007

♠️♠️♠️

-¡Vamos, Alisa! Estamos cerca -Ash la tomó del brazo guiandola entre los callejones.

Mientras seguían avanzando, podía escuchar los gritos de los cazadores siguiéndolas desde cerca. Estaban por alcanzarlas.

Un hombre gritó y se lanzó contra ellas.

-¡Ash! -gritó una Alisa muy asustada.

Pero la mencionada fue mucho más rápida que el hombre: Lanzó el hacha que llevaba en manos y le dobló la muñeca. El hombre aulló de dolor y fue el momento exacto que Ash utilizó para saltar y enrollar sus piernas en su cuello.

En un parpadeo, el hombre calló sin vida después de que Ashleby le hubiera doblado el cuello por la fuerza que empleó.

Otro hombre con capucha roja, al ver lo que había hecho, se precipitó con espada en mano. Con su velocidad mejorada, Ashleby tomó el hacha del piso deteniendo la espada que iba directo a su corazón, le dió una patada en el abdomen y le encajó el hacha en el hombro.

La sangre le saltó al rostro.

El grito fue igual de fuerte que el del hombre anterior, pero ya era tarde, se estaba desangrando y probablemente ya estaría muerto para cuando lo encontraran.

Alisa, quien se había limitado a ser una expectadora, estaba hecha un ovillo en una esquina.

-¿Cómo aprendiste a hacer eso? -preguntó desconcertada, cuando su hermana la tomó de la muñeca en busca de su familia.

Ashleby suspiró.

-Una vez te dije que debíamos estar listos para todo -le dijo-. Vamos, deben estar cerca.

La condujo por un callejón oscuro, por el que nadie más las seguiría. Las guió a ambas, hasta que los pies de Alisa se clavaron en el piso y se detuvo abruptamente.

-Alisa, no es momento para esto... -Miró como la mano de su hermana comenzaba a brillar con una fuerza tan grande que iluminó todo el callejón.

Se puso tan pálida como la cal.

Alisa jadeó en busca de aire, tratando de tomar una estabilidad que la había abandonado en cuanto la luz se hizo presente. Ash la tomó de los hombros, tratando de que reaccionara.

-La chispa -susurró con miedo. Sus ojos estaban abiertos de par en par-. Tienes la chispa. Por Satanás, Alisa. Esto es malo.

-¿La chispa? -preguntó confundida.

Ashleby negó con la cabeza.

-¿Cuándo llegó a ti?

-No lo sé.

-¿Estás segura de no saberlo? -le preguntó con el ceño fruncido- No debes decirle a nadie sobre esto. Jamás. Ni siquiera a la abuela.

-Es que no lo entiendes -le dijo Alisa con angustia-. Me están pasando cosas extrañas. Veo cosas que nunca había visto.

-¿Qué ves? -preguntó Ash con los ojos llenos de temor- ¿Qué es lo que ves, Alisa?

-Una especie de... cuerda.

-El nudo -susurró alejando la mirada de Alisa.

Arrancó su pañuelo del cuello y lo ató a la mano de su hermana. No sería de mucha ayuda, pero por ahora sería suficiente.

-¿Qué haces?

-Tienes que ocultarlo -le respondido sin especificar en nada-. No debes contarle a nadie de esto. Jamás Alisa. Promete que no contarás nada de esto. Ni la abuela o Tammo debes saberlo. Nadie en este mundo.

-¿Por qué no? Tammo sabe sobre el latido de mi corazón...

Se dio cuenta de lo que decía hasta que ya era demasiado tarde, pero tampoco se preocupó por ello. Le sonrió, tratando de tranquilizarla.

-Está bien, ya lo sabía.

-¿Lo sabías? -le preguntó en un hilo de voz- ¿Cómo lo sabías?

-Soy tu hermana mayor, Alisa. Has cálculos.

Hubo unos segundos de silencio.

-También tienes un latido.

Asintió con la cabeza, mirando a su alrededor en busca de alguien que intentara hacerles daño.

-¿Por qué nunca dijiste nada? -le preguntó.

-No era momento. Además, creí que lo sabrías. Soy mayor que tú, somos hermanas... Creo que creí demasiado en tus habilidades.

Alisa hizo una mueca, pero no dijo nada para contradecirla. Tenía razón. Había sido demasiado tonta para no notarlo.

-¿Cómo esconderé una mano brillante? ¿Y por qué tengo una mano que brilla? -preguntó alterada, sin saber que pensar después de todo lo que había sucedido ese día.

-Ahora no podemos hablar -le contestó Ashleby, sin contestar ninguna de sus preguntas-. Tengo que sacarte de aquí y llegar con la abuela. Debe estar muy preocupada.

Estando distraída, una mano las tomó de la muñeca, jalándolas a ambas.

Frunció el ceño encendiendo sus instintos de supervivencia. Fue casi instinto amenazar a quien sea que la haya tomado. El filo del hacha que llevaba consigo, estaba cuidadosamente posado en la mandíbula del individuo.

-¡Ey! ¡Espera, Ashleby!

Sus ojos cayeron en otro par igual a los suyos.

El filo del hacha estaba en el cuello de Hindrik. Pudo ver la sangre (la del hombre que había matado hace unos minutos) deslizándose por la clavícula del hombre que la crió como su hija.

Hizo una mueca culpable, alejando el hacha de su cabeza.

-Perdón -le dijo negando con la cabeza-. Pensé que eras alguien más.

-No pasa nada -le dijo con los ojos preocupados-. Debo sacarlas de aquí. Está apunto de amanecer. ¿Ambas están bien?

Ashleby asintió por ambas, dudaba que Alisa estuviera lo suficientemente conciente de su entorno como para responder.

Tomó la mano de su hermana dándole un apretón y la llevó consigo mientras Hindrik iba detrás de ambas, cuidando que nadie los siguiera.

Caminaron con cuidado de no llamar tanto la atención, pero era casi inevitable con Ashleby cubierta de sangre y un hacha en mano.

Se cubrió con su capa cuando vio que los humanos la miraban con miedo y pánico, alejándose con rapidez.

-Apresúrense -dijo un preocupado Hindrik mientras trataba de cubrirlas de los ojos curiosos-. Comenzamos a llamar la atención.

Pronto llegaron con su familia.

-Señora Elina, Tammo. Llegamos -anunció Hindrik cuando llegaron hasta la abuela y Tammo.

Sintió alegría cuando pudo verlos y apretó el paso.

-Ashleby, Alisa -las recibió Elina con un abrazo cálido al que se unió Tammo. Sus ojos estaban llenos de temor-. Creí que algo les había ocurrido. Tardaron mucho.

Ashleby hizo una mueca.

-Nos cruzamos con unos cuantos inconvenientes -le señaló su hacha mientras la abuela la miraba con atención-. Lamentamos haberlos hecho esperar.

-¿Te lastimaste, Alisa? -preguntó un curioso Tammo, viendo el pañuelo envuelto en su manos.

-No es nada.

-Déjame ver -dijo la abuela.

-Abuela -Salvó el momento, antes de que notara algo extraño en la palma de su mano-. Ya es hora de irnos.

-Tienes razón -asintió sin cuestionar nada de lo que decía. De cierta forma, poco a poco, Ashleby iba tomando la autoridad en el clan Vamalia-. Deben estar cerca.

-Las Máscaras Rojas están cerca -me apoyó Hindrik.

-Puedo oírlos -Estuvo de acuerdo-. Se acercan por las calles. Si no nos apresuramos, nos encontrarán.

-¡Elina! -gritó una voz, y un aroma a vampiro llegó a sus fosas nasales. A diferencia de los que estaba acostumbrada, aquel aroma llegó como una sacudida de frío. Como si la sangre estuviera expuesta a una fuerte temperatura de hielo.

Sus ojos cayeron en un hombre de gran tamaño, sin cabello y unos intimidantes ojos azules. Eran de un azul como el agua de mar.

Se tensó en su sitio, activando sus instintos de cacería. El olor era repugnante ante su nariz.

-Los llamaste -le dijo con cierta recriminación en su voz, aunque fue casi instintivo-. Llamaste al clan Dracas.

-Barón Magnus -les dijo a todos, sus ojos llenos de algo que no supo distinguir-. Vino a ayudarnos. No tuve otra opción. No podía perderlas.

Ashleby hizo una mueca, pero no dijo nada. Entendía su malestar y no podía culparla por querer ayudarles.
De cierta manera agradecía que lo hubiera hecho, pero no quitaba que la presencia de integrantes de otro clan la alteraran.

Ahora veía porque había cierta rivalidad entre los clanes. La presencia del Barón Magnus le daba cierto hastío, como si la irritara con su sola presencia.

-Vamos -les dijo Hindrik con impaciencia, debían salir ahora mismo.

Caminaron con paso rápido hacia el Barón, quien los esperaba con los ojos clavados en sus rostros. Era como si los analizara.

Ashleby le aguantó la mirada, sin dejarse intimidar ni un poco.

-¡Por aquí!

Escuchó voces de los cazadores con su oído súper desarrollado después de que se alejaron. Ahora estaban muy lejos del alcance de Calvina.

No pudo evitar soltar una sonrisa divertida. Le gustaba molestar y despistar a los cazadores.

Barón Magnus los guió a la bahía, donde se acercaron al barco más grande que había visto en su vida. Era grande y el nombre de «Elisabetha» estaba tallado con pintura vieja y oscura.

Ayudó a que su abuela entrara al barco, para después pasar y ser ayudada por otro hombre de piel oscura y ojos grises: El tono exacto de una tormenta.

-¿Ella es tu nieta mayor, Elina? -preguntó el hombre con sorpresa- Se parece mucho a su padre.

Su abuela sonrió, una sonrisa que no le llegó a los ojos.

-Es ella, mi Ashleby.

-Es un placer, Sir Milton -se presentó Ash, con los ojos clavados en el hombre con respeto. Su aroma no era tan desagradable como el de Barón Magnus, por lo que era tolerable.

No hizo una reverencia, pero el hombre besó su mano con educación.

-Parece educada -le dijo a su abuela, ignorando su presencia, pero después sus ojos se clavaron en Ashleby con curiosidad-. Puede ser una buena compañía para mi hijo Malcolm.

Alzó una ceja hacia su abuela, preguntándole de que diablos hablaba ese hombre que ni siquiera conocía en persona. Era la primera vez que lo veía fuera de los registros de su familia.

Los mismos que se había encargado de destruir.

Elina le sonrió en modo de disculpa, como si ya se hubiera esperado algo similar de Sir Milton.

-Bueno, es demasiado pronto como para hablar de esto -dijo Sir Milton, haciendo una mueca y alejándose unos pasos. Era como si hubiera escuchado sus pensamientos-. Creo que vuestra nieta necesita un cambio de ropa, la que trae está cubierta de sangre -El hombre le sonrió divertido, como si en vez de que su vida hubiera peligrado, hubiera estado haciendo unas cuentas travesuras menores.

Su sonrisa fue inevitable. Era un hombre interesante.

-Tienes razón, Milton -concordó su abuela, haciéndole una seña a Hindrik que trataba de cuidar que sus hermanos no se metieran en problemas mientras caminaban por toda la cubierta. La Elisabetha era un barco mágico-. Hindrik. Lleva a que Ashleby se cambie sus ropajes, pide orientación con las demás sombras.

Hindrik se acercó como un resorte, listo para recibir órdenes. Ash hizo una mueca por esa acción, notaba como la ponían en extrema prioridad y no le agradaba que sus hermanos fueran descuidados.

Hindrik la guió cerca del timón, donde de reojo vio que estaban los Condes de Nosferas. Ambos la miraban con atención, la Condesa le sonrió y Ashleby le regresó la sonrisa. Era una mujer hermosa.

La mirada de Ash se topó con unos ojos como el mismo mar. La miraba fijamente y no apartaba la vista en ningún momento.

Lo miró con curiosidad, era un chico de cabello rubio y largo, pero no tanto como el suyo. Parecía ser alguien importante por su ropa elegante, pero no lograba descifrar quien era. No era un anciano, eso era seguro. Era mucho menor que ella, por lo que estaba totalmente descartado.

Su rostro estaba definido al igual que el de cualquier vampiro, pero había cierto aire de niñez que aún no lo abandonaba del todo... Tal vez tenía la edad de su hermana.

Ninguno de los dos apartó la mirada hasta que estuvieron demasiado lejos como para mirarse, pero lo que Ashleby no sabía, era que acababa de capturar la atención del chico desconocido.

♠️♠️♠️

Atte.

Nix Snow.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top