Rebeldía. Capítulo 63.
AÑO 10 DEL PROYECTO EN LA OINDAH
Ocho años, un mes y dos semanas desde la aparición de Andrea
En la asamblea
—Si me disculpan... —dijo la Directora General, pidiendo la palabra —quisiera puntualizar algunos de los argumentos expuestos por el señor subdirector.
—Vaya momento para hacer aclaraciones, señora Directora. Han estado encubriendo un proyecto científico de gran importancia, desviando fondos donados a la organización desde hace diez años, y su antecesor y usted han permanecido en la impunidad ¡eso debe terminarse de inmediato, esta asamblea no puede consentirlo! —exclamó airado De Lois.
—Si me lo permite, le concedo la razón en el sentido de que la asamblea no ha tenido conocimiento de este proyecto. Sin embargo, debo dirigirme al pleno para detallar un par de cuestiones —dijo la Directora General con toda calma desde el micrófono ubicado en la mesa frente a su sitio.
Al hombre rubicundo le brillaron los ojos. Su gesto era una mueca que ocultaba su emoción, creía haber triunfado, sentía que la dirección estaba prácticamente en sus manos, estaba preparado para hacer pedazos a la actual directora con cualquier cosa que ella dijera ya que estaba aceptando el encubrimiento. Le cedería la palabra para que se hundiera sola, él aparecería como el hombre justo que sacó a la luz el fraude y la asamblea se la tragaría viva. Se sentía como un emperador arrojando al condenado a la arena para que se lo comieran los leones.
—Por favor, explíquenos lo que considere conducente —repuso De Lois.
La mujer del cabello cano se levantó de su asiento y se dirigió al podio, portando una carpeta. Estaba vestida de manera muy elegante, con un traje sastre de falda tubular color borgoña que le llegaba debajo de las rodillas. Del lado izquierdo de la solapa del saco, llevaba un prendedor que formaba el logotipo de la OINDAH con pequeños brillantes que destellaban bajo las luces del salón. Subió al estrado y acomodó los delgados micrófonos con toda calma.
—Pasamos al último punto de la agenda, el 204 de los asuntos extraordinarios —dijo el moderador en el altavoz general.
—¡Aún no ha concluido el punto 203! —exclamaron varias voces.
—Debido a que ambos puntos están relacionados, se manejará como una réplica, revisen su orden del día —repuso el moderador.
De Lois observaba altaneramente a la directora, casi de forma despectiva, esperando que ella hundiera el barco por sí misma. Increpaba en voz baja a sus colaboradores para que replicaran.
—¡Protesto! —gritó un cercano subordinado de De Lois. ¡No se pueden anexar puntos ni cambiar los establecidos en la agenda con anticipación, ni siquiera en defensa de la Dirección General, es ilegal!
—Señores, les pido que revisen su orden del día, el punto 204 corresponde al anterior —respondió el moderador.
Decía: "Dirección general. Asunto: Solicitud de integración de una ONG al área de salud y exposición de motivos. Proy. AICDM".
En el podio había un sistema que permitía mostrar en la enorme pantalla lo que se colocara sobre ésta.
—Como pueden ver en la orden del día que recibieron ayer, solicitaré la integración de una ONG tras realizar una exposición de motivos, relacionada con el proyecto del Dr. Alessandro Ian Carlo Di Maggio. Les mostraré algunos documentos que han permanecido como clasificados por las razones que les presentaré a continuación —siguió la mujer.
De Lois no había revisado los puntos que se tratarían, estuvo muy preocupado por lo que pasaría en la reunión y por ocultar la prueba de la existencia del proyecto hasta poder presentarla, lo cual no había hecho aún ya que (y ahora se daba cuenta) se había bajado del estrado para que la directora se expusiera sola. Él había tenido su participación en el punto 203.
Sin querer, él se había retirado para que directora continuara lo que él inició con su propio punto de la agenda, lo cual le empezaba a parecer muy extraño. De forma conveniente, sus asistentes eran quienes solían revisar la orden del día para que De Lois estuviera enterado sin leerla toda. Y quien recibió la tarea, no tenía ni idea de que el siguiente punto que se anexó tenía relación con el que pidió Alex que se incluyera antes de la reunión.
Más extraño le pareció a De Lois ver en la pantalla la copia del convenio que habían firmado el anterior Director General y el doctor Di Maggio para que el proyecto pudiera ser acogido por la OINDAH, pero ahora mostrado por la propia Directora.
—Este documento ha sido resguardado en secreto por diez años. ¿Pudiera por favor presentar el original que obra en su poder para que todos puedan verlo, maestro De Lois? —exclamó la directora.
Alex, confundido, tomó el contrato como en cámara lenta y lo entregó al asistente que lo colocó frente a la cámara para que todos en el recinto pudieran verlo. Él sólo lo había enarbolado sin mostrarlo.
—Menos mal que el maestro De Lois ha traído el original, pues nosotros sólo teníamos una copia —dijo la Directora General.
En la Organización
Afuera llovía a cántaros. Contacto penetró en las entrañas del edificio central de la OINDAH. En el camino, con la mochila en la espalda y la barreta en la mano, hizo una escala en una máquina expendedora y compró varias bolsas de papas fritas. Abrió una y se llevó algunas a la boca mientras se dirigía a las instalaciones del proyecto, que estaban desiertas. Siempre debía haber alguien de guardia, pero se había encargado de dejarlos a todos literalmente durmiendo en casa. Usó un método menos agresivo que el físico esta vez, químico, como el que solía estar en la mesita de noche junto a la cama de Di Maggio.
Una vez que la mujer de negro estuvo en la sala de exploración del laboratorio donde se encontraba la mesa en la que había estado recostada tantas veces, dejó las papas y la barreta sobre una larga mesa de trabajo, sacó el traje de la bolsa plástica que estaba en la backpack, se desnudó y se lo puso con toda calma. Guardó el envoltorio de plástico y lo que vestía antes en la misma mochila y se la colgó en la espalda.
La asamblea ya debía estar muy avanzada, llevaban muchas horas sesionando. Una vez investida, se colocó el DDC y dio la orden para que grabara con la lente frontal. Volteó a verse en el espejo de la cámara de Gessel.
«Es la última vez», se dijo.
Abrió con la barra de metal el refrigerador con cerradura que contenía las muestras de su propio cuerpo. Sacó un pequeño frasco rotulado y lo observó en su palma enfundada en el negro guante. Pensó en el suero que robó gracias a Andrea poco después de enterarse de que lo producían y sonrió al recordar lo que hizo con él. Era mejor que cualquier venganza. Apretó el puño y reventó la ampolleta. Vio un momento el aparato y suspiró.
«Sangre, sudor y lágrimas», pensó.
Levantó la barreta y con ella comenzó a destruir todo el contenido y el objeto mismo, como si le pegara a una piñata. No le preocupaba mucho lo que hubiera allí, Andrea y su marido se habían encargado de sacar de forma furtiva de ese lugar lo que era en realidad importante: la información sobre la producción y la investigación del suero.
Contacto también rompió el equipo de cómputo y otro refrigerador, con poderosos y certeros golpes. En el frenesí destructivo, se detuvo un instante para observar su reflejo en el espejo de la cámara de Gessel y lo hizo añicos con un solo golpe. Sólo dejó intacto el contenedor en el que guardaban grandes cantidades de Carisoprodol.
Contaba con muy poco tiempo. Hizo un corto circuito arrancando un cable y usó los empaques de las papas fritas como combustible. Ardieron con facilidad. Los aspersores comenzaron a funcionar, pero no apagaron el fuego eléctrico; produjeron una violenta reacción. El laboratorio tenía otros controles de seguridad, por lo cual, un segundo sistema de espuma se hubiera activado de no ser porque Tanaka había cortado la vía del suministro del elemento extintor a petición de Contacto. Así que todo siguió ardiendo, encontrando en el camino más elementos inflamables hasta que se incendió medio laboratorio. Ella huyó deprisa llevándose la mochila, la dejaría por ahí en alguna oportunidad, adentro de la bolsa de plástico.
Cuando estuvo en la puerta, sacó de la bolsa el documento que firmaron Di Maggio y la Directora General y lo sostuvo un momento frente a la cámara del DDC. Lo hojeó despacio mientras grababa y lo partió en cuatro. Tenía fecha de dos meses atrás y entraría en vigor al día siguiente. Después, aún grabando, se volvió hacia el incendio, arrugó el documento a la vista de la lente y lo lanzó hacia el fuego. Cerró la puerta blindada del laboratorio, que contendría el incendio que destruiría todo lo que había adentro.
—Tanaka, envíale a los Alfa lo que acabo de grabar. Y que se filtre también al CDA y a las Fuerzas especiales. Sólo no les digas que yo te lo pedí —dijo Contacto en el micrófono.
Aquello era una afrenta mayúscula. Todas las instancias de seguridad de la OINDAH irían tras ella, intentarían pararla a cualquier precio, en especial, en aquella noche que sesionaba la asamblea y que todos los líderes de la organización estaban en el mismo lugar. Tratarían de hacerlo con la mayor discreción, no suspenderían la sesión sólo porque querían detenerla, estaba en los procedimientos. Las placas de silicio que traía colgando del cuello la mantendrían con vida en tanto no las tuvieran los Alfa, junto con aquello que ella sabía y que le diría a la persona indicada cuando llegara el momento.
Entonces, en la asamblea
La Directora General explicaba.
—El día de hoy a la media noche se cumplirá el plazo de un periodo de diez años establecido por mi finado antecesor y por el también fallecido Doctor en bioquímica Alessandro Ian Carlo Di Maggio. El doctor era un eminente investigador de la Universidad Nacional, ganador del Nobel. Hizo un valioso descubrimiento hace años. Lo desarrolló en secreto e inició la fase de pruebas en seres humanos para poder contar con elementos que motivaran a esta institución a resguardarlo. De este importante proyecto se desprende como resultado la síntesis de un suero que ha sido ampliamente probado y que permite la regeneración celular acelerada, mejorando de forma importante las expectativas de recuperación y superviviencia de las personas con diversos padecimientos, incluso en casos en los que no había cura conocida.
—¡La Dirección General ocultó deliberadamente esta importante información a la asamblea, actuó fuera de la ley! —interrumpió De Lois.
—Usted tuvo su intervención sobre el asunto hace un momento, si me lo permite, continuaré con la exposición —respondió ella con toda serenidad, sin permitir al moderador llamar al orden
Todos guardaban un silencio expectante.
—Sí, el proyecto fue resguardado por la Dirección General diez años ya que se respetó el acuerdo original entre mi antecesor y el doctor Di Maggio. Esa fue la condición impuesta por el investigador para poder entregar el proyecto, el suero y todo su conocimiento a esta institución para ser custodiados y protegidos por ésta, mientras se realizaba la investigación con todos los protocolos internacionales para poder presentarlo al mundo como un medicamento. Al morir el doctor, poco después de la firma de este documento, el proyecto fue dirigido por su hijo, el señor Giorgio Di Maggio, por solicitud del investigador en el acuerdo original— continuó ella viendo en su reloj de pulso que eran más de las doce de la noche—. Y precisamente hace unos minutos concluyó el periodo de diez años. Por ello, para cumplir con los protocolos establecidos en el orden institucional, hoy mismo contamos con la solicitud de integración de este exitoso proyecto como una ONG del área de salud —dijo de forma contundente la Directora, mostrando ahora el documento de constitución frente a todos. —El director de ésta ONG es quien ha fungido como cabeza del proyecto y quien ha erogado cada centavo del costo del mismo, de un fondo que fue designado por el doctor Di Maggio para ello desde el inicio, por lo cual, nunca hubo malversación de fondos como alega el señor subdirector. Pueden encontrar los estados financieros y el acta de constitución de la nueva ONG en sus carpetas digitales. Presento a ustedes el día de hoy esta organización que tendrá como fin principal producir y distribuir este adelanto científico. La investigación sobre el suero ya cuenta con resultados publicables y pronto podría ser distribuido en beneficio de la humanidad.
—¡El encubrimiento es ilegal! —gritó de De Lois, completamente fuera de sí, y fuera del orden.
—Son interpretaciones maestro, realmente no se trató de un encubrimiento ilegal. En los lineamientos de esta institución se indica que los proyectos dependerán de las ONG, pero en ningún lado dice que la Dirección General tuviera prohibido resguardar un proyecto por sí misma. Lo que sí dicen los estatutos es y cito: "Podrá quedar bajo reserva exclusiva de la Dirección General aquella información que por su naturaleza pudiera afectar o poner en riesgo a la institución, así como la información relevante para algún ámbito del progreso de la humanidad o sobre las personas cuya integridad, seguridad o su vida se pudieran ver afectadas por cuestiones relativas a la organización". Pues bien, como verán a continuación, estos son precisamente los motivos por los que no se dio a conocer antes toda esta información. Usted debería saberlo, Maestro De Lois. En este caso en particular, las tres condiciones mencionadas se cumplen.
Él repasaba en su mente los estatutos de la OINDAH, algunos de los cuales él mismo había ayudado a afinar.
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
En ese instante, en otra parte de la ciudad
Desde que había echado a Contacto, Di Maggio se desparramaba en su silla en la soledad de su salón y bebía sin recato. Era testarudo, y ante el mundo jamás cedería un ápice. Conforme habían ido pasando los días fue recuperando la calma. Odiaba a esa mujer, siempre la odió. Pero también la quería ahí con él. Podría aborrecerla hasta el final de su existencia y vivir aferrado a ese sentimiento. Pero en el fondo él sabía que todos esos años él había sido humano por ella, y ella por él.
Se decía a sí mismo que ella lo necesitaba, él era uno de sus pocos vínculos con el mundo, volvería para suplicarle. La farsa del Agente no podría durar para siempre. Sin embargo, si la despreciaba tanto y seguiría cumpliendo con su venganza, no sabía por qué sentía tanto frío. Los mensajes de Andrea desde la asamblea le indicaban que las mujeres habían tramado un plan del que él no había sido del todo parte. No sabía por qué comenzaba a sentir temor. El miedo incomprensible aumentaba con cada hora que pasaba.
Y ahora estaba paralizado, aferrado a su sillón sin poder moverse.
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