Capítulo 14

El cuerpo de Zarpa Nublada se precipitó al vacío, sus garras arañando desesperadamente las ramas de su alrededor en un intento de salvar su vida.
El suelo ya estaba a menos de diez colas de zorro, cuando una firme mandíbula se cerró alrededor de su pescuezo, y la caída de la gata paró bruscamente. Esta se quedó colgando de las fauces de su salvador durante unos largos segundos, aún en estado de shock. Finalmente, el gato que la había salvado la alzó con cuidado, hasta depositarla en la rama en la que el estaba.
En mirar arriba, Zarpa Nublada se encontró cara a cara con Zarpa Silenciosa. El aprendiz la miraba seriamente, esperando una reacción por parte de la aturdida gata. Claro que esta estaba no le prestaba atención, y miraba simplemente al infinito. Finalmente, Zarpa Silenciosa, en ver que por ahora el único sonido que iba a escuchar era el del crujido de la rama en la que estaban, se decidió a hablar.
-¿Que se supone que ha sido eso?
Zarpa Nublada tragó saliva. No podía decirle que simplemente se había resbalado, pero no estaba segura de querer revelar lo que había visto a nadie aún. Aunque Zarpa Silenciosa era su amigo. Tan solo esperaba que no la tomase por loca. Tomó una necesitada bocanada de aire, y aún temblando por la cercana experiencia a la muerte, se decidió a contarle todo al aprendiz gris.
-Zarpa Silenciosa.
-Que.
-Tengo algo que contarte.

***
Zarpa Silenciosa se había quedado mudo. La aprendiza gris esperaba algún tipo de reacción por parte de su amigo, pero no recibió ninguna. Al final, cansada del silencio, decidió hablar.
-Mira, sé que no me crees, y no te culpo, pero por favor, no le digas a nadie, ¿vale?
El aprendiz de pelo largo se mantuvo en silencio unos segundos más.
-Entonces, has tenido una especie de visión, ¿no?
-No sé si llamarle así.-Dijo Zarpa Nublada, relajándose un poco en ver que Zarpa Silenciosa no la había tomado por loca.- Simplemente lo he visto, como si fuese algo que tuviese que pasar dentro de poco.-Un escalofrío recorrió su espalda.- Como si me tuviese que pasar dentro de poco.
Otra vez se quedaron en silencio los dos aprendices, mientras una ráfaga de frío viento sacudía sus pelajes. Zarpa Nublada alzó la cabeza para mirar al cielo. Aunque las ramas de los árboles cubrían la mayoría de la luz, se podía apreciar que el sol ya brillaba completo en el cielo. Entonces, la aprendiza atigrada se dio cuenta de una cosa.
-Mmm...¿Zarpa Silenciosa?
-¿Que?
-Creo que ya nos habrán echado en falta en el campamento.
Zarpa Silenciosa miro al cielo, maldiciendo por lo bajo al comprobar que la gata tenía razón.
-Vamos.-Dijo haciendo un movimiento con la cola.-Bajemos de aquí.
El aprendiz de pelo largo salto desde la rama al suelo sin problemas, pero a Zarpa Nublada ya se le había acabado la adrenalina de el momento, así que descendió pegada contra el tronco de nuevo.
Corrieron en silencio hacia el campamento, rezando porque nadie se hubiese enterado de su ausencia. Pero tuvieron suerte. Todos los gatos estaban congregados en el centro de el claro, murmurando en silencio. Por un momento, ni Zarpa Nublada ni Zarpa Silenciosa supieron la causa del alboroto, pero de pronto, un chillido desgarrador resonó en el aire, y el metálico olor a sangre llenó el ambiente. A la aprendiza atigrada se le paró el corazón, y inmediatamente trato de abrirse paso a través de la multitud para ver que estaba pasando. ¿Lirio Nevado? Se preguntó la aprendiza exaltada en ver a la causante del alboroto. La gata gris y blanca estaba de pies en sus tambaleantes piernas, rodeada por el círculo de gatos. Todas y cada una de sus costillas eran visibles bajo el enmarañado pelaje, y sus ojos inyectados en sangre escaneaba la multitud mientras sangre goteaba lentamente de su boca.
-¡¿No me creéis!?-Preguntó la enferma gata mientras miraba a sus compañeros de clan con los ojos desorbitados.-¡Algo muy malo va a suceder!-Se dobló sobre sí misma, escupiendo sangre seca y maloliente al suelo.-¡No va a quedar ni uno de vosotros!
Dicho esto volvió a escupir al suelo, derrumbándose de costado y retorciéndose de dolor. Manchas Naranjas se acercó a la gata.
-Lirio Nevado, ya basta. -La mencionada alzó la cabeza para mirarlo.-¿Porque no dejas que Helecho Moteado té cure y...
No pudo acabar la frase, porque la gata enferma se levantó del suelo indignada, embistiéndolo agresivamente al suelo. Manchas Naranjas se la saco de encima con unas cuantas patadas, terror impreso en su cara. Lirio Nevado miro alrededor de nuevo, gimiendo lastimeramente.
-¡¿Porque no me escucháis, cerebros de ratón!?¡¿Es que no hay nadie en este clan que comprenda...-Y entonces su mirada se paró en Zarpa Nublada. La gata tragó saliva en ver cómo Lirio Nevado se abalanzaba sobre ella.-¡Tú¡-Chilló la gata enferma descontrolada. Sangre maloliente manchó el pecho de Zarpa Nublada cuando Lirio Nevado se inclinó por encima de ella, pegando su maloliente hocico contra el de la aprendiza. -Tú sabes a qué me refiero ¿verdad?-Alzó la voz mientras escupía más de su asquerosa sangre encima de Zarpa Nublada, que se agazapó atemorizada.-¡Tú lo has visto!¡Sabes que no nos queda vida por delante!-La gata se desplomó encima de la aprendiza atigrada, que se retorció atemorizada. El pútrido aliento de Lirio Nevado estaba en su oreja.- Sal...vanos...
Y después de convulsionarse una vez más, manchando de sangre la oreja de Zarpa Nublada, se quedo quieta. La aprendiza fue incapaz de razonar hasta unos segundos más tarde, y para entonces, Manchas Naranjas ya había arrastrado a Lirio Nevado de encima de la gata. Helecho Moteado se encontraba con la cabeza apretada contra el pecho de la gata gris y blanca. Estrella de Cardo, quien se había abierto paso a través de la multitud esperaba la respuesta de la gata curandera. Finalmente, esta alzó la cabeza y negó.
-Está muerta.-Dijo solemnemente, mientras una lágrima asomaba en su ojo.- Que el Clan Estelar te acoja amiga.
Maullo Helecho Moteado, sentándose al lado de la guerrera caída. Los gatos empezaron a congregarse alrededor de Lirio Nevado, deseando compartir lenguas con su compañera de clan antes de que apareciera como una estrella más en el Manto Plateado.
Zarpa Nublada y los demás aprendices recientes se quedaron un poco al margen, ya que no compartían ningún recuerdo con Lirio Nevado, y no estaban seguros de que hacer.
La lugarteniente, Reflejo Soleado, vio a los jóvenes sin hacer nada, y antes de sentarse a compartir lenguas con Lirio Nevado se dirigió hacia los aprendices.
-Ya que vuestros mentores no están en condiciones de sacaros a entrenar, será mejor que a volváis a vuestra guarida.
Los tres gatos asintieron, y Zarpa Nublada pudo ver como a Zarpa Musgosa se le escapaba un bostezo. La gata atigrada ya se disponía a volver a su lecho, cuando Reflejo Soleado la llamó.
-Tu no, Zarpa Nublada.-La aprendiza se quedó paralizada. ¿Había hecho algo mal?-Estaría bien que te limpiases esa sangre de encima.
La gata suspiró, y asintió.
-Ve al riachuelo que hay cerca de la hondada arenosa.
Zarpa Nublada asintió y cambio su rumbo, dirigiéndose al riachuelo.
No tardó mucho en encontrar la hondada arenosa, y después tan sólo tuvo que escanear un poco la zona. Pero para su desgracia, la corriente del pequeño río era cerca a nula, porque el hielo había recubierto gran parte de este. Zarpa Nublada suspiró. No quería quedarse con la mancha de sangre reseca cubriendole la mitad de la cara, pero tampoco quería volver al campo a molestar a Reflejo Soleado o quien fuera para que la llevase al río que separaba su territorio del Clan del Río. Claro que...Siempre puedo ir sola.
Zarpa Nublada sabía que no podía alejarse tanto del campo, de hecho, ir sola hasta el riachuelo ya era una gran responsabilidad. Pero aborrecia la idea de volver al campo a molestar a Reflejo Soleado o quien fuera para que la acompañase al río. Los gatos del Clan del Trueno necesitaban velar por su compañera muerta, y ella no deseaba interrumpirles.
Así que Zarpa Nublada se encaminó hacia el río, pensando sobre las terribles palabras de Lirio Nevado en el camino.
No es tan grande como me imaginaba. Pensó la aprendiza atigrada mientras miraba el río. La corriente era rápida, desde luego, pero tan sólo necesitaba mojarse un poco la cara y las patas. Se agazapó al lado del río, hundiendo el hocico en el agua. Estaba muy fría, pero Zarpa Nublada no lo pensó dos veces antes de hundir la cara en el agua.
Una reconfortante sensación de sordera la invadió. Lo único que oía era la rápida corriente del agua golpeandose contra sus orejas. Y los susurros, claro. Pero como no habían molestado mucho en esos días no pasaba nada. De hecho, ya eran parte de sus sentidos en general. Eran como su sexto sentido. El que le decía si lo que hacía estaba bien o no.
Sacó la cabeza del agua, sacudiendose y enviando gotitas de agua por todas partes. Comprobó que la sangre aún no se había ido del todo, y hundió la cara en el agua de nuevo.
La reconfortante sensación de sordera estaba allí otra vez. Y también el enorme pez inoportuno que arrastrado por la corriente se había ido a estrellarse contra su cabeza. Zarpa Nublada resbaló de la sorpresa, cayendo entera dentro del agua. Por suerte, sus deducciones eran correctas, y el río no se volvía demasiado profundo hasta el centro, así que lo único que consiguió fue magullarse el hocico de el golpe contra las rocas del fondo, y empaparse entera.
De pronto, una sombra cayó encima de la aprendiza atigrada.
-¡¿Estabas cazando en nuestro río!?
Zarpa Nublada alzó la cabeza, sorprendida, y se encontró cara a cara con una gata de color naranja pálido, con manchas blancas y negras, y ojos ámbar amarillentos. La gata, que tenía el tamaño de una aprendiza la miraba desde una de las rocas que servían para cruzar el río.
-¿Yo?-Preguntó Zarpa Nublada.-Lo siento...Solo me he caído, no pretendía cazar nada, de verdad.
-No te preocupes. No pasa nada.-Suspiró mientras se sentaba.-Simplemente es que todos nos estamos poniendo un poco paranoicos con esto de la neumonia.
-¿También hay enfermos en vuestro clan?
Preguntó Zarpa Nublada, sentándose ella también en la orilla del río.
-Si, unos pocos. Pero parece que dentro de poco habrán más. Aún no ha muerto nadie por suerte.
-En nuestro clan si.
Las dos gatas se quedaron en silencio, hasta que la gata anaranjada se alzó, dándose la vuelta.
-Bueno, ha sido un placer hablar contigo,...
-Zarpa Nublada.
-...Zarpa Nublada. Mi nombre es Garra de Zorro.
La aprendiza atigrada se quedó un pelo sorprendida. ¿¡Ella era guerrera?! ¡Pero si apenas era más alta que Zarpa Nublada en si! Claro que no lo mencionó, y agachó su cabeza a modo despedida. Solo cuando se hubo quedado sola de nuevo, se dio cuenta de que estaba empezando a tiritar. Cagarrutas de zorro. Y ahora que voy a decir. ¿Qué me he caído en el riachuelo? Cualquiera se lo cree. La aprendiza sacudió su corto pelaje y emprendió el camino de vuelta a casa.
Por suerte, el manto de Zarpa Nublada era poco denso, y estaba casi seco del todo cuando llegó al campo. La gata se dirigió hacia la guarida de los aprendices, dispuesta a asearse y salir a cazar más tarde, si Cola de Fuego se lo permitía, cuando Zarpa Musgosa la interceptó a medio camino.
-Zarpa Lunar se ha despertado y quiere hablar contigo.
-¿Conmigo?-Dijo Zarpa Nublada sorprendida.-¿Porque?
-No lo sé. Pero ha sido la primero que nos ha dicho en despertar.
Zarpa Nublada tragó saliva. No estaba segura de que era lo que quería su hermana, pero no deseaba discutirse con nadie en aquel momento. Aun así, no ir a verla sería una falta de respeto, y no quería que sus compañeros de clan pensasen que ella no se preocupaba en absoluto por su hermana.
Inclinó la cabeza hacia Zarpa Musgosa en señal de gratitud y con el corazón en un puño, se dirigió hacia la guarida de la gata curandera.
(Zarpa Musgosa en la multimedia)
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Por fin! Dije que lo subiría esta semana, ¿eh?

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