Capítulo 26

Zarpa Nublada se había quedado congelada del horror en imaginar todas las cosas que le podrían pasar a Zarpa Silenciosa si esos gatos indeseables le encontraban. ¿Le secuestrarían?¿Le matarían? La aprendiza pensó que era mejor no imaginarlo.
Miró hacia el lugar por el un habían entrado, que desde allí se veía como un círculo de cíelo oscurecido con nubes cargadas de lluvia. Hablando de la lluvia, esta también caía con energía a través del agujero. Zarpa Nublada sintió como su corazón se encogía con la incertidumbre. Debía ir a por el. Sabía que nadie estaría de acuerdo con su idea, después de todo, el aprendiz de pelo largo la había herido, y por esa misma herida le resultaba muy difícil caminar. Pero algo más profundo que su miedo, su cobardía y su indecisión la empujaban a buscarle, encontrarle, y salvarle la vida si era necesario. Volteó la cabeza para mirar atrás, y observó como sus compañeros de viaje se asentaban en el frío suelo de piedra de la cloaca, preparándose para descansar. Zarpa Lunar la llamó.
-¿No quieres descansar Zarpa Nublada?
Por un momento la aprendiza se quedó allí observando a su hermana, hasta que sacudió la cabeza. Se había pasado los dos últimos días sin mover un músculo para no reabrir la herida, muy cansada no estaba. Así se lo dijo a la gata plateada, quien simplemente asintió y descansó su cabeza sobre sus patas. Pero aunque su hermana ya no la vigilaba, aún había que contar con todos los demás gatos. El silencio se podía cortar con una garra, y se escucharía bastante si ella empezaba a saltar y a arañar las paredes para acceder a la salida. Pero entonces, como un regalo del Clan Estelar, una distracción hizo que el grupo de gatos se desvelase inmediatamente y girasen sus cabezas.
-¿¡Quien anda ahí!?
Preguntó una voz agresivamente desde las sombras. Hoja Dorada se puso en pie de inmediato, y Sombra Ardiente no tardó ha hacer lo mismo. Zarpa Rosal, quien había estado acurrucada a su lado, erizó su corto pelaje. La pregunta se repitió.
-¡¿Quien anda ahí!?
A la segunda vez, se podía notar cierto temor en la voz de la hablante. Entonces, una gata anaranjada con manchas negras y blancas apareció entre las sombras. Garra de Zorro.
-¡Pero si sois vosotros!
Exclamó la guerrera del Clan del Rio, perdiendo toda su hostilidad. En cuando los demás aprendices se levantaron del suelo para congregarse alrededor de la pequeña gata, Zarpa Nublada vio su oportunidad. Con toda la rapidez que pudo, saltó hacia la salida, consiguiendo colgar del borde. Flexionándo sus hombros todo lo que pudo, se arrastró fuera del cobijo de la cloaca, y reapareció en la fría lluvia nocturna. Se tomó la molestia de comprobar que, en efecto, la herida estaba empezando a reabrirse, pero en imaginar todas las cosas que podían pasarle a su amigo, se olvidó del dolor y empezó a trotar a tres patas a través del velo de la lluvia. En esas condiciones, la vista de poco le servia, así que se guió principalmente del olfato y de su memoria: Que si por este árbol habían pasado antes, que si por aquí se había tropezado Zarpa Rosal, que si por tail sitio habían visto un dos patas con un perro, que por aquí y que por acá...
Poco a poco, su rastro fue desapareciendo, indicando que cada vez se alejaba más de su refugio, y con suerte, más al callejón de los gatos salvajes. Caminó durante un buen rato, empezando a temblar por la lluvia, casi segura de que se había equivocad0 de sitio y que debía volver, cuando un largo y quejicoso maullido partió en dos el constante sonido del repiqueteo de la lluvia contra el asfalto. El pelaje de la aprendiza se erizó por completo, y sus pupilas se volvieron tan finas que casi desaparecieron en sus ojos verdes. Aún así, se tragó el miedo, y con cuidado avanzó hasta la esquina en la que ahora sabía se encontraba el temido callejón.
Con muchas precauciones, se asomó ligeramente a mirar, aunque no habría sido necesario tomarse tantas molestias, ya que con la lluvia torrencial y lo concentrados que estaban todos aquellos gatos, nadie se habría percatado de la presencia de la joven atigrada. Todos estaban demasiado ocupados observando el espectáculo, sus cuerpos delgados y cubiertos de cicatrices inclinándose hacia delante ligeramente, mientras se relamían los arrugados hocicos. A Zarpa Nublada, que los gatos le recordaron a las historias que le explicaba su madre sobre el Clan de la Sangre, en aquellos tiempos en cuando ella aún estaba en la maternidad, acurrucada contra su vientre. Solo que estos gatos no mataban por placer. Mataban por necesidad; comprendió esta en ver como los demacrados felinos se abalanzaban hacia el cuerpo del gato muerto.
No fue capaz de mirar cuando empezaron a desgarrar su carne, y sintió arcadas en oír el sonido de succión que hacían sus entrañas al ser arrancados a la fuerza de su interior. Le temblaba todo el cuerpo; de las orejas hasta la punta de la cola. De pronto ya no se sentía valiente, y su deseo para salvar a Zarpa Silenciosa no hubiera sido suficiente para hacerla abandonar su escondite.
Aunque hablando de Zarpa Silenciosa. El no parecía estar allí. Se arriesgó a vomitar al volver a asomar la cabeza al callejón, escaneando el area, y saltándose la parte donde sabía que yacía el cuerpo del gato muerto. No. El no parecía estar allí. Pero todas sus esperanzas se derrumbaron en ver la fila de gatos callejeros más cercana a la pared, la que antes no había tenido en cuenta. Estos llevaban las "presas", y su líder, el gato que hace nada había destrozado el cuerpo de un felino para que los demás pudieran devorarlo, era definitivamente el encargado de matar. A primera vista, no se veía nada de anormal en aquella cola de gatos que esperaban su turno, pero si achinabas los ojos ante aquella lluvia, podías distinguir que la mayoría de ellos tenían a otros gatos inmovilizados entre sus zarpas, o colgando entre sus fauces si estos estaban inconscientes. Entonces, al dar la fila un paso adelante para entregar el siguiente gato, Zarpa Nublada lo vio. Zarpa Silenciosa estaba atrapado entre tres gatos callejeros. Su ojos solo demostraban impotencia ante lo que iba a a ocurrir. La aprendiza no prestó atención a los macabros sonidos de los gatos devorando a su siguiente víctima, y tan solo se fijó en el aprendiza gris. Pronto se dio cuenta, de que si no hacia nada rápido, se lo comerían también a el, ya que delante suyo, en la cola, tan solo había para comer un cachorro y un gato viejo, que ni siquiera parecía estar vivo en esos instantes.
Zarpa Nublada tragó saliva y se llenó de coraje ante lo que estaba apunto de hacer. Con el corazón yéndole a mil, se pegó a la pared y empezó a caminar lentamente, siendo como una sombra más en esas enormes y rasposas paredes. Mantenía los ojos en su amigo, y las orejas en los gatos de al lado. Poco a poco iba haciendo camino. Estaban todos tan absortos en el sanguinario espectáculo, que no le prestaban ninguna atención a ella. Zarpa Silenciosa era el único que había vuelto la  cabeza ante todos aquello, y por eso fue el primero en ver a la aprendiza que avanzaba hacia ellos. Su mirada se llenó de sorpresa, pero después empezó a hacerle gestos para que retrocediera, y que se largase de allí. Ella le ignoró. Entonces, uno de los gatos de la cola giró la cabeza, y sus ojos se fijaron en la aprendiza. Zarpa Nublada tragó saliva. La habían visto...
-¿Oye, que haces aquí puesta?-No había agresividad en sus palabras, tan solo curiosidad.-¿No tienes ninguna presa que llevar?
Entre las sombras, pensaban que era otra más. Por suerte, reaccionó rápido.
-Ah...no. Ayer encontré un gato muy grande...y además no estoy en condiciones de cazar a nadie.
Dijo enseñándole la herida para que viera a los que se refería. El otro felino arrugó la nariz.
-Que asco.
Murmuró en ver la herida infectada. Zarpa Nublada no comentó que si el comía a gatos casi vivos, no le debería hacer asco un arañazo. Entonces, una idea mejor se le ocurrió para rescatar a Zarpa Silenciosa. ¿Se creían que era uno de ellos verdad? Pues tal vez podía sacar partido a eso.
Se acercó con paso firme a los tres gatos que inmovilizaban a su amigo. Este tenía los ojos abiertos de par en par, probablemente preguntándose si el espectáculo le había afectado al cerebro. Pero no. La aprendiza tenía un plan. Se puso al lado del grupo de gatos y trató de parecer tan encorvada y agotada como ellos. Les habló con autoridad.
-No podéis comer a ese gato.
Los tres se miraron entre ellos, con las cejas levantadas.
-¿Por que no?
Zarpa Nublada pensó rápido. Por desgracia no suficientemente bien.
-Porque esta podrido.-En ver las caras sorprendidas de los gatos, se enteró de la tontería que había dicho. Se corrigió rápidamente.- Quiero decir que esta podrido por dentro. Tiene una enfermedad muy grave, y el solo contacto con su sangre os podría matar a todos.
Zarpa Silenciosa le siguió la corriente, tosiendo y gimoteando como si de verdad estuviese infectado. Los tres felinos parecían más convencidos, y uno de ellos se alejó con asco. La voz del líder interrumpió los pensamientos de triunfo de la aprendiza.
-¿¡Por que esperáis tanto vosotros cuatro!? ¡Traedme al prisionero!
Gritó enfadado mirando en la dirección de Zarpa Silenciosa. Pero para la suerte de ambos aprendices, el trio de felinos había caído en la trampa.
-Es que esta enfermo señor. Nos podría contagiar a todos. Al menos así lo dice ella.
Cagarrutas de ratón. Fue lo único que pudo pensar la atigrada cuando todos volvieron sus miradas hacia ella.
-Es verdad. He visto el grupo de gatos con los que viajaba, y todos están para el arrastre. Todos enfermos. Escupen sangre continuamente, y están en los huesos. Este parece bien porque aún no esta muy avanzado, pero creedme, si os lo coméis, os arrepentiréis.
El líder pareció rumiar sus palabras. Por suerte, la resta de los gatos decidió por el. Voces empezaron a alzarse de entre la multitud.
-¡Que horror!
-¡Yo a ese no me lo como!
-¡Creo que le veo un gusano!
El líder seguía pensativo. Zarpa Nublada se adelantó, antes de que el pudiera decir nada.
-Déjame que me lo lleve y le abandone en algún jardín lleno de perros. Así los que se pondrán enfermos serán ellos.
A varios gatos les pareció encantar la idea, y chillaron animados. El líder consintió que se marchara con una ondulación suave de su cola, con la mirada fija en ella.
La aprendiza se dirigió a Zarpa Silenciosa, y le agarró por el cogote, fingiendo brutalidad. El gato de pelo largo se dejó hacer, soltando falsos gimoteos de vez en cuando. La atigrada puso todo su esfuerzo en no salir corriendo y en no levantar sospechas. Se alejó con paso firme, (todo lo firme que podía con lo coja que iba) hasta que finalmente doblo en la esquina, cuando ya estaba segura de que no les veían.
Zarpa Silenciosa se levantó del suelo, con los ojos brillando de agradecimiento, pero antes de que pudiese decir nada, el maullido desgarrador del líder se abalanzó sobre ellos.
-¡Esa gata no es de los nuestros!¡Nos ha engañado!¡Ya decía yo que no me sonaba de nada!
Silencio.
Entonces maullidos enfurecidos y el sonido de garras chocando contara el asalto se añadió al de la lluvia.
-Corre.
Exhaló el aprendiz gris, y los dos empezaron a huir de la masa de gatos enfurecidos. Zarpa Silenciosa era muy rápido, pero Zarpa Nublada apenas podia correr, y tampoco podrían avanzarles por mucho tiempo. Así que decidieron darles esquinazo. Zarpa Silenciosa hundió los colmillos en el pellejo de su amiga y empezó a correr hacia el sendero atronador. El sonido de un monstruo resonó en la distancia. Pero Zarpa Silenciosa no cruzó, y obligó a la atigrada a quedarse donde el también. El monstruo se acercaba, por el ruido que hacia era de los grandes. Por el otro lado, los gatos callejeros doblaron la esquina, y en verlos parados al lado del sendero atronador, empezaron a chillar y correr hacia ellos. Zarpa Nublada sintió como se le helaba la sangre, pero antes de que llegasen hasta ellos, el aprendiz de pelo largo tiró de ella, y la arrastró a través del sendero atronador.
Todo iba a cámara lenta.
Ellos corrían desapareados por el duro asfalto negro, y los gatos callejeros se lanzaban a por ellos.
El monstruo rugió. Cerca. Demasiado cerca.
Cuando los dos aprendices cayeron a trompicones al otro lado del sendero, pudieron escuchar los aullidos de dolor de los otros gatos cuando el enorme monstruo les atacó. Zarpa Silenciosa no se quedó a mirar. Empujó a Zarpa Nublada para que se pusiera de pies, y los dos corrieron a refugiarse en una caja tirada al lado de una de las casa más cercanas.
Los felinos callejeros parecían tan preocupados por las bajas que acaban de sufrir, que no se preocuparon ya de los dos fugitivos.
Solo en ver como se volvían por donde habían venido se relajó Zarpa Nublada. Se volvió a Zarpa Silenciosa, y los dos a la vez preguntaron lo mismo.
-¿Estas bien?
Ambos que quedaron un poco sorprendidos, pero la atigrada empezó a inspeccionarle, para comprobar si tenía alguna herida escondida entre su largo pelaje.
-Zarpa Nublada...estas sangrando...mucho.
Zarpa Silenciosa no le dio la oportunidad de ni mirarse la herida. El inclinó la cabeza, y con cuidado empezó a lamer cuidadosamente la sangre que caía por su manto gris. Se quedaron en silencio un rato, Zarpa Nublada con la mirada perdida, mientras Zarpa Silenciosa aliviaba su dolor a lengüetazos. Finalmente, el habló.
-Ha sido muy valiente lo que has hecho. No se si yo me hubiera atrevido.
Zarpa Nublada le trató de quitar importancia.
-Eres mi amigo, y te valoro mucho. No habría sido capaz de vivir conmigo misma si te hubiesen comido esos salvajes.
-Pero...yo te he hecho daño. ¿Quiere decir eso que me perdonas?
Zarpa Nublada volvió la cabeza para sonreírle.
-Estas perdonado desde que me pusiste la garra enzima.
Le dijo. Zarpa Silenciosa le sonrió de vuelta, y después bostezó.
-Creo que deberíamos dormir un rato.
La aprendiza aprobó su idea, y descansó la cabeza en el suelo. Esperó que Zarpa Silenciosa se estiras también, pero sin embrago, el se acurrucó cerca suyo, descansando su barbilla en su cabeza. Un calor agradable recorrió a Zarpa Nublada en sentirle tan cerca, y cayó rendida con un sonrisa en la cara.

(Líder de los gatos callejeros en multimedia)

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My friends! Hace un año que publique la Epidemia! No es eso alucinante! ¡Tendré que celebrarlo de alguna manera, aunque por ahora no se como! Mientras tanto, ¡aquí tenéis un poco de love entre Zarpa Silenciosa y Zarpa Nublada! Ah, y un Estrella de Fuego retrasado!

No lo he dibujado yo, pero tenía que publicarloXD

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