Capítulo Extra
James entra a las nuevas instalaciones de los Vengadores. En un pasado, ese comportamiento ameritaba que lo detuvieran de inmediato, pero ahora, luego de todos los cambios que ha habido, sólo le observan con curiosidad, debido al rostro lleno de emociones que alberga el ojiazul.
El doctor Banner, quien sigue manteniendo la forma de Hulk, aunque un poco más civilizado, le observa con sorpresa cuando lo ve llegar abruptamente a su laboratorio.
—¿Pasa alg...? —interroga, pero es interrumpido por el ex Soldado de HYDRA.
—Necesito que me devuelvas al pasado —susurra Barnes con total seriedad.
—Espera, eso no es como si apretaras un botón y volvieras —le reprente Scott Lang, quien coincidentemente se encuentra de visita.
—Sabes que sí lo es —responde James Rhodes.
—Bu-bueno, sí, pero no así —replica Lang —, aunque ahora mi instinto curioso quiere saber la razón.
—Instinto chismoso, diría yo —dice Sam entrando al laboratorio acompañado de Wanda, quien sonríe ante la emoción que desprende Barnes.
—Por favor —insiste el ojiazul visiblemente aturdido —. Debo volver, debo estar con ella y...
—Contexto —susurra Scott tomando asiento frente a Bucky —, o no hay respuesta.
—¡Scott! —exclama Barnes y suspira de forma nerviosa —. Simplemente debo volver. ¿Acaso no puedes hacer que ellos vean parte de lo que vimos? —le pregunta a Wanda.
—No soy un sistema de televisión, James —replica la sokoviana —, pero si a ellos les interesa, sólo cuéntales algo general.
Todos los varones dirigen su atención al Sargento y este los mira con incomodidad. Con Wanda es diferente, sabía que ella iba a ver las cosas y una parte de él confiaba en ella, pues ambos habían compartido algún tiempo en Wakanda y solían ir al mismo sitio para tomar terapia, aunque claramente por separado. Pero abrirse ante esos tipos, en quienes confiaba, pero eso no quita lo imbéciles que a veces pueden ser, le causa un poco de conflicto.
—Yo... ehh... bueno, ¿cómo decirlo?... En los 40's yo tenía a alguien —susurra Bucky y se pone totalmente serio ante la sonrisa burlona que aparece en Lang y Wilson —, nada de sonrisas estúpidas —les advierte de forma amenazante.
—¿Cómo Steve y Peggy Carter? —cuestiona Rhodes y el Sargento asiente.
—De hecho ellas eran amigas. Peggy y Lillian estaban en la misma base, sólo que ella era enfermera. Nosotros... salimos por el tiempo que yo estuve ahí antes de caer del tren. Pensé que Lillian había seguido su vida, porque cuando recobré algunos de mis recuerdos, lo primero que hice fue buscar sobre ella y me enteré que había fallecido unos años antes, y que le sobrevivía un hijo —explica y ellos le observan con pena, aunque Scott parece estar viendo una película ante la concentración que muestra —. Pero Wanda me hizo ver, que ese hijo era también mío.
—¡Qué vuelva! ¡Qué vuelva! —exclama Lang con emoción —. Debe volver con ella.
—¿Sabes que no es así de simple, verdad? —cuestiona Banner —. Alterar el pasado puede costarnos muy caro, más, sabiendo lo que Bucky hizo y que, de cierta forma, esas acciones nos condujeron hacia este presente —explica.
—¿Por qué Steve no obtuvo una respuesta negativa? —le pregunta Sam.
—Bueno, Steve simplemente se fue y sin avisar —responde Rhodes con simplicidad.
—Yo sí lo sabía —confiesa Bucky.
—De ir, deberás vivir alejado de todo y no puedes interferir de forma directa con los hechos. Quizá cambiar tu identidad y vivir en otro sitio, no es tan sencillo James —explica de nuevo Bruce Banner.
—Haré lo que sea necesario, prometo cumplir con cada cosa que me digas, sólo... quiero volver a ella —susurra Barnes.
—Ella esperó por James, supongo que sería justo para ambos —murmura Wanda en apoyo al ex Soldado de HYDRA.
***
Esa noche Bucky no recibe una respuesta y hasta piensa en robar alguna de las partículas para intentar viajar, pero también reconoce que no sabe mucho al respecto y puede realmente cometer un error, así que no tiene más que esperar una respuesta afirmativa por parte de Banner, a quien, apenas amanece, acude a visitar.
—¿Estás seguro de lo que deseas hacer? —cuestiona Bruce.
—Creo que todos saben lo que me hicieron hacer, la tortura en la que viví al ser utilizado por HYDRA y, ahora que existe esa posibilidad de ir hacia un sitio donde verdaderamente seré feliz, no dudo en tomar ese camino —responde Barnes con seriedad —. Tuve un hijo, Bruce, un niño que toda su vida vivió con el conocimiento de un padre muerto y no me imagino todo lo que tuvo que pasar Lillian.
—¿Sabes que no es tan fácil? No puedes simplemente volver y plantarte frente a su puerta, ella sabe que moriste —insiste el científico —. Debes pensar bien la situación, porque, imagino que Peggy algo debió conocer o al menos tener la mente más abierta, pero Lillian quizá vivió una vida tranquila al lado de su hijo, y no puedes presentarte con la excusa de los viajes en el tiempo.
—Sé que ella lo entenderá —insiste Barnes.
—Pero debes elegir un año correcto. Llegar ante ella durante el embarazo, le podría causar una impresión terrible y tener otro tipo de consecuencias. También, si llegas poco después del parto, ella puede encontrarse acompañada de algunas amistades o no te puede creer. Debes ser inteligente —agrega.
—¿Estás insinuando que me ayudarás?
—Estoy diciendo que debes investigar en qué día y año vas a llegar, debe ser un momento que consideres apropiado y debes tener un plan para acercarte a ella sin asustarla, porque puede recurrir a la policía y haber consecuencias —añade —, quiero que pienses las cosas.
Pero claramente Bucky no iba a tomarse demasiado tiempo y luego de conversarlo con Wanda y hacer algunas investigaciones en internet, encontrando algunos datos y archivos, así como obteniendo información sobre Lillian con ayuda de Rhodes, esa misma tarde tuvo una fecha y un lugar.
—¿No hay dudas, verdad? —cuestiona Sam.
—Ninguna —responde Bucky —. Iré con Lillian.
—Y el pequeño James —agrega Wanda con una media sonrisa.
Banner les observa con una sonrisa, para que luego entre él y Scott instruyan a Bucky sobre lo que debe hacer respecto al dispositivo, así como una pequeña cátedra acerca del mantenimiento que alguna vez pueda requerir su brazo, aunque la tecnología wakandiana parece ser infalible.
—Suerte —dice Bruce con sinceridad.
—Saludos a tu novia del pasado —declara Scott con una gran sonrisa.
***
Por suerte la idea de Wanda de utilizar ropa acorde a la época, le ayuda mucho y aunque la gente lo ve un tanto confusa por su permanente guante de piel, logra pasar lo más desapercibido que un hombre como él, puede.
De inmediato busca llegar hacia el lugar en donde sabe que vive Lillian. Por los datos que reunió gracias a Rhodes, ella empezó a trabajar en ese lugar por recomendación de Peggy Carter, cuya tía era jefa de enfermeras y no dudó en apoyarla al saber su situación. No sabía sus horarios, aunque claramente tendría que tomarse un tiempo para acercarse a ella, así que por ahora buscará algo para vivir y permanecer cerca de ella.
James ha elegido llegar 2 años posteriores al nacimiento de su pequeño hijo, a pesar de que deseaba con todo su corazón acompañar a Lillian durante esa dulce etapa, tampoco quería causarle problemas o provocarle algún daño, así que coincidió con Wanda y Sam, que esa fecha sería más adecuada, pues ella viviría con el bebé y ya estaría más establecida.
Rápidamente Barnes empezó a trabajar en un pequeño taller mecánico, pues necesitaba irse familiarizando con las herramientas y los sistemas para que en algún momento, de ser necesario, conociera los recursos con los que contaba para arreglar su brazo o darle algún tipo de mantenimiento. Su jefe constantemente lo cuestionaba respecto a que siempre tenía cubierto su brazo y mano izquierda, aunque luego de que Bucky le dijo que se debía que había sufrido una terrible quemadura en su juventud y que ahora tenía que llevar cuidados especiales, dejó de insistir.
Es una tarde, diez días después de su llegada, cuando los ve por primera vez.
Sabe que Lillian ha tenido el día libre y a mitad de la tarde, ella lleva a su pequeño hijo a un parque cercano a su casa. La belleza de la castaña sigue robando miradas, aunque también sabe que puede haber cierto rechazo ante ella debido a su condición de "madre soltera", cosa que no es muy bien vista en esa época.
Desgraciadamente, había escuchado rumores sobre su propia Lillian, pues algunas personas se hacían ideas equivocadas respecto a ella y a su "desgraciada" vida, sola y sin un marido. James tenía que aguantarse las ganas de aclararles la situación y en algunas ocasiones de darles algún golpe debido a todo lo que decían de Lillian.
Pero también se dio cuenta que ella no prestaba atención a aquellos comentarios. Siempre tiene una sonrisa en su rostro y más, cuando el pequeño niño de dos años corre torpemente ante ella y luego la abraza con mucho amor. Sabe que James es su mundo y no duda que para él, ellos sean el suyo.
Por su parte, Lillian se ha empezado a sentir un tanto observada, pues algunas veces, cuando salía tarde del trabajo y debía dejar a James con una niñera, sentía que alguien la seguía y que de alguna extraña manera, impedía que algunos borrachos la molestaran. Tristemente algo muy común para ella, aunque nunca se dejaba.
Ella, pronto se da cuenta de la presencia de aquel hombre, que siempre permanece a varios metros de ellos cuando van a al parte, y en el par de días que hubo un apagón en esa zona del pueblo, aquel sujeto hizo una especie de guardia en la calle, lo cual, de forma muy extraña, le brindó cierta tranquilidad.
***
Esa tarde Lillian camina en la calle, la noche es oscura y debe atravesar un par de calles antes de llegar a casa. Sin embargo, puede ver a al menos 4 sujetos tomando justo a mitad de su camino, piensa en rodearlos, pero sabe que de hacerlo, deberá caminar el doble y está demasiado cansada. Es claro que ella sabe defenderse, pero también es evidente que seguiría siendo una disputa desventajosa, pues ellos eran más.
La chica afianza bien su bolsa y camina con más decisión, debe enfrentarse a ellos y no demostrar el miedo que le invade. Parece que los pasa de largo y ellos no se percatan de ella, pero apenas se aleja unos metros, uno de ellos la llama.
—Necesito sus servicios, señorita enfermera —musita uno de ellos de forma torpe y evidentemente ebria.
—¡Vamos, cariño! —insiste el otro, pero Lillian no tiene planes de detenerse y acelera su paso. Para este momento, los cuatro sujetos la siguen muy de cerca.
Lillian está lista para correr, pero uno de aquellos hombres la toma de forma brusca del brazo, haciéndola detenerse, sin embargo, ella le propina un fuerte golpe directamente en la nariz, por lo que este se aleja con enojo.
—¡Maldita puta! —exclama él con mucho enojo —. Te voy a enseñar que debes respetarme —dice aún sosteniendo su nariz golpeada.
Pero antes de que ellos puedan siquiera acercarse más a Lillian, un sujeto llega y con mucha maestría, deja a cada uno de ellos totalmente noqueados. La castaña está sorprendida, pues aquel tipo ha podido con todos ellos sin recibir un solo golpe. Sabe que, aunque su instinto le grita que debe huir, también reconoce que quiere agradecerle a aquel hombre.
Lo que Lillian no espera es, que cuando aquel misterioso sujeto voltea hacia ella y la luz pega contra su rostro, ella se encuentre con Bucky.
La enfermera da un par de pasos hacia atrás y tropieza, cayendo torpemente de espaldas y ensuciando su uniforme blanco. James se acerca a ella, pero la mirada llena de terror que ella le dedica, le rompe el corazón y prefiere mantener su distancia.
—Estoy enloqueciendo —susurra la castaña y se levanta mientras sacude un poco la falda de su vestido blanco, componente de su uniforme.
—No lo haces, muñeca —afirma James con su voz ronca, mientras contiene esas inmensas ganas de abrazarla contra su pecho.
Lillian ahoga un grito al escucharlo y sus ojos se llenan de lágrimas. Esto no puede estar pasando, es imposible. Ella escuchó del mismo Steve Rogers que Bucky había caído de aquel tren y había muerto. Ella también vio aquella carta en donde anunciaban la baja del Sargento y estuvo presente durante el pequeño servicio que sus compañeros de la 107 le hicieron a Barnes.
—¡Aléjese de mí! —exclama la chica apuntando a aquel hombre con su dedo —. Gracias por su ayuda, pero debo irme —murmura empezando a caminar de forma apresurada a su casa, falta muy poco.
—Volví, encanto, volví por ustedes —dice Barnes con la voz entrecortada —. Prometí cambiar esas placas que llevas en el cuello por un anillo de compromiso —susurra de forma apenas audible.
Esas simples palabras hacen que ella se detenga de forma abrupta.
Aunque muchas personas vieron aquellas placas, nadie, más que ellos, sabía el verdadero significado. Con la entrega de esas placas, Bucky le prometió a Lillian algún día casarse con ella. Era su promesa al volver, cosa que no sucedió, aunque ahora...
—No sé de qué habla —responde ella con temor y Barnes siente como si una estaca se clavara en su pecho.
—Lillian, prometí volver y sé que pasaron muchas cosas, pero puedo explicarlo todo, si me lo permites. He pasado por tanto que, lo único que deseo es vivir esto, con ustedes —dice y cada vez se siente más temeroso ante el hecho de que haya tomado la decisión equivocada —, con nuestro pequeño James.
Que aquel tipo sepa de la existencia de su pequeño hijo y hasta su nombre, hace que Lillian sienta ahora verdadero miedo. Quizá sea algún espía.
—¿Quién eres? —cuestiona ella con miedo y gira sólo la mitad de su cuerpo.
—James Buchanan Barnes, de la 107, de Brooklyn. Me enamoré de una preciosa enfermera de ojos avellana, la vi por primera vez luego de que el Capitán América nos rescatara de los alemanes. Me robaste el corazón en ese momento, pero huiste, al menos hasta aquella noche en la que aceptaste tomar un café conmigo y charlamos hasta que la cafetería cerró, luego te presté mi chaqueta y yo terminé resfriado. Recuerdo que me cuidaste hasta que terminó tu turno y que a partir de ese día, utilizábamos cualquier momento para estar juntos. Yo era optimista, pero tú tenías miedo de lo que la guerra implicaba, aún así nos permitimos enamorarnos. He notado que tienes un par de lirios rojos en tu casa, quiero pensar que son por mí —agrega él con una sonrisa melancólica —. Sé que prometí que nos casaríamos aquella noche que pasamos en la cabaña de Howard Stark y que te entregué mis placas en forma de promesa. Pensé que nunca la cumpliría, pero aquí estoy —concluye extendiendo los brazos.
Lillian voltea con lentitud. La parece imposible tenerlo frente a ella, pero también le había parecido imposible que Steve Rogers pudiera alcanzar el doble de su masa muscular, pero aún así lo hizo frente a sus ojos.
Los ojos avellanas de la chica se llenan de lágrimas y de pronto siente miedo de que este se trate de otro sueño y en cualquier momento tenga que despertar, y luego pase el resto del día pensando en lo que alguna vez pudo ser con Bucky.
Él se acerca de forma lenta, como si tuviera miedo que ella saliera corriendo, pero Lillian no piensa hacerlo. Está en shock, pero él se ve tan real, que las dudas empiezan a disiparse y la información tan privada que él le acaba de decir, es una prueba demasiado convincente.
Una vez que Bucky está frente a Lillian, ella estira su mano hasta acariciar su mejilla cubierta por una pequeña capa de barba, nada comparado por su rostro totalmente limpio cuando ellos estaban en la guerra. El ojiazul aguanta la respiración y por ese breve momento, agradece todo lo que tuvo que pasar y que por extrañas circunstancias, lo ha hecho volver hacia el único lugar en donde podrá ser feliz.
—Eres real —dice la castaña en un hilo de voz.
—Lo soy, encanto, estoy aquí —responde él con la voz entrecortada.
—Abrázame, Bucky, abrázame antes de que este sueño termine —murmura la chica y él de inmediato la rodea con sus brazos. El sentimiento es indescriptible.
—No es un sueño, muñeca, nunca me iré de tu lado, no de nuevo —responde Barnes antes de dejar un pequeño beso en el cabello de Lillian —. No voy a desaprovechar esta oportunidad.
Lillian llora contra su pecho, lo abraza con mucha fuerza, pues una parte de ella sigue temiendo que esto sea un sueño y él se desvanezca de su vida, enviándola de nuevo a su realidad sin la presencia de su gran amor. Pero él no parece querer irse y sonríe cuando se da cuenta que ella sigue llevando sus placas colgadas de aquella cadena alrededor de su cuerpo.
Pero el sonido de queja de uno de los hombres que Bucky ha golpeado los hace volver a la realidad, por lo que Lillian toma su mano y lo hace correr hacia su hogar.
Bucky se siente un poco incómodo cuando Lillian abre la puerta y una joven adolescente sale a su encuentro. Mary es la vecina de enfrente, la chica de 15 años suele trabajar para Lillian cuidando a James en su ausencia, pues sus padres lo permiten y ella sólo tiene que cruzar la calle para ir a su "empleo".
—James ya cenó y está en su cama dormido —dice la joven con una tímida sonrisa ante la presencia del varón.
—Gracias, Mary. Lamento la demora, tuve unos problemas —explica y la adolescente se sobresalta un poco cuando ve el uniforme de la castaña con algunas manchas de lodo —. No te preocupes, ya todo está bien —afirma ella.
Bucky capta el verdadero significado de aquellas palabras. "Todo está bien", y claro que lo está.
—Vamos, espero a que llegues a casa —dice la enfermera con una amigable sonrisa, luego de darle algunos billetes a la chica que le agradece y luego pasa de largo a Barnes, a quien sólo le dedica un saludo de educación, aunque evidenciando su nerviosismo ante su presencia.
Lillian camina hasta la acera, la adolescente vuelve a despedirse mientras cruza la calle y luego llega a su casa, donde abre la puerta y entra. Una vez que eso pasa, la castaña vuelve a su hogar, donde Bucky sigue parado en la entrada de la casa, sin atreverse a dar un paso.
—Pasa —susurra la chica con timidez y Bucky la sigue, esperando a que ella cierre la puerta —. Tienes mucho que contarme, James.
—Y lo haré, bueno, lo más esencial, no quiero complicarte mucho la situación porque, hubo cosas que ni yo mismo entendí —responde él encogiéndose de hombros —. Lillian, hice cosas de las que me arrepiento totalmente y sé que te parecerá una aberración, pero quiero que escuches la historia completa. Si tú decides que no soy digno de ti, lo entenderé y me marcharé.
—Bucky, estás aquí y sé que nada de lo que digas me hará dejar de amarte —declara la chica con una pequeña —. ¿Quieres acompañarme a verlo?
Es claro que Barnes no necesita que ella especifique a quién se refiere y de inmediato mueve la cabeza de forma afirmativa. Conforme caminan hacia la habitación del infante, el corazón del Sargento se acelera y siente demasiado nerviosismo. Lillian enciende una pequeña lámpara de noche y pueden observar un pequeño bulto en la cama cuidadosamente arropado.
El pequeño James descansa de forma pacífica, su suave respiración logra mover un poco sus sábanas y la fascina llena de tranquilidad logra transmitir ese sentimiento a sus padres. Bucky camina con lentitud hasta que se arrodilla frente a la cama, observando de cerca a su pequeño que sorprendentemente se parece a él, aunque ya lo conocía gracias a los poderes de Wanda, poder verlo de esta forma, es algo que no puede explicar con palabras.
—Se parece tanto a ti —susurra Lillian conmovida por la tierna reacción del mayor.
—Es perfecto, Lillian —dice él y tímidamente acaricia la mejilla del menor, que no se inmuta por la caricia y simplemente suspira —, lamento que hayas pasado por todo esto sola.
—Sé que no me dejaste sola por gusto —replica la chica —, ahora me gustaría que cenáramos y me cuentes todo eso que pasó.
James no responde, pero se inclina sobre el pequeño para besar su cabello antes de dejarle el paso a Lillian, quien cubre más al pequeño y besa su frente, para que luego ambos salgan de la habitación, dejando una parte de la puerta abierta.
Bucky se pone nervioso mientras observa a Lillian empezar a preparar la cena, ella se ha puesto ropa de casa y se mueve con agilidad por la cocina, así que decide ayudarla para calmar un poco el temblor en sus manos y distraer su mente, aunque no puede hacer mucho, pues de inmediato empieza a intentar ordenar sus ideas para darle una historia coherente y que no parezca un loco.
***
—...Metieron esas palabras en mí, Lillian, las tatuaron en mi mente y yo era otro al escucharlas. No te puedo decir a quiénes maté, porque eso podría alterar el futuro, pero fui un mercenario, me buscaron en mucho países y cuando Steve Rogers me encontró, fue como si presionara el botón de reinicio. Todas esas personas que te nombré, me ayudaron y contribuyeron en mi recuperación, así que viviré eternamente agradecidos con ellos, pero mi único objetivo fue volver a ti apenas supe lo que había sido de ti vida —murmura él con pesar.
Lillian ha pasado de la incredulidad a la sorpresa, luego ha ido hacia la negación y después al llanto, pues la forma en que Bucky contó que lo torturaban y lo que él experimentaba cada vez que limpiaban su cerebro, le hizo sentirse mal. Cuando él ha iniciado a relatar parte de su trabajo como el Soldado del Invierno, la chica mantuvo un gesto neutro, pero de igual forma demostró su nerviosismo al jugar con aquellas placas que colgaban de su cuello.
—Soy un monstruo, Lillian —concluye Barnes.
—Eres una víctima —replica ella.
—En algunos años empezaremos a saber de él y... tengo miedo, Lillian. Sé que ellos no sabrán de nuestra existencia, pero igual buscaré la forma de mantenerlos alejados de todo —insiste el ojiazul —. Voy a protegerlos siempre.
La castaña asiente y suspira, está nerviosa de lo que va a pedir, pero aún así lo hace.
—¿Pu-puedo verlo? —pregunta con timidez.
Bucky asiente con lentitud y se levanta del pequeño sillón, para luego retirarse su chaqueta seguido del par de guantes que cubren su extremidad izquierda. Ella ahoga un jadeo cuando lo ve y su sorpresa aumenta cuando se da cuenta de que la movilidad es idéntica al de su brazo humano.
—Esta fue la consecuencia de la caída del tren —explica él muy cohibido —, ellos implantaron un brazo de metal y este es... nuevo... es... hmm... del mismo metal que el escudo de Steve.
Lillian abre los ojos ante aquella afirmación, pues había escuchado a Howard Stark decir que aquel escudo era lo único que existía de ese metal, pero prefiere no hacer preguntas. Así que opta por caminar hacia el ojiazul y sentarse a su lado, para luego tocar su mano, provocando que él se tense de inmediato.
—¿Lo sientes? —pregunta la joven presionando sus dedos contra la palma de la mano de vibranio de Barnes, este asiente con timidez —. Es impresionante.
La joven no muestra temor y su curiosidad es totalmente entendible, así que cuando ella pasa las puntas de sus dedos por el brazo, Bucky no siente rechazo y sonríe de lado. Lillian llega casi hasta su hombro, por lo que él no siente temor y se retira la camiseta para mostrarle el resto de la prótesis.
Gracias al tratamiento en Wakanda, las terribles cicatrices en el pecho de Bucky ya no son visibles y la piel se nota sana, por lo que se puede apreciar una definida separación entre su piel humana y el brazo de vibranio. Lillian presiona con suavidad sobre aquella unión y cuando alza su mirada, se encuentra con el rostro del ojiazul demasiado cerca.
Él no se mueve y ella mucho menos. Ambos se encuentran a escasos centímetros de distancia y de nuevo se sienten perder en la mirada del otro. Por un momento, evocan aquel momento en el que se conocieron y ambos se quedaron sin palabras la primera vez que se vieron a los ojos.
Bucky se inclina un poco, sólo lo suficiente para evidenciar sus intenciones de besarla y cuando Lillian lo imita, sabe que ella desea lo mismo. El espacio entre ellos es casi nulo, pero el suave llanto de James los devuelve a la realidad.
La enfermera no lo duda y va de inmediato hacia la habitación del pequeño, seguida de Bucky, quien está más que preocupado y se pone la camiseta en el camino. Cuando llega, se encuentra con la joven arropando al pequeño entre sus brazos.
Usualmente, cuando Lillian no era quien llevaba a la cama a su pequeño hijo, el pequeño despertaba un par de horas después a reclamar su beso de las buenas noches y ya luego dormía de forma continua, así que no fue una sorpresa para ella.
Rápidamente, el pequeño infante localiza la presencia de Bucky en la puerta de su habitación y le mira con curiosidad, pues el destello de su brazo de metal llama su atención.
—Acércate, James —dice Lillian, aunque Barnes no sabe si se refiere a él o al pequeño.
—Iré por los guantes para... —responde el ojiazul con temor.
—No, él no te va a tener miedo, nunca lo tendrá —replica ella cargando al niño en sus piernas —. Ahora este eres tú, Bucky y te amaremos así —concluye la castaña.
El niño no mira con recelo al mayor, sino al contrario, hay algo de simpatía y le sonríe con timidez, además de que se sorprende un poco debido a lo alto que le parece.
—Mi amor, él es papá —dice Lillian con ternura hacia el pequeño, quien a su tierna edad de dos años, suele decir palabras concretas y muy vagas, por eso no ve venir lo que pasa.
—Pa-pá —susurra el menor con demasiado cuidado —, pa-pá, pa-pá —repite con más emoción.
Para este momento Lillian ya se encuentra llorando y qué decir de Bucky, quien siente que su alma por fin es libre y todo ese peso que aún quedaba sobre él, desaparece al escuchar a su hijo llamarlo "papá". James se baja de las piernas de su mamá y camina hacia el ex Soldado, a quien abraza de las piernas, pues no puede llegar a más.
Bucky, durante todo este tiempo, sólo sintió un verdadero aprecio por sus compañeros, pero lo que ahora experimenta, es totalmente indescriptible. El sentimiento de ser padre le cambia la visión de todo y el hecho de saber que este bebé es fruto de su amor con Lillian, es aún más maravilloso.
Torpemente el ojiazul se arrodilla frente al niño que le mira con curiosidad, aunque luego sus ojitos vuelven hacia su brazo de vibranio, el cual toca con sus pequeñas manitas. Bucky se tensa, pero sabe que ese brazo es nuevo y fue hecho por gente buena; sabe que no ha cometido ningún crimen con esa nueva prótesis y que el nuevo propósito que tendrá, será proteger a su familia.
La risa de James lo devuelve a la realidad, el niño encuentra divertido esos suaves y casi imperceptibles destellos dorados, le gusta. El ex Soldado no puede con la emoción y se atreve a acariciar con suavidad el cabello del menor con su mano izquierda, mientras que con la derecha acaricia su mejilla.
—Tiene tu sonrisa —murmura James hacia Lillian, quien sigue llorando en silencio.
—Mentiroso. Es idéntico a ti, Bucky —responde la castaña con una sonrisa.
—¡Pa-pá, pa-pá! —vuelve a exclamar el menor y Bucky lo toma en sus brazos, alzándolo del piso y provocando un grito de emoción en el niño.
Lillian no lo duda y corre hacia ellos para unirse al abrazo familiar.
Es una escena realmente bella.
Bucky sabe que merece esto y no dejará de repetírselo cada día de su nueva vida.
Pero el pequeño James bosteza y ellos no dudan en devolverlo a su cama, aunque ahora el niño opta por pegarse al cuerpo de su padre mientras su mamá le cuenta una historia corta de su libro de cuentos. El ojiazul está fascinado con la paz que su hijo le transmite y no pierde detalle de aquel momento, donde él va perdiendo su carita curiosa, hasta transformarla en un gesto relajado y tranquilo.
Una vez que el niño vuelve a quedar dormido, ambos abandonan la habitación y toman camino hacia la sala, para continuar conversando, pero antes de que ellos lleguen, Lillian se detiene y se gira hacia James, a quien mira totalmente embelesada.
Como buenos amantes, ellos pueden casi hablarse con la mirada y de inmediato, el ojiazul entiende lo que ella desea. Bucky da un par de pasos hacia ella y toma el rostro de la chica con ambas manos, pues no tiene miedo; ella alza la mirada y le sonríe, para que luego él termine con el espacio entre ellos.
Ese beso, luego de aquel par de años sin él, para Lillian fue como acariciar el cielo con sus dedos. No había forma en que no agradeciera todas esas cosas extrañas que Bucky describió que pasó para volver a su lado, pues ahora él está aquí, con ella y con su hijo; no le importa tener que mudarse a algún sitio alejado, siempre y cuando sea con ellos, con su pequeña familia.
Y James no cabe de la felicidad.
Él ahora está en casa, en su verdadero hogar, donde siempre debió estar.
Sabe que puede ayudar sutilmente en algunas cosas en la lucha contra HYDRA, pero también reconoce que no puede interferir en los hechos del Soldado del Invierno, sin embargo, vivirá esta nueva vida al lado de su familia.
La pareja llora de la emoción a mitad del beso. Sólo ellos saben el inmenso amor que comparten y los sentimientos que experimentan debido a esta inesperada reunión. Su amor se está sobreponiendo a todo, porque quizá ese era su destino, pasar por una tormenta para luego ver salir al arcoíris.
—Te amo, Bucky —dice la chica cuando sus rostro se separan.
—Te amo, Lillian —responde él —, y no habrá día en que no te recuerde lo afortunado que soy por estar a tu lado.
—Me he propuesto hacerte feliz, porque después de todo lo que me contaste, es lo menos que mereces —murmura la castaña.
—Ya lo soy, muñeca, el hecho de estar aquí me tiene inmensamente feliz —responde él acariciando el rostro de la chica —. De ahora en adelante todo será felicidad para nosotros.
—Te amo tanto —exclama ella volviéndolo a besar.
—Y yo a ti, encanto, siempre te he amado y aunque algún día mi corazón deje de latir, en una siguiente vida volveré a buscarte, porque mi amor por ti es infinito —recita él totalmente enamorado —. Te amo, mi preciosa enfermera.
—Y yo a ti, mi apuesto Sargento —responde la castaña.
Les confieso que empecé a escribir el capítulo a mitad de semana y no me gustó 💔😢 Así que hoy lo reescribí y lo acabo de terminar hace unos minutos, me gustó 😊
Claramente aquí los sucesos de Wandavision y FATWS no pasaron porque Wanda y Bucky sí recibieron terapia real 😬 Nocierto, pero era claro que no iba a seguir esa secuencia, está historia fue escrita mucho antes 🤷♀️
En fin, gracias por leer este capítulo extra 💕✨ Lamento no haber respondido los comentarios del capítulo anterior, lo olvidé😢 pero muchas gracias por sus palabras 💕✨ No pensé obtener respuestas de tanta gente 🥺❤️
De nuevo, gracias por leer💕✨
[AUTOSPAM 2021: Si gustan leer una historia de Steve ambientada en estas épocas, estoy iniciando una titulada: Destiny. Disponible en mi perfil]
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