Capítulo 20: "El Osito de Felpa de Lyra"
Luego de la extraña conversación que acabo de tener con Lilith, en la cual Fidget ya fue liberado y me indicó dónde tengo que rescatar a mi hija, accedo desde el Nexus al último lugar donde vi a mi esposo: El Árbol Eterno. El simple hecho de regresar me trae muchos recuerdos ¿Cuanto tiempo pasó desde que estuve aquí? El oso de felpa se encuentra en el piso, como si nadie lo hubiese reclamado.
Toc, toc.
Escucho un ruido y pienso que son las ramas del árbol que, con el viento, provoca un crujido. Sin embargo, se vuelve a repetir. Las paredes, al ser de madera, me resulta mas fácil para averiguar de dónde proviene dicho sonido. Una de ellas se escucha hueco y, además, es cuando el ruido incrementa.
TOC, TOC.
Al no tener nada a mi alrededor para aflojar la madera, me desespera tener que entrar y salir de los portales, a cada rato, ya que cada minuto es oro aunque acá el tiempo parece tener sus propias reglas.
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-¡Hay alguien! Tengo que golpear para que puedan sacarme de donde sea que esté.
Lyra escucha unos golpes cerca de ella, unos pasos que se alejan y vuelven a toda prisa. Sus brazos no responden, aunque las piernas siguen resistiendo. De repente, frente a la niña, aparece una pequeña luz que se hace cada vez mas grande, del cual, decide cerrar los ojos para que no la deje ciega. Luego, un grito ahogado.
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-¡Oh, por Dios! ¡Lyra, hija mía!
Verla en una posición extraña, en forma de letra "T" sin poderse defender, me parte el alma. Inmediatamente, rompo las ramas que la tienen atrapada con un hacha hasta poder sacarla de ahí. No tiene ningún rasguño, por suerte, y nos damos un abrazo.
-¡Vamos, no hay tiempo que perder!
-¿Y papá?
-Te lo explicaré en el camino.
Juntas atravesamos el Nexus, por última vez, para volver a casa, a la verdadera Wish.
-Fidget nos espera. Lilith lo liberó antes.
-Pero ¿Por qué? ¡Hay algo que no me cierra!
Sé la respuesta pero no me conviene decírselo ahora que, luego de caminar por un eterno laberinto, tengo a mi familia sana y salva. Con Lyra, y su osito de felpa en una mano mientras en la otra sostiene mi mano, cruzamos el portal que nos envuelve en un halo celeste.
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