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Subí a mi cuarto, me acosté y me coloqué los audífonos para descansar un poco las piernas.

 —Vas por muy buen camino —una voz me saca de mi sueño profundo.

 —¿Papá Noel eres tú? Todo está negro a mi alrededor y no puedo visualizar nada. 

 —Si Neila soy yo, solo vengo para darte un pequeño adelanto de cómo serán los próximos años si no cumples con tu misión. 
Enseguida todo a mi alrededor comienza a dar vueltas. Pasan varias generaciones frente a mis ojos: la tatarabuela, la bisabuela, la abuela, mi madre y yo. Todas hemos hecho este trabajo alguna vez en nuestras vidas. Ahora lo entiendo: la tradición no es sólo celebrar la Navidad por celebrarla; tiene un significado muy importante para todas las mujeres de mi familia.

 De pronto todo se detuvo. Bajé las escaleras de mi casa y estaba mi padre en la cocina.

 —Papá, buenos días —vuelvo a llamarlo al ver que no me ha escuchado—. Papá… 

Ni siquiera me mira, es como si no existiera. De pronto algo hizo click en mi cabeza, miré mis manos y estaba media desvanecida. Ahora lo entendía: el sueño no había acabado; aún no he despertado. Volví corriendo a mi habitación y vi mi cuerpo tendido en la cama. No sabía que debía hacer. 

¿Qué era lo que se supone que estaba buscando o debería ver?

 Cuando volví a la sala, mi padre estaba tendido en un sillón llorando, con el libro de recuerdos de la familia.

 Estábamos muy felices en la foto de la Navidad de hace tres años. Al pasar la página salió mi madre en un hospital entubada, ¿y esa foto? ¿Dónde está mi madre? Ahora que lo pienso no la veo en casa y ella siempre a esta hora está en la cocina; ¿acaso mi madre? No pude ni pensarlo, enseguida las lágrimas corrieron por mis mejillas.

 Salí corriendo al portal y las calles estaban vacías. No había ni un arbolito, ni una iluminación, nada de adornos. La casa de Lowis estaba totalmente apagada y tenía un cartel que decía En venta.

 —¿Ves como las cosas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos?

—Lo siento...Yo...no valorab...

 —Tranquila, todos hemos cometidos errores, pero recuerda, todo lo que hagas en tu presente tiene repercusión en tu futuro. Precisamente esa es tu misión, cambiar tu presente para que no llegue a ser lo que viste.

 —¿¡Puedo cambiar esto?!—pregunto casi en un grito.

 —Sí, Naila, puedes hacer grandes cosas y confío en ti. A partir de ahora, eres tú la que tiene el poder de cambiar el futuro. Y recuerda: "Aunque parezca imposible, tú confía".

 
 

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