de tres años de cárcel, por lo tanto, no lo acusaría, a menos que ella quisiera hacerlo y de ser así, no haría nada para detenerla.
—Esto no puede estar pasando, tiene que tratarse de una pesadilla—Hinata pensó que nada podía ser peor, ella fue engañada por el hombre del cual se enamoró, de ser esposa pasó a ser amante y hacer lo que mas despreciable le parecía... compartir un hombre con otra mujer, no obstante, ahora se da cuenta, que en realidad, si está casada y nada más que con el Uchiha, al que le tenia miedo y desconfianza.
Continuara.
Me disculpo por ir lento y por los errores de ortografía, cuando los vea, los corregiré. Espero que les haya gustado y en el siguiente, iré explicando la situación de Izuna en su matrimonio y también el punto de vista de Madara.
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