EPÍLOGO


        El regreso a Numancia fue agridulce . Se había conseguido de nuevo humillar a las legiones romanas y a un Cónsul , pero a costa de perder cientos de guerreros belos y numantinos y al carismático líder Caro , frente a seis mil romanos y tres mil auxiliares .
        En la noche , mientras las familias atienden a los heridos en sus chozas , en la plaza de la ciudad  , a la luz de las antorchas , se rinde el último homenaje a tan gran bravo guerrero . El joven Indibil no puede contener las lágrimas al igual que muchos guerreros , al saber de la muerte  de Caro .
        El cuerpo sin vida de Caro se ha dejado junto con otros guerreros caídos en la batalla , cerca de un campo , para que sean devorados por los buitres y así sus almas alcancen el cielo .
        Entre los asistentes a la ceremonia del último adiós , están la esposa de Caro y su hijo pequeño .


         El guerrero numantino Leucon se acerca a la familia de su amigo .

         - Siento vuestra pérdida . Un gran hombre a partido . Solo puedo ofreceros mi hospitalidad . Si decidís quedaros , siempre habrá un lugar para vosotros en Numancia .

         
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        Al día siguiente , el joven Indibil afila la hoja de su espada de antenas . Al igual que los demás guerreros , ya sabe que los romanos no se van a dar por vencidos a pesar de su derrota .
Sabe que el cónsul Nobilior volverá a plantar batalla , pues a los políticos romanos no les importa la vida de sus hombres , sino el poder y el dinero .
        Ambición y avaricia , una peligrosa combinación en manos de gente sin escrúpulos .
         < No importa . Si ellos son cabezotas , nosotros más . Nos mueve algo más que el deseo de gloria . Nos mueve nuestro deseo de ser libres > piensa Indibil , mientras observa su trabajo con la piedra de afilar .
        Su espada de antenas brilla con la luz del sol .

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         Un mes después ,  en el campamento militar romano situado a cuatro kilómetros y medio de la ciudad de Numancia , el cónsul  Nobilior recibe en su tienda  a un tribuno que ha regresado de la ciudad  de Tarraco .

        - ¿ Traes buenas noticias , tribuno Metelo ? - pregunta Nobilior sentado en su taburete y frente a un mapa de la región .

          - Si mi general . Han llegado los trescientos jinetes numidas y los diez elefantes africanos que pidió . Ya están en marcha .
 
         - ¡ Por fin ! - Nobilior golpea con su puño en la mesa - Estos bárbaros no han visto a un elefante en su vida . Su efecto sicológico será vital para conseguir mi victoria .

              FIN

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