Capítulo 13
Zarpa Nublada volvió a la guarida de los aprendices aquella misma tarde, ya que sus heridas no eran lo suficientemente graves como para que se quedara con Helecho Moteado. La aprendiza sentía unos ánimos cerca de nulos ante la idea de encontrarse con los aprendices. Se imaginaba los reproches que le dedicarían Zarpa de Cristal y Zarpa Musgosa, y se le retorcían las tripas. Aun así, el cansancio era terrible, y por desgracia, el único lecho que tenía disponible era el suyo propio, en la guarida de los aprendices. Suspiró antes de entrar, recordándose a sí misma de tratar de no hacer contacto visual con los demás aprendices.
Pero por suerte, la guarida estaba mayoritariamente vacía, los únicos ocupantes eran Zarpa de Pino, que se dedicó a mirarla de reojo desde donde se estaba aseando, y Zarpa Silenciosa, quien dormía hecho una bola en su lecho. Por un momento, Zarpa Nublada contempló la posibilidad de despertarle y contarle sus penas, ya que el gato gris era el que más amable se había mostrado con ella de todo el clan, pero finalmente rechazó la idea. Parecía demasiado egoísta. La gata atigrada cambió su rumbo, y se dirigió a su lecho, el cual estaba ubicado en una esquina de la guarida. Se acurrucó entre el cálido musgo, tratando de imaginar que aún estaba en la maternidad con su madre, incluso antes de haber abierto los ojos. Recordaba cómo Manto Manchado le había descrito todos y cada uno de los gatos del Clan del Trueno, para que fuera capaz de reconocerlos cuando despertara, y como Zarpa Lunar, entonces Pequeña Lunar, le explicaba los términos de guerrero y aprendiz, de gato curandero y líder. Sobretodo recalcando su gran aptitud para el último de los mencionados. Entonces, una pregunta cruzó la mente de Zarpa Nublada. ¿Y si nunca hubiera abierto los ojos?¿Hubiera durado la felicidad? Pero pronto se dio cuenta de lo ridícula que parecía esa pregunta. Nunca habría llegado a ser aprendiz, y probablemente la habrían abandonado por alguna parte. Probablemente su padre hubiese sido el primero en sugerirlo. La melancolía y tristeza en su corazón fueron inmediatamente remplazados por rabia y odio. Su padre la odiaba. Estaba segura. Hundió las garras en su lecho, pero no encontró el suave y reconfortante musgo, sino una árida y dura tierra bajo sus patas. Abrió los ojos, y se encontró cara a cara con el mismo gato con el que había soñado la noche anterior. Estrella de la Muerte. Este habló mientras Zarpa Nublada se alzaba del suelo mirando alrededor con las orejas gachas.
-Hay rabia en tu interior. Aliméntala.-Entrecerró los ojos.-Te hará fuerte.
La aprendiza gris le miró, comprendiendo a que se refería. Pero mantuvo la boca cerrada. Después, el macho negro y naranja se dio la vuelta.
-Sígueme.-Dijo autoritariamente.-Es una orden.-Añadió en ver que Zarpa Nublada se queda paralizada unos instantes donde estaba. Bajo su tono autoritario, esta no tuvo nada más que hacer que obedecer. A medida que avanzaban por el deprimente paisaje, unos chillidos que antes podrían haber podido pasar como suaves susurros, se hacían más y más evidentes, hasta ser el indudable sonido de una batalla. Si prestaba atención, la gata gris era capaz de escuchar incluso el sonido de las afiladas garras de un felino desgarrando la carne. Se estremeció y cerró los ojos, tratando de no imaginarse la escena. En ese momento, Estrella de Muerte paró en seco, indicando con un ligero movimiento de cola a Zarpa Nublada que hiciese lo mismo. Esta paró, y observó el paisaje que se extendía delante de sus ojos verdes. Era un claro rodeado de los retorcidos árboles que ocupaban todo el bosque, y en el, habían varios gatos, la mayoría en parejas, peleando entre ellos. Se herían sin piedad, y la aprendiza observó con horror como uno de los gatos más cercanos caía al suelo, y rezaba por piedad a su atacante, que le arañaba con furia. Zarpa Nublada retrocedió unos pasos, y en ese momento, Estrella de la Muerte alzó la cabeza y profirió un largo maullido, perfectamente comparable al de un lobo, y poco a poco, los ocupantes de la clariana empezaron a separarse los unos de los otros, para mirar al gato negro y naranja. La aprendiza tragó saliva cuando todos los gatos fijaron sus agresivas miradas en ella. Estrella de la Muerte interrumpió sus pensamientos en empezar a hablar.
-Guerreros y guerreras, !tenemos una nueva aprendiza!
La multitud de gatos aullaron contentos, mientras Zarpa Nublada trataba de encontrar una explicación racional a aquello. ¿Era un sueño?¿Una pesadilla? Si verdaderamente estaba dormida, daría lo que fuera por despertarse, y quitarse de la cabeza la imagen del gato al que había visto ser atacado anteriormente, el cual estaba tirado en el suelo sangrando, presuntamente muerto. Un movimiento brusco a su lado, le indicó que Estrella de la Muerte se había dado la vuelta y se marchaba. El pelaje de la aprendiza se erizó. Aunque no le conocía de nada, le inspiraba cierto temor quedarse sola con los demás gatos.
-¡Hola!
La alegre voz de un gato a su lado la sorprendió. Volteó la cabeza algo tensa, y se encontró con un gato algo más grande que ella, de color gris con las patas y la punta de la cola más oscuras, y unos brillantes ojos ámbar.
-Mi nombre es Nube de Polvo.¿Y el tuyo?
Zarpa Nublada dudó por un momento, pero el gato parecía afable, así que decidió contestar.
-Soy Zarpa Nublada, del Clan del Trueno.-Le observó un momento.-¿De qué Clan eres tú?
-Del Clan del Viento.
Respondió este. Zarpa Nublada estaba a punto de preguntar si la mezcla de clanes era algo corriente aquí, cuando otra gata se acercó. La aprendiza gris la reconoció como la gata a la que había dado por muerta apenas unos momentos antes. Tenía el pelaje blanco, con las patas de color gris claro.
-Yo también soy del Clan del Viento.-Dijo esta.-Mi nombre es Zarpa Blanca.
Zarpa Nublada asintió, e irguió las orejas en ver que Nube de Polvo abría la boca para preguntar.
-¿Tú porque estás aquí? Yo para demostrar a mi clan lo fuerte que soy. Se creen que por ser parte Clan del Río no valgo para nada.
El gato gris arrugó el hocico en decirlo. En ver que Zarpa Nublada estaba un pelo confundida, Zarpa Blanca habló también.
-Yo empecé a venir aquí por mi hermana. Zarpa de Algodón es siempre la mejor en todo, y yo me quedo en las sombras.-Después miró a Zarpa Nublada.-¿Cuál es el motivo de tu rabia?
La gata gris se mantuvo en silencio unos instantes. Sabía perfectamente quién no le caía bien del Clan del Trueno. Pelaje Gris.
-Yo...-Titubeó un poco.-Creo que estoy aquí por mi familia. Me gustaría que me apreciaran más.
Zarpa Blanca asintió contenta.
-Aquí lo conseguirás. Yo, con tan solo una luna de entrenamiento en este lugar, ya soy mil veces mejor que cualquiera de los otros aprendices.- Sonrió orgullosa.-Mejor que mi hermana.
Entonces, una suave luz empezó a filtrarse a través de los retorcidos árboles del claro. Nube de Polvo miró hacia arriba.
-Esta amaneciendo.
Constató. Zarpa Blanca asintió. Zarpa Nublada miró sorprendida como los cuerpos de los dos gatos empezaban a desvanecerse, hasta desaparecer por completo. Y pocos segundos después, ella se esfumó también.
***
Zarpa Nublada le costó abrir los ojos. Tenía la sensación de no haber dormido nada aquella noche. Se desperezó, y observó que todos los aprendices dormían. Normal, es de noche después de todo. Pensó en ver el manto plateado brillando en el cielo. Suspiró mientras se dirigía a la salida de la guarida, sabía que no volvería a conciliar el sueño aquella noche. Salió del campo sin problema alguno, y desobedeciendo las órdenes que le había dado su mentora, Cola de Fuego, se internó en el bosque.
-¿Zarpa Nublada?-Dijo una voz conocida.-¿Eres tú?
La aprendiza se alertó de inmediato, dando la vuelta y escaneando los arbustos a su alrededor con las pupilas dilatadas. No había nadie allí, aunque estaba completamente segura de que no había imaginado nada. El suave sonido del movimiento de las hojas alertó a la gata, que alzó la cabeza y se encontró con un par de ojos amarillos que la miraban desde arriba del árbol bajo el que estaba. Zarpa Nublada trató de distinguir el gato entre la penumbra. La cara que puso debió de ser graciosa, porque el gato se rió y habló.
-Sube, anda.
La gata gris sintió una punzada de desconfianza, pero la voz le era conocida, y estaba segura de que no pasaría nada. Hundió las garras en el tronco del árbol, y solo entonces se percató de que no había subido un árbol en su vida. No tenía ni idea. No puede ser muy difícil. Tendría que ser natural para mí, subir a un árbol. Y con cierto temor, empezó a escalar. Lo hacía torpemente, con todo el cuerpo pegado contra el árbol y impulsándose hacia arriba con las garras. Finalmente, una de sus patas tocó la superficie de una rama, y se subió a ella, desesperada por encontrar un soporte fijo. Solo entonces, cuando hubo encontrado el equilibrio encima de la madera, pudo distinguir quién era el gato que la había llamado.
-¿¡Zarpa Silenciosa?!
-El mismo.-Dijo mientras sonreía divertido.-Se ha de ver lo bien que se te da trepar árboles, ¿verdad?
Zarpa Nublada se sonrojó avergonzada de su falta de práctica. Zarpa Silenciosa cambió su semblante divertido a uno más serio.
-¿Que se supone que haces fuera del campo sola?
Le interrogó. La gata gris balbuceó un momento.
-¡Te podría preguntar lo mismo!
Dijo al final, por falta de una mejor respuesta. El aprendiz gris sonrió de nuevo.
-Yo vengo aquí muchas veces. A veces soy incapaz de dormir en la guarida de los aprendices, así que me paso un rato mirando las estrellas hasta que me coge el sueño.-Zarpa Nublada asintió mientras lo escuchaba.- Pero ahora me estoy aburriendo.-Se puso en pie encima de la rama, y esta se balanceó peligrosamente.- ¡Así que creo que te voy a enseñar a trepar un árbol en condiciones!
Zarpa Silenciosa apuró a la aprendiza a ponerse en pie, esta temblaba como una hoja, la rama se balanceaba demasiado para su gusto.
-¡Vamos!
Exclamó Zarpa Silenciosa mientras saltaba sin ningún problema aparente a la rama de arriba. Giró la cabeza para mirar a Zarpa Nublada, la cual se había quedado paralizada mirándole como si acabase de ver a un muerto.
-¡No es tan difícil!-Dijo el gato gris.-¡Solo tienes que saltar hasta la rama a la que quieres llegar!¡Intenta anteponer las patas traseras a las delanteras en el último momento, que sino te caes!
-¡Gracias por los ánimos!
Dijo Zarpa Nublada irónicamente. Pero no quería quedar mal, así que se agazapó tan bien como pudo en el escaso espacio y fijó su mirada en la rama a la que tenía que llegar. Solo espero no romperme muchos huesos. Y saltó. Sintió una horrible sensación en el estomago, como si este se le hubiera subido a la garganta, y le hubiesen crecido alas para volar el también. Pero la desagradable sensación se acabó tan rápido como había empezado, justo en el momento en que sus patas tocaron una superficie rígida de nuevo. Se giró temblando para mirar la cara de Zarpa Silenciosa.
-Un poco raro, pero está bien para la primera vez.
Dijo el aprendiz. La gata suspiró aliviada, pero el gato gris saltó a la siguiente rama, dejándola sola de nuevo.
-¡Hagamos una carrera, anda!
Empezó a saltar de rama en rama cual ardilla. Zarpa Nublada se quedó paralizada unos instantes, pero no quería quedarse sola, así que trató de seguirle tan bien como pudo.
Pronto descubrió que aquello de saltar árboles no era ni de lejos tan difícil como ella había imaginado. Una vez le pillabas el tranquillo, era solo saltar y tratar de no sacarte un ojo con las ramas más pequeñas que sobresalían. Un subidon de energía recorrió el cuerpo de Zarpa Nublada, quien ignoró por completo las advertencias de Zarpa Silenciosa de no subir demasiado alto y le avanzó, dirigiéndose hacia la parte más alta del árbol. Poco a poco, las ramas del árbol se fueron encogiendo, hasta que la aprendiza podía ver la luz del amanecer filtrarse entre las hojas. Finalmente, sus patas rozaron la última rama del árbol, y la gata asomó la cabeza entre las ramas, para admirar las vistas. Sus ojos se agrandaron ante la preciosidad del paisaje. Desde la copa del árbol se podía ver casi todo el territorio del Clan del Trueno, y también la silueta entrecortada de los cuatro árboles. Las montañas consecutivas a la llanura del territorio del Clan del Viento quedaban muy lejos, cubiertas por la suave niebla matutina. El sol asomaba entre las copas de los árboles, volviendo el cielo de diferentes tonalidades de naranja, púrpura, y rojo, mientras que justo por encima de su cabeza, todo era negrura infinita, salpicada por millones de estrellas.
Zarpa Nublada respiró el aire puro, disfrutando de la tranquilidad que le otorgaba el silencio, y dejando la mente en blanco. Aquello era la paz interior.
Las siluetas de dos gatos se recortaban contra la puesta de sol. De pronto, uno de los gatos saltó encima del contrario, y casi sin sonido, este cayó al suelo, sangre negra brotando de sus heridas.
Zarpa Nublada respiró exaltada. ¿Qué había sido eso? Había sido cuestión de milésimas de segundo, pero las imágenes estaban tan claras en su cabeza como si las hubiese vivido ella misma. De pronto el amanecer ya no le parecía tan reconfortante. La brisa se había tornado fría, y las distantes montañas se inclinaban hacia ella amenazadoramente. Tragó saliva, empezando a retirar las garras del la rama. Quería bajar de allí.
Una luz tenebrosa se filtraba en el claro, mientras el gato miraba sonriendo. Los gatos del claro, los cuales habían estado hablando pacíficamente meros segundos antes, se vieron rodeados de pronto por criaturas enemigas, que no tuvieron piedad con ellos. Sus afiladas y deformadas garras se bañaron es su sangre, mientras la sonrisa del gato se ensanchaba.
Zarpa Nublada perdió el agarre que tenía en la rama, y se precipitó al vacío.
(Precioso paisaje que ve Zarpa Nublada en multimedia)Al Menos como me lo imagino yo ;)
***
¡Siento haber tardado tantísimo en actualizar! Pero unos seres llamados profesores me están chupando la vida mediante unos papeles llamados exámenes/deberes. D:
¡Aparte de eso, espero que os guste el nuevo capítulo!¡Intentare subir el siguiente tan rápido como pueda!
Mi otro yo: Eso es mentira y lo sabes.
Yo: Anda cállate vaga D:(
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