XIII
SECRETOS DESVELADOS
Los amuletos de los cinco cazadores brillaron alrededor de sus cuellos. Se trataba de unas piedras con numerosas puntas y picos, cada una de un color diferente. La de Rhys era esmeralda, la de Kyrtaar anaranjada, la de Syndra púrpura, mientras que la de Naexi era negra y la de Devdan parecía blanca. Rápidamente, caí en la cuenta de que ellos estaban protegidos por esos amuletos y la única que no tenía era..., yo.
—Cazadores —Ella nos saludó acompañada de una sonrisa cargada de malicia. Luego, posó sus ojos en mí, sorprendida—. Y un espécimen raro.
A pesar de lo tenso de la situación, Kyrtaar aprovechó el momento para soltar una carcajada. Yo gruñí.
La mano de Rhys tanteó con disimulo el cuchillo que se hallaba escondido en su cinturón. Pero la bruja lo detectó al instante. Chasqueó sus finos dedos y tres brujas más aparecieron a su alrededor.
—¿Qué tenemos aquí? —Siseó la primera—. Sólo una de ellos no lleva protección —Se acercó a mí, olfateando el ambiente—. Delicioso.
Rhys se colocó delante mío, cortando el camino. En un ágil movimiento, se sacó el amuleto y me lo estampó contra el pecho. Atolondrada, lo tomé y me lo puse. Al instante, éste emitió una luz celeste. Quedé maravillada.
—Vaya, esto parece casi mágico —La bruja no dejaba de acercarse a nosotros, expresando sorna—. El amuleto que brilla con la... —No pudo terminar, pues Rhys incrustó su lumínico cuchillo verde en el pecho de ésta.
Las otras tres brujas gritaron de rabia, clavando sus odiosos ojos en él, prometiéndole muerte y venganza.
—¿A qué has venido, cazador? —Le escupió la del medio, manteniendo a sus hermanas lejos.
—Esta tienda no te pertenece. —Explicó Kyrtaar.
—Tampoco a vosotros. —Replicó ella.
—Yo maté al dueño de este lugar —Sonrió la de la izquierda, batiendo su blanquecino pelo hacia atrás—, por lo tanto, ahora me pertenece. Así son las reglas.
En un rápido movimiento que casi no percibí, Naexi saltó hacia delante con Kyrtaar, ambos blandiendo sus cuchillos en alto. Las brujas trataron de crear un escudo frente al inminente ataque, pero ya era tarde. La del medio y la de la derecha cayeron al suelo y se convirtieron en polvo grisáceo, cenizas.
La última bruja se elevó en el aire, sus ojos llameantes de furia.
—Puedo llamar ahora mismo a medio aquelarre, hacer que os despedacen miembro por miembro, sucios cazadores.
—Yo te aseguro que acabaríamos con todas y cada una de vosotras. —Le gritó Syndra. Devdan sonrió.
Pero la bruja no estaba contenta. Voló a gran velocidad y trató de incrustar sus uñas en el pecho de Rhys, que ya no llevaba protección. Sin embargo, cuando estuvo a punto de ejecutar el movimiento, me puse delante y la frené, suplicándole al amuleto que me protegiera.
—¡Kiara, no! —Me gritaba él. Sentía el peso de los ojos de todos en mí, atentos a la desgracia que podía pasar.
Pero el amuleto hizo bien su trabajo. Un escudo celeste se desplegó y la bruja se estampó contra él, adolorida y derrotada, se alejó hacia detrás del mostrador. Yo me permití el lujo de sonreír, victoriosa por una vez.
—Ella... —Murmuraba la bruja, sin coherencia, manteniendo su atención en mí, temerosa—, es ella.
—Se acabó la charla. —Anunció Rhys, él y Devdan la intentaron acorralar avanzando en grandes y largos pasos, con el punzante cuchillo como única y suficiente amenaza.
—Taenya se enterará de esto. Te lo juro. —Bramó, con su vista fija en el cazador que yo había protegido con mi cuerpo. El mencionado pareció empalidecer varios tonos. Su agarre en el arma titubeó.
Syndra se avalanzó hacia ella, harta de sus amenazas, pero, como si jamás hubiera estado aquí, ella se desvaneció en el aire, dejando un olor dulzón en el ambiente.
—Odio a las brujas. —Gruñó Kyrtaar, malhumorado.
El grupo se quedó quieto durante unos segundos, sus venas de colores sin dejar de brillar todavía, a la espera de otro ataque, pero no sucedió. Expulsé el aire que había contenido en los pulmones, dejando el miedo a un lado y reemplazándolo por la calma. Todos parecieron hacer lo mismo.
—Bueno —Inició Devdan—, ¿quién quiere un vestidito de pájaros? —Mostró una horrible prenda con una sonrisa malévola.
—A ti te quedaría genial. —Le devolvió Syndra, acercándose a un perchero, buscando algo. Él le sacó la lengua, burlón.
Tenían una capacidad increíble para olvidar los eventos traumáticos, nadie hablaba de lo que acababa de pasar, todos parecían normalizarlo.
—¿Estás bien? —No había visto que Rhys se me había acercado. Pegué un brinco del susto.
—Sí, lo estoy. —Los cazadores se habían callado con disimulo y estaban pendientes de nuestra conversación. Rhys les gruñó para que nos dejaran de mirar.
—Lo que has hecho...
—¿El qué?
—Lo de desplegar el escudo cuando venía la bruja. Me has salvado de un buen rasguño. Gracias.
—Es mi deber como cazadora. —Bromeé, sabiendo que estaba muy lejos de ser una. Él se lo tomó a bien y trató de sonreír, pero se quedó a medio camino.
—No debes hacer eso nunca más —La preocupación bañaba sus verdosos ojos—. Tú no estás entrenada y no tienes la habilidad de un hantex o un híbrido, si la jugada te hubiera salido mal, Kiara... —Se contuvo de terminar, pero supe lo que me quería decir.
—No ha salido mal. Todos estamos bien.
—¿Cómo lo has hecho? —Fue Syndra quien me preguntó. Me di la vuelta para mirarla.
—¿Hacer qué exactamente? —No entendía porque todos me veían así, entré asombrados y con respeto. Yo no había hecho nada.
—Desplegar el escudo, humana —Dijo Kyrtaar—. Los de tu especie no son capaces de hacer algo como eso y menos sin entrenamiento.
—No hice nada —Me encogí de hombros, ligeramente agobiada por la repentina atención—, sólo deseé que se desplegara y lo hizo.
—Increíble. —Murmuró Naexi, observándome con una mezcla de intensidad y curiosidad.
—Oh, toma. —Hice el amago de quitarme el amuleto para devolvérselo a Rhys, pero él me frenó, poniendo su mano en la mía. El contacto hizo que mi corazón se acelerara, por lo que me aparté rápidamente.
—Ya que pareces saber usarlo, quédatelo —Cuando fui a replicar, me interrumpió—. Yo tengo más guardados, no lo voy a echar de menos.
—Se nos acaba el tiempo, tortolitos. —Protestó Naexi.
—No somos... —Traté de defenderme, con las mejillas coloradas de vergüenza.
—Ahórrate las explicaciones —Kyrtaar parecía molesto, como siempre que yo andaba cerca—, búscate algún vestido elegante y vámonos.
Por una vez en el tiempo que lo conocía, iba a hacerle caso. Vagué entre las mil prendas que coloreaban el lugar, vestidos de tul azulado, batista violácea, de lino blanco, un sinfín de colores y estampados me dieron la bienvenida.
No sabía qué elegir. Eché un vistazo a los demás, Devdan y Syndra se peleaban por ver quién escogería el traje más feo, Naexi le gruñía a Rhys porque no quería llevar vestido y Kyrtaar estaba tirándose de los pelos en una esquina.
—¿Por qué no hay nadie normal aquí? —Se lamentó el pelirrojo. Yo tuve que morder mi labio para no soltar una carcajada, seguro que no le habría sentado muy bien.
Saqué una camisa de color púrpura, igual al
tono que tenían sus ojos de cazador. No sabía si era muy buena idea, pero me arriesgué, alcé la voz y lo llamé.
—Kyrtaar —Me miró al instante, con cara de molestia. Yo levanté la prenda hacía él—, esto te quedaría muy bien.
Él la examinó durante unos segundos, luego hizo lo mismo conmigo. Tragué, saliva, insegura. Quizás, el pelirrojo iba a hacer que me tragara la camisa pedacito por pedacito. Pero su reacción fue la contraria.
—No está mal. —Masculló por lo bajo, me la quitó de un tirón y se metió al probador, airado.
Yo sonreí levemente, sabiendo que eso era todo lo simpático que él podía ser.
—Interesante. —Me observó Naexi, que ya había dejado de pelear con Rhys. Se había decantado por un vestido largo azulado que iba a juego con el color de las mechas de su pelo. Sonreí ante la elección.
Syndra sacó dos trajes más de un perchero, uno medio largo en tonos granate y otro de escote asimétrico y rosado. Automáticamente, me enamoré del segundo.
—Este es para ti —Me informó Syndra, tendiéndome el que me había gustado—. Te salen corazones de los ojos.
—¿Más que cuando mira a Rhys? —Se burló Devdan. Eché un rápido vistazo hacia el cazador mencionado, por suerte, estaba inmerso en las prendas de la otra punta de la tienda y no había logrado escuchar.
—Eso es mentira. Yo nunca miraría así a nadie. —Tomé mi vestido y me fui sin darle tiempo a responderme.
Yo no buscaba enamorarme, nunca lo había buscado, pensé mientras me metía al probador para cambiarme la ropa de cazadora. Había visto a mis amigas sufrir por tantos chicos que no valían la pena que, cuando pensaba en la idea de enamorarme, me entraban náuseas. Por eso y por el vacío que mi corazón cargaba diariamente, no me permitía el lujo de caer por nadie. Y esto se aplicaba también a Rhys.
Me miré al espejo. Mi pelo dorado caía a un lado, rozándome la mejilla. El vestido rosado se ajustaba perfectamente a las curvas de mi cuerpo, haciéndome ver menos esbelta de lo que yo estaba.
Salí del probador y al instante, Devdan y Syndra me silbaron y me propinaron piropos. Yo les saqué el dedo medio con una sonrisa dibujada en mi boca.
Ellos dos ya se habían cambiado. En realidad, todos estaban listos ya, yo había sido la última en terminar. Como yo había predicho, la camisa le quedaba genial a Kyrtaar, también Devdan iba elegante vestido en tonos marfil. Pero el mejor era Rhys, sin lugar a dudas. La camisa azabache que había elegido se le ajustaba como un guante, marcando sus brazos, su pecho, su...
—Kiara, ¿puedes dejar de mirar a Rhys? —Me molestó Devdan, haciéndome gestos de corazón con las manos.
—Yo no... —Intenté sacar mi defensa, ofendida, pero me interrumpió Kyrtaar.
—Oh, por supuesto que sí —Sus molestos ojos se posaron en nosotros dos—, ni lo niegues.
Pataleé el suelo como una niña pequeña haciendo un berrinche.
—Ya vale —Los cortó Rhys, serio—. Si estamos ya todos... —También él fue interrumpido.
—Si os queréis liar, no pasa nada —Comentó Syndra, provocando la risa de Devdan y la molestia en Naexi—. Nosotros nos tapamos los ojos.
—Ya nos hemos liado. —Dije, sin querer. Al instante, abrí mucho los ojos, arrepentida. Rhys masajeó sus sienes, agitado.
—¿Qué? —Gritó Syndra.
—¿Cómo? —Le siguió Devdan.
—¿Cuándo? —Ahora era Kyrtaar, anonadado.
—¿Dónde? —Hasta Naexi parecía asombrada.
—¿No se lo has contado? —Le reproché.
—¡Pues claro que no! —Sus ojos destellaban furia—. Es mi vida privada.
Syndra y Devdan me agarraron cada uno de un brazo y me sacaron de la tienda, lejos de Rhys. Pronto, descubrí que Kyrtaar y Naexi nos seguían muy de cerca.
—Cuéntanos —Pidió Syndra, emocionada—. ¿Fue en su casa, en la Corte Oscura?
—Yo no sé si debería. —Eché un vistazo a Rhys, que fruncía el ceño con molestia.
—Rhys, por favooor —Le pidió Naexi. Sí, Naexi sin su cara de asco y odio al mundo—. Nos pensábamos que jamás ibas a tocar a una mujer.
El aludido gruñó, pero, sorprendentemente, tomó la palabra.
—Hace un mes fui al reino humano para despejarme —Sus amigos parecieron entender más de lo que yo lo hacía—, nos conocimos de noche en una fiesta.
—¿Así fue? —Kyrtaar mostró decepción.
—¡No! —Negué con la cabeza—. Se hizo de rogar el cazador mutante. Estuvimos hablando por móvil y ya quedamos un día...
Así que así había conseguido hablar conmigo por móvil, él no estaba en Shianekdom para ese entonces.
—Y, entonces, descubrí que tenía la visión y la traje aquí.
Contuve mis ganas de mencionar que me había traicionado también porque el ambiente era jovial, tranquilo.
—Entonces, ¿sois...? —Syndra juntó sus dos dedos índices, dejando la frase en el aire como si se sobrentendiera.
—¡No! —Me apresuré a decir. Sentía la mirada del ojiverde clavada en mí como una fiera—. Fue cosa de una noche y ya está olvidado.
Recibí algunas miradas burlonas, otras incrédulas, pero no me importó. Les demostraría que Rhys y yo ya no teníamos nada, aunque mi traicionera mente me dijera que yo seguía flotando inmersa en el planeta Rhys.
Nota de la autora: este capítulo es de los más tranquilitos que vais a tener. Preparad vuestros corazones para los que vienen.
Afectada por el planeta Rhys quedé, no sé vosotros. <3
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