Capitulo 16
Los personajes de Naruto no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Madara chasqueó la lengua y se sintió ignorado. Su esposa sonrió divertida y le hizo una seña para que no hiciera ruido, puesto que su sobrino se empeñó en estar con ella, incluso se despertó llorando en la cama donde lo acostaron al llegar y la única manera de calmarlo fue cuando ella se acostó a su lado. En poco tiempo lo tranquilizó logrando que volviera a dormir.
Se fue a su habitación y al poco tiempo, apareció ella. Lo encontró con los brazos cruzados y el ceño fruncido, dejando claro que estaba molesto.
—¿Estás enojado?—ella trató de persuadirlo, al mismo tiempo que evitaba reírse frente a él.
—Hmph—no se movió de la posición que tenía.
—¿Entonces no piensas responderme?—los oscuros ojos del Uchiha, la miraron, pero continuó en silencio—Esta bien, mejor regresaré con el niño—Hinata se giró para regresar con Kento, pero antes de llegar a la puerta, los fuertes brazos del Uchiha la rodearon desde atrás.
Sin decir palabras, Madara la llevó a la cama, al mismo tiempo que le iba retirando las prendas hasta dejarla completamente expuesta para él. La admiró como a una pieza de arte y cuando ella intentaba cubrirse, se apresuró a quedar sin ropa al igual que ella.
Hinata apreció la niebla en las orbes de su amado y se sintió gustosa de saber que ella era capaz de ponerlo en ese estado tan primitivo y tan desesperado. La mordida que le dio el azabache en el pezon la hizo soltar un suspiro acompañado de su nombre.
—Mmmm—el varón amaba escucharla tan necesitada, pero lo que sin duda alguna lo enloquecía, era escucharla nombrarlo con esa seductora voz. La degustó con su boca, al mismo tiempo que llevó una mano a la intimidad de la joven. Movió sus dedos mientras se turnaba con la boca sobre ambos senos. Hinata se retorcía y cuando estaba a punto de alcanzar la liberación, él se detenía deliberadamente.
—Basta Madara...—le pidió con súplica, dado que ya lo había hecho en tres ocasiones y ella se estaba frustrando.
—Eso es para que no vuelas a poner a otro hombre por encima de mi, porque—le dio una mordida al cuello sin llegar a lastimarla—yo soy el único que te hace llegar al cielo ¿entendido?—la joven asintió. Madara era tan posesivo que no perdonaba ser ignorado, ni siquiera por su sobrino, quien apenas era un niño. Los gemidos de la Hyuga se intensificaron y sin esperar a que se liberara, la penetro con rudeza.
—¡Ahh Hinata!—la nombró echando la cabeza hacia atrás. La Hyuga colocó sus manos en el musculoso pecho del azabache y apreció la forma en que los tendones del cuello se ponían rígidos. Se quedó embelesada mirando, que no fue consiente de que él hacía lo mismo—¿Te gusta lo que vez bonita?—en lugar de responder, ella lo atrajo hacia si, en busca de un beso, el cual correspondió con voracidad.
El volumen en los gemidos fue aumentando, al igual que la profundidad de la embestidas. Ambos estaban al límite y la ojiluna se retorcía sobre la cama, al mismo tiempo que apegaba más la cabeza de Madara sobre sus sensibles senos—¡Te amó Madara!—en ese momento, los dos llegaron juntos a la cima. Hinata que se había perdido en la pasión, no se percató de la íntima confesión que le hizo y por otro lado, el azabache si lo hizo. Se bajó lentamente de ella y la animó a acostar la cabeza contra su pecho. Quería preguntarle, pero al mismo tiempo, temía que sólo hubiese escuchado mal, así que prefirió creer que si lo dijo... ¿Entonces ella también lo amaría como la amaba él? Claro, a eso se debía su forma tan sumisa de entregársele sin quejarse. No era sexo lo que compartían, era un acto lleno de sentimientos, sentimientos de amor.
—¡Bonita!—la llamó pero ella no respondió. Se había quedado dormida cómodamente entre sus brazos, mientras que él, experimentaba un agradable calor dentro de su pecho. Ella lo amaba y se lo había confesado, ahora si le pertenecía por completo, Hinata era suya en cuerpo y alma, tal como lo era él de ella—Yo también te amo—le dijo antes de besarla y quedar dormido.
...
La mañana siguiente, la ojiluna preparó el desayuno para su esposo y también para el niño. Los tres se sentaron, pero Kento fue alimentado por Hinata, dado que él así lo pidió. Madara aún se sentía feliz y ni siquiera se molestó en reprochar nada.
Terminando de desayunar, el azabache se despidió y la ojiperla ducho al pequeño, luego se ducho ella. Debía ir a la agencia para recoger unos informes y mientras se llegaba la hora, jugo con Kento y con Gengar. El niño se veía feliz con Gengar
Justo a las once salió en su auto acompañada de Gengar y de Kento. Aviso con anterioridad a Konan, quien la esperó en el estacionamiento para que no tuvieran que bajar.
De regreso a la finca, recibió una llamada de Madara para saber si todo estaba bien, luego la llamó Mikoto informándole que Mei había dado a luz y tanto la madre como el bebé, estaban en perfecto estado. Los Uchiha ya estaban por llegar a verlos y antes que pudieran mandar a Izuna en busca de Kento, les aseguro que ellos mismos lo irían a dejar por la noche, de ese modo conocían al nuevo integrante.
—¿Escuchaste? Ya eres el hermano mayor, tal como soy yo—miró al pequeño por el espejo retrovisor y no pudo evitar pensar en el pasado. De haber sido diferente, quizás sería ella quien estuviera embarazada, si tan sólo Izuna no la hubiera engañado como lo hizo, ella podía haberse convertido en una segunda madre para Kento mientras él compartía la custodia, el niño se había ganado su corazón en muy poco tiempo... Suspiró deshaciéndose de esos absurdos pensamientos, lo hecho, hecho estaba y ya no había vuelta atrás.
Regresaron y como ella tenía ganas de comer galletas, preparó para comerlas con el niño, acompañadas de leche. Se había puesto el delantal y escuchó de nuevo el celular.
—Hola Hina—la voz de Hanabi se escuchaba alegre y ella sonrió por la sorpresa, ya que no miró quien llamaba.
—Hanabi—la morena notó que su hermana se escuchaba muy eufórica.
—¿Estás sola?—Hinata le comentó acerca de Kento y la menor le pidió hacer videollamada para verlo—¡Oh cielos, es adorable!
—Lo es, además es bastante tranquilo—estuvieron conversando por unos minutos, hasta que Hanabi soltó la noticia.
—Necesitamos que este Sábado vengas a Konoha con tu esposo... también llamaré a Neji para que traiga a la chica con la que sale—Hinata sintió que le faltaba el aire.
—Pero ¿cual es el motivo? Tú sabes que Madara trabaja mucho y quizás no me pueda acompañar—sabía que el tiempo se le había agotado, incluso su esposo le pidió enfrentar a su padre, sin embargo, era mas fácil decirlo que hacerlo.
—Lo siento pero esta vez no aceptaré un no, como respuesta... Kiba pedirá mi mano y quiero que ustedes me acompañen. Papá se puso muy melancólico y estando tú, tal vez le sea mas llevadero mi próximo matrimonio.
—¿T-te casaras tan pronto?—la mayor no salía de su sorpresa.
—¿En serio Hina? ¿Me lo preguntas tú que apenas conocías a tu marido?—golpe bajo, se dijo Hinata mentalmente, pues su hermana tenía razón.
—Tienes razón, es sólo que, te veo como a una niña, a menudo olvido que has crecido, aunque me sigue pareciendo muy apresurado, me refiero a tu edad—la escuchó reírse y la inseguridad la invadió—Espera un momento... Hanabi ¿estás embarazada?
—Por supuesto que no—Hinata se llevó la mano al pecho y agradeció mentalmente—Digo, lo hacemos prácticamente a diario, pero nos cuidamos—la momentánea calma de la mayor, se esfumó. Su hermanita ya tenía relaciones sexuales ¿como pudo Kiba llegar tan lejos?—Y no, no es culpa de Kiba.
—No pensaba decir eso—replicó ofendida y las risas de su hermana le hacían saber que no le creía.
—Bien, ahora tengo que colgar. Los espero a los cuatro el Jueves por la noche, no se atrevan a faltar—Hinata se quedó pasmada y de no ser por Kento pidiendo mas galletas, no sabía cuanto más se hubiese quedado vagando en sus pensamientos.
...
Madara llegó cerca de las seis y su esposa ya lo esperaba afuera con Kento. Él le dijo que no tenía hambre, así que se fueron rápido al hospital para dejar al niño y también conocer al bebé, de lo contrario, no iban a visitarlo en su hogar.
La familia se encontraba dispersa entre la cafetería, la habitación de Mei y la sala de espera. Kento se aferró a la ojiluna quien no dudó en sostenerlo, al igual que la noche anterior.
—¡Buenas noches!—la voz de Madara hizo girar a quienes se hallaban en la sala de espera. Mikoto, Fugaku, Sasuke y Obito los saludaron.
—Hinata, estamos muy agradecidos con ustedes—Mikoto se acercó a Hinata para saludarla y agradecerle por el gran favor. Obito llamó a Madara, dejando a su esposa con su hermana—¿Como te portaste cariño? ¿Quieres venir con tía?—Kento no se movió de su lugar, causando la risa de la Hyuga.
—¡Papá!—Hinata se tensó y desde la distancia, Madara observó a su hermano acercándose a su esposa.
—Mi niño—el varón se acercó hasta quedarse frente a frente con la mujer que amaba y al verla cargando a su hijo, sintió un nudo en la garganta—te agradezco mucho por haber cuidado a mi hijo—ella asintió y le entregó a Kento.
—No hay nada que agradecer, su hijo es muy lindo... y felicidades por su otro bebé... Con permiso—Izuna la miró irse al ser llamada por la rubia Yamanaka.
—Hina—Ino la saludó y le comentó que Kiba había posteado en sus redes sociales, que se casaría con Hanabi.
—Me enteré hoy y estoy tan sorprendida como tú—continuaron hablando y pronto Sasuke se acercó, al igual que Madara.
—Madara ¿porque no aprovechan para conocer al bebé antes que termine la hora de visita?—sugirió Mikoto—Además, Kento tampoco lo ha visto—sin haber forma de negarse, la pareja siguió a Izuna hasta que llegaron a la habitación de Mei.
—¡Kento... mi amor!—la pelirroja sostenía a un bebé entre sus brazos. Izuna se acercó a ella y bajó al niño—¿Quieres conocer a tu hermanito?—Hinata se sintió incómoda ante la tierna escena. Madara le tomó la mano acercándola a él.
—Felicidades Mei—el azabache mayor, habló para terminar lo antes posible.
—Felicidades—la pelirroja sonrió y miró a Madara, ignorando por completo a la ojiluna.
—Mira cariño, tío Madara vino conocerte—Izuna negó con la cabeza, mientras que la ojiperla observó el comportamiento de esa mujer—pero no te quedes ahí, ven a cargarlo.
—Así es, Hinata y yo, vinimos a conocerlo y a dejar a Kento—Izuna prácticamente le arrebató al bebé y lo acercó a la pareja.
—Ahhh ¿puedo?—la morena se olvidó de todo y sólo se enfocó en la diminuta persona frente a ella. Izuna se lo entregó y ella lo sostuvo con suma delicadeza—Es precioso—los conocidos ruidos que hacen los celulares a capturar una foto, distrajo a la joven. Madara se embelesó al verla sosteniendo a su sobrino y le pareció tan tierna, que no pudo evitar tomarle fotos—Madara... no hagas eso—lo reprendió y él sonrió. Los nuevos padres los observaron y les quedó claro, al menos a Izuna, que ellos se habían acercado mucho.
—Lo siento bonita, pero no lo pude evitar—la sonrisa de Madara se convirtió en preocupación, cuando su esposa se empeñó en darle al recién nacido. Ahora fue el turno de Hinata de reír, ya que el hombre sin temor a nada, se mostraba temeroso de dañar al indefenso humano.
—Les agradezco mucho por cuidar a Kento, de verdad—Madara asintió al agradecimiento de su hermano y le devolvió al niño. Hinata colocó una bolsa de regalo con globos y muy a regañadientes, la pelirroja agradeció, sin embargo, no había dejado de escudriñar los movimientos de Izuna ante la presencia de esa chica.
Se despidieron de los padres, al igual que del niño, pasaron por la sala de espera haciendo lo mismo y una vez dentro del auto, el azabache se dispuso a cuestionar a su chica.
—Hay algo que te preocupa ¿no es cierto?—la joven asistió—Cuéntame, quizás yo pueda ayudarte a solucionarlo.
—¿Crees que podríamos pasar un momento a casa de Neji?—la joven le contó sobre la llamada y Madara la complació llevándola con su primo.
[...]
Flashback on
Hanabi le dio un beso al castaño de marcas rojizas en las mejillas, para asentir repetidas veces con la cabeza. Akamaru quien se hallaba junto a Haunter, ladro con entusiasmo. Haunter no hizo ningún sonido y en su lugar, se levantó poniéndose alerta, no obstante, la pareja de enamorados no le presto atención y continuó dándose muestras de cariño, como lo fue el apasionado beso que iniciaron luego de la euforia.
—¿Que pasa aquí?—Kiba saltó tan alto que sin darse cuenta se tropezó con ambos caninos y cayó sentado entre ellos, sin embargo, no hubo tiempo de lamentarse, dado que Hiashi lo veía con intención de asesinarlo por aprovecharse de su inocente niña.
—¡Papá!—Hanabi reprendió a su progenitor y se apresuró a darle auxilio a su novio.
—Yo puedo explicarlo señor Hiashi, ademas, esto no es lo que parece—la castaña le dio un codazo que lo hizo jadear de dolor ¿Cómo que eso no es lo que parece? A veces su novio podía ser tan idiota—Bueno, lo que quiero decir, es yo... Hanabi—para Kiba no era fácil enfrentarse a alguien tan aterrador como lo era su madre y el padre de la mujer que amaba, prácticamente se asemejaba a ella en versión masculina.
—Sigo esperando—para ese momento, también Ko se había unido a la conmoción y Kiba se maldijo mentalmente por ser tan precipitado y no esperar a estar en un lugar fuera del alcance de los Hyuga.
—Lo que mi novio quiere decir, es que, tendrás un nuevo yerno—Hanabi no se inmutó y le mostró la manó donde se apreciaba el bonito anillo de compromiso.
—¿También tú te casaras pequeña?—Ko se conmovió, dado que tras la partida de Hinata, el rancho se había quedado muy solitario y de no ser por Hanabi que le daba el toque divertido, sería prácticamente un lugar monótono. Ella y ese muchacho, llenaban el entorno con sus divertidas discusiones y a excepción de Hiashi, todos lo disfrutaban.
—Así es y estoy esperando mis felicitaciones—Hiashi no apartaba la mirada de Kiba, mientras Ko abrazaba a su hija menor. El Inuzuka se rascaba la mejilla con nerviosismo y recordaba la reacción que tuvo su madre cuando le contó que pensaba pedirle matrimonio a su novia. A diferencia de la reacción del Hyuga, su madre se puso muy melancólica, pasando de llorar recordando el día que nació y mostrando fotografías de sus primeros pasos, aunado al primer día en el jardín de niños. Él la consoló diciendo que todo estaría bien y Tsume poco a poco, se fue quedando mas tranquila, sin embargo, continuó relatando sucesos ya no tan tiernos, hasta que recordó la primera vez que lo pilló masturbandoce con una revista de adultos.
Su hermana se unió a las burlas de su madre y no contenta, puso los antiguos vídeos del chico en las obras de la escuela, precisamente donde se equivocaba y ambas mujeres lloraban de la risa mientras compartían más y más vergonzosos recuerdos del chico. El Inuzuka salió molestó y pensó que nada podía ser peor... evidentemente, se equivocó.
—Hiashi, mi madre y hermana, vendrán aquí el Sábado para pedirle la mano de Hanabi... claro, si usted está de acuerdo—la castaña ya se había unido a su novio para darle ánimos. Ko permaneció en silencio ante lo que diría Hiashi y el patriarca finalmente soltó un suspiro, dado que ya lo veía venir y si era sincero consigo mismo, siempre creyó que Hanabi se casaría primero que Hinata.
—¿Entonces te llevarás a mi hija?—Kiba se tensó sin saber que decir.
—De hecho... no, mas bien, él se vendrá a vivir aquí con nosotros—esa era la condición que la castaña le puso al chico y aunque no estaba muy convencido, ella le dijo que no pensaba dejarlo solo, ademas, el rancho era muy grande y fácilmente podían mantener privacidad.
—¿Eso es cierto?—el semblante del Hyuga cambió al escuchar lo afirmado por su hija—¿Estás de acuerdo en vivir aquí?
—Pensaba decirlo cuando pidiera su mano—Kiba se relajó un poco, notando que su futuro suegro ya no parecía querer desollarlo—Hanabi quiere estar cerca de usted y yo haré todo lo que a ella le haga feliz—la chica sonrió orgullosa del hombre que amaba y Hiashi finalmente accedió.
—¡Gracias papá!—la joven se lanzó a los brazos de su progenitor haciéndole sonreír discretamente—Debemos llamar a Hina y también a Neji, ellos deben venir.
—Es buena idea, hace mucho que ellos no nos visitan, sobre todo Neji—añadió Ko, muy contento por saber que la pareja viviría en el rancho.
—Y les pediré que traigan a sus parejas, Hina me contó que Neji ya está enamorado—ambos Hyuga se miraron entre sí y la castaña sonrió con picardía, puesto que Hinata no dijo eso exactamente.
—En ese caso, puedes decirle a tú familia que son bienvenidos—Hiashi se refirió a Kiba—y tú, encárgate de arreglar las habitaciones que ocuparán Hinata y Madara, al igual que la de Neji y la señorita que logró enamorarlo—Hanabi asintió y tomó la mano de Kiba.
—Hoy mismo los llamaré para que se preparen y me ocuparé de todo—sin mas, la pareja salió corriendo, alejándose del escrutinio del patriarca.
—Tenías razón, estoy vivo—repuso Kiba antes de subir a su vehículo.
—Por supuesto que lo estás—replicó haciendo pucheros—te dije que lo aceptaría—se cruzó de brazos algo molesta.
—No me importaría si me golpeaba—le levantó la barbilla para que lo mirara—haría cualquier cosa, por conseguir que seas mi esposa—la castaña sonrió y de nuevo se dieron un beso de despedida.
Flashback off
[...]
El apuesto hombre realizaba sus labores diarias, sin embargo, ya había tomado mucho más tiempo del esperado. Los posibles escenarios de lo que iba suceder, no dejaban de rondar sus pensamientos y aunque trataba de convencerse a si mismo de que todo podía salir bien, no era tonto e intuía lo mal que saldría todo.
Suspiro frustrado y rebuscó en el cajón para encontrar otro bolígrafo, dado que ya había inutilizado tres. La molestia lo invadió y se llevó los dedos al puente de la nariz.
Había pocas cosas que podían perturbar la estabilidad mental de Neji Hyuga y si lo pensaba detenidamente, era la idea de intentar mentirle al hombre a quien veía como un padre lo que lo ponía en ese estado tan consternado.
Él no era un soñador tal como lo era su prima y después de años viviendo bajo el mismo techo que el patriarca Hyuga, sabía que la idea de engañarlo no iba funcionar, no obstante, evitó decírselo a Hinata, dado que ella ya estaba lo suficientemente mortificada con la próxima visita que harían a Konoha, como para añadirle mas peso, diciendo que iban a quedar como un par de idiotas ante los acusadores ojos de Hiashi.
En muy pocas ocasiones se atrevió a mentirle y aunque su tío no lo decía con palabras, él sospechaba que Hiashi no le creía nada—¡Hinata Hinata! ¿Como pudiste meterte en semejante lío?—dijo en voz baja tratando de aplacar sus preocupaciones.
Hanabi lo había llamado el día anterior para informarle que ella y su padre los querían a ambos en Konoha con sus respectivas parejas. Otro motivo de preocupación, "su pareja"seguramente, Hinata ya les había contado sobre Matsuri y ahora también la querían a ella para ser parte de la noticia. Aunque Hanabi trató de ser discreta, Kiba no lo fue. El veterinario les informó a todos sus amigos, que el Sábado pensaba formalizar su noviazgo con Hanabi. Le iba a pedir a Hiashi la mano de su hija menor y por lo tanto, la primogénita tenía que asistir con su marido.
Ya no había vuelta atrás, la ojiperla ni siquiera había tenido suficiente tiempo para asimilarlo. Ella ya había pensado en ir a verlos, pero aún no decidía la fecha y para su mala suerte, fue el futuro compromiso de su hermana, la que la llevó a quedarse sin opciones. Sólo esperaba que su tío no hiciera un escándalo frente a la madre de Kiba y los otros invitados, por lo tanto, lo mejor era llegar un día antes, de ese modo, el patriarca Hyuga podría tener tiempo de tranquilizarse.
Luego de la llamada, se reunió con Hinata y Madara. Como era de esperarse, ella se echó a llorar, mientras que el Uchiha se dedicó a calmarla. Él a diferencia de los primos Hyuga, se veía muy seguro de tener éxito. Neji lo observó y recordó todo lo que ese hombre había tenido que pasar para llegar hasta donde estaba, incluso lo habían dado por muerto y pronto comprendió que el problema que enfrentaría con el padre de su esposa, era una nimiedad comparado con casi perder la vida y la de sus compañeros.
Luego de tranquilizarse, la ojiluna continuó apegada al plan que tuvieron la noche de juego en su hogar y él, no tuvo más remedio que apoyarla. La idea era muy mala, sin embargo ¿como podía negarse ante un pedido de Hinata? Ella, su prima siempre lograba que él hiciera su voluntad y eso, sin siquiera proponérselo.
Esperaba que las cosas no salieran tan mal, de lo contrario, la única afectada sería precisamente Hinata, a quien conociéndola como la conocía, comenzaría a culparse de arruinar el compromiso de Hanabi, sin olvidar, la credibilidad del Uchiha.
Otro crujido se escuchó en la silenciosa oficina y miró el bolígrafo. Lo apretó con tanta fuerza, que de nuevo lo quebró. En lugar de buscar otro, prefirió salir para comenzar con los pedidos de Hanabi.
—¿Que harás este fin de semana?—la castaña sentada en el escritorio, levantó el rostro encontrándose con los atrayentes e hipnóticos ojos perlados de su jefe.
—Nada en especial—respondió sonrojada por la peligrosa cercanía.
—¿Te gustaría acompañarme a Konoha este Jueves?—la joven abrió la boca sin poder creerlo—Hinata y su esposo también irán, además, fue mi prima menor quien me pidió llevarte y hay suficiente espacio en el rancho de mi familia para que te hospedes—debía aclararlo antes de escuchar su respuesta.
—Si... aceptó ir—la joven se sintió flotando entre las nubes, sobre todo, cuando lo miró mostrando una pequeña sonrisa.
—Te aseguró que no te arrepentirás, el lugar es muy tranquilo y tendremos tiempo de montar a caballo—Neji suspiró pensando en lo mucho que disfrutaba vivir en ese encantador entorno, no obstante, tenía mucho tiempo sin ir y de no ser por la posible reacción de su tío, se sentiría feliz.
[...]
Tobirama se dirigió a la oficina de Hinata y se encontró con uno de los modelos. El chico llevaba un gran arreglo floral y cuando le preguntó para quien eran, señaló hacia la oficina de Hinata. Sin más, el Senju las tomó dejando que el joven regresara a sus labores, de igual manera, él tenía que recoger unos diseños en esa oficina.
—¡Buenas tardes Hinata!—la chica se levantó de la silla y sonrió, no obstante, apenas miró el gran arreglo y su sonrisa desapareció—Su esposo no deja de sorprenderme—el repartidor dijo al modelo, que era Madara quien envió el ramo, por lo tanto, no pensó nada malo. Sonrió ante el amoroso comportamiento del arrogante Uchiha, no cabía duda, Hinata lo había vuelto loco de amor.
—Buenas tardes... ¿dice quien envía las flores?
—Si, dijeron que era enviado por su marido—el albino le dio la vuelta al ramo en busca de una tarjeta y al encontrar el pequeño sobre, se lo entregó de inmediato.
—Gracias—la ojiperla la abrió con un pálpito en el pecho y cuando leyó el mensaje palideció... Instintivamente, dejó caer la tarjeta y retrocedió, hasta topar con la mesa de diseños, misma que se tambaleó dejando caer tijeras y lápices.
—Hinata ¿que sucede? ¿Se encuentra bien?—sin pensarlo, Tobirama arrojó las flores y se apresuró a sostenerla antes que pudiera caer. Era muy extraña la reacción que mostraba la joven y al verla retrocediendo con la expresión de miedo, pensó que ella se encontraba muy mal.
—Yo...—ella no terminó de hablar pues todo se volvió oscuro.
—KONAN, KANNA—el Senju no sabía que hacer y gritó pidiendo ayuda de las féminas. La primera en llegar fue Konan, quien apenas notó el estado de la diseñadora, corrió en busca de alcohol. Kanna llegó cuando Konan le colocaba bajo la nariz un algodón humedecido con el líquido.
—¿Que pasó?—cuestiono la Otsutsuki.
—No lo se, ella se puso así luego de leer la tarjeta que venía junto al arreglo floral que le envió el Uchiha—la joven comenzó a reaccionar—Tranquila Hinata, llamaré a su marido—Tobirama estaba por sacar su celular para llamar a su hermano, dado que ni cerca estaba de tener el contacto del azabache.
—No, no, él se encuentra muy ocupado—el Senju ignoró el pedido de la joven y realizó la llamada, pero su hermano no respondió, así que desistió por ese momento.
—Esta bien, pero dígame ¿que la hizo reaccionar así?—antes que la ojiperla respondiera, él se agachó a recoger la tarjeta que ella arrojó asustada y se aventuró a leerla... Me entere que se han encargado de impedir la llegada de mis muestras de amor y este es el último ramo que llegará hasta ti, por lo tanto, debes saber que muy pronto estarás conmigo y cuando eso pase... sabrás lo que es un hombre de verdad. Tobirama frunció el ceño y miró directamente a la joven entendiendo el porqué de su reacción. De nuevo tomó el celular y envió un mensaje de texto a su hermano, no podía dejar las cosas así, Madara debía saber lo que acababa de suceder.
—¿Que pasa Hina? Sabes que puedes confiar en nosotros ¿verdad?—cuestionó Konan acercándole una botella de agua. Kanna arqueo una ceja, dado que ella ya sabía algo sobre el tema.
—Te siguieron llegando ¿verdad?—la Hyuga asintió y Kanna negó con la cabeza.
—¿De que se trata?—el Senju ya estaba impaciente y para su buena suerte, su hermano le envió el número de Madara. No creía que le respondiera, así que optó por enviarle un mensaje avisando que su esposa se había desmayado.
—Desde antes de irme a Hong Kong con Kanna, me han llegado flores. Primero creí que eran de mi esposo, pero después nos percatamos del error y prohibimos que los recibieran en mi hogar—la joven se limpió una traicionera lagrima. Por primera vez, tenía miedo a la persona que estaba tras esos mensajes, especialmente ese último—En las tarjetas se leía como si vinieran de un amante, pero en este último...—Kanna la abrazó dándole apoyo y Konan leyó la tarjeta.
—Ahora mismo llamaré a seguridad, nadie sin autorización entrará a esté pisó y no serán recibidos artículos dirigidos a usted... ademas, contrataremos otro guardia para que vigile el estacionamiento—Tobirama trató de tranquilizarla y realizó las llamadas correspondientes para asegurar su bienestar.
—¿Te sientes mejor?—Konan se acercó y ella asintió intentando ponerse de pie—Descansa un poco, yo me ocuparé de tus pendientes—sin esperar respuesta, Konan se apresuró a deshacerse de las flores, luego recogió los artículos del piso y por último, le dio al Senju las muestras de los últimos diseños que realizó Hinata.
[...]
Madara se hallaba en el hospital hablando con una de las niñas y con sus familiares. Gracias a permanecer durante tanto tiempo en el ejército, estuvo en muchos lugares y por ende, aprendió diferentes idiomas. No podía presumir de hablarlos a la perfección, pero al menos lograba entenderse con las personas.
La niña le contó lo que ya sabían y después de la última revisión médica, fue dada de alta. El azabache firmó la orden de salida y los agentes aduanales los llevaron al aeropuerto para que pudieran regresar a su país de origen.
Su celular vibró y sin ánimo miró que era de un número desconocido, sin embargo, casi en seguida, Hashirama lo llamó y le contó que su hermano necesitaba su número. Su corazón latió irregularmente y colgó la llamada sin prestar atención a los cuestionamientos del castaño.
Tardó veinte minutos en llegar y estacionando con poco cuidado, corrió dentro de la agencia.
—Espere señor, no puede pasar sin ser anunciado—le gritó una de las recepcionistas y como era de esperarse, Madara no respondió, simplemente mostró su placa dirigiéndose al elevador que lo llevaría directamente al piso donde se hallaba su mujer.
Salió a toda prisa apenas se abrieron las puertas y en segundos ya había entrado a la oficina de Hinata. La miró sentada en un sofá con el rostro pálido, no obstante, en cuanto lo miró, sus mejillas se volvieron rojizas.
—¿Que pasa bonita? ¿Te llevó al hospital?—la evaluó por completo antes de abrazarla. Kanna y Konan se hicieron a un lado dándoles espacio.
—Estoy bien, no quería que te llamaran, se que estos días has estado muy ocupado—Tobirama entró y se acercó hasta ellos.
—Uchiha ¿podemos hablar?—el azabache lo miró con molestia por ser interrumpido, pero aún así, se puso de pie y lo siguió. Los dos varones se alejaron unos pasos de la oficina para que la ojiperla no los escuchara.
—Gracias por llamarme—Madara se trago su orgullo y se vio obligado a agradecer, después de todo, gracias a él, estaba ahí. El Senju asintió y le entregó la tarjeta.
—El repartidor dijo que las flores eran tuyas y después de leer esto, ella se puso así—el azabache lo leyó y apretó los puños. La situación había empeorado y le quedaba claro que había alguien tras Hinata ¿pero quien?
—Maldita sea—la furia se unió a la impotencia de no poder tener a quien estaba haciendo eso en sus manos.
—¿Sospechas de alguien?—el Uchiha negó con la cabeza y al hacerlo se sintió mas inútil—Quizás no sea relevante, pero la noche de la fiesta a la que fueron todos los policías, encontré a Hidan reteniendo a Hinata. El imbecil la sostenía de la manó y no la dejaba alejarse.
—¿Que? ¿Cuando pasó? ¿Porque no me dijeron nada?—su furia aumentó al escuchar al albino.
—Seguramente porque no quería preocuparte, sin embargo, se veía muy asustada ante la presencia de Hidan... No tengo que mencionar la fama que tiene ese hombre—de nuevo, Madara se obligó a agradecer—Si ella se siente mejor, puedes llevártela, lo mejor será que se tome el resto del día—sin decir nada más, el albino se retiró a su oficina, mientras que el azabache regresó con la ojiperla.
...
Minutos mas tarde, Madara salió con Hinata—Vamos, te llevaré a casa—el azabache pensaba llamar a Itachi para que lo cubriera.
—Madara estoy bien, no hay necesidad de abandonar tu puesto por mi—ella no se quedaría tranquila si él dejaba todo por querer acompañarla, después de todo, no iba quedarse encerrada entre cuatro paredes dejando de lado sus obligaciones.
—Esta vez no lograrás convencerme, si no puedo acompañarte personalmente, enviaré a un oficial para que te siga—tal como lo dijo, la joven no logró hacerlo cambiar de opinión, además, le aseguró que ya no la iba dejar desplazarse sola. La joven no le puso mucha atención, dado que Hanabi, no dejaba de enviarle recordatorios sobre la visita a Konoha.
Continuara.
Aquí está otro capítulo, ojalá que les agrade. Lamento mucho la demora, al igual que las posibles faltas de ortografía que seguramente se me quedaron sin que las notara, apenas las encuentre y las iré corrigiendo. Próxima actualización, Acorralada El cordero y quizás ¿Como fui a enamorarme de ti? Pero no se cual salga primero 😊💕
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