Capítulo 15

Zarpa Nublada tenía la garganta seca en encaminarse hacia la guarida de Helecho Moteado. Si, le daba miedo su hermana. No podía evitarlo.
Metió la cabeza entre el liquen que daba a la guarida de la gata curandera.
-Hola?
Preguntó.
La recibió Helecho Moteado, que con aspecto cansado, se dirigió de nuevo al fondo de la guarida, probablemente para encargarse de Pequeño Atigrado o preprar las flores para el entierro de Lirio Nevado. Un escalofrío recorrió la espalda de la aprendiza en acordarse de las tetricas palabras de la gata difunta. Todo pensamiento relacionado con el tema se le fue de la cabeza en ver a Zarpa Lunar acostada en un lecho en una esquina.
Su hermana le daba la espalda, pero Zarpa Nublada tenía la sensación de que la gata plateada ya sabía de su presencia. Aclaró su garganta y decidió empezar un intento de conversación.
-¿Zarpa Lunar? He oído que querías hablar conmigo...
-Oíste bien.
El silencio se instaló en su pequeña conversación, y ninguna de las dos parecía dispuesta a romper el hielo. Fue Zarpa Lunar quien continuó.
-Quería darte las gracias.
-¿Las gracias?-preguntó Zarpa Nublada sin poder ocultar su sorpresa.- ¿Porque?
-Por salvarme de el zorro. Si tú no hubieses intervenido, yo ahora podría estar muerta.
-Pero Zarpa Lunar, ¡yo no hice nada!¡Tan solo lo ataqué una vez, peros después volvió a por ti!¡Quienes te salvaron la vida en cualquier caso fueron Cola Espinosa, Garra de León y Manchas Naranjas!
-¡¿Por una vez que intento arreglar nuestra relación familiar y tú me dices esto!?
Espetó Zarpa Lunar perdiendo la paciencia. Las dos se quedaron calladas de nuevo, Zarpa Lunar respiraba pesadamente.
-Oye.-Dijo la aprendiza plateada.- Se que no nos caemos bien, pero somos familia después de todo. Yo estoy deseando que me perdones, y poder empezar de nuevo. ¿Está eso bien contigo?
Zarpa Nublada se quedó callada. ¿¡Zarpa Lunar quería ser su amiga?!
-Eso es...¡perfecto!
-Bien, pues ahora...quiero descansar.
-Ya...¡supongo que nos vemos mañana!
Dijo Zarpa Nublada sintiéndose de pronto mucho más animada que de costumbre. Salió contenta de la guarida de la gata curandera, seguía sin tener la mejor relación con su hermana, pero al menos habían dado un paso.
En el exterior todo seguía tan deprimente como antes. Él cuerpo de Lirio Nevado estaba tendido en medio de la clariana, aún estirado en un charco de sangre reseca. Nadie se había atrevido a tocarla a parte de Helecho Moteado. Entonces, Zarpa Nublada vio a Cola de Fuego al otro lado del campo.
La gata tenía la cabeza gacha, y los ojos rojos por el llanto. Zarpa Nublada se compadeció de su mentora. Después de todo, Cola de Fuego había sido muy simpática y comprensiva con ella, y la aprendiza gris sintió la necesidad de ir a consolarla.
Se acercó vacilantemente, y en ver que Cola de Fuego no cambiaba de parecer, se sentó a su lado. La guerrera sollozo de nuevo.
-Porque ha tenido que morir así... Es tan cruel...-dejó escapar un leve suspiro.- Ya te hecho de menos compañera.
Entonces, ella miró a Zarpa Nublada, y segundos más tarde estalló en llanto.
La aprendiza atigrada, sintiéndose verdaderamente fuera de lugar, puso su cola en la espalda de su mentora, en un intento de reconfortarla. La guerrera blanca y naranja sorbió sus mocos, y miro de nuevo a su aprendiza con ojos llorosos.
-Gracias...-murmuró.-Por estar conmigo.
Zarpa Nublada asintió levemente; era la segunda vez que le daban las gracias aquel día, y era un sentimiento un poco nuevo.
-Salgamos a entrenar, anda.
Dijo Cola de Fuego.
-¿A entrenar?
-Si, me ayudara a alejar mi mente de otras cosas...
Zarpa Nublada dijo que si educadamente, aunque tenía la sensación de que no iban a hacer mucho.
Sus presentimientos fueron acertados, ya que la sesión de entrenamiento estaba siendo mayoritariamente de caza. Zarpa Nublada saltó encima de un campañol cercano. Era la segunda presa que había conseguido cazar, y aunque el cuervo y el campañol de ahora estaban bastante delgaduchos, sabía que el clan lo agradecería, con el comienzo de las estaciones más frías. Cola de Fuego estaba bastante distante, y aunque la pobre había intentado por todos lo medios cazar algo, su mente parecía estar en otro lugar. No la culpo... Pensó Zarpa Nublada tristemente tratando de captar algún olor entre el vendaval que se había desatado.
Una fina llovizna empezó a caer encima de el bosque, llenando de pequeñas perlas de agua todas y cada una de las hojas de los árboles. Finalmente, cuando la lluvia se empezó a intensificar, la aprendiza decidió volver a donde Cola de Fuego, le era imposible cazar algo bajo esta lluvia.
***
Helecho Moteado miraba como las gotas de agua mojaban el suelo. Se estremeció cuando una corriente de aire entró en su guarida, revolviéndole el pelaje. Volvió de nuevo al interior, donde estaba Noche Oscura, quien muy amablemente se había ofrecido a ayudarla a reorganizar las hierbas.
-Ya puedes irte Noche Oscura, gracias por tu ayuda.
-No hay de qué.
Dijo la joven guerrera con un ronroneo. Alineó una última semilla de adormidera, y se levantó, dirigiéndose hacia la salida. Una leve tos captó la atención de la gata curandera, quien se dirigió al fondo de la guarida, donde tenía a sus pacientes. Pequeño Atigrado estaba allí, tumbado en su lecho, tosiendo,...y escupiendo sangre.
-No, no, no...
Murmuró Helecho Moteado mientras agarraba las últimas provisiones de nébeda y trataba de obligar a Pequeño Atigrado a comerlas. El joven felino se retorcía de dolor, y la gata moteada era incapaz de hacerle comer su ración.
Y además, en ese mismo momento, Noche Oscura entró corriendo de nuevo en la guarida.
-¡Garra Parda esta dando a luz!
La guerrera negra se quedó paralizada ante la visión del ensangrentado Pequeño Atigrado, pero Helecho Moteado no le dio tiempo a hablar antes de dejar las hojas de nébeda delante del gato rojizo y salir corriendo hacia la salida.
-¡Intenta que se las coma!
Le gritó la gata curandera a su compañera antes de correr hacia la maternidad. Una vez fuera, la gata pudo comprobar que el tiempo había empeorado muchísimo, y que la lluvia caía cual cascada del cielo.
Helecho Moteado consiguió llegar a la maternidad sin caer rodando por el suelo, por culpa de las violentas ráfagas de viento. Dentro de la maternidad, el paisaje tampoco estaba mucho mejor. Nariz de Miel calmaba a Garra Parda, que estaba tendida en su lecho gimiendo y gruñendo de dolor, mientras que Pluma Azul, que había venido a ayudar, tenía la espalda pegada contra una de las paredes de la maternidad, impidiendo que está se desmoronara por culpa del viento.
-Tranquila.-Dijo Helecho Moteado a la reina marrón y blanca.- Tu respira.
La gata curandera se sentó al lado de la gata, dándole instrucciones, y en pocos minutos, el primer gatito nació. Era una pequeña hembra atigrada marrón, a la cual Nariz de Miel se dedicó inmediatamente a atender. Garra Parda apenas pudo darle un par de lengüetazos a su hija, cuando el dolor volvió a recorrer su cuerpo, y finalmente nació un nuevo cachorro, un macho marrón de patas y pecho blancos. En ese momento, una ráfaga de viento particularmente fuerte se desató, y Helecho Moteado se inclinó para proteger el cuerpo del recién nacido, quien maulló con frío. La gata curandera volvió su atención a Garra Parda, quien jadeaba cansada. La gata moteado depósito al cachorrillo al lado del vientre de su madre, y justo cuando el tercer gatito iba a nacer, Nariz de Miel gimió horrorizada.
-¡Está cachorra ya no respira!
Helecho Moteado no apartó la vista de Garra Parda.
-¡Ejerce presión en su pecho!¡Tal vez hay algo que obstaculiza su respiración!
Helecho Moteado ayudó a la reina a llevar su tercer cachorro al mundo, mientras escuchaba como Nariz de Miel intentaba reanimar inútilmente a la gatita atigrada. Helecho Moteado sabía que tanto frío no iba nada bien para cachorros tan pequeños.
La tercera gatita era hembra, blanca y marrón, como su madre, y con un largo pelaje apelmazado. La gata curandera le dio un par de lametones, y la situó al lado de Garra Parda. La reina estaba exhausta, pero parecía que aún quedaba una cachorro en su vientre.
Con un último esfuerzo, trato de expulsarlo, pero era demasiado tarde. Helecho Moteado no necesitó acercarse para descubrir que el cachorro había nacido muerto. Garra Parda lloró de desesperación, en saber que dos de sus cachorros estaban muertos, y acompañando su llanto entristecido, vino una potente ráfaga de viento, que finalmente consiguió derribar a Pluma Azul, quien cayó al suelo junto con la pared de zarzas de la maternidad.
Nariz de Miel se apresuró a ayudar a la guerrera azulada, mientras Helecho Moteado trataba de levantar a Garra Parda del suelo para llevarla a su guarida.
-¡Nariz de Miel!-Trató de hacerse oír por encima del vendaval.-¡Tenemos que ir a mi guarida!¡Esto se va a caer!¡Tú y Pluma Azul, coged los cachorros vivos y seguidme!
Las dos guerreras hicieron lo que se les pedía, y las cuatro gatas salieron a la intemperie. Helecho Moteado cerró los ojos por culpa del viento, y poco a poco consiguió llegar al refugio de su guarida. Una vez allí Garra Parda se desplomó en el suelo, sollozando entristecida mientras Pluma Azul y Nariz de Miel depositaban los dos pequeños supervivientes al lado de su vientre.
Noche Oscura fue corriendo a recibirlos.
-¿Estáis bien?
Preguntó alterada la guerrera negra.
-Si tranquila. -La gata curandera miro de reojo a Garra Parda quien se había acurrucado con sus crías, que mamaban ansiosamente.- Dos de los cachorros están muertos, y la maternidad se nos ha caído encima.
-Lo siento mucho.
-¿Como esta Pequeño Atigrado?
Preguntó Helecho Moteado recordando el joven gato al que había estado atendiendo.
-El está bien. Le he conseguido dar la nébeda, y ahora está durmiendo tranquilamente.
-Gracias al Clan Estelar...-Suspiró Helecho Moteado.- No me gustaría que tan joven acabase como...Lirio Nevado.
-Ya, sería una pena...
Dijo pesadamente Noche Oscura. La guerrera tosió levemente, y todo el pelaje Moteado se erizó.
-¿¡Estás bien!?
-Si, tranquila.
Aclaró la gata negra a la curandera, pero Helecho Moteado agarró inmediatamente un par de hojas de nébeda, y las depositó delante de su amiga.
-Cómelas.
Dijo la gata moteada.
-Pero...
-Vale más prevenir que curar.
Ante la mirada insistente de la curandera, Noche Oscura no pudo hacer nada más que agachar la cabeza y comerse las suaves hojas.
Después, Helecho Moteado fue a revisar los cachorros de Garra Parda. La reina acababa de nombrarlos, para el macho marrón de patas y pecho blanco, Pequeño Mirlo, y para la hembra marrón y blanca de pelo largo, Pequeña Aguileña. Ninguno de los dos presentaba ningún tipo de problema, así que la curandera le dijo a Garra Parda que descansase un rato, y dijo lo mismo a Nariz de Miel y Pluma Azul.
Ella misma se tumbó en su lecho, acicalando su empapado pelaje, tratando de conciliar el sueño y descansar un poco.

***
Zarpa Nublada miró al exterior.
-La tormenta esta amainando.
Recalcó la aprendiza.
-Te equivocas. Simplemente, tú estás medio ciega.- Respondió Zarpa de Cristal. El aprendiz gris había estado todo el rato igual, llevando la contraria a cualquier cosa que Zarpa Nublada dijese en voz alta.
-Pues yo creo que Zarpa Nublada tiene razón.-Dijo Zarpa de Pino.
-Acéptalo hermanito. Estas así porque Zarpa Lunar ha querido ver a Zarpa Nublada antes que a ti.- Añadió Zarpa Musgosa con una risita.
Zarpa de Cristal gruñó enfadado, dándoles la espalda a los demás aprendices. Zarpa Nublada agradeció mentalmente a Zarpa de Pino y a Zarpa Musgosa por bajarle los humos al arrogante aprendiz.
Aún tenía todo el pelaje empapado, ya que había llegado junto a Cola de Fuego justo cuando la tormenta empezaba a ponerse violenta. De pronto, escucho la potente voz de Estrella de Cardo llamando para un encuentro. ¿Qué debe de querer? Se preguntó la aprendiza atigrada mientras ahuecaba su empapado pelaje y salía al exterior, seguida por los demás aprendices.
Algunos gatos ya habían empezado a reunirse en el claro, y Zarpa Nublada pudo ver que el suelo estaba completamente encharcado, agua en todas partes, y si no, barro. La guarida de los guerreros estaba semi inundada, y la aprendiza comprobó con horror que la maternidad estaba completamente hundida. Estrella de Cardo carraspeó, consiguiendo de nuevo su atención.
- No sé si todos lo sabéis, pero durante la tormenta, Garra Parda ha dado a luz a sus dos cachorros, ¡Pequeña Aguileña y Pequeño Mirlo! -Dijo Estrella de Cardo, intentando infundir ánimos al clan.- Aparte de eso, no hay más noticias, pero por ahora, Reflejo Soleado empezará a organizar los grupos de gatos que se encargarán de arreglar cada guarida. ¡Y ahora, zarpas a la obra!
Dicho esto, el líder saltó de la Peña alta, y se dirigió hacia el grupo de gatos que se habían empezado a congregar alrededor de la lugarteniente, quien repartía los trabajos eficientemente. Zarpa Nublada se quedó donde estaba, sin estar segura de que hacer. Finalmente, Reflejo Soleado hizo señas a los aprendices para que se acercaran.
-Vosotros iréis a recolectar musgo, necesitaremos mucho para reconstruir todo esto.-Alzó la cabeza y escaneó la multitud con una mirada.-¡Corazón Plateado! ¡¿Puedes acompañar a los aprendices a recolectar musgo!?
La guerrera plateada dejo lo que estaba haciendo para asentir con la cabeza.
-Perfecto!
Maulló Reflejo Soleado, y les dejo solos junto a la gata plateada, que con un ligero movimiento de cola les indicó que la siguieran. Zarpa Nublada miró una última vez al campo destrozado antes de salir detrás de la guerrera.
(Garra Parda en multimedia)

***
Lo siento, no hay más por hoy. Por sucesos familiares, no he podido actualizar antes, ya que no estaba de humor para escribir nada decente. Pero ahora ya estoy mejor, gracias a mis amigas, (os quiero amigas) y sigo actualizando. Dentro de poco empezará lo bueno amigos. Paz y amor.

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