Estoico sufrimiento. Capítulo 56.

Siete años y seis meses desde la aparición de Andrea

En el Puente

La mujer del cabello rosa encontró a Hipólito sentado al pie de la cama, sollozando sonoramente. Escurría mucosidad transparente de su nariz, sobre sus carnosos labios. Adnil, inconmovible, como siempre, fue por pañuelos desechables y se los dio al hombrecillo.

—Quítate los mocos. Te lo dije.

Él asintió sin parar de llorar.

—Te lo advertí —aseveró ella, moviendo la cabeza con rabia para quitar la melena de su rostro—. Nunca debimos decirle nada. ¿Te lastimó?

Él no respondió de inmediato. Después negó, sollozando cada vez más fuerte.

—Qué idiotas, ¿qué esperábamos? —dijo ella.

Hipólito estaba inconsolable. Su heroína, aquella a la que idolatró e idealizó por años, lo despreció. Lo odiaba. No pudo decirle nada. Golpeó la cama con frustración al no haber podido pronunciar palabra. Detrás de la consola, como cuando era hacker, cracker y jugador en línea, no tartamudeaba, era firme y seguro. Pero en cuanto tenía a alguien enfrente, toda su seguridad se iba por el drenaje.

Después de todo, sólo habían querido ayudarla, mostrarle la verdad, por eso la habían conducido hasta allí.  Hipólito solía hacer bellos dibujos estilo manga de la mujer de negro en su tiempo libre y Adnil escribía guiones como para hacer storyboards con los dibujos del chico. Pero ahora estaba molesta y resentida, todo lo que imaginaron era mentira.

Contacto debió tener en cuenta que ellos sólo estaban haciendo su trabajo, uno muy especial e importante. A pesar de lo mucho que la joven del cabello rosa la admiraba, sintió una gran rabia por lo que le había hecho a su compañero de trabajo. No podía seguir viéndolo así. Fue a su puesto para tratar de calmarse. Cuando él logró tranquilizarse, se sentó junto a ella, frente a la consola. Los monitores permanecían en stand by. Obviamente, aquella no portaba el traje. La señal de ubicación indicaba que estaba en casa, pero era muy improbable que ella se encontrara allí.

—Van a despedirnos si alguien se entera de esto. O algo peor —dijo la mujer muy seca.

—¡No! ¡Van ir sobre ella! ¡Tienes que hablarle! —respondió él gimoteando.

Adnil hizo una mueca. —¿¡Y todavía te preocupas por ella!?

—¡Por favor, por favor, trata de hablarle! —clamó él.

—Está bien, lo haré. Pero no seré amable. Es una perra — replicó.


En un alto sitio de la ciudad

Era el momento de confrontarse a sí misma, no había otro camino. Contacto sabía que todo tenía que terminar pronto. La organización la había engañado esos años seguramente con la venia de todos los integrantes del proyecto, y eso era algo que ella no había querido ver. Se enfrascó tanto en la idea de hacer la entrega y se aferró tanto a ella, que no quiso advertir que era manipulada y controlada con precisión.

Debía ser una de las peores noches de su existencia. Todo su trabajo, toda su vida eran una mentira.

Era una pesadilla.

Se puso las manos en la cabeza y trató de pensar con frialdad, de calcular el siguiente movimiento y cada cosa que pensaba la llevaba al mismo lugar. Sentía tanto el no haberse dado cuenta antes y sin embargo nada pudo haber hecho. La utilizaron con su consentimiento y eso era lo que le dolía más. Ella presionó tanto para que la dirección de la OINDAH mantuviera el control del proyecto en secreto. Tal vez si decidía apoyar a De Lois a develar todo para que alcanzara lo que deseaba, él podría retribuir el favor. Sin embargo, no hay lealtad cuando sobra la ambición.

La organización, dirigiese quien dirigiese, buscaría su propio beneficio.

Toda la serenidad y sobriedad de su persona se desmoronaron ante la terrible realidad. Se aferró a sí misma y sintió que la amargura y la impotencia serían el precio que pagaría por haber tratado tanto de hacer la entrega, el trabajo que se convirtió en la única meta de todos sus esfuerzos.

Pensando en todo eso, en el sitio más alto que pudo encontrar, el más complejo de alcanzar por cualquier ser humano, tuvo otra idea que le congeló la sangre. Estaba segura de que Di Maggio sabía cómo la habían manipulado tantos años. Y tal vez todos los miembros del proyecto también lo sabían, quizá ese era uno de los objetivos reales del mismo.

Y si todos lo sabían, entonces...

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