Reunión
Días Después
El sonido de la campana resonó por las paredes de la escuela indicando la culminación de la clases de la mañana, algo que si le podían preguntar a Naruto, fue gratamente bien recibido.
Debía admitir una cosa, Ser maestro en una escuela humana no era nada fácil.
Deja a un lado la enseñanza como tal, la organización y el papeleo de preparación de clases era lo agobiante.
Podrá sonar malvado incluso para su naturaleza, pero casi se estaba riendo de su hermano mayor por su actual puesto, en ausencia de su padre.
¡No lo podían culpar, y mucho menos el Sistema lo podía penalizar! Técnicamente no estaba haciendo ni pensando en algo malo, pero si hay algo que admitía abiertamente, es que Michael se tenía bien merecido el peso del papeleo en su espalda.
Casi suspiraba de alivio de no haber estado presente cuando se escogió a quien iba suceder a su Padre en el liderazgo, sabiendo que de haber estado disponible, le habrían lanzado sin ninguna vacilación el puesto.
Una mueca surcó su rostro por un momento ante ello, era obvio que no pudo ser elegido ni estaba disponible para ello, ya estaba muerto para ese momento.
Continuó su caminata por los pasillos de la Academia, saludando con una tenue sonrisa a los estudiantes que veía, sus pasos resonaban por las paredes del lugar hasta que el sol iluminó su rostro, indicando que había llegado a los terrenos externos de la misma.
Avanzó hasta llegar a la sombra de un árbol y allí se sentó, disfrutando como en antaño las bellezas que la naturaleza le podía brindar y como la brisa del viento creaba una armonía a sus oídos.
Bueno, se podría disfrutar de mejor forma si las risas en cierto lugar no lo distrajeran.
Se masajeó las cienes ante el dolor de cabeza que le empezaba a molestar, enserio no podía entenderlo, no importaba cuanto les golpearan y llamaran la atención, esos dos no se detienen.
desvió su mirada hacia una pared de madera, donde dos adolescentes se encontraban agachados observando por un agujero de la misma.
Matsuda y Motohama, el "Dúo Pervertido" de Khuo, sus acciones contra la privacidad femenina son tan bien conocidas por todos en la Academia y seguramente fuera de ella.
—¡Matsuda, Motohama, enserio deberían dejarlo ya! —susurró una voz inconfundible para él.
Una media sonrisa burlona apareció en los labios de Naruto, estaba seguro que las palabras de Issei, si bien eran sinceras, no contrastaban en su totalidad con la expresión de su rostro.
Enserio ese chico no tiene remedio, al menos podría agradecer a su Padre en el más allá porque este mismo no se corrompió en la perversión a tal punto de ser el tercer miembro de ese grupo.
Sabrán los Cielos lo que sucedería si ello llegara a ser posible.
Ah pero eso no quita que el chico de cabello castaño no sea un pervertido, pero por la expresión entremezclada entre la satisfacción y la cohibisión, podía decir que sabía refrenarse y respetar la privacidad de las chicas.
Una risa nostálgica salió de los labios de Naruto, le recordaba tanto a su hermano menor antes de su Caída.
En un Motel del mundo humano, un pelinegro con mechones rubios estornudó.
Se levantó de su lugar y, haciendo gala de su agilidad se acercó en absoluto silencio a los chicos.
Issei se encontraba en conflicto en esos momentos, no pudiendo evitar que sus amigos, seguramente, encontrasen una paliza por parte de las chicas del Club de Kendo y de paso que lo pudieran arrastrar a ello injustamente, otra vez.
Suspiró internamente con cansancio, ¿Cómo esos dos siguen siendo sus amigos?
—¡Ah, es cierto! Son los únicos. —se recordó mentalmente Issei, para su frustración.
Desde que su amigo Shidou se había mudado a causa de sus padres, hacer amigos había sido casi imposible para él, incluso antes de que él lo fuera y eso había sido solamente porque Shidou le había perseguido hasta que le resultó confortante su presencia.
Así que Issei estuvo en conflicto entrando a una Academia que previamente fue solo para mujeres.
Y aquí se ven los resultados.
El castaño hizo una mueca. No es que no agradezca la amistad que Matsuda y Motohama le brindan, pero sus formas de ser son demasiado in acordes para él.
Además, la fama que adquirió al estar junto a ellos terminó por suprimir la poca posibilidad de tener otros amigos.
No es un pervertido. Bueno, pervertido si es pero ¡Eh!, en su defensa es un adolescente en crecimiento y con las hormonas en su punto más alto.
—¡Sus pechos son enormes, lo que se esperaba de Murayama! —la voz de Matsuda sacó a Issei de sus pensamientos.
—80-70-81, Una medida excepcional. —aportó Motohama a su amigo. Ambos se movían el uno al otro para poder, a ojos de Issei, observar hacia dentro del lugar.
El sonrojo en el rostro del castaño aumentó cuando su mente comenzó a construir imágenes mentales de los datos recién obtenidos, una pequeña y casi imperceptible risa salió de su boca.
Imperceptible para muchos excepto uno.
Una mano apareció en la visión de Issei y se aferró en su boca impidiéndole hablar. Trató en vano de llamar a sus amigos, pero estos se encontraban muy concentrados en espiar y violar la privacidad de las chicas.
Frenéticamente volteó su mirada y allí lo vio, ese característico cabello dorado que se realzaba con los rayos del sol y los ojos zafiro que transmitían bondad por donde quiera que vayan.
Naruto llevó un dedo a su boca, haciendo un gesto a Issei de que guardara el mayor silencio posible y señaló el lugar donde se encontraba previamente.
Una indicación silenciosa que el castaño acató de inmediato. Naruto lo observó brevemente alejarse antes de mirar fijamente la espalda de los dos chicos, quienes no se habían percatado de su presencia hasta el momento.
Inhaló y se preparó, después de todo esto era su trabajo.
—¡¡Ustedes!! —El "Dúo Pervertido" saltó en el lugar en el que se encontraban, su piel se volvió tan blanca como las plumas de una paloma y el sudor caía de ellos como cataratas en su pináculo.
Unos gritos femeninos vinieron del lugar junto a movimientos apresurados.
Esto pareció sacar de su estupor a Matsuda y Motohama, quienes comenzaron a arrastrarse por el suelo en un intento por huir de la "Escena del crimen".
Como si fueran a dejarlos.
Dos brazos se extendieron y agarraron la parte posterior de sus uniformes impidiendo que se movieran. —¿A dónde piensan ir, Hm? Matsuda, Motohama.
Los dos chicos tragaron en seco, voltearon sus rostros hacia la voz ya conocida de su Sensei detrás de ellos.
Desde su llegada, toda la Academia ha admirado la calma, devoción y amabilidad de él, pero por sobretodo su belleza casi inhumana, una que lo hacía parecer la encarnación de un Ángel en este mundo y traer alivio a las almas de los mortales.
Bueno, mal orientados no se encontraban en sus pensamientos.
Pero en este momento, el Dúo no pensaba en ello, al momento de mirar su rostro palidecieron a tal punto que parecían estatuas de hielo.
Su sonrisa seguía allí, de eso no había duda, pero a su alrededor parecía la encarnación de la propia justicia y venganza, como si estuviera preparado para desencadenar la furia celestial sobre ellos.
—¡Así que eran ustedes! —gritó una voz que ya terminó por firmar la sentencia de los dos chicos.
Allí detrás de ellos, un grupo de chicas con Shinais en mano, sus trajes tradicionales de Kendo les daba una apariencia agraciada y bella, pero sus expresiones eran simplemente llenas de molestia.
Naruto movió sus brazos, lanzó a ambos chicos a los pies de las chicas. Ellas merecen darles un castigo.
—Allí les dejo chicas. —dijo Naruto mientras se daba la vuelta para regresar a su lugar. —¡Matsuda, Motohama, disfruten su castigo!~ —canturreó antes de seguir a su destino.
Naruto siguió su camino ignorando los gritos de suplicas del Dúo y los ruidos provocados por golpes que el Club de Kendo les proporcionaba. Él no haría nada, ellos se lo merecían.
Issei se estremeció en el lugar donde estaba sentado ante las suplicas que escuchaba, no quería pensar en qué sería de él si no hubiera escapado de allí.
Aún cuando no participó con ellos no importaría, lo culparían de igual forma.
—Enserio Issei, ¿Cuándo vas a aprender que es mejor dejarlos cuando hacen esas cosas? —se quejó Naruto mientras se sentaba junto al castaño.
Issei suspiró rendido, no pudiendo negar las palabras del rubio. —¿Qué otra opción tengo, Aniki? No tengo nada mejor que hacer o alguien con quien estar.
Ah, Aniki. Naruto aún recuerda cuando habló con el castaño el primer día de clases. En un principio no pareció reconocerlo.
Todavía le resulta un poco gracioso la reacción que tuvo cuando lo hizo.
Naruto le dio unas palmadas en la espalda a Issei. —Eso no es del todo cierto, ¿Está Kiryu no? ¿Porqué no intentas hablar con ella? Incluso con su personalidad igualmente pervertida, ella habla con ustedes en ocasiones. —fue algo que notó en lo poco que ha estado en la Academia y podía decir que si habían unos pocos que se harían amigos de Issei, solo necesitaba trabajar en su interacción con otros.
Sacó unas fiambreras de su bolso, una de ellas, pequeña, se la extendió al castaño quien parpadeó sorprendido un momento. Un suave murmullo de agradecimiento fue lo que recibió.
—¿Cuánto más planeas seguir escondida, Koneko? —preguntó Naruto mientras extendía otra de las fiambreras a su izquierda.
Issei parpadeó sorprendido ante la aparición de una chica de pelo blanco muy conocida para todos, la Mascota de Khuo, Toujou Koneko.
Koneko solo dio un asentimiento hacia Issei y Naruto en forma de saludo antes de rápidamente agarrar la fiambrera y abrirla, algo que Issei igualmente hizo.
Los ojos del castaño se abrieron en par ante lo que vio, incluso Naruto pudo ver un leve destello en los ojos de la peliblanca.
Naruto no era orgulloso de si mismo exceptuando en una cosa, su comida.
Si había algo que disfrutaba haciendo era cocinar, fue un gusto que acogió en los años tempranos de su vida y siempre que alguien disfrutaba de lo que preparaba, estaba bien para él.
La vista dentro de las fiambreras era, bueno, el hecho de que tanto Issei y Koneko estén devorándolo como si un ladrón les fuera a robar debe ser señal de que está bueno.
Al arroz blanco esponjoso parecían nubes en un cielo despejado, las verduras limpias y acompañadas de aderezos le daba un toque de frescura y lo principal, tres filetes de pescado sofreído cubierto de corteza de alga que brillaba en oro.
Naruto comió con tranquilidad, disfrutando los sabores que este le enviaba, no sin dejar de observar fugazmente a su segundo acompañante.
Koneko era una chica extraña, debía decirlo Naruto. Tranquila, de pocas palabras y que no muestra expresión alguna, por no decir el hecho de que ella es uno de los Demonios de esta Academia.
En los días desde que llegó, Naruto ha sido vigilado constantemente, incluso cuando se encuentra en casa la presencia pequeña pero constante de algún Demonio o Familiar se encontraba allí.
Naruto a decir verdad se encontraba exasperado con todo esto, parecía una persecución entre un gato y un ratón. Si querían hablar con él que lo hagan.
—¡Ahh, gracias por la comida Aniki! —exclamó Issei. —Sigo diciéndolo, deberías ser un Chef de clase mundial.
—No es para tanto, Issei. —se rió entre dientes el rubio.
Un jalón en su ropa le hizo girar su rostro, vio a Koneko con su fiambrera sobre su regazo completamente cerrada. Ella se inclinó levemente aún con su expresión estoica en sus ojos.
—No es nada, Koneko. —respondió Naruto.
—Mensaje. —dijo Koneko. Naruto parpadeó con curiosidad ante las palabras de la chica. —Souna Kaichou te quiere después de clases.
—Ya están haciendo su movimiento. —pensó Naruto. —Dile que estaré allí, gracias Koneko.
La chica asintió antes de pararse, hizo una leve inclinación hacia él antes de empezar a caminar.
Naruto sonrió, no una de sus sonrisas normales, el propio Issei podía darse cuenta.
Ese brillo en sus ojos era la de alguien que tramaba algo.
Snif
Koneko se detuvo en seco a olfatear el aire, Naruto casi pudo ver orejas blancas de gato se movieron en su cabeza.
—¿Ya te ibas? —se preguntó Naruto. —Ahh es una lastima, y yo que tenía estas galletas para compartir. —se encogió de hombros mientras la peliblanca se estremecía ante esas palabras. —No importa, supongo que solo seremos tu y yo, Issei.
Tan rápido como pudo, Koneko llegó de nuevo a su lugar con las manos extendidas. Sus ojos parecían brillar con solo una emoción clara.
Comer.
Naruto e Issei sudaron un poco por ello, pero no evitó que ambos rieran ante lo alucinante de ello.
Horas después —Oficina del Concejo Estudiantil
Sus pasos resonaban por el pasillo y cada persona dentro del salón del Concejo Estudiantil y los presentes allí lo tomaban de diferentes formas.
Tensión, curiosidad, nervios y mucho más surcaba el lugar, como si el aire los arrastrara e induciera en cada uno de ellos.
Unos golpes en la puerta hicieron saltar a algunos. Ante la respuesta afirmativa de Souna, Naruto abrió las puertas y las cerró tras de si al momento de entrar.
Su caminar fue tranquilo hasta llegar al lugar donde, suponía, había sido asignado para él. Naruto los contempló en un silencio sepulcral.
Por primera vez, tanto Souna, Rias y sus noblezas fueron capaces de ver otra cara de su nuevo maestro.
Atrás el siempre sonriente, gentil y apacible Naruto, ahora frente a ellas el hombre no sonreía. Su rostro sereno, sus ojos azules los analizaba a tal punto que sentían que perforaba la carne y llegaba a lo más profundo de sus almas.
Algunos tragaron en seco ante ello, se sentía una tensión artificial que parecían acorralados contra un monstruo deseoso de comerlos.
Souna tosió un poco tratando de alejar su propia incomodidad. —Naruto-san. —al momento de nombrarlo, los ojos del rubio cayeron directamente en Souna, este pareció parpadear por unos instantes antes de sonreír levemente y recostarse en su sillón.
Esta acción en cierta forma, ayudó en gran medida en aligerar el ambiente del lugar.
—Perdón. —dijo Naruto. —A decir verdad ya estaba un poco cansado de todo esto, fue una sorpresa que ahora si quieran hablar conmigo de cosas más... apremiantes.
Sus palabras dichas con profesionalismo, pareció enviar una ola de confianza entre las dos lideres de la Ciudad y sus Noblezas.
—Así que sabías que te estábamos vigilando. —afirmó Rias cruzando sus brazos realzando sus pechos.
—Difícilmente no iba a notarlo cuando algunos de ustedes parecían vigilarme en cada momento aquí en la Academia. —las palabras de Naruto hicieron ruborizar levemente a los implicados. Y sobretodo, el rubio no iba a revelar el que sabía que lo observaban aún fuera de la Academia.
Hay datos que son mejores reservarlos.
—Por otro lado. —continuó. —Sabía que debíamos hablar en algún momento si son ustedes quienes "Manejan" la ciudad, sin contar el hecho de que me gustaría saber algunas cosas con las que estoy desinformado.
Tanto Rias como Souna fruncieron un poco el ceño ante la forma en que dijo que manejaban el pueblo, pero decidieron ignorarlo de momento. Lo que si les causó curiosidad fueron sus ultimas palabras.
—¿Y qué podría ser eso que quieres saber, Naruto-san? —cuestionó Souna mientras acomodaba sus lentes. —Porque nosotros también tenemos preguntas, como el saber porqué estás aquí. ¿Vigilarnos? ¿De parte de quién vienes? y sobretodo queremos saber sobre la energía sagrada que portas.
—Debes ser consciente de ello, Naruto-san. —ahora habló Rias. —Tu presencia aquí, no solo en la ciudad sino en la Academia es inquietante y sospechosa, no sabemos de parte de quién vienes o qué eres en verdad.
Naruto lo sabía, esto era algo que debía hablarse. —Te puedo asegurar que no vengo de parte de nadie, ni mucho menos estoy afiliado con nadie. —les miró a los ojos y ellas, todos los presentes pudieron ver la veracidad en sus palabras. —En cuanto a qué soy o porqué poseo energía santa, esto lo haría más fácil.
Levantó su dedo indice para señalar sobre su cabeza. Su rostro solo mostraba una tenue sonrisa, sus ojos azules parecieron brillar en alegría contenida mientras una luz se instauró sobre él.
Resplandecía con un fulgor puro, bañando el rostro de la persona que lo portaba con la magnificencia de su Luz, aquella creada y portada por seres hechos y nacidos de su etérea existencia.
Una aureola hecha puramente de Luz yacía sobre Naruto. Para cualquiera que lo viese, sería la representación misma de un ser creado para ser bello, perfecto y puro.
Pero para los presentes, era símbolo de otra cosa.
Algunos retrocedieron, los más recientes y jóvenes en el lugar en cuanto a su filiación con los Demonios, con expresiones que abarcan el asombro, el shock y sobretodo el pavor. Esto fue compartido por Rias y Souna, aunque ellas, al igual que sus Reinas y uno que otro miembro de sus noblezas supieron reprimir lo mejor que pudieron.
Son seres hechos de oscuridad, su carne oscura y sus almas manchadas por la magia perversa de los Demonios les exigía, como un grito en lo más profundo de sus instintos primarios de supervivencia el alejarse de él.
Después de todo, el ser frente a ellos fue catalogado como su enemigo natural.
Naruto hizo una mueca interna ante las reacciones que recibía, incluso la propia Koneko pareció tomarlo de forma un tanto negativa.
Aún así, no podía dejar esto así.
—Me presento ante ustedes, Demonios residentes de esta ciudad. —hizo una leve inclinación. Su sonrisa nunca vaciló aún cuando sabía que con su revelación no era muy bienvenido allí. —Uzumaki Naruto, un Ángel e hijo de Elohim a sus servicios.
Si bien era cierto que se llamaba Naruto, ese es su nombre actual.
Amaba su nombre y su apellido, fue aquello que lo identificó en su vida, el lazo que lo une a la persona que considera y ama como a una madre, quien le acogió como su hijo sin vacilación.
Él es Naruto, un joven Japonés crecido y criado en Kuoh por Uzumaki Kushina. Pero también era un Ángel, un regente de los Cielos y protector de la Humanidad.
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Holas, ¿Cómo van con esta cuarentena?
Espero que la estén pasando bien.
Yo aquí les traigo este capitulo al fin, si lo disfrutaron, me alegra mucho.
Por el momento va suave, pero les aviso que mis planes aquí son muchos, espero que los apoyen y les vaya a gustar cuando los haga.
¿Les genera curiosidad el pasado de Naruto? La idea es desarrollar partes de este paralelamente a la historia actual.
Es decir, sus dos vidas, la pasada y la actual se van a ir desarrollando conforme pase el tiempo, pero lógicamente, su pasado no va a ser tan constante como es la actualidad.
Muchas gracias por leerme, votar y comentar, enserio es grato para mi ver que les gusta lo que hago.
Nos vemos en el siguiente.
¡¡Ya Nee!! —se va en una nube de humo.
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