Capítulo 17
Primero Cola de Fuego y ahora Manto Manchado. Las vidas de ambas gatas se habían escurrido entre las zarpas de Zarpa Nublada, como si de agua se trataran, dejándola empapada de momentos agridulces que había vivido junto a ellas. Cola de Fuego había sido una de las primeras que la había aceptado en el Clan del Trueno, y había llevado a su aprendiza cada día a la sesión de entrenamiento con una sonrisa en la cara. Le había enseñado todo lo que sabía, sin perder la paciencia con la torpeza que Zarpa Nublada exhibía en cada uno de sus intentos de ataques. Tan solo en imaginar el cuerpo de su mentora pereciendo entre las llamas, hacía que a la aprendiza le entrasen ganas de llorar. De echarse a gritar allí mismo. Pero se veía incapaz de montar tal espectáculo delante de todo el Clan del Trueno y de los escoltas del Clan del Viento. Como todo el territorio del Clan del Trueno estaba calcinado, Estrella de cardo había interceptado a una patrulla circundante del territorio más cercano, que en ese momento había resultado ser dicho clan, y estos habían regresado al campo a hablar con el líder, Estrella Veloz, que amablemente había accedido a tenerlos en su territorio hasta que no fuese demasiado peligroso regresar al bosque, y hasta que los gatos del Clan del trueno estuviesen en condiciones de hacer el viaje de vuelta, claro. Tan solo unos pasos más adelante, Nariz de Miel cargaba a Pequeño Atigrado en su lomo. El joven gato parecía más muerto que vivo, sus ojos amarillos mirando inexpresivos al suelo, y un fino hilo de sangre goteando lentamente de su boca. Zarpa Nublada no pudo evitar pensar en que no le quedaba mucha vida al gato rojizo. Inmediatamente se recriminó a sí misma por pensar eso, aunque sus propias palabras de castigo casi no entraron en su mente, que estaba eclipsada por imágenes de las gatas muertas. ¡Y ya vuelvo a pensar en eso! Se dijo a si misma.
-Que tal...?
Zarpa Nublada reconoció la voz de su hermana, Zarpa Lunar.
-Es un poco irónico que preguntes eso, no crees?
-Lo se...-Lágrimas caían por su rostro.-Pero no sabía que decir.
La aprendiza gris, en ver a Zarpa Lunar tan deprimida, se acercó a ella y restregó su pelaje contra el suyo. Aquel gesto tan afectuoso pareció incomodar a ambas aprendizas, así que se separaron rápido.
-Ahora estamos solas...
Murmuró Zarpa Lunar. Zarpa Nublada se extrañó.
-¿I Pelaje Gris?
Un gruñido se escapó entre los labios de su hermana, mientras señalaba con la cola hacia delante. En mirar, la aprendiza gris vio cómo su padre caminaba muy cerca de la lugarteniente, Reflejo Soleado, con una sonrisa tonta en la cara. Trataba de enroscar su cola entorno a la de la gata marrón dorada, pero esta no le dejaba, y le disparaba miradas de enfado.
-Cerebro de ratón...
Gruñó Zarpa Nublada, erizando el pelaje de la nuca.
-Nunca he estado más de acuerdo contigo hermana.-Dijo Zarpa Lunar, mirando a su padre con asco imprimido en sus ojos azul claro.-Me avergüenza saber que es mi padre.
A la gata gris atigrada le pareció extraño oír esas palabras de la boca de su hermana, quien era precisamente la que más tiempo había pasado con Pelaje Gris. Zarpa Nublada, sin embargo, siempre se había quedado de pequeña al lado de su madre, ya que no abría sus ojos. Recordaba cómo Manto Manchado le explicaba detalladamente la apariencia de cada gato, sus nombres y lo que hacían, y también cosas sobre la naturaleza. Qué aspecto tenía un árbol, un arbusto, un pájaro, un ratón...Zarpa Nublada fue incapaz de seguir recordando, ya que sintió de nuevo como las lágrimas volvían borrosa su visión.
-No pasa nada por llorar.
Dijo Zarpa Lunar, mirando a su hermana compasivamente. Pero la gata gris negó con la cabeza.
-No voy a llorar.
La aprendiza plateada asintió, y en ese momento, uno de los guerreros que les estaban escoltando a través del territorio del Clan del Viento se detuvo.
-Hemos llegado.
Anunció. Dicho esto, se escurrió hacia el interior del campo, dejando que los cansados y debilitados gatos del Clan del Trueno les siguieran.
Zarpa Nublada estaba tan vapuleada que le costó ir respondiendo a las preguntas que se le hacían, e iba respondiendo si a todo. De lo único que se enteró fue de que Estrella Veloz hablaba con Estrella de Cardo, de que Tocón, el gato curandero ayudaba a Helecho Moteado a atender a los gatos más heridos, y de que la guiaban al exterior del campamento, donde se había creado el pequeño campamento provisional para los gatos del Clan del Trueno. Una guerrera de apariencia simpática, con un pelaje dorado salpicado de blanco le ofreció un conejo, pero Zarpa Nublada lo rechazó educadamente. Lo único que le apetecía en aquellos instantes era dormir.
Entonces, mientras ayudaba a Zarpa Lunar a hacer su lecho, ya que las heridas causadas por el zorro aún le impedían moverse con total libertad, una tos se escapó de entre los dientes de su hermana.
Todo el pelaje de Zarpa Nublada se erizó, y su cola se quedó rígida. Zarpa Lunar inmediatamente carraspeó, siguiendo con la construcción de su nido, pero Zarpa Nublada no le quitaba la mirada de encima. ¿Era posible que Zarpa Lunar estuviese enferma? Con el corazón en un puño, la aprendiza gris miró hacia Pequeño Atigrado, quien estaba tumbado en el suelo, con su familia reunida a su alrededor. Helecho Moteado había aceptado la derrota contra la enfermedad, y había dictaminado que el joven atigrado moriría pronto. Por ahora, su familia podía despedirse de el. Por un instante, Zarpa Nublada se imaginó a Zarpa Lunar igual, en las puertas de la muerte, y tragó saliva. No estoy dispuesta a perder la hermana que acabo de ganar. Se dijo a si misma, mientras renaudaba la construcción del lecho. Zarpa Lunar volvió a toser alguna otra vez, y finalmente marchó hacia donde estaba la gata curandera, diciendo que sólo era un poco de tos, pero que quería asegurarse. Y le lanzó una sonrisa intranquila a su hermana, que la miraba con aprensión.
No tardó mucho en oscurecer, pero Zarpa Lunar aún no había vuelto. Zarpa Nublada sentía su intranquilidad crecer, pero por otro lado tenía mucho sueño. Y además, deseaba consultar algunas cosas con Estrella Lunar.
Cuando por fin fue capaz de tumbarse en el lecho que se había construido, la luna ya estaba alta en el firmamento. Zarpa Nublada se acurrucó tan bien como pudo, sintiendo una horrible opresión en el pecho, las lágrimas llenando sus ojos de nuevo, ahora que no tenía nada en que pensar. ¿Quien sería su mentora ahora? Estaba segura de que no sería mejor que Cola de Fuego. ¿Y que pasaría si Zarpa Lunar también se unía al Clan Estelar? ¡Se quedaría sola! No seas pesimista. Se recordó la gata, mientras apretaba los ojos con fuerza, tratando de dormir. Y entre la tristeza, la desolación y el cansancio, marchó al mundo de los sueños.
***
Ante ella se encontraba la hermosa pradera en la que siempre veía a Estrella Lunar. La antigua líder, como siempre, estaba sentada en medio del prado, con una sonrisa en la cara.
-Lo prometido es deuda. Hoy empezaremos con tu formación para que puedas usar tu don como conviene.
-Antes quiero preguntarte algo.
Interrumpió Zarpa Nublada. Estrella Lunar pareció sorprendida, pero no ofendida, así que la aprendiza prosiguió.
-¿Tu eres del Clan Estelar, verdad?-Estrella Lunar asintió.-Bien, entonces, ¿imagino que sabrás como curar esta enfermedad, verdad?
La esperanza que teñia las palabras de la joven gata enterneció el corazón de la gata resplandeciente, pero negó con la cabeza.
-No estoy aquí para hacerte el trabajo, Zarpa Nublada. Esta epidemia no forma parte de la profecía, por lo tanto no debes entrometerte. Es normal que los clanes sufran enfermedades, así que no hay porque preocuparse.
Dijo la líder dulcemente. Sin embargo, Zarpa Nublada insistió.
-¡Seguro que hay algo que puedas hacer!
Estrella Lunar negó apenada.
-Por desgracia, no.
La aprendiza miró sus zarpas, sintiendo como la poca esperanza que había albergado en su corazón se desvanecia. No había nada que hacer.
Estrella Lunar se mantuvo en silencio unos instantes, hasta que consideró que ya era suficiente y se irguió de nuevo, decidiendo empezar la clase.
Zarpa Nublada perdió la cuenta de el tiempo que había pasado escuchando a la líder, pero de lo único que se enteraba era de que cada vez le dolía más la cabeza. Era incapaz de dejar de pensar en Pequeño Atigrado, Lirio Nevado y Zarpa Lunar. En el único momento en el que la gata plateada llamó su atención fue al final de la sesión, cuando ya se despedían.
-Sobre todo, recuerda que en teoría, yo soy la única que puede visitarte en tus sueños. Si ves a alguien más, no dudes en decírmelo.
Zarpa Nublada inmediatamente pensó en Estrella de la Muerte, pero su respuesta fue diferente a sus pensamientos.
-No, no visito a nadie. Solo te veo a ti en mis sueños, Estrella Lunar.
La gata ronroneó satisfecha.
-Bueno, ¡hasta la próxima sesión entonces!
Y todo se volvió borroso.
***
En vez de ver la clariana del Clan del Viento, ante ella aparecía el tenebroso bosque de Estrella de la Muerte. Esta vez, Zarpa Nublada sintió un nuevo miedo instalarse en su corazón. Estrella Lunar había dicho que sólo la podía visitar a ella en sus sueños. ¿Porque entonces también veía a Estrella de la Muerte?
-Buena pregunta.
La profunda voz de el gato la asustó, y saltó hacia atrás, bufando.
Estrella de la Muerte no pareció intimidado en lo más mínimo ante su reacción, y simplemente la estudió con la mirada.
-Tenemos mucho trabajo por delante. Eres torpe, débil, y apenas tienes reflejos. Aún así todo se debe intentar.
A la aprendiza le costó bastante entender el súbito cambio de tema, pero era demasiado tarde para quejarse de las palabras despectivos que había usado el gato de ojos bicolor.
-Ahora me atacarás.
Dijo el, colocándose en el extremo opuesto del pequeño claro en el que se hallaban.
-¡Antes quiero preguntarte algo!
-Dispara.
No pareció inmutarse.
-¿Tu sabes como curar la enfermedad que se extiende por los clanes?
-¿Yo?-Soltó una carcajada.- ¡Eso pregúntaselo a Estrella Lunlo
-¡Le he preguntado y ha dicho que no puede! Dice que si no forma parte de la profecía no...
-¡¿Que profecía?!-Gritó de pronto Estrella de la Muerte.-¡Dímela!
A Zarpa Nublada se le encendió una bombilla.
-¡Te digo la profecía a cambio de que tu me ayudes a buscar la cura!
-¿¡Quien te garantiza que se como ayudarte mocosa?!
Argumentó el gato oscuro. La aprendiza le examinó unos instantes. Sabía que Estrella de la Muerte escondía algo.
-Simplemente lo se.
Y nunca se había sentido más segura en su vida de sus palabras. Supo que había acertado cuando Estrella de la Muerte suspiró, enviándole una mirada de reproche.
-Vale. Pero empiezas tu.
Sorprendentemente, a la aprendiza gris no le costó mucho hacer memoria sobre la profecía.
-Bajo la puesta de sol, la luz lunar brillará de nuevo, un sacrificio el juicio nublado disipara, y la verdadera luz resplandecera.
El gato negro y naranja se quedó pensativo ante estas palabras, y Zarpa Nublada espero pacientemente a que hablase.
-Interesante...-murmuró.-Ahora me toca a mi. Se donde puedes encontrar la cura.- La aprendiza gris sonrió esperanzada.- Pero sin embargo, no está ni remotamente cerca a los clanes. Es un viaje muy largo, tres lunas como mínimo.
A medida que hablaba, Zarpa Nublada se iba desinflando, agachado las orejas.
-Además.-Añadió Estrella de la Muerte.-La flor que contiene la cura es muy difícil de tratar, y si preparada erróneamente, la ingestión de un solo pétalo puede resultar letal.
-¿Hay algo más que deba saber?
Preguntó la aprendiza, con un cierto tono sarcástico en su voz.
Pero Estrella de la Muerte o bien no no lo captó, o bien decidió ignorarlo.
-Si. La flor es de color rojo y amarillo, muy llamativa y fácil de reconocer.
Zarpa Nublada suspiró, y agachó la cabeza. Ahora que sabía algo sobre la cura, se sentía aún menos animada que antes. Le parecía más imposible ahora que antes, que no sabía nada. Casi ni se enteró cuando unos pequeños rayos de sol empezaron a filtrarse a través de las retorcidas ramas del bosque, y poco a poco se fue desvaneciendo, para poder despertar de nuevo en el Clan del Viento.
(Cura en la multimedia)
***
Pum. Me suicido. Ya no puedo más.
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