Capitulo 6

▪️Fin de verano▫️

23/08/05

Aquel día no tenía un buen clima, grandes gotas de lluvias caían por su cabeza sin hacer ni siquiera un mísero esfuerzo por evitarlas, solamente estaba allí parado sintiendo el agua y el frío recorrerle cada centímetro de su cuerpo. Al parecer no el mundo estaba feliz por su salida, no pudo evitar pensar. El portero solo lo miraba mal y con asco como a un perro escuálido mojándose en la lluvia.

Hace dos años fue internado en aquel reformatorio para que pagara por su crimen, su pecado, aquel que no lo dejaba en paz ni siquiera en sus sueños. Ha pasado dos años en aquel infierno debido a eso, pero ha aprendido muchas cosas en ese lugar, o eso creía, incluso hizo amigos que le rompieron la cara apenas lo vieron por primera vez. Está algo emocionado sobre qué hará ahora, nadie vino por él porque así lo quiso, tal vez no estuvo bien pero ¿A quién le importa? Iban a entrometerse en sus planes.

Él tenía un deseo, matar a Mikey, ya que era por su culpa estuvo dos años en aquel lugar. O eso creía creer, su mente le jugaba en contra muchas veces que ya perdió el sentido de la realidad, pero solo sabía que debía matar a alguien, necesitaba que alguien más sintiera el dolor que él mismo sentía. Lo necesitaba urgentemente, por qué esto era tan asfixiante, sentía que no podía respirar correctamente cuando otra vez sentía aquella culpa carcomiendo cada hueso y carne suya. Por su culpa era que se encontraba en esta situación.

Dejó de mirar la lluvia caer para luego empezar a caminar de manera tranquila, no tenía un rumbo fijo, no sabía a dónde ir. No pertenecía a ningún lado, nunca tuvo algo que llamara hogar en su vida.

Así que, ¿Qué haría ahora?

- Te vas a resfriar - se detuvo inmediatamente al oír una voz cerca suyo, volteó a verla y se quedó hecho piedra al verlo aquí cubriéndolo de la lluvia con su paraguas. ¿Quién–No, más bien ¿Qué hace él aquí?

- ¿Por cuánto tiempo has estado en la lluvia? Tu ropa está toda empapada, tenemos volver a casa a cambiarte - ¿Qué estaba diciéndole? ¿Cómo se enteró de su salida del reformatorio? Tenía muchas dudas en estos momentos y se encontraba molesto, quería gritarle por venir a buscarlo, quería abrazarlo por venir por él, tenía muchas emociones es ese momento que lo único que soltó fue.

- ¿Casa...? - El joven de cabello teñido y ojos azules dejaron de regañarlo como un niño de cinco años, y le sostuvo la mirada para luego dedicarle una sonrisa real, no falsa o forzada, sino una genuina. Estaba confundido.

- Por supuesto, Nii-san. ¿A dónde crees sino? - le cuestionó divertido mientras le tomaba de la mano para que caminara empezará a caminar, estuvieron así un buen rato, en silencio, por varios minutos. Hasta que su hermano volvió a hablar - ¿Por qué me diste una fecha falsa? - le preguntó directo y sin rodeos, no supo qué responderle. Ya que intención era no volver a aquella casa, no quería ver a su madre o a su padre. Quería irse de aquel ambiente que solo le robaría la poca cordura que le quedaba.

- ¿Qué planeabas hacer dando información errónea? ¿Acaso no querías que viniera a recogerte? ¿Querías irte sin vernos? - a pesar de que no quería verle la cara, podía escuchar su voz destrozada, estaba llorando. - ¿Ya no somos importantes, Kazutora-nii? Dime ¿Qué planeabas ganar con esto? -

- ... Dímelo, y te dejare en paz -

Kazutora sintió la mano del menor temblando, sintió culpa, ya que estaba llorando por él. Ya que seguramente sabía que él se iba a ir a buscar "venganza" en sus antiguos compañeros, o seguramente moriría en un callejón horrendo como un perro abandonado luego de estar días sin comer. Ya que él tenía la intención de romper cualquier lazo con quién fue su familia alguna vez. Pero ahora no sabía qué hacer, no sabía qué hacer con todo este dolor que lo asfixiaba y le quemaba.

- Lo siento... - soltó finalmente - Lo siento, Takemichi. Pero... Ya no quería ser el villano... Yo no quería... Pero es que... ¿Cómo puedo volver a hacer el héroe? ¿¡Cómo?! - Estaba desesperado, necesitaba alguna respuesta, quería una respuesta, que alguien le diga cómo... Qué alguien le como volver a sentir, solo quiere sentir algo, no le importaba qué cosa. Seguramente hubiera aceptado la mano de cualquiera que se la extendiera con tan solo de sentirse útil y amado.

Ya que este vacío interno, da miedo, mucho miedo. Solo quiere que alguien esté con él, aunque sea una vez.

Los brazos de su hermano lo rodearon y le dieron un abrazo, era cálido. Era reconfortante, la primera mano que le extendieron, fue de parte de su hermano menor, y está era cálida, era honesta. Sin dobles intenciones para él, solo dándole un simple abrazo que para él lo era todo.

- Hay que volver a casa, Zoé nos está esperando con una gran sorpresa - hablo emocionado mientras se limpiaba las lágrimas y jalaba a Kazutora, como si se asegurará de que no se le fuera a escapar.

El camino a casa fue tranquilo, aunque era Takemichi el único que hablaba ya que quería poner al tanto a su hermano de lo que ocurrió durante dos años en su ausencia, era un ambiente tan familiar y extraño para Kazutora. El no a hablado desde entonces, solo se mantenía escuchando cada anécdota del de ojos azules, de cómo él y sus amigos se hicieron pasar por no sabe qué cosa para fastidiar a la vecina castrosa de uno de ellos para que dejará de lanzar agua con aceite como si fuera agua bendita, hasta le contó algunas anécdotas de la pandilla del que era amigo.

Aún se encontraba un poco preocupado de aquello, ya que sabía perfectamente que su hermano no sabía pelear y podía ser que aquella pandilla lo utilizará como saco de boxeo o sirviente y el ni cuenta. A pesar de eso, no pudo evitar recordar a su antiguo grupo, y en cómo los seis fueron los fundadores de aquella pandilla del que todos hablan recientemente, La Tokyo Manji gang. Si tan solo no hubiera sido por ese día, seguramente aún seguirían riendo por cosas estúpidas o por las ocurrencias de su líder, manejando despreocupadamente sobre sus motocicletas.

Pero, él ya no pertenecía ahí, no, no, no. El cometió algo horrible, o tal vez, porque sino fuera por él nada de eso hubiera pasado. Si no fuera por sus estúpidos planes seguiría con ellos, ya que fue su idea de robar una motocicleta sin siquiera haber buscado información del local, ya que él convenció a su mejor amigo, de ese entonces, de hacerlo. Todo fue por él ¿O No?

- Kazutora-nii - el mencionado salió de su tren de pensamientos, solo para mirar al de cabellos teñidos. Este simplemente le sonrió y señaló una casa - Llegamos -

Kazutora miró a su hermano y luego a la casa, esa no era su casa en la que habían vivido casi toda su niñez. Iba replicar de en donde se encontraban y del por qué estaban aquí, pero Takemichi se adelantó y lo jalo del brazo para acercarse a la casa y sacar un juego de llaves.

- Mamá y papá se separaron un día antes de tu juicio, papá desapareció al día siguiente. Mamá compró la casa y se fue, dejándonos a mí y a las niñas, no sabemos nada de ella desde entonces, solo manda dinero para no tener problemas con los vecinos - Le explicó mientras buscaba las llaves para abrir la puerta - Desde entonces solo hemos estado nosotros tres, pero ahora somos cuatro - sonrió abriendo la puerta gritando - ¡Ya llegamos! - entró a la casa luego de dejarlo pasar primero.

Paso demasiado rápido, pero escucho pisadas apresuradas y a una velocidad que no se percató ya se encontraba siendo abrazado por una niña más o menos grande, le llegaba hasta el pecho, tenía el cabello negro algo largo. Se aferraba a él como si fuera a desaparecer en cualquier momento, estaba hipeando un poco.

- Kazutora-niisama. Volvió, volvió, volvió. - repetía emocionada restregando su cara contra su pecho - Bienvenido a casa, Nii-san -

La niña se separó de él, aquellos ojos amarillos se encontraban un poco rojos por las ganas de llorar de la pequeña. Kazutora no sabía cómo reaccionar ante toda esta muestra de afecto, ya que para serles sincero nunca pensó que sería recibido de esa manera, siempre creyó que iba a ser corrido de la casa luego ser golpeado hasta cansancio, tal vez hasta al borde de la muerte. Ser objeto de palabras hirientes de parte de su madre y hermanos. Por eso quería hacerles el favor de irse, de largarse de sus vidas por su propia cuenta, ya que no quería ser visto con desprecio por ellos. Pero esto lo tomó por sorpresa ¿Un pastel?

Así es Hanagaki Takemichi tenía un pastel entre sus manos, uno pequeño, pero bien decorado. Había aprovechado que su hermanita haya acorralado al mayor para ir a traerlo, no era muy bueno en la cocina pero había tratado de preparar un pastel decente, incluso le pidió algunas clases a chifuyu pero como ninguno sabía qué hacer, casi terminan quemando la cocina, le pidieron ayuda a Mitsuya.

Ver los ojos sorprendidos y brillosos de su hermano le dieron a entender que estaba haciendo bien, que está pequeña sorpresa valió la pena.

- ¿Un pastel...? ¿Por qué...? Ni quiera es mi cumpleaños... - trato a entender el por qué le regalaban un pastel, en darle una cálida bienvenida, ¿Por qué hacían todo esto?

- ¿Por qué? Eso es obvio - se rió la menor como si fuera la cosa más obvio del mundo - Eso es por qué Nii-san ha vuelto a casa, y eso hay que celebrarlo, por qué Nii-san volvió. Michi-nii y yo te estuvimos esperando para que los tres volviéramos a estar juntos -

- Siempre serás bienvenido, Kazutora-nii, tenlo por seguro - completo Takemichi de manera tranquila, sin que sus piernas pudieran aguantar más cayó de rodillas sin poder seguir evitando que las lágrimas cayeran, jamás espero esto, nunca creyó tener un hogar.

Ya que ellos crecieron desconociendo el amor dulce, y sus días solían estar llenos del amargo sabor con el que vivían día a día. Pero a pesar de eso, ellos se esforzaron en darle algo dulzura, algo que apreciar. A Kazutora se le permitió llorar siendo consolado por los pequeños brazos de su hermana de 10 años y de su hermano un año menor que él.

Takemichi trato de limpiarse las lágrimas, pero era inutil. - Ven Ameri, es kazutora-Nii-san. ¿Recuerdas que te hable de él? - El mayor de los hanagaki alzó la mirada solo para ver a una pequeña de cuatro años escondida. ¿Ameri? Si que creció demasiado la última vez que la vio iba a cumplir dos años en un mes.

- ¿Es Nii-nii? - cuestiono tímidamente la menor de cabellos oscuros. Take asintió.

¿Nii-nii? se cuestionó el mayor por el curioso apodo, inclinó un poco la cabeza.

La pequeña ameri, se acerco a pasos pequeños siendo animada silenciosamente por su hermana Zoe. Takemichi se apartó junto la ojos amarillos para darle espacio, una vez frente a frente a Nii-nii, ambos se vieron y se analizaron. Inclinaron la cabeza de un lado a otro, para luego verse fijamente.

- Hermano, se están comunicando - comentó maravillada Zoe, una gota nerviosa apareció en takemichi para luego sacudir la cabeza y seguir viendo la interacción.

Sorprendentemente Zoe pareció haber entrado en confianza y se lanzó sobre los brazos de Kazutora - ¡Bienvenido a casa, Nii-san! - Con eso Takemichi fue a la mesa a cortar el pastel, Zoe se unió al nuevo abrazo y envolvieron en una cálida atmósfera a kazutora, quien no pudo evitar soltar lágrimas nuevamente, todos se sentaron en la mesa para probar el pastel del único rubio de la familia.

- ¡Uh, delicioso! - exclamaron los tres azabaches con estrellitas en los ojos.

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