6

Narra Raymond

Mi móvil suena de manera insistente, ignoro la llamada bajando el volumen, las dos chicas en mi cama se remueven en protesta, rodeo los ojos al ver que no cortan la llamada.

Al final las dos chicas se despiertan sonriéndome coqueta, gatean hasta mí sentándose una encima de mí, y la otra a mi lado besándome el cuello.

He perdido la cuenta de las veces que he descolgado la llamada, cuando presto atención del nombre en la pantalla rodeo los ojos llevando el móvil a mi oreja, necesito dejar en claro que

Llamada

— ¿Qué quieres? — respondo molesto — dije que estaría en la oficina luego de medio día — gruño, al sentir las manos de una de las chicas acariciar mi erección viéndolas reírse con cara de traviesas.

Necesito terminar esta llamada para continuar la fiesta... Maldición

— No se en que planeta andas, pero, ¿A caso ya viste las noticias? — pregunta molesta, haciendo que muerda mi labio al ver a la morena tocarse sus senos.

— Estoy ocupado — gruñe — no jodas, estaré en unas horas — rodeo los ojos viendo a las chicas tocarse entre ellas.

— Quiero verte en la oficina en veinte minutos — ordena molesta, haciendo que esta vez mi enojo gane.

— Yo soy tu jefe, tú eres la empleada — respondo burlón, alejo el móvil para poder soltar un gruñido de placer al sentir la boca de la pelinegra sobre mi miembro.

— No me retes Ayala — escucho que amenaza cuando acerco de nuevo el móvil a mi oreja, con mi mano libre tomo del cabello de la chica para llevar el ritmo de la mamada.

— Deja de joderme un rato — cuelgo tirando el móvil en la mesita de noche.

Continuando lo que hace un par de horas deje, tengo condones demás, al igual que energía.

•°•°•

Luego de un buen rato, me despido de las chicas viéndolas desde la puerta irse en el Uber que les pedí, me adentro a la casa subiendo hasta la habitación quitándome la bata, camino desnudo hasta el baño para darme una relajante ducha.

Mi paz dura poco, cuando salgo de la ducha con una toalla alrededor de mi cintura y la otra secando mi cabeza, escucho un auto aparcar en la acero, al asomarme en el balcón, veo la camioneta de Rafael, haciendo que maldiga en silencio.

— ¿Es en serio? — me pregunto a mi mismo al verlo bajar e ir directo hacia la puerta.

Entró al vestidor buscando un conjunto cómodo, pantalón deportivo con bolsillos en frente, camisa de cuello redondo, unos tenis, lentes de sol y gorra, cuando estoy casi listo, escucho que tocan la puerta.

— Si piensas que iré abrirte, estás idiota, me estoy vistiendo — hablo en voz alta, mientras estoy agachado atando los cordones de mis tenis.

— Es necesario que vayas al cartel, Jade te necesita — grita detrás de la puerta.

— Creo haberle dicho a mi secretaria que iría a medio día — respondo en el mismo tono buscando el reloj que mejor combine.

— Yankee, te están comiendo vivo en todas partes, necesitas arreglar esto o puede afectarte — rodeo los ojos tomando mis cosas para salir del vestidor.

— Les estoy dando de qué hablar a esos idiotas — guardo mi móvil yendo hasta la puerta.

— Eso afecta a la disquera, tú sabes lo que pasa en el negocio cuando comienzan a meterse en polémicas — al abrir la puerta, está parado justo en frente.

— El que mi ex no pudo mantener las piernas cerradas hacia otros hombres, no le da derecho a echarme a perder mi carrera — siseo molesto cerrando de golpe la puerta — ahora, ¿Cómo mierda sabes que estaba aquí? — me cruzo de brazos viéndolo.

— Por si no sabes, Jade te tiene más que bien vigilado — se burla haciendo que arquee una ceja — no importa en donde te escondas, ella siempre va a encontrarte — me guiña el ojo viendo eso más como una amenaza a una broma.

— No se si debería preocuparme de eso — me rasco la cabeza caminando hasta las escaleras — me encargaré de terminar con la nefasta mentira que Itzel está creando, si eso significa que debo destruir su carrera, lo haré — me encojo de hombros bajando las escaleras.

— Solo baja a tu calentura y ten en mente lo que dirás al llegar al cartel — palmea mi hombro viéndome con cierta lastima.

— Solo necesito un maldito descanso, como si esta mierda no puede esperar un poco, da igual si pasan dos horas más, al final las personas tienen suficiente tiempo para inventar tantas cosas — salimos de la casa — vete en tu auto, necesito pasar alguna tienda por agua.

— ponte las gafas de sol, se nota que traes una cruda horrible — lo veo mal antes de ponerme los lentes.

— Apenas he dormido, solo déjenme de tratar como un puberto idiota — amenazo antes de tomar una llave al azar, al quitar la alarma me doy cuenta del auto que conduciré hoy.

°•°•°•°

Al bajar del ascensor doy zancadas largas, camino deprisa y furioso al ver que la mierda aún no ha terminado, estoy harto, significa que Jade debía haber resuelto esta mierda, y no veo en absoluto nada, está dejando que manchen mi nombre.

¿A caso no pueden respetar mis órdenes?, ¡Soy el maldito jefe!, Mi secretaria no ha dejado de llamar, estoy hasta las bolas de recibir las malditas órdenes, estoy cansado, vengo de una jodida gira, luego al llegar encuentro a mi ex entre las piernas de otro, cuando decido divertirme, me llaman desde muy temprano solo para resolver cosas que fácilmente con una amenaza de demanda, se puede resolver.

Camino directo a la oficina de Jade, mi enojo es demasiado, justo cuando abro la puerta de golpe, explotó.

— ¡TE DIJE QUE ESTARÍA AQUI A MEDIO DÍA! — grito furioso viendo que me mira tranquilamente.

— Llegaste más temprano de lo planeado — sonríe sarcástica viendo el reloj en su muñeca izquierda — demasiado puntual para ser verdad — le lanzó una mirada asesina viendo cómo no se inmuta en sostener la mirada, ignorando completamente a su jefe.

— ¡No puedes joderme siempre! — me acerca a ella de manera sigilosa.

— Hey calma — se levanta de la silla viéndome con firmeza  — deja tu rabieta para otro día, tenemos trabajo — del escritorio agarra un par de revistas, veo de reojo las portadas y en todas salen fotografías mías, estira la mano para darme las, ignoro eso dejándola con la mano alzada.

Rodeo los ojos fingiendo que no pasa absolutamente nada, restando interés a su enojo — ¿Y eso que importar?, Les estoy dando de comer a esas estúpidas revistas — respondo amenazante.

— Si quieres darles de comer — hace comillas con sus dedos — que sean por cosas buenas y no por tus estupideces — agrega con seriedad tirando las revistas al escritorio — ahora vas a sentarte, en silencio me escucharás — niego con la cabeza — muy bien — me empuja hasta que caer al sofá.

— Empezaré a contar los días para no volver a firmar tu contrato — gruño cruzando mis brazos sobre el pecho viéndola mal.

— Escucha muy bien — ignora mi amenaza — vas a contarme lo que sucedió, ¡Ahora! — ordena parada frente a mí.

No pienso contarte eso — niego de inmediato intentando levantarme, ella me lo impide empujando de nuevo hacia el sofá.

— Escucha idiota, si quieres que te salve el culo como siempre — bufa haciendo notar su irritación — debo saber todo.

—¿No tengo opción, cierto? — niega en respuesta dejando que prosiga a contar todo.

— Solo quiero pensar en las soluciones — rasca su cuello impaciente, poniendo toda su atención en mí.

— Está bien —suspiro rendido, alguien llama a la puerta, alzo la vista murmurando — gracias dios.

— Adelante — responde viendo a su secretaria entrar con unas cosas entre las manos.

— Las cosas que me pediste — levanta las botellas de agua y unas tabletas.

— Gracias — las recibe amablemente — puedes retirarte, te llamaré si necesito algo — le sonríe dejando que la chica me mire.

— Claro — responde saludando a Ray — buen día señor Ayala — agrega antes de salir de la oficina cerrando la puerta.

— Toma — extiende la botella de agua con dos aspirinas.

—Gracias—murmuro bajo recibiendo las cosas de mala gana, odiaba que ella supiera todo de mí, incluso cuando estoy disimulando la resaca que me está matando.

—Ahora, cuenta todo— me siento a su lado abriendo la botella de agua - te escucho.

—Itzel me vio la cara de estúpido— gruño llevando la pastilla a mi boca — me engaño — confieso antes de beber un poco de agua.

—¿Desde cuándo?— cuestiona sorprendida.

—Desde siempre— aprieto mis puños tirando al cesto de basura la botella vacía —mi relación— hago comillas con los dedos — jamás fue sólida como yo creía— niego con una sonrisa llena de amargura recordando todo.

—¿Con quién te engaño?—pregunta mientras ojea una de las revistas— para ver qué puedo hacer y así evitar que se encuentren en los eventos.

—Omar— respondo sin verla - él fue quien tenía entre sus piernas a mi novia desde hace más de un año - escupo con amargura viendo como murmura algo.

- Escucha Ray - llama mi atención, aún sin verla le hago un ademán dando a entender que tiene mi atención - no quiero estupideces, tampoco que estés en boca de todos.

- Muy tarde - hablo con ironía - ahora todos saben que estoy soltero.

- Sin contar que ella dijo que tú fuiste quien fallo - muestra la nota donde dice que yo fue el infiel.

- Aparte de cualquiera, mentirosa - sonrío con sarcasmo - vaya mujer.

- Arreglaré esto - ignora mi comentario continuando como si nada  - solo quiero que estés tranquilo - asiento  antes de querer escapar

- ¿Eso es todo? - pregunto con sarcasmo viéndola molesto.

- Necesitas ir a la toma de medidas para la merch, así tendrás la sesión de fotos lo más pronto posible - se levanta para estar frente a frente.

- No estoy de humor - la miro irritado - solo quiero estar tranquilo un rato — le pido más tranquilo.

- Solo ve a las medidas, luego podrás tener el día libre - se resigna.

- Bien - murmuro entre dientes saliendo de la oficina.

Solo necesito estar tranquilo, dormir un poco e ignorar la mierda de mundo, solo eso necesito.

Luego de un par de minutos, bajamos hasta el ala norte, donde se encontraba Natasha y su estudio de diseño, me encargue de dar el visto bueno a todas las prendas, tomaron mis medidas dejándome ser libre, creo que Jade no termino de decir la frase, cuando ya me encontraba dentro del ascensor rumbo al parking.

Un año más tarde

Si la estúpida farándula pensó que con el simple hecho de querer inventar cosas de mí, harían miles de pesos, les daría verdaderas razones para hablar de mí; fiestas, alcohol, mujeres, excesos, se volvieron una carrera de hasta donde sería el límite de eso, aprendí a resignarme que los compromisos no son para mí, soy un alma libre en esto.

Aventuras de una sola noche, mujeres entrar y salir de mi casa, eran mi día a día, al final sabía que esto era lo que tanto querían esos malditos chismes de señoras de mercado, ya no tenía control en mi vida, tampoco es que quisiera uno, se que he sido un dolor de culo para Jade, pero, en éstos momentos, no me importa.

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